15 enero 2013

Capítulo 15



CAPÍTULO 15

TÓMALO SI PUEDES

BELLA
Estaba sentada terminando de ver las luchas. Mi novio se veía realmente sexy con esa ropa deportiva verde, hacía juego con sus ojos. Pero su camiseta negra arrancó más de un suspiro. Jessica, que estaba cerca de mí, casi se desmaya. Y yo no podía ni siquiera quejarme cuando veía como se comían con los ojos a mi Edward.
Sufrí mucho cuando el estúpido de Quil lo golpeó, quise levantarme y lanzarme sobre él, mis amigas me contuvieron y afortunadamente nadie se dio cuenta.
El combate entre Emmett y Jacob también estuvo impactante, nos mantuvo en tensión a todas. Rose suspiraba a mi lado cuando su novio nos miraba, Emmett era tan musculoso como los luchadores profesionales.
En el momento que levantó a Jacob y estuvo a punto de tirarlo casi gritamos, yo sabía que Emmett estaba molesto por lo que me hicieron día anterior pero aún así no quería que se meta en problemas.
Jacob realmente quedó mal física y moralmente cuando terminó la pelea, fue a sentarse con sus golpeados amigos a un lado.
Y la pelea de Jasper, ni siquiera la vi. Yo estaba comentando con Rose unas extrañas señas que vi hacer a Jacob mirando a sus amigos y señalando el bosque.
Ahora nos preparábamos para la siguiente competencia mixta. Quería que me tocara con Edward, no ansiaba a otra persona cerca de mí. Cuando por fin Ben pudo alcanzar a Erik y reducirlo el profesor dio por finalizadas las luchas.
—Tengo en esta bolsa el nombre de todos los varones —otra vez la condenada bolsita que una vez humilló a Edward. —Llamaré por lista, una a una, cada señorita se acercará y sacará un papel con el nombre de su competidor. Las reglas son simples, nada de golpes físicos ni siquiera las damas pueden golpear. Recuerden ser caballerosos señores. Les daré esta caja que deben proteger— sacó una cajita dorada no muy grande.
—El que protege deberá impedir que el otro se la quite y el que quita deberá esforzarse por sustraer la caja con astucia. Empecemos. Brandon, Alice— mi amiga dio un salto y ya estaba al lado del profesor. Sacó un papelito, lo abrió e hizo un puchero, el profesor le pidió el papel ya que ella parecía estar desilusionada.
—Ateara Quil—llamó el profesor. El mismo que había herido a Edward, quería hundirle las uñas. Él se levantó con poco entusiasmo, cojeando.
—Bien jóvenes primero la señorita defiende y luego cambiarán roles. Tiene 3 minutos seño Ateara para lograr obtener la caja de manos de la señorita Brandon— otra vez su silbato sonó.
Alice escondió la caja detrás de su cuerpo y miraba a Quil de forma tierna, parecía un gatito abandonado. Quil avanzó, ella retrocedió. Él trató de girarla tomándola por un brazo. Ella de des hizo de su agarre y se escurrió debajo de sus brazos.
—Dos minutos—avisó el profesor.
Parecían bailar en círculos, ella era muy rápida, seguía manteniendo la cajita tras su espalda.
—Un minuto— Quil se acercó decidido, Alice retrocedió. Él logró alcanzarla de un hombro, tiró de ella que se enredó con sus pies y cayeron uno al lado del otro forcejeando. No podía ver bien lo que pasaba pero me asusté cuando Alice chilló. Todos nos levantamos a mirar.
Quil retiró sus manos pero Alice seguía chillando. Jasper estaba rojo de cólera, Emmett lo sujetaba para que no interviniera.
— ¡Eso es todo!—gritó el profesor. Alice de incorporó rápido.
— ¿Gané, gané?—preguntaba, mientras que todos nos echamos a reír.
— ¡Eres una tramposa! Pensé que te había lastimado—se quejó Quil gritándole.
—Discúlpate— exigió Jasper detrás de él. Quil dudó un momento pero al ver a Jasper tan furiosos masculló una disculpa y se alejó.
—Ahora el señor Ateara defiende—dijo el profesor.
Quil se ubicó frente a Alice, le pidió la cajita. Ella le sonrió muy contenta. Jasper ya había ido a sentarse, todavía los miraba molesto.
El silbato sonó, Alice avanzó para apoderarse de la cajita, Quil simplemente elevó la mano con la caja y puso su peor cara de aburrimiento. Alice dio un par de saltos, luego le hizo cosquillas en el estómago, Quil se contrajo de risa pero no soltó la caja.
—Dos minutos— avisó el maestro. Alice desesperada le saltó encima a Quil, su oponente dio varias vueltas para quitársela de la espalda, no sé de qué forma Quil se agachó con mi amiga todavía sobre él, soltó la caja pero se tapaba el rostro.
