12 enero 2013

Capítulo 18





CAPÍTULO 18

NO HAY PRINCESAS POBRES

Me despertó el canto de los pájaros, quise levantarme y me di cuenta de que a mi lado estaba la persona que amaba, se sentía raro decirlo pero así era. No podía creer que mi mejor amigo, mi compañero de juegos se convertiría en el amor de mi vida. Todos los nuevos sentimientos se arremolinaban en mi corazón y me hacían sonreír. Ya no estaba triste, tenía fe en que mi padre volvería, que toda esta pesadilla acabaría pronto y que en el futuro… no sabía que me traería el futuro, Edward se iría en unos meses. Pero había jurado que me llevaría y yo le creo.
Lo sentí moverse a mi lado y me quedé muy quieta, ¿tanto habían cambiado las cosas? Hace un tiempo yo habría saltado a despertarlo para que me dé algo de comer. No iba a dejar que esta nueva faceta en nuestra vida nos haga cambiar la gran amistad que tenemos. Porque siempre sería mi amor y mi mejor amigo.
—Edward, Edward, Edward, Edward— empecé a gritarle en voz alta.
—Princesa, ya voy— dijo siguiendo con nuestra tradición, tomó so bolso y sacó un trozo de pan. –Come preciosa, ¿cómo te sientes? ¿Te duele algo? ¿Respiras bien?— tocó mi frente con el dorso de su mano. —Tienes calentura, tengo que llevarte a casa y llamaré al médico.
—Tanto alboroto porque estoy caliente, debe ser porque estabas a mi lado, tú siempre generas mucho calor.
—No quiero correr riesgos. Te voy a arropar bien irás detrás de mi esta vez no quiero que te dé el viento— se levantó y comenzó a guardar todo, enterró las cenizas y llamó a Pegaso que aún dormitaba al fondo de la cueva. Me levanté para coger mi vestido que estaba estirado en una piedra, se veía terrible, ya de por si era viejo y amarillento pero ahora estaba marrón rojizo, parecía un trapo viejo.
—Bella, no te levantes yo te lo alcanzo— dijo Edward y giró el rostro para no mirarme. Pero yo ya estaba muy cerca y no le hice caso.
—No deberías ponerte eso, si te envuelves bien podríamos salir sin problemas. En casa te pones otro, tengo varios vestidos para ti.
—No me digas que ahora vas de compras a las boutiques— le bromee.
—Sí, mamá me acompaña, he tenido que pedírselo porque no sabía cómo explicarle mi repentino interés por la moda.
— ¿Entonces me lo pongo o no?— dije dudando porque en verdad parecía un trapeador.
—No, quiero verte con un vestido nuevo, ponte mi capa— él seguía de espaldas aún limpiando todo. Era muy ordenado.
Escuché el sonido de unos cascos de caballo y me dio algo de miedo. Edward también se dio cuenta y corrió hacia su capa para dármela.
—Carambas— oí la voz de Emmett, mi rostro pasó por varias tonalidades de rojo, me cubrí como pude, con Edward no me avergonzaba mucho estar así. Pero que Bennett me viera en enaguas era otra cosa. Edward llegó hasta mí y me cubrió con su capa.
—Emmett, que gusto verte— le dijo algo avergonzado.
—Creo que estabas más a gusto antes de que llegara— bromeo su amigo.
—No es lo que piensas— Edward sostuvo la mirada de Emmett.
—No pienso nada malo amigo. Tu madre me envió a buscarte, con suerte llegaremos a tiempo para ir a la escuela.
—Entonces date prisa, Bella tiene fiebre y no irá hoy, yo tampoco porque la cuidaré.
—Los acompaño, si llego sin ti tu madre seguirá preocupada— se giró hacia la entrada y empezó a silbar. Edward me acomodó su capa tan rápido que no me di cuenta y ya tenía el caballo a mi lado. Pero al ver que trataba de subirme me opuse.
—No iré detrás de ti.
—Bella no quiero que te dé el aire.
—Te prometo que me abrazaré a tu pecho todo el tiempo— me puse de puntillas y le di un ligero beso en la mejilla.
—Si lo pides así. Pero te cubriré con otra manta— subió y me ofreció los brazos para acomodarme, me acurrucó bien.
Cabalgamos rápido y llegamos en poco tiempo, su madre estaba en la puerta.
—Edward, Bella ¿Dónde han estado?, estaba tan preocupada, casi no he dormido— él me bajó con cuidado.
—Buen día mamá, estamos bien. Encontré a Bella en medio del bosque, inconsciente. Su madrastra no fue buscarla, espero que no tenga que volver a su casa— se oía tan decidido, nunca había hablado así, generalmente él era muy complaciente con todo el mundo y despreocupado. Quizás era que estaba madurando, bueno ya me había demostrado que me quería y que podía cuidarme, la señora Elizabeth lo miró un poco preocupada, podría jurar que contuvo una sonrisa.
