20 enero 2013

Cap 8 Valkiria



CAPITULO 8

DESAFÍO

BELLA
Tú caminas por el mundo con pasos firmes y pronto te convertirás en leyenda. Yo sonrío cada vez que oigo tu nombre en boca de los bardos. Le ruego a la luna que apure tu marcha y aquí te espero, 6 lunas como prometiste, 6 lunas de vacío en mi pecho pero una vida para estar a tu lado.
—Mi señora, ha llegado otro bardo y trae noticias recientes del continente— me gritó Emmett desde otra torre cercana a la mía.
No lo demostraba, a pesar de ser la más feliz con estas nuevas noticias.
Bajé velozmente, casi caigo en uno de los escalones.
Al llegar al puerto pude divisar un grupo de gente sentada en troncos alrededor de un hombre bajo y rechoncho, uno de los bardos viajeros, no era el que esperaba pero me sería de utilidad.
—El dragón había acabado con tres ejércitos, cientos de guerreros habían sucumbido ante su poder. Dentro de todos había un herrero con la fuerza de diez hombres y una maravillosa espada. El guerrero caminó sigilosamente, se internó en la cueva del dragón…—
—Bella, mataron al dragón— Alice también estaba oyendo la historia.
— ¿Todavía no termina de narrar lo que pasó?—le pregunté.
—No estaría tan contento de contarnos el cuento si el héroe no lo hubiera matado. Siéntate conmigo... ven— me hizo espacio en su tronco y me senté por primera vez al lado de la gente, como una más del pueblo. Algunos me miraban con curiosidad.
— ¡Le dio en el corazón! El dragón sangrante se retorcía de dolor. El guerrero había vencido. Luego de su hazaña, se bebió la sangre del monstruo lo que le dio poderes sobrenaturales… ¿si niño?— preguntó a un pequeño.
— ¿Se puede tomar sangre de dragón? ¿No sintió asco el guerrero?— el pequeño tenía una mueca muy graciosa en su rostro. Nunca vi a un niño detenidamente. Parecían muy rosados y su mirada estaba rodeada de un aura de inocencia.
—Dicen que su sabor es fuerte, como el aceite de bacalao— todos los pequeños hicieron gesto de asco. –Pero es necesario para ser invencible. Después de tomarse un poco de sangre el guerrero se bañó en ella. Ahora es invencible— el bardo levantaba los brazos, todo el pueblo estaba concentrado en oírlo.
—El guerrero sacó todo el tesoro que había en la cueva, oro, piedras preciosas, brazaletes, gargantillas, cinturones, coronas. Y lo escondió en algún lugar que nadie más conoce— me estremecí al oír eso. Edward no podía haber tomado el tesoro, no debía.
— ¿Señor, y ahora dónde está el guerrero?— le preguntaron, yo era la más deseosa de saber la respuesta.
—Luego de matar al dragón se fue al este. Ese guerrero no era sólo un herrero, también era hijo de un rey que hace mucho tiempo asesinaron. Retó al nuevo rey y lo venció en una batalla. Ahora recuperó su reino, un lugar llamado Xantia— Edward se había convertido en rey, quizás eso lo ha detenido, en unos días sería la sexta luna, el tiempo en que había prometido volver.
— ¿Entonces ahora el guerreo es rey y dueño de un gran tesoro?— preguntó una niña
—Es el rey más rico de mundo y el más poderoso. Podría apoderarse de toda la tierra si quisiera— no, él no era así. Edward no tenía interés por el poder.
—Alice, cuando termine de contar sus historias dile que lo espero en el palacio, necesito hablar con él.
Esperé con impaciencia hasta que el bardo llegó.
— ¿Conociste personalmente al guerrero? ¿Hablaste con él?— le pregunté directamente apenas llegó.
—No mi señora, yo no estaba allí cuando todo ocurrió. En realidad me lo contó Etaim, lo narro tal cual me fue dicho. Yo estaba en las islas, cerca de las tierras de las hadas, cuando esto aconteció. Pero mi colega si estuvo en la batalla, aquel herrero mató al rey Charlie de Xantia— me dijo. Le pagué por la información y esperé a Etaim, el bardo que solía traerme noticias del mundo.
6 lunas han pasado. No has vuelto aún.
¿Qué te retrasa amor mío? Empiezo a sentir dolor.
