20 enero 2013

Cap 9 Valkiria



CAPITULO 9

MENTIRAS

BELLA
Y me dejaste esperando… conté cada día que pasó. Las noches parecían más largas. Empiezo a sentirme profundamente herida, como si tuviera una espada clavada en el centro del pecho.
Cuanto vacío siento. Todos esos recuerdos que trato de abrazar se me escapan.
Miles de estrellas arriba, señalando el camino de los dioses y yo sigo mirando un camino humano, por el que tantas veces te imaginé llegar.
Pienso siempre en ti, quisiera verte una vez más… solo una vez más.
¿Vendrás? ¿Cuál será el color de las velas de tu navío? ¿Cuál será el color del caballo que montes? ¿Cuál será… el color de la capa que te cubra?
Sentí unas tibias gotas asomar a mis ojos. Maldición, lágrimas. ¿Por qué se llora? ¿Por qué se sufre?
La soledad... puedo oír el sonido del viento, susurros lejanos. Y oigo tu voz otra vez, recuerdo tus promesas y tus besos. ¿Acaso me has olvidado?
—Su majestad, han llegado los primeros visitantes— Emmett estaba tan feliz con este torneo que personalmente se encargaba de todo.
—Ya sabes la distribución, una o dos habitaciones para nobles y las caballerizas y los graneros para los otros— le dije con poca entusiasmo.
—Si mi reina, así se hará. Estaré patrullando, no quiero disturbios, nuestro pueblo goza de una paz envidiable, ya he colocado letreros pero muchos de los participantes que llegarán en los próximos días ni siquiera saben leer, voy a tener que enviar a un bardo o algún pregonador a advertirles que el robo o los disturbios son castigados con pena de muerte o mejor con un combate con el general… o sea yo— su sonrisa traviesa era envidiable.
—Como digas. Sólo… si escuchas que llega algún rey de nombre… no olvídalo— dije haciéndole señas de que se marchara.
.
.
EDWARD
Partimos hacia Islandia en los barcos reales de Burgundia.
—No sé porque mi hermano va a probar suerte con esa bruja si tiene un tesoro tan grande— se quejaba Rosalie pues hacía más frio a medida que avanzábamos.
— ¿Es una bruja?— pregunté.
—Claro que sí. Todo mundo dice eso, Y es asqueroso, es un torneo abierto— hacía gestos de asco.
— ¿Y?— pregunté.
—Si es una reina no debería permitir que cualquiera entre al torneo. Solo debería ser para reyes o príncipes… o nobles. Hasta un campesino, un estibador o un herrero podrías participar— la miré con profundidad.
—Antes de ser rey fui un herrero—le dije.
—No me refería a ti mi amor— se acercó un poco. –Tú eres hijo de un rey, se te notaba. Pero los demás…son sucios, iletrados….
—Creo que es una buena oportunidad para cualquiera. Es justo. Así los nobles probarán su verdadera valía— le sonreí.
Llegamos a Islandia en medio de una fuerte tormenta y tuvimos que quedarnos en nuestro barco todo el día. El castillo estaba cubierto de nieve. Jasper y yo bajamos y entramos por las puertas montados en grandes caballos peludos.
Nos recibieron con amabilidad, muchas doncellas corrían mostrándonos nuestras estancias. Nos habían designado unas habitaciones del castillo.
El general del ejército nos dijo las reglas, era un hombre muy alto y robusto. El torneo empezaría en unos días y llegaba más gente a todas horas. Las eliminatorias serían por rangos como había pedido la mayoría. Primero combatirían entre reyes y príncipes luego entre personas sin rango. Los 10 mejores tendrían un encuentro con la reina. Parecía fácil para Jasper ya que era buen luchador. Yo sólo lo supliría en la lucha con la reina.
—Esto es un asco, compartiré la misma habitación con mi nana y mis doncellas— Rose tenía otra de sus pataletas, trataba de no hacerle caso pero se estaba comportando como una niña malcriada.
—Creí que tus doncellas eran limpias y que amabas a tu nana— le dije tratando de apaciguarla.
—Pero es una deshora para mí, soy una princesa, pronto seré reina, no tolero que se me trate así— seguía gritando.
—Rose, tranquila, en mi habitación somos más. Estamos Jasper, Peter, James, sus dos escuderos y yo. Somos 6, al menos agradece que nos den habitaciones con baño he visto mucha gente en las caballerizas— dije sin intensión de ofenderla pero volteó su rostro y no me habló.
Fui a mi habitación y me cambié. No pasó mucho tiempo cuando vinieron a llamar a mi puerta.
—Hola— dijo una joven se veía algo cohibida pero sonreía. –Venía a avisarles que la reina recibirá a los reyes esta noche, solo el rey y un acompañante. ¿Está Peter, el consejero del rey de Burgundia?— pidió sonriente tratado de ver en la habitación.
