20 enero 2013

Cap 10 Valkiria



CAPITULO 10

ADVERTENCIA

ROSALIE
Tenía tanta curiosidad por conocer a la reina de este lugar que me escabullí de mis damas cuando se descuidaron. Caminé por pasadizos hasta que me perdí.
Pero era una princesa, había llevado mi tiara conmigo para que ningún hombre ordinario, si es que me cruzaba con alguno, se aventure a mirarme siquiera. Me encontré con muchos pajes, doncellas y demás gente sin importancia.
Llegué a unos jardines, o lo que quedaba de ellos porque parecían congelados, me abrigué más y caminé unos pasos por unos setos tan altos como muros, imaginaba que en primavera o verano esto sería un jardín verde, tal vez un laberinto. Había una fuente congelada y me detuve a observar unos tallados de cuervos, era tétrico.
—Una dama tan hermosa no debe andar sola— escuché una voz sensual detrás de mí. Me giré a verlo.
—Sólo estaba mirando, es un lugar hermoso y siniestro— dije admirando las paredes del castillo y los decorados.
—Si, todo aquí es como la reina, hermosa y terrible— dijo.
— ¿También viene al torneo?— pregunté.
—Sí. Vine a probar suerte, soy el rey Royce II de Rochester— me sonrió.
—Gusto en conocerlo, soy Rosalie de Burgundia— le tendí mi mano, la besó casi con frenesí.
—Princesa Rosalie, hermana de Jasper. La pedí en matrimonio la primavera pasada, si la hubiese conocido antes habría insistido hasta obtener su mano— me dijo con una amplia sonrisa, me miraba como si fuera a comerme, me dio miedo.
—No sabía que había pedido mi mano— murmuré.
—Típico de Jasper el soberbio— se rió.
—Mi hermano no es soberbio, debió tener sus razones. Y estoy segura que él no daría mi mano sin mi consentimiento— le dije orgullosa.
—Pero oí que ya ha dado tu mano por una buena parte de un tesoro, que buen negocio le resultaste— se rió.
—No me ha vendido, si es lo que piensa. Mi prometido es el rey de Xantia y yo estuve de acuerdo— le aseguré.
No me di cuenta que habíamos seguido caminando algo más alejados del castillo.
—Yo también soy muy rico si lo que buscas es oro, aunque ahora no estoy interesado en princesitas. No cuando hay una reina se ofrece como Bella de Islandia— murmuró, me ofendió su comentario.
—Pues es mejor que practique porque le va a ser muy difícil conseguir este reino— me estaba marchando cuando me tomó de una mano y me jaló hasta su pecho, empecé a temblar como una hoja.
—Quiero practicar como domar una yegua salvaje. Parece que en tu país las mujeres no saben tener la boca cerrada— me besó con fuerza, podía sentir el alcohol en su aliento, traté de zafarme pero él era muy fuerte, lo mordí con mucho coraje, quería salir corriendo pero me empujó hasta la pared más cercana y quedé sin aliento.
Sentí sus sucias manos acariciando mi cuerpo, buscaba los broches de mi vestido, apenas recuperé el aliento grité con toda mis fuerzas pero al instante volvió a taparme la boca con la suya, estaba asqueada, quería que parara, que me dejara ir, deseaba tener la fuerza de los hombres, de la reina de este lugar para poder patearlo y destrozarlo con mis manos. Pero no tenía esa suerte y este hombre me tomaría por la fuerza, a mí, una princesa, usada como cualquier mujer. Me daba mucha tristeza, así debían sentirse las mujeres comunes todo el tiempo, temiendo por su virtud, por ser tomadas a la fuerza. Tuve mucha compasión por ellas y por toda las que sufrían a manos de hombres desgraciados como el que tenía encima de mí.
Trataba de no pensar en lo que me pasaba y cerré los ojos haciéndome una promesa, jamás volvería a ser la princesa orgullosa y vanidosa que era.
