12 enero 2013

Capítulo 20



CAPÍTULO 20

CONFUNDIDO

Al despertar recordé todo otra vez. Decidí que hoy sería diferente. Comí un poco, le di de comer a los animales y busqué cosas con las cuales romper una de las tablas de madera. No encontré el hacha ni las demás herramientas, solo un rastrillo viejo, lo usé a modo de palanca y una de las tablas apenas se movió pero el pobre rastrillo se quedó sin mango.
Intenté varias cosas pero nada daba resultado.
Como a medio día escuché el sonido de una carreta, vi que era Billy Black junto a un muchacho moreno y más alto que él. Grité con todas mis fuerzas pero sólo el muchacho que estaba su lado pareció oír y miraba en todas direcciones buscando mi voz. Cuando supo de donde provenía caminó hasta el establo.
— ¿Hay alguien allí?— preguntó.
— ¿Si, soy Bella, podrías ayudarme?—le grité.
— ¿Qué haces allí, te quedaste encerrada?— se rió muy fuerte, me estaba molestando.
—Por favor sácame de aquí, te cuento luego— rogué.
No tardó mucho, abrió la puerta y pude ser libre.
—Quiero oír esa historia— aquel muchacho tenía los ojos muy vivos y era bastante apuesto. Lo reconocí, era el hijo de Billy, Jake. Solíamos jugar cuando iba a su casa por leña, hacía más de un año que no lo veía y no era mucho más grande que yo la última vez que nos vimos, ahora me llevaba casi una cabeza.
—Mi hermanastra me encerró— confesé.
—Parece que esas mujeres no te quieren, primero te dejan sola en el bosque y ahora te encierran, deberías considerar irte de tu casa— sonrió.
—Tienes razón, de hecho estaba a punto de hacerlo cuando me encerraron.
Billy llegó hasta nosotros, su semblante era triste aún y vestía de negro.
—Hola Bella, lamento lo del otro día—se excusó.
—Yo lo lamento más, siento mucho que hayas perdido a tu esposa— sé que no hay consuelo posible para eso pero esperaba que se convenciera de que no le guardaba ningún tipo de rencor por dejarme en el bosque.
—No me había dado cuenta de que tu madrastra no te quería Bella, hablé con la señora Masen y me dijo que pasaste la noche en el bosque, me sentí tan mal. ¿Qué le voy a decir a mi amigo Charlie cundo vuelva?
—No hay cuidado, él comprenderá. ¿Ahora podrían llevarme a casa del juez Masen por favor?— les rogué.
—Claro, vamos al pueblo por provisiones— dijo Jake. Me ayudó a subir en la carreta, él y yo fuimos en la parte de atrás, su padre conducía.
—Has crecido mucho Jake, pareces mayor—traté de conversar de algo para aliviar mis ansias locas de salir corriendo hasta la ciudad.
—Sí, pasé una temporada practicando mucho ejercicio. Creo que sirvió de algo. ¿Dime esa madrastra tuya es tan mala?—
—Es algo rara, generalmente no me habla.
— ¿Y tu hermanastra?
—Me odia, ella me encerró para que yo no pueda ir a la ciudad…
— ¿Quieres ir a la ciudad? ¿Para qué?
—Mi amigo ha sufrido un accidente y necesito verlo.
—Tu amigo ¿No será el hijo del juez? Oí que fue un accidente de coche.
— ¿Qué sabes? Dímelo por favor— rogué desesperada
—Anoche vine al pueblo por algo de sal y oí comentar a unos hombres que volvían de la ciudad. Sólo dijeron que lo arrolló un coche uno de esos modernos de metal. Y que él no despertaba— se encogió de hombros.
— ¿No despertaba?— tenía ganas de llorar pero no quería que ellos me vieran.
—Vamos Bella es un muchacho, seguro se repondrá, somos más fuertes de lo que parecemos— me sonrió.
Llegamos al pueblo les agradecí el transporte y el rescate. Corrí a casa de los Masen, llamé pero sólo salió el ama de llaves.