Alice tomó la caja y saltó de alegría.
— ¡Hizo trampa!—se quejó Quil.
El profesor dio por ganadora a Alice sin hacerle caso a Ateara. Alice llegó corriendo a sentarse con nosotras con la condenada caja en sus manos.
—Miren ¿Tendrá algo dentro?— mi amiga estaba eufórica.
—Clearwater, Leah—llamó el profesor –Señorita Brandon devuelva la caja por favor—le pidió. Mi amiga devolvió su premio a regañadientes.
—Eres tramposa Alice, me echaste algo a la cara—oímos vociferar a Quil a nuestras espaldas.
—Te hacía falta, hueles mal—se defendió mi amiga.
—Pudiste dejarme ciego—seguía él riñendo.
—Es perfume fino—Alice se había levantado y lo miraba directo a los ojos. No se intimidaba a pesar que él le llevaba al menos 40 centímetros.
—Ahora huelo a esa porquería—Quil se había acercado peligrosamente.
—Es Chanel Nº 5 es algo que tu corriente sentido del olfato jamás podrá apreciar—le dijo mi amiga.
— ¿Tienes algún problema Ateara?—Jasper estaba detrás de mi pequeña amiga y parecía dispuesto a acabar con Quil, éste comprendió y se alejó sin decir más.
—Gracias señor Whitlock, es usted todo un caballero—dijo Alice girándose a verlo.
Jasper dudó, parecía querer besar a mi amiga, era extraño ver como su semblante podía cambiar tan rápido. De esa fría y oscura mirada de odio hacia Quil a la suave y tierna expresión cuando miraba su novia.
—Me alegro que esté bien—le dijo a mi amiga y se marchó con sus amigos.
Prestamos atención al juego, Embry estaba defendiendo la caja de Leah que al final no pudo quitársela. Él fue muy rudo con ella en todo momento.
—Hale, Rosalie—llamó el profesor.
—Mi turno, deséenme suerte—nos pidió mi rubia amiga. Le sonreímos, ella se quitó la casaca. Todos los chicos silbaron y suspiraron cuando ella pasó en medio.
Avanzó hacia el profesor y sacó un papel de la bolsa.
—Black, Jacob—me giré instintivamente hacia Emmett que estaba pálido, era la primera vez que parecía atemorizado por algo.
Rose tomó la caja y se preparó. Jacob avanzó hacia ella de muy mal humor. Trató de quitársela pero Rose era más rápida, lo esquivaba de forma impresionante.
—Vamos muñeca, no tengas miedo—le sonrió Jacob.
— ¿Quien tiene miedo de un perro?—dijo ella sonriendo.
Jake se enfadó, pude verlo en su rostro. Avanzó hacia ella y sin siquiera interesarse en la caja la empujó. Mi amiga cayó de espaldas a la arena.
Él se agachó a quitarle la caja, ella lo golpeó en la entrepierna con fuerza. Jacob cayó de lado adolorido.
— ¡Tramposo! No quiero jugar más contigo—dijo ella tirando al piso la cajita. Metros más allá Emmett sonreía feliz y miraba a mi amiga con ojos de gatito enamorado.
—Está bien, pasaremos a la siguiente pareja—dijo el profesor algo preocupado porque esta competencia no estaba resultando muy bien.
—Mallory, Lauren—llamó. Rose llegó hasta nosotras echando chispas.
—Chucho del demonio, me ensucié el cabello—se quejaba mi amiga.
—Bien hecho, se lo merecía—la alentaba Alice.
Casi no prestamos atención a las dos siguientes parejas porque seguimos conversando sobre lo que estaba ocurriendo, a Laurent le tocó Tyler y Jessica se enfrentó a Erik.
—Swan, Isabella—me asusté cuando oí mi nombre. Me levanté y avancé hasta llegar a recoger la caja que para ese momento ya no era dorada.
Saqué el papelito esperando que sea Edward ya que sólo faltaban tres chicos.
—Newton, Mike—oí decir. Rayos, el chico pica pica. Quien desde la mañana me miraba con baba en la boca.
—Comiencen—oí al maestro. No hice el menor intento de proteger la caja, así acabaría con esto pronto. Pero para mi asombro Mike tampoco hizo nada para quitármela sólo se quedó allí mirándome desde mis tobillos al cuello.
—Señor Newton, debe tratar de apoderarse del trofeo—lo incitó el maestro, Mike apenas reaccionó dando dos pasos hacia mí.
— ¡Ya basta! Hagan el cambio, señorita Swan dele la caja al señor Newton—ordenó el profesor. Obedecí.
— ¿Listos? Ya— nos ordenaron.
