12 enero 2013

Capítulo 11





CAPÍTULO 11

SOLA

Al día siguiente por la tarde ellos llegaron. Me acerqué a recibir a mi padre.
—Bella te he extrañado tanto.
—Yo también papá—dije abrazándolo.
— ¡Mamá!— corrió Jessica hacia su madre.
—Charlie debemos irnos ya, creo que estamos abusando mucho de la hospitalidad de mi hermana— dijo ella abrazando a su hija.
Sacamos nuestras cosas de la habitación y nos encaminamos a casa. Viviríamos juntos. Sólo esperaba que no noten mi presencia.
.
Llevábamos dos semanas en casa, Jessica había acaparado mucho espacio en nuestra habitación porque tenía más cosas que yo.
El baño estaba atiborrado de frascos, pomos, cremas y aceites, al parecer ser mujer requería más trabajo del que yo sabía.
Todos los días me levantaba muy temprano para alimentar a mis animalitos. Mi cordero estaba cada día más grande y tenía algunas camadas de pollitos. Después preparaba el desayuno, papá salía temprano a trabajar y ellas dormían hasta tarde. La señora Amanda hablaba poco pero Jessica se fijaba en todo.
—No entiendo cómo puedes pasarte tanto tiempo con esos animales Bella, olerás a establo— decía.
—Jessica, alguien debe alimentarlos, yo lo hago desde que era niña— dije encogiéndomelos hombros.
Ahora ya no preparaba el almuerzo pues a la hora que ellas se despertaban llegaba una mujer a ayudarles con la comida y los demás quehaceres. Esto me dejaba tiempo libre para pasarla con mis engreídos.
Iniciábamos agosto, un mes caluroso aunque sabía que las vacaciones pronto terminarían. Edward venía todas las tardes y conversábamos en el establo un lugar donde Jessica no nos molestaría.
—Entonces, ¿te tratan bien princesa?— me preguntaba casi a diario.
—No me quejo, Jessica no para de hablar todo el día y su madre no es muy comunicativa.
—Pronto comenzaremos otro año de colegio, nos vamos a divertir mucho— decía mientras tenía en su regazo a Querubín.
—Sí, el colegio será divertido, podremos hacer muchas travesuras— le dije.
Esa noche vi muy pensativo a papá. Sabía que algo lo preocupaba.
Al día siguiente la señora no se levantó de la cama, Jessica dijo que le dolía la cabeza. Esa misma tarde papá llegó más temprano y entró al establo donde yo daba su alimento de la tarde a mis pollitos.
—Hija siéntate conmigo— dijo él.
—Papá, pasa algo malo— pregunté, algo me decía que no eran buenas noticias.
—Pequeña no es nada malo pero debo ausentarme unos días.
— ¿Otra vez?— me quejé.
—Si hija, no demoraré más de una semana.
— ¿A dónde vas papá?— pregunté muy triste.
—Debo ir a New York, recibí una carta hace unos días, tengo un hermano muy enfermo.
—Nunca hablaste de un hermano— le reproché.
—Yo tampoco sabía pequeña, mi padre nos abandonó a mamá y a mí cuando yo tenía dos años. Se volvió a casar y tuvo un hijo. La semana pasada me llegó una carta, parece que él está muy enfermo y quiere que me haga cargo de su hija. A Amanda no le gusta la idea, ya sabes lo apretados que estamos pero es mi sobrina y no puedo dejarla desamparada ya que no tiene madre, seguro la enviarán a un orfanato.
— ¿La traerás con nosotros?— pregunté más animada, la idea de tener a alguien con quien conversar y jugar me alegraba mucho.
—Sí, su nombre es Alice y es unos meses menor que tu, quizás nos cueste adaptarnos, no podemos dejarla sola.
—Entonces ve papá, tienes que hacerlo, no quiero que se quede sola—le rogué, me apenaba que se fuera pero me entristecía más saber que mi prima podía estar sola y abandonada en estos momentos.
—Me preocupa dejarte a ti sola, no estoy seguro si la pasarás bien— dijo acariciándome los cabellos.
—No hay cuidado papá ellas no son malas conmigo, me portaré muy bien.
Al siguiente día muy temprano papá inició su viaje hacia New York, sabía que primero iría a Pittsburgh a dejar unos documentos que el Juez Masen le había encomendado. Jessica se levantó pasado el medio día pero su madre no abandonó la cama en todo el día.
— ¿Se la pasa todo el día durmiendo?—me preguntó Edward esa tarde.
—Le duele la cabeza, Edward ¿por qué no te simpatizan?—