Sentí su mano en mi piel, todo a mi lado estaba frio, tenía el vestido levantado y lloraba sin poder gritar ya que una de sus asquerosas manos estaba sobre mi rostro.
—Eres tan hermosa, deberías guardarte para tu noche de bodas, a ver si tu rey te va a querer si estás usada— me burló de mí. Empecé a llorar con más fuerza.
Entonces oí las pisadas rápidas y de pronto el cuerpo que me tenía prisionera se esfumó. Me cubrí como pude haciéndome un ovillo en el suelo congelado. Me atreví a mira de reojo, un joven fuerte y varonil había arrojado al rey Royce hasta un muro cercano.
— ¿Te crees muy macho porque tienes una corona?— gritó aquel joven.
—Soy un rey si te atreves a tocarme haré que te corten la cabeza— se levantó Royce.
—Vamos a ver dónde te pongo la corona maldito bastardo, ya me estoy cansando de patear traseros reales. ¿Ustedes piensan que pueden forzar a cualquiera y se van a salir con la suya? No en este país, aquí respetamos a las mujeres— le gritó y le dio una patada. Royce cayó de bruces y se levantó sangrante.
—Eres un simple lacayo como te atreves— murmuró escupiendo al piso.
—Puedes tener una corona en tu cabeza pero veo que no te enseñaron a tratar a una dama— le increpó.
—Le tienes miedo a las mujeres porque tu reina puede aplastarte como a una cucaracha. Veremos mañana si eres tan atrevido. Si me tocas hoy haré que mis guardias te maten— le gritó Roce en un intento por huir. El joven avanzó y le dio un golpe en el rostro.
—Ahora no puedo matarte porque sería reyicidio… pero mañana te buscaré y te mataré como un perro— le gritó.
—Mañana solo participan gente con linaje no cualquier gentuza— le increpó.
—Soy el general del ejército de Islandia, eso me hace noble. Así que mejor te vas ahora o no respondo. Pero mañana será tu ultimo día en la tierra— Royce empezó a correr cojeando y sangrante.
El joven se giró hacia mí y de inmediato se quitó la capa, me envolvió y me acunó entre sus brazos.
—Calma pequeña, no te haré daño, Emmett jamás dañará a una damita, hasta la doncella más sencilla merece respeto. ¿Cómo se han atrevido a tocarte?— parecía murmurar mientras me cobijaba aún más.
Sentí tanta paz y ternura entre sus brazos que casi me quedo dormida, después de unos minutos me destapó buscando mis ojos. Era muy guapo, me sonrió y se le formaron hoyuelos en las mejillas.
— ¿Ya estás mejor?— me preguntó. – ¿A dónde te llevo? Debes descansar, afortunadamente llegué a tiempo, oí tu grito a lo lejos y vine volando. Debes estar asustada. ¿Con qué rey vienes?— preguntó.
—Burgundia— apenas pude decir.
—No deberían traer doncellas tan bonitas con tantos hombres por aquí, ayer maté dos hediondos por tomar a una mucama de Sajonia. Ella no tuvo tanta suerte como tu— volvió a sonreírme, le correspondí la sonrisa.
— ¿Puedes caminar?— preguntó, asentí y me ayudó a ponerme de pie. En eso se inclinó a recoger algo y mientras me acomodaba soltó un silbido.
—Discúlpame, esto es tuyo. Eres una princesa, lo siento no quise llamarte doncella— se excusó alcanzándome mi tiara.
—No te disculpes— le dije –Gracias por salvarme— le sonreí.
—Te acompaño a tu habitación— me ofreció su brazo, caminé con cuidado, me dolía la espalda.
—Por cierto princesa ¿Cuál es su nombre si no es mucha indiscreción?— preguntó.
—Para nada. Mi nombre es Rosalie, soy hermana del rey de Burgundia.
—Mucho gusto princesa Rosalie, soy Emmett— me sonrió.