—Ven Bella, debes tomar un baño caliente, tu cabello está lleno de barro— me abrazó y me dio un beso. –Debemos consultar con tu padre Edward, hay cosas que no podemos hacer aunque quisiéramos y no podemos ir en contra de las leyes.
—Pero madre, Bella no lo pasa bien en su casa, debe haber un modo…
—Primero vamos a llevar a Bella adentro y atenderla como es debido, luego hablaremos de lo otro, además tienes escuela— su voz sonó a reproche.
—Quiero cuidarla mamá, si me obligas a ir no prestaré atención en clases y estaré preocupado todo el tiempo.
—Alice podría cuidarla…
—Por favor mamá—entramos a su casa y me prepararon la bañera, tomé un delicioso baño de espuma. Cuando salí Edward estaba esperándome afuera.
— ¿Te dejó quedarte?— pregunté.
—Mamá es comprensiva, le habría obedecido si me hubiera obligado pero ella entiende que no quiero dejarte sola.
—No estaría sola, hay varias personas que trabajan aquí y tu mamá podría cuidarme.
—Discrepo en eso, nadie te puede cuidar como yo— me sonrió y se acercó a mí.
—Hueles de maravilla, debo recordar comprar más jabón de fresas para ti.
—Edward, no creo que pueda quedarme mucho.
—No importa, te lo puedes llevar siempre has olido a flores pero las fresas te dan un toque más… dulce. Por favor cámbiate rápido no quiero que te enfermes, te dejé ropa de cama y te preparé una habitación al lado de la mía.
—Y que pasó con esos vestidos.
—A la cama princesa, cuando estés mejor modelarás para mí si quieres, eso es algo que Alice no querría perderse— entré a la habitación y me puse una preciosa bata de algodón, era gruesa y abrigaba, pero llegaba al piso. Me metí a la cama y grité.
—Ya estoy en la cama puedes pasar— de inmediato se abrió la puerta, Edward entró con toallas. – ¿Y eso?— pregunté.
—Tu cabello sigue mojado, déjame ayudarte— me acomodó una toalla bajo mi cabello y con la otra comenzó a secármelo. Me estaba consintiendo mucho yo no estaba acostumbrada a que me ayudaran o que hicieran las cosas por mí, estos últimos meses había hecho casi todo en casa para mí y para ellas. No quería pensar en volver pero seguro en un día, tal vez dos si tenía suerte vendrían a buscarme y no precisamente porque me echaran de menos sino porque no podían pagar una doncella que les hiciera todo lo que no podían.
— ¿En qué piensas?— dijo susurrándome al oído.
—En muchas cosas, no quiero molestar pero tampoco quisiera irme. Es difícil.
—No molestas ni un poquito, es más no sabes lo feliz que me hace tenerte aquí, yo tampoco quiero que te vayas… nunca— otra vez hablaba con ese tono, era una mezcla de esperanza y anhelo.
—Ya casi está seco, te traeré de comer, no tardo— me dio un beso en la frente y salió. Me preguntaba que había hecho para merecer su amor, era tan atento y cariñoso, ahora que lo pensaba siempre lo había sido sólo que no lo había visto de la misma forma. No tardó mucho y regresó con una sopa caliente. La tomé y después me acosté, él me leyó algunas historias hasta que me quedé dormida, estaba cansada y empezaba a dolerme un poco el pecho.
Soñé que estábamos en una gran ciudad llena de edificios, cruzábamos una enorme avenida llena de flores y árboles, a lo lejos había un lago. Edward vestía traje y yo traía un vestido blanco, de pronto el sueño cambió, estaba encerrada en una mazmorra y mi madrastra tenía las llaves pero vestía de negro y parecía una bruja. Me desperté muy asustada, no sabía qué hora sería o cuánto tiempo había pasado. Estaba sola, a mi lado había un jarrón con flores lo que causo que sonriera. Bajé de la cama, tenía que ir a los servicios. Abrí mi puerta muy despacio para no hacer ruido, imaginaba que Edward estaría en su habitación y no quería que viniera a acompañarme sólo para ir al baño. Conocía bien la casa, sabía que debía ir hasta el pasillo del fondo, cerca de la habitación de sus padres, me sorprendió escuchar voces. Solo entraría haría lo que tenía que hacer y regresaría rápido.
Legué sin caerme y sin hacer ruido, me miré al espejo, necesitaba cepillar mi cabello, parecía una loca. Cuando estaba por salir, oí claramente la voz del Juez Masen.