—Porque son un par de brujas. Lo siento Bella no debo expresarme así. Pero es que no me parecen buenas.
—A mi tampoco pero ahora son mi familia, además papá traerá a una sobrina para vivir con nosotros, no sé porque pero creo que nos llevaremos muy bien, ambas no tenemos madre.
—Bella, tengo hambre— Jessica apareció en el establo.
—Hay comida en la cocina— le respondí.
—Edward, ¿Qué haces aquí? Deberías visitarnos en nuestra sala como todo el mundo—se quejó ella.
—Me gustan los animales—se excusó él.
Me despedí de Edward y fui a calentar la cena.
—No deberías recibir visitas cuando estás sola, eres una descarada—me acusó Jessica.
—Edward siempre ha venido a verme, aquí o al establo, es mi amigo— me defendí.
—Pues mi madre no aprobará eso— dijo ella.
—A mi padre no le importa—me encogí de hombros, no entendía porque tanto aspaviento.
—Pues ahora tu padre no está aquí—la voz fría y lacerante de mi madrastra me asustó. –No es apropiado que recibas visitas a solas. Si ese muchacho quiere hablar contigo debe solicitarlo primero—sentenció.
—Si señora le diré que venga a hablar con usted— les serví de comer.
Al día siguiente esperé a Edward fuera de casa.
—Hola princesa Bella, porque tan formal, dijo al verme con un vestido nuevo.
—No podemos hablar en el establo, la señora dice que debes pedir permiso para hablar conmigo.
— ¿Lo quiere verbalmente o por escrito?— se burló.
—Edward creo que no sea buena idea que vengas todos los días, seguro que Jessica va a estar siempre allí y no podremos hablar de nada.
—Hablaré con esa señora, no puede evitar que te vea. Cuando regrese tu padre pediré permiso.
Dejé pasar a Edward y se quedó en la sala, subí a avisarle a la señora por alguna razón no sabía cómo llamarla. Me trababa siempre.
—Señora, Edward Masen está aquí, solicita hablar con usted—le dije.
—Ve a tu habitación, en seguida bajo. Jessica ve a atender a las visitas— le mandó a su hija que estaba a su lado, quien salió disparada hacia la sala.
Me fui a mi habitación muy molesta. Pero a los minutos no oí nada y me acerqué a la escalera.
—No es correcto que en una casa la hija menor reciba visitas antes que la mayor. Jessica es la mayor en esta casa y es a ella a quien se le debe cortejar, no a Isabella.
—Señora no estoy cortejando a nadie, Bella y yo somos amigos desde niños, sólo quiero conversar con ella.
— ¿Qué edad tienes muchacho?— preguntó ella.
—Acabo de cumplir 17—dijo él.
—Pues a esa edad un joven ya tiene la madurez para muchas cosas, no quiero que piensen mal de Isabella. A menos que formalmente vengas con tus padres no te puedo abrir las puertas de esta casa.
—Entonces los traeré si con eso puedo ver a Bella—dijo él levantándose para marcharse.
—Ya te dije que la mayor es Jessica— dijo ella.
—Pero es con Bella con quien deseo hablar.
—Entonces tendrás que esperar a que mi Jessica se comprometa para poder visitar a Isabella— dijo ella tajante.
—Como usted diga señora—le respondió Edward saliendo de casa.
Fui a mi habitación para verlo marcharse, me miro con tristeza y se fue. Me quedé muy triste también ya que él era mi mejor amigo y me sentía sola. Esperaba que papá pronto estuviera de vuelta y me permitiera ver a Edward.
Los días pasaron rápido y Charlie no regresaba. Esperaba que apareciera por el camino. Había pasado una semana como él dijo. No había sido tan malo, salvo porque no podía ver a Edward pero esperaba que papá lo arreglara en cuanto llegara.
Las vacaciones se me hacían tan largas, sólo tenía el consuelo de mis animalitos. Pero esa tarde papá no llegó, ni al día siguiente, ni al siguiente de ése.
La madre de Jessica fue a ver al juez Masen para preguntarle. Regresó un poco contrariada.
— ¿Señora sabe algo de papá?—le pregunté.
—Nadie sabe nada— me dijo y subió a su habitación.
A los tres días me dirigí al despacho del padre de Edward ya que la señora no salía de su habitación ni quería hablar conmigo...
— ¿Se te ofrece algo niña?— dijo su secretaria.
—Sí, deseo ver al juez por favor.