—Señorita Bella ¿Qué hace usted aquí?— me dijo sorprendida.
—Hola Hanna, ¿está Alice?
—No, ella se fue ayer en la tarde, después de que su hermana, la señorita Jessica me dijera que ustedes se iban la ciudad y que Alice las alcanzara allá.
—No quisieron llevarme— dije a punto de llorar.
—Pase por favor, déjeme darle algo de comer, se ve mal— me quitó algunas pajas del cabello.
—Necesito ir a la ciudad— le rogué.
—Primero coma algo y cámbiese de ropa, el joven Edward me reprendería si dejo que se vaya así. Coma algo, mandaré a que le preparen el baño y después podrá salir en la diligencia de la tarde. Llegará a la ciudad en la noche. Ellos están alojados en el Hotel Concordia, el joven Edward está en el hospital, ya despertó, la señora me envió una nota esta mañana— sentí que me quitaba un gran peso de encima. Respiré aliviada. A pesar de todo tenía que verlo para sentirme mejor.
—Hanna, no tengo dinero para el transporte y…
—Bella ¿me permites llamarte así?— yo asentí con firmeza. –Bella, esta es tu casa y puedes pedir lo que necesites, nunca me equivoco con las personas, sé que serás mi ama algún día, de eso no me cabe la menor duda— se oía tan segura que me hizo estremecer. ¿Yo su ama? Eso sólo podía significar que Edward y yo… sonreí al pensarlo y me ruboricé mucho.
—Sé que te agradan los dulce, tengo una pastelillos deliciosos y un vaso de leche tibia te hará sentir mejor— me atiborró de comida y luego tomé un baño en el mismo lugar dónde lo había hecho unos días antes. Sólo que esta nadie me secó el cabello. Me puse el vestido más bonito que Edward me había comprado y bajé a despedirme.
—Estás muy bonita Bella. Ten esto para el viaje, lo tomé de los gastos de la semana, ni te preocupes, aquí a veces se compra más de lo que se necesita— Hanna me acompañó a la diligencia y me aconsejó mucho tomar un carruaje directo al hospital. Llegué casi cuando casi se ponía el sol, habíamos hecho menos de tres horas. En hospital y me dirigí casi corriendo a la recepción.
—Por favor la habitación de Edward Masen— pedí nerviosa.
—Es la 108, por el pasillo, al fondo— me indicó.
Caminé de prisa teniendo cuidado de no caer, traía zapatos nuevos. Respiraba con dificultad. No sabía cómo estaría, si vestiría con bata de hospital, si había más gente con él. Abrí con cuidado el pomo de la puerta tomando una última fuerte bocanada de aire y entré. La habitación daba a la ventana y unos rayos rojizos del crepúsculo entraban directos sobre la cama. Él estaba allí dormido, apenas escuchó el sonido de la puerta abrió los ojos y me miró. No había ninguna expresión en su mirada, parecía confundido.
— ¿Edward?—lo llamé, esperando una sonrisa y que me ofreciera sus brazos.
—Lo siento— cerró los ojos como queriendo recordar algo.
— ¿Edward estás bien? Me demoré en llegar, lo siento. Tuve tanto miedo— corrí a la cama y tomé una de sus manos, él no dijo nada pero me miraba sorprendido, sonrió un poco.
—Tú eres Bella verdad— preguntó muy interesado. No entendía lo que pasaba, vio mi cara de confusión y se puso serio otra vez.
—Verás, los médicos dicen que estoy confundido y atontado por el golpe que me di, recuerdo partes saltadas de mi vida, como si hubieran mezclados todos los recuerdos. Te recuerdo pero más pequeña. Recuerdo animales y tu sonrisa. Trato pero no puedo enfocarlo con claridad— parecía que estaba esforzándose mucho.
— ¿No me recuerdas con claridad?—estaba a punto de llorar.