Avancé hacia Mike y con la voz más sensual que pude pregunté: "¿Me la das?". Mike estiró hacia mí lo que supuestamente debía defender, lo tomé y se lo mostré al profesor.
— ¡Por Dios! ¿Qué tiene en la cabeza señor Newton? ¡Despierte!—se alteró el profesor. Yo sólo me limitaba a sonreír ante lo estúpido de la situación.
—Señorita Swan acérquese y saque otro papel, tal vez su próximo contrincante le permita demostrar su agilidad. Señor Newton vaya a sentarse— le ordenaron. Como una buena niña me acerque y tomé otro papel.
—Cullen, Edward— mi corazón se aceleró apenas comenzó a pronunciar ese nombre. Recién pude mirarlo a los ojos.
Se levantó con una sonrisa, aún tenía manchas de sangre en su cuello pero lucía terriblemente guapo.
Debía reaccionar antes de que sea yo la haga el ridículo frente a él. Edward me tendió la caja para que yo la defendiera.
—Ahora—oí el silbato del profesor, escondí la caja detrás de mi espalda al instante.
—Vamos a darles una función ¿Sí?—oí susurrar a Edward, sonreí.
Él avanzó por mi derecha y lo esquivé, luego trató de quitármela por la izquierda y tampoco pudo. Avanzó de frente, me tomó de los brazos pero mis pies trastabillaron y caímos.
Él sobre mí.
¡Qué sensación! Estaba roja como un tomate. Pero me las ingenié para estirar un brazo y dejar la cajita lejos de su alcance.
—Te quiero—dijo cerca de mi oído cuando rodó para no seguir aplastándome.
Me levanté de un salto, seguimos con el juego. Era divertido, él podía acercarse, tocarme, hacerme caer en frente de todo el mundo, como si fuéramos amigos o algo más.
Sentí una gran tristeza al saber que esto sólo era permitido por la competencia y después debíamos fingir que nos odiábamos. Pasaron los tres minutos y él no pudo, o en verdad no quiso, quitármela.
—Muy bien señorita Swan, buenos reflejos. Señor Cullen un poco más de empeño pero está bien su trato, no hay que olvidar jamás la caballerosidad. Cambien roles. ¡Comiencen!
Apenas oí las órdenes salté para tener de regreso la cajita. Edward me evadió, casi caigo al piso pero él se giró y caí en su espalda.
—Lo siento—dije cuando me di cuenta de lo extraña de la posición.
— ¿Vamos Swan, no puedes conmigo?—dijo en voz alta.
Con más empeño me acerqué a él que me esquivaba una y otra vez, a veces nuestros cuerpos estaban tan juntos que sentía su aliento en mi, sus ojos se veían tan claros, de un verde suave, tan llenos de vida.
—Un minuto—oí al profesor.
—Quiero esa caja—dije suavemente.
—Sólo tienes que pedirla princesa—me susurró.
—Dámela por favor—le respondí apenas moviendo los labios sin dejar de forcejear por ella.
—Por ti lo que sea—dijo.
Di un salto y pude arrebatársela. No me costó mucho la verdad.
— ¡Excelente!—alabó el profesor.
Nos separamos, fui a sentarme acomodando mi ropa que había quedado sucia y muy fuera de su lugar.
—Estuviste muy bien Bella—dijo Rose.
—Ni se notó que… bueno ya sabes—dijo Alice que sonreía de oreja a oreja.
Oímos que Ángela se enfrentó a Ben pero casi no presté atención ya que seguíamos comentando lo ocurrido. De pronto oímos gritar a Ángela y todos nos fijamos en ella, se había torcido el tobillo.
—Lo siento—le decía Ben acercándose con mucho cuidado.
—Ha sido mi culpa, di un paso en falso—se disculpó mi amiga con las mejillas muy rojas.
Yo sabía que ella miraba a Ben de una forma particular desde hacía años pero él era muy tímido para proponerle algo. Ahora sin embargo se veía tan protector.
— ¡Eso es todo! ¿Puede caminar señorita Weber?—preguntó el profesor.
—Yo la llevaré— dijo Ben tomándola del piso en sus brazos. Alice suspiraba a mi lado.
—Bien, alumnos nos marcharnos, es hora de comer. Sigan practicando, es importante ejercitar el cuerpo…— ya no prestaba atención. Buscaba a Edward con la mirada, todos se levantaban, tomaban sus cosas para marcharnos.
—Los quiero en 15 minutos en el autobús. Sí señorita Stanley puede sacarse fotografías pero si no está en el autobús en 15 minutos se quedará aquí—amenazó el profesor. No veía por ningún lado a Edward y a sus amigos.
—Allá están—dijo Rose alarmada.