— ¿Tienes cita?— me dijo con desdén.
—No, pero será rápido, es personal.
—El juez no atiende asuntos personales en horarios de trabajo y no recibe a nadie sin cita.
—Verá soy Isabella Swan y quería preguntarle…
— ¿Eres la hija de Charlie?—
—Si—respondí tímidamente ya que la mirada que me dio al saber quién era mi padre no era grata.
—Tendrás que esperar hasta que salga, si es que te quiere atender. Estamos muy atareados ya que tu padre no entregó ciertos documentos— dijo mirándome con desprecio.
—Esperaré— dije y me senté. Después de una hora oí pasos y voces que llegaban desde fuera.
— ¿Bella? ¿Qué haces aquí?— oí la voz de Edward que corrió a sentarse a mi lado y me miraba con tanta desesperación. — ¿Estás bien? Cuanto lo siento—me estremecí, al parecer era la única que no sabía lo que pasaba, lo miré confusa.
—Quiero preguntarle a tu papá que fue lo que le pasó al mío. La madre de Jessica no me ha querido decir nada.
—Claro que si princesa, le preguntarás personalmente, pensé que ya lo sabías.
Tomó mi mano y yo saludé a su madre.
—El juez está ocupado— dijo su secretaria.
—Lauren, mi esposo jamás rehusaría recibir a Bella—le reprochó la señora Masen.
Entramos al despacho, el juez se sorprendió de vernos pero vino a saludarme.
—Bella sé que debes estar preocupada, créeme que estamos haciendo lo posible por buscar a Charlie— dijo, en ese momento sentí ganas de llorar, usualmente era muy fuerte y solía reír mucho pero había perdido parte de esa felicidad cuando esas mujeres entraron en nuestras vidas y ahora no sabía donde se hallaba papá.
—Veo que Amanda no te ha dicho nada. Tu padre está desaparecido, no llegó a New York, ni a los lugares donde debía entregar los documentos que le encargué. No se ha reportado ningún accidente ni muerte, no debes temer lo peor. Creemos que fue plagiado.
—Sólo quiero que regrese— rompí a llorar.
Edward me abrazó y me atrajo contra su pecho, me calmó, su madre me alcanzó un poco de agua.
—Princesa sé que es difícil, debes tener paciencia, verás que pronto aparece, ten fe— estuvo allí conmigo un rato más. Luego me llevaron a comer con ellos, tenían tanta seguridad de que papá volvería que me alivió mucho. Por la tarde Edward me llevó a casa, donde la señora me estaba esperando.
— ¿Dónde estabas?— me gritó furiosa.
—Fui a buscar al juez, siento haberme demorado.
—Entonces ya sabes que tu padre se fue— dijo secamente.
—No se ha ido, algo debió pasarle, el juez me dijo que lo están buscando.
—No sufrió un accidente, no ha muerto. Simplemente no está. Es obvio que se marchó.
— ¡Papá nunca me dejaría!—grité –Él me ama, no me abandonaría.
—Claro ¿y a nosotras si?— dijo ella con sarcasmo.
—Yo no dije eso— me defendí, mis lágrimas salían y no podía detenerlas.
—Claro que no. Pero lo pensaste— me miró con odio. — ¿Qué crees que haremos ahora? Soy una mujer sola y con dos niñas. Mi situación ya era difícil antes de casarme, ahora es peor. ¿De dónde sacaremos dinero para comer?
—Papá tenía ahorros, una parcela alquilada, tenemos animalitos y podríamos trabajar.
— ¿Trabajar? Amanda Tremaine jamás ha trabajado como cualquier vulgar campesina, ¿Pretendes acaso que mi Jessica, hija de un Coronel, sea una empleadita de pueblo? Desde ahora no tendremos más personal de servicio y tendrás que ganarte tu alimento haciendo los deberes de la casa. Empeñaré mis joyas, es lo más deshonroso que puedo hacer.
—Sé que papá volverá pronto, en serio, no tiene porque hacer eso— le rogué.
—Cállate. Mañana mismo iré al banco, veremos cuanto nos duran sus ahorros.
A partir de ese día cociné y limpié la casa. No me molestaba tanto como su silencio y las muestras abiertas de desprecio que Jessica me hacía. Sentía que de alguna forma tenía que compensar el que papá no pudiera estar aquí. Por dentro me estaba quebrando, sentía un gran vacío. Y no tenía a nadie con quien compartir esto. Rezaba porque papá estuviera bien y volviera pronto y echaba de menos como nunca a Edward.

0 comentarios:

Publicar un comentario