—Por favor, no llores tu también— me acarició una mejilla. —Sé que eres mi mejor amiga, me lo dijo mamá. Y te tengo en todos mi recuerdos, sólo que no en forma clara. Pero Jessica dice que estamos peleados ¿por qué fue?
— ¿Jessica te dijo que peleamos?
—Es raro, a ella no la recuerdo para nada, Alice dice que está loca pero es mi novia y debo creerle ¿no?
—Jessica no es tu novia—casi grité.
—Ella dijo que dirías eso. Estoy confundido y me duele la cabeza cuando trato de poner en claro mis recuerdos— dijo tapándose los ojos, no quería que se sintiera mal, me dolía que no recordara con claridad los últimos días pasados. Me acerqué un poco, quería ver sus ojos, lo había extrañado tanto, me recuerde o no yo lo amaba.
Los abrió para mí y me miro sorprendido. Me acerqué un poco más y él no retrocedió. Lo besé en la mejilla.
—Ojala esto te ayude a recordar—le dije tristemente.
—Soñé con una cueva, tú estabas allí, era de noche. Y yo…
—No fue un sueño, eso pasó hace poco, la noche que me rescataste y que…
—Quítale las manos de encima a mi novio— Jessica entró y tiró de mí para alejarme de Edward. —Eres una descarada, como vienes aquí y te le acercas. Lárgate, Edward y yo no te queremos ver— me gritó.
—No le hables así a Bella— pidió él. – ¿Eso ya lo había dicho antes?— dijo para sí mismo.
—Tranquilo mi amor— Jessica se sentó junto a él y le acarició sus cabellos que por la luz del sol parecían dorados. Quería ir y darle un par de trompadas e esa mentirosa pero no quería que Edward se confundiera más. Caminé hasta la puerta, esperaría afuera a que ella se vaya o llegué la señora Elizabeth.
—No te vayas Bella— llamó él.
—Deberías irte, no vez que sólo lo pones peor ¿Qué clase de amiga eres?— me reprochó ella.
Escuché pasos afuera, alguien abrió la puerta.
— ¡Bella! Por fin está aquí la princesa, ¿Qué te hizo esta bruja para que no llegaras?— Alice se lanzó sobre mí y me abrazó.
—Es una larga historia— dije triste.
—Bueno ya estás aquí. ¿Edward recuerdas a tu princesa?— le sonrió. Él seguía pareciendo confundido.
—Yo soy su princesa— dijo Jessica. –Ustedes sólo quieren separarnos, Edward diles que se vayan— le rogó. Él nos miró mas confundido todavía. Tomé a Alice del brazo y la arrastré afuera.
—Qué diablos haces, ¿no ves lo que esa estúpida quiere hacer?— me dijo
—Él está confundido y le duele la cabeza.
—Ella llegó apenas despertó y no se separa de él parece una garrapata sabe Dios cuantas cosas le ha dicho. No ves lo que quiere hacer.
—Tarde o temprano él se pondrá mejor— esperaba que fuera pronto
— ¿Dónde estabas?— preguntó cruzando los brazos.
—Encerrada en el establo, recién hoy pude salir— ella me abrazó y me consoló, yo estaba llorando otra vez para variar.
—Vamos, no te des por vencida, entra allí y lucha por él— me miró muy molesta.
—De acuerdo, sólo me sentaré cerca— dije temerosa.
Entré nuevamente y vi que ella lo tenía de la mano, él tenía los ojos cerrados.
— ¿No entiendes español?, no eres bienvenida— me reprochó ella.
—Soy su mejor amiga y me voy a quedar aquí te guste o no— le dije molesta.
— ¿Jessica tengo sed, podrías traerme agua?— pidió él.
—Bella ve por el agua— me gritó ella.
—Por favor quiero que tu lo hagas— le volvió a pedir Edward.
—Si mi amor, regreso enseguida— dijo saliendo y lanzándome una mirada furiosa.