—Elizabeth mi amor sé razonable, sabes que montaremos un gran bufete en Chicago, el empleo que tendré podré compartirlo con mi carrera, todos estos años ser juez no me ha permitido ejercer como abogado y necesitamos entrar en esa sociedad.
—Yo no quiero irme por mucho tiempo, ya te lo dije, no me gusta la ciudad.
—Pero linda, yo no deseo volver. Hay grandes perspectivas de crecimiento, Edward y tú tendrán sólo lo mejor. Y si él aceptara la unión, tendría asegurado el bufete para su futuro, cuando él se gradúe de abogado tendrá todo, una brillante carrera y un lugar donde ejercerla. Cuando nosotros nos casamos tuvimos que privarnos de muchas cosas, hasta que conseguí este puesto aquí pero yo siempre he querido darles más.
—Para tu información yo he sido feliz siempre, aunque no tuviéramos mucho. Lo único que deseo para Edward es que sea feliz. No quiero que mi hijo se llene de cosas si no va a serlo. Y tampoco estoy de acuerdo con ese proyecto tonto que tienen Hale y tu. Entiende de una vez Edward no ama a Rosalie y deberías preguntarle a tu hijo si quiere ser abogado antes de hacer planes para su futuro.
—Pero los Masen siempre hemos sido abogados, es una tradición.
—Y las Dyer siempre se han casado con hombres ricos y yo no la seguí. No permití que mi padre me casara con un magnate, te elegí a ti. No permitiré que obligues a Edward a hacer algo solo para tu beneficio.
—No es solo mi beneficio amor, Chicago es otro mundo, no es como aquí, importan mucho las relaciones y las alianzas.
—Pues si te empeñas en eso vas a quedar libre de hacer tus propias alianzas solo, porque no te acompañaré a ningún lugar. Sé que Edward va a sufrir mucho al irse de aquí, lo veo. Pero si sé que no vamos a volver me quedo.
—Edward se acostumbrará rápido, hay tantas cosas allí.
—Claro seguro será divertido ver a la mafia, a toda esa gente estirada, a los autos que echan humo y al ruido incesante. Te acompaño porque es tu sueño tener un bufete pero respeta los nuestros. Edward y yo volveremos aquí. Será difícil dejar el pueblo y a la gente que amamos.
—Otra vez con eso. Por enésima vez no podemos llevarnos a Bella, si su padre desapareció o murió su custodia pasa a la esposa de su padre porque no tiene otros familiares, y tendrá que quedarse con ellas hasta que cumpla 21 o se case. Y no quiero que vuelvas a apoyarlo con eso de llevarla a escondidas.
—Entonces le romperás el corazón.
—Pero ella es solo su mejor amiga… no, no Elizabeth conozco esa mirada, no me digas que Edward… por Dios…
— ¿No te has dado cuenta? La forma en que habla de ella, el modo en que la mira. Ayer lo vi correr como loco por todo el pueblo buscándola, salió solo, de noche a recorrer el bosque y no se detuvo hasta dar con ella, la cuidó y la trajo aquí. Si eso no es amor… me como mi sombrero como dice Alice.
— ¿Bella está aquí? Eso no está nada bien.
—Que objeciones tienes, ella es una niña encantadora.
—Lo dices porque te has encariñado. Es que ella es…
— ¿Pobre? Esa es tu objeción.
—No tiene familia, ¿y si Charlie murió? Eso la convierte en huérfana. No vez que…
— ¿Ver qué?
—No me mires así, sabes que no soy prejuicioso pero sinceramente esperaba un mejor matrimonio para nuestro hijo. Alguien con posición, de buena familia como Rosalie o alguna otra muchacha de las mismas condiciones.
—Y yo sólo quiero que él sea feliz. Hay solo dos requisitos que pongo y Bella los cumple. Que sea buena y que Edward la ame.
— ¿Crees que él le haya hablado de sus sentimientos? ¿Qué le haya propuesto algo o le haya hecho promesas?
—No lo sé, no lo creo. Pero es algo que pasará.
—Entonces hay que apurarse…
— ¿De qué hablas?
—Amor ya es tarde, debo volver al trabajo, tengo que dar ejemplo de puntualidad. Lo discutiremos en la noche ¿Sí?— los oí alejarse.
Caminé hasta mi habitación y volví a la cama. De pronto no pude más y las lágrimas vinieron a mí. "No tiene familia, ¿y si Charlie murió? Eso la convierte en huérfana" "Alguien con posición, de buena familia" Nunca había pensado en eso, hasta ahora siempre había creído que solo bastaba amor para estar juntos, casarse y vivir una vida. A cenicienta no la echaron del castillo por ser pobre y huérfana. Y Aladino se convirtió en sultán aunque era ladrón… Tal vez eso sólo se daba en los cuentos. Lloré hasta que me quedé dormida otra vez. Cuando volví a despertar, Edward estaba a mi lado.