No era como los demás hombres que conocía, él era tan atento y amable. Pero a la vez fiero cuando peleaba. Tenía todo lo que había soñado… salvo que no era un rey sino un general. Al instante me sentí mal, yo estaba prometida a Edward un rey, una leyenda y también… un hombre cegado por una poción. Sólo me amaba por la bebida que le daba cada noche. Si dejaba de dársela tal vez me olvidaría o me odiaría.
Entristecí mucho, hasta ahora no me había dado cuenta del daño que causaba.
Cuando llegamos a mi habitación Victoria salió hecha una fiera, miró a Emmett con odio.
—Lo siento Vi, salí a pasear y caí en el hielo. Este joven me ayudó— dije mirando a Emmett para que no me delatara.
—Fue un honor ayudarle princesa, por favor fíjese bien dónde camina— se alejó de mí haciendo una reverencia. Y se marchó.
— ¿Quién es ese don nadie?— preguntó Victoria aún molesta.
—Es el general del ejército de Islandia, me ayudó, así que no lo insultes— dije con firmeza.
Me di un baño caliente y me metí a la cama sin ver a nadie más quería olvidar todo lo que me pasó.
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ALICE
El día amaneció con nubes negras, bajé a ver si todo estaba en orden y a buscar a Emmett por si se había decidido a participar y desearle suerte, sabía que si entraba al torneo sería uno de los que llegarían a la final pero no quería decirle nada.
Lo encontré vestido con sus mejores trajes y con la espada en la mano.
—Veo que te decidiste, mucha suerte Em— le dije sonriendo.
—Si, quiero matar a un rey— murmuró.
—Pero que parezca un accidente no quiero que nos declaren la guerra— le sonreí.
Estaba por salir de la zona de guerreros cuando me encontré cara a cara con Peter o Jasper debería decir. Si Jasper, el rey mentiroso de Burgundia. Lo miré como si no me importara.
—Alice…— alcanzó a decir.
—Buen día Rey de Burgundia, le deseo mucha suerte en sus enfrentamientos hoy— le hice una reverencia y traté de irme pero me cortó el paso.
—Déjame explicarte…
—No tiene nada que explicarme su alteza, entiendo perfectamente— claro que entendía, era mentiroso, artero e interesado.
— ¿Entiendes? Yo no quería…
— ¿No querías qué?— casi grité. – ¿No querías mentir, no querías fingir?, te creí otra persona, alegre, amable y feliz. Pero no eres nada de eso, eres sólo un rey más, ambicioso y calculador— me abrí paso entre los demás nobles que lo miraban, algunos rieron de buena gana.
Salí casi corriendo de allí, por el pasillo vi a dos mujeres, la misma pelirroja del día anterior y a una rubia más joven con ella. De pronto las visiones llegaron empañadas por veneno y lodo.
Si, esa pelirroja era una encarnación de todo lo malo que hay en este mundo. La vi coronándose reina, asesinando a todos a su paso.
Me detuve a verlas mejor.
—Buen día— les saludé con cortesía. –Esta zona es sólo para guerreros ¿Con quienes tengo el gusto de hablar?— pregunté, la rubia sonrió.
—Soy Rosalie, princesa de Burgundia, un placer— dijo amablemente, no parecía ser malvada como la otra. –Ella es mi nana Victoria— me presentó a la pelirroja. –Venía a desearle suerte a mi hermano Jasper antes que las lucha comiencen ¿Puedo?— pidió con mucha cortesía. De pronto reparé en sus manos, en una de ella levaba un anillo mágico, podía sentir una maldición en él.
—No tienes porque dar explicaciones a los empleados Rose— dijo la otra sin mirarme. Me puse frente a ella y la miré a los ojos, era mucho más alta que yo pero no me intimidaba ni un poco.
—Este castillo no admite artes oscuras. Ten cuidado… jamás debes interponerte en el camino de lo inevitable— le dije hablando como me habían enseñado a recitar los designios y las advertencias, mi voz se hizo profunda.