—Señora, Etaim está aquí— me anunció Emmett una mañana. Lo hice pasar cuanto antes.
—Mi reina. Traigo noticias de lejanas tierras, un guerrero…—lo interrumpí.
— ¿Dónde está el guerrero?, ya sé lo del dragón, ¿dónde está él?— me desesperaba no tener noticias.
—Ahora es un rey, ha ordenado sus tierras y ha iniciado un largo viaje— me confirmó.
— ¿Viene hacia aquí?— pregunté feliz.
—No señora. Ha ido a tierras sagradas, a la Isla de Avalon, no podría decirle por cuánto tiempo. Hay comentarios que afirman que a su retorno se desposará con una princesa. Pero esto no puedo asegurarlo, son sólo habladurías de las mucamas— sentí mi corazón romperse.
No había cumplido su promesa, aún cuando no había nada que se lo impidiera, ahora era rey y pensada ¿Desposarse?
¿Acaso solo fui un obstáculo para llegar a la estrella? ¿Acaso fue mi imaginación la que se dejó llevar aquella noche?
Si has abandonado mi recuerdo yo también debo luchar para desaparecer el tuyo.
Llamé sin perder el tiempo a mi general.
—Emmett, necesito que hagas llegar un mensaje, más allá del mar. Organiza todo, voy a realizar un gran torneo, el más importante que jamás ha habido en Islandia.
— ¿Torneo? ¿Concursos?... ¿Luchas?— él parecía saltar de alegría
—Si. Esa es la idea— le confirmé.
— ¿Y los premiso mi reina?
—Yo soy el premio. Y todo el reino— él abrió la boca de la impresión. — ¿Sucede algo?
—No mi reina, solo me preguntaba…
— ¿Qué? ¿No estás de acuerdo? ¿Piensas que estoy loca? ¿Qué no tengo derecho a jugarme el reino?— grité
—Solo me preguntaba… si yo también puedo participar— dijo tímidamente. Sonreí.
–Tienes la misma oportunidad que todos— le dije.
—Excelente su majestad. Déjeme organizarlo. Enviaré emisarios a todos los confines del mundo. En tres lunas podremos dar comienzo al torneo— dijo
— ¿Tres lunas?— me quejé.
—Es todo cuanto necesito para que todos los reyes sean avisados, no creerá que sólo se invitará a los reyes de las costas. Esto es algo que medirá la fuerza del mundo entero. ¿Solo reyes o pueden participar personas sin alcurnia?
—Cualquiera puede intentarlo, pregónalo así. La Reina Bella de Islandia reta a todos los hombres del mundo. Aquel que logre vencerla tendrá su mano y el reino entero. No hay límites de edad, raza, ni condición social. Las pruebas se celebrarán en el siguiente equinoccio, al terminar el invierno.
—Bien su majestad. Sus deseos son órdenes— salió presuroso y sonriente.
— ¿Te das cuenta de lo que haces?— preguntó Alice.
—Sí. Organizo un torneo— dije irónica
—Te vas a arrepentir de esto Bella, lo presiento. Él vendrá— me dijo y salió al patio.
¿El vendrá? ¿A qué? ¿A reclamar lo que le pertenece?
.
.
EDWARD
Llegamos a las riberas del lago al amanecer, habíamos tardado una semana, las tierras sagradas estaban alejadas y pocos conocían el camino.
Carlisle me decía que en el medio del lago había una isla, yo sólo veía agua y una espesa neblina.
Pronto una barca llegó, venía remando una joven dama rubia y hermosa.
—Buen día Carlisle, esposo de mi señora— saludó cortésmente.
—Me alegro de verte Tanya de Cornualles— respondió él.
— ¿Vienes sólo o también cruzará tu acompañante?— preguntó sin mirarme.
—Vengo con Edward rey de Xantia, sobrino de la gran dama— apenas dijo eso los ojos celestes cielo de la joven se posaron en mi. Era muy bonita pero nada comparada con Rosalie.
—Entonces será para mí un honor llevarle esta gran alegría a mi señora— sonrió.
Subimos al bote pero Tanya no me dejó tomar el remo aunque se lo pedí. Avanzamos un poco. Ella dejó los remos y se puso de pie, elevó los brazos para conjurar algún hechizo.
De inmediato las brumas se dispersaron y me dejaron ver una hermosa isla, quedé sorprendido.