—Hola princesa dormilona ¿Has estado llorando?— acarició mi rostro y me alejé un poco.
—Seguro fue una pesadilla— limpié el rastro de mis lágrimas. No podía decirle lo que había oído, yo no era buena para él. Tal vez debía dejarlo ir y que encontrara su camino, que tenga la oportunidad de ver el mundo. Yo estaría esperándole si volvía alguna vez.
—Por fin despertaste— dijo Alice entrando con una charola de comida.
—Hola Alice, ¿dime como ha estado el colegio?— pregunté para tener otro tema de que hablar.
— ¿Preocupada por las tareas o por tu malvada hermanastra?
—Sólo preguntaba, sé que a ti te gusta el colegio— sonreí.
—Me gusta más el compañero que se sienta a mi lado— suspiró –Estuvo bien, no sabes las ganas que tenía de arrancarle todos los cabellos a esa tonta de Jessica—
—No debes ser vengativa— pero me gustaría ver eso pensé.
—Bueno no se los arranque, pero no regresó a su casa sin castigo.
— ¿Qué le hiciste?— preguntó Edward sonriendo
—Yo nada, ella solita se cayó al charco— puso carita de inocente y me reí mucho, no estaba bien pero en cierta forma me alegraba.
— ¿Y no te preguntó por mi?— pregunté.
—Sólo por Edward pero le dije que no sabía nada de él, que yo no soy su nana.
—Entonces no saben que estas aquí. Que te busquen entonces, así podrás quedarte más tiempo— Edward tomó uno de los platos y la cuchara
—No me vas a dar de comer en la boca, yo puedo hacerlo sola. Gracias – me quejé y comencé a comer.
Me quedé en cama toda la tarde no tenía ánimos para probarme los vestidos, fingí que dormía y me dejaron sola.
Cuando ya estaba por ponerse el sol oí una carreta, vi por la ventana, era mi madrastra. Me sentí muy triste, me puse un vestido que Alice me había mostrado y esperé a que vinieran por mí. Como nadie aparecía salí a ver. Edward estaba conversando con su madre.
—No puede llevársela.
—Cariño, ella tiene derecho, no podemos hacer nada.
— ¿Pero cómo se enteró?
—Seguro alguien la vio llegar aquí esta mañana, no lo sé, pero quiere a Bella de vuelta a su casa y no podemos negarnos. Le advertiré que no vuelva a dejarla sola Vamos, ve por Bella— la Sra. Elizabeth fue a la sala, Edward permaneció un momento allí pensando y luego se dio cuenta de que estaba mirándolo.
—Tengo que irme ¿cierto?— no me respondió. Parecía que estaba concentrado en algo.
—Edward es lo mejor, no quiero problemas, estaré bien— lo tranquilicé.
—Me cuesta mucho separarme de ti…—
—Mañana nos veremos en el colegio. No te pongas trágico, vamos— sonreí quería que estuviera contento, aunque por dentro yo estaba muy triste.
—Está bien, te esperaré mañana en el lugar de siempre. Abrígate bien y si necesitas algo…
—Lo sé. No estoy sola— me abracé a él, yo tampoco quería irme.
Fuimos a la sala y mi madrastra estaba actuando como siempre.
—No pude dormir pensando en Bella, el leñador me aseguró que la traería de vuelta junto con la leña que hombre más irresponsable— se quejaba.
—Billy perdió ayer a su esposa y a su hijo por nacer, no creo que hay sido irresponsable, cuando anocheció debiste ir a buscarla— le reclamaba la Sra. Masen.
—Es que mi Jessica se quemó las manos y estuve cuidándola toda la tarde— mi madrastra era muy buena actriz, eso debía reconocerlo, parecía arrepentida, hasta ayer yo todavía le creía pero después de haber pasado todo lo que pasé sola en el bosque desconfiaba. No estaba segura porque no me quería y tampoco si yo le resultaba molesta o me odiaba pero trataría por todos los medios de irme de allí, aunque esperaría a que Edward se vaya, no quería causar más problemas entre él y su padre.
—Isabella, niña estás bien— se levantó y vino hacia mí, hasta me acarició la cabeza. –Lo lamento tanto, no tenía idea de que Billy se había marchado, pensé que se le hizo tarde y que querías quedarte con ellos, después de todo él era muy amigo de Charlie— no le respondí nada, tampoco quería mirarla, solo estuve con la vista en el piso.
—Bueno Elizabeth, no te quito mas tu tiempo, tenemos que marcharnos antes de que oscurezca— me despedí de la Sra. Masen, de Alice y de Edward y regresé en silencio a casa, donde no sabía que me esperaba.

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