Escuché gemir a la joven rubia, me miraba con miedo, sentí necesidad de hablarle a ella también.
—Si tu corazón no encuentra el camino, es mejor que te detengas. Si cierras los ojos a la verdad y solo buscas tus intereses le darás la espalda a la realidad hasta que el karma venga en busca de su pago… y me temo que el costo será tu alma— las palabras salieron de mi boca sin esfuerzo, hasta yo me asombraba de su poder. La rubia, Rosalie, se giró y corrió lejos, la otra me miró con miedo y también se marchó.
Había algo que ellas ocultaban, algo que estaba enredando el futuro como si los hilos se entrecruzaran, afectando el destino de todos. Debía echar a esa bruja del aquí. Fui a la ventana más cercana y empecé a llamar a mis amigas aves, ella deberían ayudarme ahora a echar a esa serpiente del mal.
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ROSALIE
Llegué a mi habitación a llorar. Ella sabía, ella también debía ser una bruja. Me dio tanto miedo.
—Calma Rosi, calma, es sólo una loca— dijo Victoria abrazándome.
—Ella sabe Vi, seguramente lo ha visto. Es terrible lo que he hecho ¿te das cuenta? El costo puede ser mi alma, no quiero, no quiero— empecé a patalear para que me dejara sola. Finalmente me quedé dormida.
Desperté sin saber que había pasado en la contienda. Me arreglé lo mejor que pude y caminé hasta el lugar de las luchas.
—El rey Mike de Sajonia contra el rey Tyler de Marruecos— escuché anunciar.
—Yo apuesto por Tyler— escuché decir a unas doncellas, me acerqué a ellas a preguntar.
— ¿Ya ha combatido el rey de Burgundia?—
—Si, fue uno de los primeros, le ganó al rey de Britania. Esta es la última pelea entre reyes, ahora sigue las luchas entre príncipes, duques y generales— aplaudieron ellas.
El rey de Sajonia le ganó al rey de Marruecos y anunciaron una pelea entre el príncipe de Gales y el general de Islandia. Mi corazón se aceleró, era Emmett quien lucharía. Me asomé y pude verlo, tenía un porte imponente, se quitó el yelmo y lo arrojó lejos. Su rostro era hermoso y su sonrisa angelical. No le tomó más de tres minutos reducir a su oponente, quería gritar de alegría pero me contuve.
Las luchas continuaron toda la tarde muchos reyes se marchaban molestos, las finales de los nobles serían mañana y luego comenzarían las luchas de la gente del pueblo. Ahora me parecía justo que cada uno tenga su oportunidad, mi visión del mundo había cambiado desde mi último problema, ya no veía a la gente común como antes. Aunque ahora había nacido un miedo en mi pecho.
—Rose te he buscado por todos lados— escuché decir a Edward detrás de mí.
—No me he sentido bien— me excuse.
—Jasper lo ha hecho muy bien, ¿quieres que te acompañe a tu habitación para que descanses?— se ofreció.
—Si gracias— Me acosté a dormir sin cenar, no tenía intensiones de seguir dándole la poción a Edward pero tampoco quería confesar.
Algo me asustó en la madrugada.
—Tranquila pequeña— era Victoria, toda despeinada y fuera de sí.
— ¿Vi?— le dije restregándome los ojos.
—Toma esto, es la última botella, te alcanzará hasta que salgas de este maldito lugar, debo irme, esos animales no me dejan en paz— miraba en todas direcciones, yo no veía nada, hasta que al fijarme en la ventana vi un enorme cuervo parado allí. Victoria se encogió y ahogó un grito.
—Son los enviados de ese pequeño demonio, esa, esa… cosa, es una… una… no puedo contra ella, no soy tan fuerte. Si tienes algún problema confía en James, sólo él podrá protegerte. Cuídate, cuídate mi Rose— y se marchó a gatas. Parecía que Victoria había enloquecido. Seguí durmiendo hasta que ya no tuve sueño.

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