—Ella no es mi novia ¿verdad? Aunque me lo diga, no siento nada cuando está cerca. Tal vez sea mejor hacerle caso a lo que siento y no a lo que me dicen. Pero me dio esto y si yo lo escribí entonces debo quererla— me mostró el papel que había olvidado en el libro de cuentos que me regaló en mi cumpleaños.
Recordé lo que había escrito él, lo había leído tantas veces sin querer comencé a decir frases que recordaba
—"Sólo tú me haces soñar despierto, sólo tú me haces volar sin alas, sólo tu… me haces escribir estas palabras"— repetí al recordar esas líneas tan hermosas.
Me miró confundido, iba a decir algo cuando su madre entró.
—Bella, hija, que bueno que viniste— me abrazó. –Edward está mejor, pronto pasará su confusión, los médicos dicen que es pasajero y que poco a poco se recuperará. Vamos, sonríe, pronto podrán correr por toda la casa haciendo de las suyas— me sonreía y me miraba con mucho cariño.
— Mamá, podrías decirle a Jessica que se vaya. Me confunde, y me duele mucho la cabeza— dijo él muy serio.
— ¿Otra vez esa niña aquí? Ya le estoy tomando antipatía— la señora Masen salió de la habitación muy decidida.
—Bella, quédate conmigo, no te vayas— me rogó, eso no tenía ni que pedirlo. Me acerqué a él me senté a su lado.
—Cuéntame las cosas que hacíamos— me pidió y me ruboricé un poco, si se refería a lo último que habíamos estado haciendo sería difícil. Decidí contarle cosas de años atrás.
—Bueno, una vez jugamos a que yo era Blanca nieves y me hiciste morder una manzana podrida— escuché su risa amortiguada.
—Eso sí lo recuerdo, algo confuso pero tu cara se me quedó grabada.
—Y una vez me acompañaste el estanque a buscar un sapo encantado y vomité antes de poder besarlos— otra vez se rió pero esta vez ya no se contuvo.
—Recuerdo un escándalo con varios ratones, ¿eso fue cierto?
—Eso sí me gustaría que lo olvidaras— me quejé.
—Tú eres mi princesa ¿verdad?— no parecía una pregunta sino una afirmación.
—Eso solías decir.
— ¿Y lo que pasó en la cueva es cierto?
—No sé qué soñaste pero tal vez no estés tan alejado de la realidad— sonreí al recordar lo dulce y tierno que había sido.
—Vaya, ojala que si haya pasado en verdad— dijo cerrando los ojos. Dejo de hablar y lo creí dormido, traté de levantarme pero tomó mi mano.
—No te vayas princesa. Te necesito— me quedé allí sin moverme, su madre entró pero al vernos sonrió y me hizo señales para que la siguiera después. Todo se fue oscureciendo, y sentí su respiración acompasada. Dormía. Lentamente retiré mi mano de la suya y salí. En la recepción estaban sus padres conversando.
— ¿Se quedó dormido?— preguntó ella.
— Si señora. Buenas noches juez Masen— saludé.
—Hola Bella, gracias por venir. Seguro querrán conversar, voy por café— dijo y salió.
—No sabes el susto que pasamos Bella, lamento haber salido tan rápido, debí esperarte. Se golpeó muy fuerte y temimos lo peor.
—Yo también me preocupé mucho.
—Esa niña Jessica dice que ella y Edward son novios, me extrañó mucho. ¿Tú sabes algo?
—No son novios— dije molesta.
— ¿Y Edward y tú?
—Tampoco, solo somos amigos— le dije algo ruborizada.
—Bueno mañana lo darán de alta. Pero debe permanecer en cama por algunos días, me temo que eso cambia las cosas— dijo triste.
— ¿A qué se refiere?
—Edward necesita unas placas para ver si hay daños internos. Debemos llevarlo a Chicago, vamos a adelantar nuestra partida. Nos llevará dos semanas a lo mucho— no se oía feliz. Yo tampoco lo estaba, era la peor noticia que me podían dar. Se marcharía, pronto. Y ni siquiera me recordaba con claridad. ¿Se llevaría sus recuerdos confusos con él?

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