A unos 100 metros, muy cerca del bosque estaban los tres rodeados de varios quiletes. No sabía si debíamos dejarlos allí o acercarnos para saber que ocurría.
Alice no se lo pensó dos veces y comenzó a caminar decidida hacia ellos, nosotras la seguimos.
—No son bienvenidos aquí, esta playa es de la reserva—oí la voz seca de Billy que miraba a Emmett con cara de pocos amigos.
—No vinimos por nuestra cuenta, nos trajo el colegio y tenga por seguro que no queremos regresar a su reserva, la gente no es muy amable—se defendió él.
— ¿Creen que pueden venir, golpear a los nuestros y marcharse tan campantes?—siguió Billy.
—La pelea fue justa, no podría decir lo mismo de los suyos—se defendió Edward.
—Ya verán ahora lo que le pasa a quien golpea a un quilete— Billy hizo un movimiento. 5 jóvenes fornidos rodearon a Emmett e igual cantidad a Edward y a Jasper.
—Jasper, quería darte las gracias por…—la voz chillona de Alice hizo que todos se fijaran en nosotras.
—Esto es asunto de hombres—dijo Billy mirándonos.
—Asunto de hombres o de pandilla—le respondió mi pequeña amiga.
—No te metas niña—le increpó uno de ellos.
—Si fuera asunto de hombres serían uno contra uno, como en la competencia, no uno contra cinco—les gritó Rose.
—Bella, llévate de aquí a tus amigas—me ordenó Billy.
— ¡No!—dije en voz alta. –Esto es ilegal, no pueden golpear a nadie, aunque se lo merezca—dije mirando a Edward. –Si papá lo supiera estoy segura que se opondría.
—No creo que Charlie haya levantado su voz de protesta—sonrió Billy haciéndose a un lado para dejarme ver a papá que parecía muy avergonzado.
— ¿Papá?—dije conteniendo el llanto, me decepcionó tanto ver a mi padre entre ellos.
Edward me había contado que papá lo había mandado a golpear de niño. A pesar de no haberle replicado no le creí. Preferí pensar que fue Jacob y sus amigos los que lo atacaron.
—Bella, ve al autobús— ordenó Charlie mirando al piso.
— ¡No!— grité. –Tú representas la ley, debes promover la justicia, no un acto tan cobarde como éste. Pensé que eras diferente, tal vez tenía razón mamá, tu corazón se ha llenado de odio— mi padre me miró fijo, no podía saber si fue con remordimiento o estaba molesto, no me importó.
—Isabella, vete de aquí—ordenó Edward.
—Sí. Me iré de aquí, no sólo de la reservación sino también de Forks—grité rompiendo a llorar mirando a papá.
— ¡Dejen que se vayan! —oí la voz potente de mi padre.
Vi de reojo a Emmett y a Jasper que tiraban de Edward que no quería irse.
— ¡Lárgate Cullen!—gritó papá.
—Tan blando como siempre Charlie, por eso las mujeres no te respetan—dijo Billy. Al ver que Edward, Emmett y Jasper se fueron, también se marchó, seguido de los jóvenes quiletes.
—Bella, sólo queríamos que respondieran por el daño que le hicieron a Jacob, Quil y Embry—dijo mi padre a modo de excusa cuando estuvimos solos. Bueno, también estaban Alice y Rose.
—La competencia fue justa, Cullen y sus amigos ganaron, es más, fueron Jacob, Quil y Embry los que hicieron trampa— le repliqué molesta.
—Quil apenas puede caminar, Jacob tiene una costilla rota y Embry ha tragado arena—se defendió él.
—Se lo merecen por idiotas—dijo Alice. Mi papá volteó a verla. —Quil me amenazó, creí que me golpearía; Jacob empujó a Rose y Embry fue muy malo con Leah— dijo a modo de excusa Alice.
— ¿Por eso venías a agradecer a ese joven?—preguntó papá.
—Si, Jasper me defendió cuando Quil me gritaba—ella puso un puchero en su rostro.
Mi papá siempre había tenido predilección por Alice, la consideraba frágil debido a su contextura.
—No sabía eso, tal vez me equivoqué—dijo papá.
Oímos el motor del autobús a lo lejos y recordamos que debíamos irnos.
—Váyanse ya, nos vemos en la noche hija—dijo él marchándose.
Corrimos a alcanzar el bus. Edward, Emmett y Jasper tampoco habían subido, lo hicieron en cuanto nos vieron llegar.
Todo el camino de regreso intenté explicarme los motivos para el comportamiento de papá. Su odio era muy grande, hasta el punto de volverlo insensible y olvidarse de su deber.
Debía averiguar con más empeño qué es lo que ocurrió entre nuestras familias. Le haría una visita a la madre de Edward, o mejor, tal vez su padre podría darme respuestas. Era hora de saber.

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