—Claro, espera un momento— dije, entre y le avisé a Peter que estaba dormitando envuelto en pieles. –Ey Peter, te buscan— le dije.
— ¿A mí?— dijo él y salió a ver, escuché unas palabras algo extrañas.
— ¿Está Peter?— volvió a decir ella.
—Soy Peter— dijo él.
—No eres Peter, o al menos no el Peter que conocí, quiero ver al consejero real del rey de Burgundia.
—Ese mismo soy yo— dijo mi amigo.
—Debe haber un error, yo… disculpa— dijo la muchacha de cabellos negros y se fue.
—Que raro, la última vez que Jasper vino a Islandia no me trajo con él— dijo Peter antes de volver a meterse entre las cobijas. A su lado pude ver a Jasper que tenía los ojos abiertos mirando al techo sin expresión.
.
.
JASPER
Estaba aquí otra vez y sentía latir mi corazón. Sí, mi corazón se había quedado en este frio país. Era un canalla, me hice pasar por Peter en mi anterior visita.
Alice, la única mujer que me hizo ver la vida de forma diferente. Al principio me desconcertó esa pequeña porque no era una mujer como las demás. Era frágil y delicada pero de un temple fuerte. Le gritaba al general del ejército como si fuera su vasallo. Y todos le obedecían.
Alice me robó el corazón, en vano quise olvidarla conociendo a otras princesas. Yo era un rey, necesitaba oro y además no podía hacer que mi linaje decayera casándome con una muchacha ordinaria. Mis hijos serían mal vistos, nadie los respetaría. Tal vez cuando me case pueda tenerla como segunda esposa. Pero dudaba que me aceptara, aquí ella era tan poderosa como la misma reina y aún así no dejaba de ser una doncella.
Cuando vino a buscarme y oí su voz decepcionada sentí mucha vergüenza de mi comportamiento. Esta noche la vería y me reconocería ¿estaría ofendida? ¿Podrá perdonarme?
Quizás comprenda. Si ella aceptara, no dudaría en hacerla mi amante pero por su carácter decidido seguro me patearía mis partes reales si se lo proponía.
No salí en todo el día, la noche llegó demasiado pronto, aún no estaba listo para volver a verla.
.
.
ALICE
Todo el día estuve buscando a Peter pero no lo pude hallar ni siquiera en su habitación. Era otro Peter el que se presentó.
Tal vez ya no trabajaba para Burgundia. No me había respondido las tres cartas que envié... o quizás se perdieron en el camino.
No podía entender que me pasaba con él, mis visiones se desvanecían cuando trataba de verlo.
Cerca de las habitaciones de Bella me crucé con una mujer extraña, en el acto surgió una repulsa en mi pecho, estaba segura que ella traía el mal. Debía hacer que se marchara del castillo a como dé lugar, mis visiones se tornaron negras cuando la miré, sintió mi presencia y huyó.
—Alice según la lista de recién llegados…
—Lo sé, el rey de Burgundia y su consejero han llegado— dije sin ánimo.
—Sí pero eso es lo de menos— Bella tan delicada como siempre. –Junto a él, es decir en la misma habitación se aloja un tal rey de Xantia, quiero que les demos una audiencia a ambos reyes en la sala del trono esta noche— me dijo sonriente.
—Por fin te veo los dientes hace más de dos lunas que apenas hablas, creí que habías olvidado reír— le reproché.
—Lo siento Alice, si quieres puedes quedarte conmigo así verás a tu Peter ¿Qué dices?— preguntó.
—Trato hecho— salí corriendo a avisarle a Emmett que preparara la entrevista, lo encontré sucio y con las ropas rasgadas.
—Emmett, parece que te hubieras peleado con una jauría de lobos— le dije mirándolo por todos lados.
—Acabo de matar a dos tipos por violar a una doncella de Sajonia— confesó sin el más mínimo remordimiento, bueno a decir verdad yo habría hecho lo mismo.
—Creo que deberías colgar advertencias para que no vuelva a suceder— murmuré.
—Tienes razón, voy a pedirle al escriba que me haga muchos carteles donde diga que la violación se castiga con la muerte lenta y dolorosa— sonreí al saber lo que pensaba mi buen amigo.
—Completamente de acuerdo. Bella manda decir que concertéis una entrevista con el rey de Burgundia y consejero además del rey de Xantia en la sala del trono esta noche antes del banquete— le pedí.
—Tus deseos y los de mi señora son órdenes— dijo sonriente antes de que se marchara lo detuve.
— ¿Ya te decidiste a participar en las contiendas?— sabía que él le había insinuado a Bella que también entraría en combate.
—No estoy seguro, necesitamos un juez en las peleas reales para que esto no sea una masacre, ¿te imaginas si dejamos a medio mundo sin reyes? Las reglas de los nobles es pelear hasta caer, a diferencia de los demás hombres que es pelear hasta morir—me dijo
—Piénsatelo es una buena oportunidad de patear traseros reales— le sonreí y me fui a buscar un lindo vestido para la noche.
.
—Alice date prisa— decía Bella de un lado al otro.
—Ya casi, sólo déjame acomodarme estas peinetas, parece que tienen que clavarse en el cráneo, no entiendo porque las damas nobles las llevan— traté de ponerme la última y me hinqué la cabeza—lloriqueé de dolor.
—Déjame ayudarte— Bella se acercó.
—Pareces una mujer con toda esa ropa— le dije en son de burla.
—Si no te callas de verdad voy a incrustarte esta peineta en el cráneo— amenazó.
Caminamos nerviosas hasta la sala del trono y nos posicionamos, ella en su silla maciza de oro y yo detrás. Cuando la puerta se abrió y fueron anunciados los visitantes mi corazón ya galopaba.
"El rey Jasper de Burgundia y el consejero real de Burgundia. El rey Edward de Xantia" escuché y no pude evitar esconderme detrás del trono.
Oí que Bella se levantaba y caminaba unos pasos. Tomé aire y salí de mi escondite.
—Has venido herrero, tarde pero has venido— escuché decir a mi amiga pero mi vista estaba fija en Peter, aunque el otro muchacho que también se llamaba Peter estaba un paso detrás de él. Pero mi Peter traía una capa purpura hermosa y un medallón de rubíes, sus ropas eran de gala. Entonces él me miró y sentí que mis piernas se debilitaban, era él otra vez aquí.
—No soy yo quien viene a participar, es mi amigo y futuro cuñado, Jasper, rey de Burgundia— escuché decir al otro rey y Bella lo miró.
¿Jasper rey de Burgundia? No, él era Peter el consejero real. ¿Me había mentido? Era un rey, uno que venía al torneo… a competir por… el reino y por Bella.
No pude seguir de pie allí quería gritar y salí muy rápido. Me fui a mi habitación a tratar de pensar y no pude dormir en toda la noche.
.
.
EDWARD
Al lado de Jasper y Peter fui a una audiencia con la reina. Todo este palacio era imponente pero a la vez frío. Al llegar noté a Jasper nervioso y mas callado que de costumbre.
Mis ojos se centraron en la aparición que tenía en frente. Era la mujer más hermosa que hubiese visto, con el perdón de Rose. La reina traía puesto un vestido azul de seda, me miraba con intensidad, como si me conociera, no pude evitar volver a buscar entre mis recuerdos esos ojos hermosos.
—Has venido herrero, tarde pero has venido— me quedé asombrado y sin palabras, nunca antes había estado aquí, solo aquella vez por la estrella y no recordaba mucho.
— ¿También participarás?— esbozó una leve sonrisa, tan dulce, tan tierna. No era una reina de hielo.
—No soy yo quien viene a participar, es mi amigo y futuro cuñado, Jasper, rey de Burgundia— dije casi sin pensar, su expresión cambió y se volvió fría.
Miró a Jasper que parecía atravesado por una espada, su rostro estaba pálido.
—Pues le deseo suerte Jasper de Burgundia, espero que su actuación con la espada sea mejor que con la lengua— dijo y se marchó muy fastidiada.
— ¿Por qué te dijo eso?— le pregunté al rey.
—Por la misma razón que a ti parecía concerté— me respondió reticente.
—No la entiendo— me encogí de hombros.
—Yo tampoco. Vámonos— me apuró.
No entendí absolutamente nada de lo que pasaba, todos parecían guardar secretos.
Fui al banquete por la noche con Peter porque Jasper estaba indispuesto, la comida estaba bien aunque algunos reyes parecían encontrarla poco agradable, si se hubiesen pasado años como yo comiendo bayas, frutos y raíces verían la cena como un festín. Me quedé un rato a escuchar los comentarios de los demás reyes, cada uno se mofaba de hazañas tan increíbles. Mike de Sajonia decía haber matado dos dragones y Tyler de algún lugar lejano decía que en su territorio había demonios pero que él los mantenía a raya.
Cada uno se creía el centro del mundo y un enviado divino.
Preferiría comer con los hombres comunes, al menos ellos podían mostrar sus cicatrices de combates, estos reyes tenían las uñas limpias y el cabello perfumado.
Me fui a mi habitación, antes pasé por la de Rose, estaba dormida y no me dejaron verla.

0 comentarios:

Publicar un comentario