Llegamos a un muelle hermoso, los maderos estaban exquisitamente tallados, todo allí parecía muy antiguo y mágico, entendí porque Carlisle me había dicho que ningún hombre ordinario podía entrar aquí.
Divisé una casa mitad de piedra blanca y mitad de madera, en la puerta me esperaba una mujer sonriente pero no por ello dejaba de ser imponente. Sus cabellos color caramelo caían sueltos y su rostro en forma de corazón la hacía verse dulce. Era hermosa, y su mirada estaba llena de ternura. Carlisle se me adelantó unos pasos y la tomó en sus brazos con reverencia.
—Te extrañé tanto— lo oí murmurar. Tuve que desviar la vista de ellos, por alguna razón su amor me causaba dolor en el pecho, como si hubiese perdido algo muy querido.
—Querida Esme, he traído conmigo a Edward, ahora es el rey de Xantia— los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas y avanzó hasta mí.
Se detuvo y me miró a los ojos, eran verdes igual a los míos.
—Eres tu… si, puedo ver la mi hermana en tus ojos. Eres un hombre ya pero… qué es eso que traes— se fijó en el odre de aguamiel que Rose me había enviado. Me lo quitó y lo lanzó lejos, no entendía porque. –Eso apesta—murmuró.
Luego me miró otra vez, que mujer más extraña.
—Mis respetos… tía… señora…— no sabía que decirle.
—Esme, solo Esme, eres mi sangre, mi linaje— me abrazó con cariño pude sentir la misma ternura que apenas recordaba en los tibios brazos de mamá.
Durante un día entero conversamos. No me preguntaba mucho, pero miraba todo lo que yo hacía. A veces podía sentir su cariño aunque no dijera palabra. Y también su fuerza. Su voz era dulce pero con gran autoridad. Todas las mujeres a su alrededor se movían con rapidez y generalmente en silencio. Ordenaba cosa que no podía entender, trataba de explicarme lo que hacía pero mis conocimientos en materias lunares eran muy limitados.
Avalon era un lugar maravilloso, las montañas verdes y cada bosquecillo tenía un altar dónde celebraban los solsticios y equinoccios, al menos eso trataba de explicarme Tanya. Esme la había designado como mi guía, era una mujer agradable pero me miraba de forma extraña.
— ¿Por qué miras tanto al horizonte? ¿Alguna dama te espera?— preguntó muy interesada.
—Si— dije apenas, traté de enfocar el rostro de Rosalie y no pude hacerlo con claridad, parecía como si con los días su recuerdo fuera débil.
—Qué lástima— dijo ella oliendo una flor.
—Pero tú eres una sacerdotisa, no puedes pensar en casarte— le dije mirando aún las riberas del lago.
—No tengo prohibido casarme. Todavía hay muchos reyes que solicitan a una mujer de Avalon en matrimonio. Se les permite estar aquí una semana para que nos conozcan, si alguna de nosotras se siente atraída puede marcharse de la isla a establecer un hogar. Pasamos a ser la esposa principal si es que hubiera otras y los hijos que les demos serán los futuros reyes— dijo muy orgullosa.
— ¿Los reyes tienes varias esposas?— no sabía eso.
—Tantas como quiera ¿y tu cuantas tienes?— preguntó.
—Ninguna. Tal vez pronto pero no pienso tener más de una. Eso sería… promiscuo— dije con asco. El sexo no era una prioridad yo ansiaba encontrar el verdadero amor como tantas veces oí cantar a los juglares. Tanya se rió de mi comentario.
—Eres tan…puro…—dijo mirándome más de cerca, retrocedí un par de pasos, ella entendió y dio un salto casi acrobático lejos de mí.
—Si no me caso al menos quiero tener hijos— suspiró.
— ¿Puedes?— pregunté, no había visto a muchos hombres en la isla y la mayoría parecían trabajadores.
—Sí. Si un rey no quiere casarse pero ansía un heredero viene a solicitarlo. Si nace niña se queda con nosotras pero si es un varón puede llevarse a su hijo cuando cumpla 7 años.
— ¿Los niños que he visto son hijos de reyes?— pregunté al recordar una pequeña escuela cerca del lago.
—Sí. Todos reciben las mismas enseñanzas, idiomas, símbolos, mitos. Nunca deben olvidar su origen y su casta. Lo varones algún día se convertirán en reyes y las niñas en sacerdotisas o reinas. Pero mujeres que nunca se dejen sojuzgar por sus maridos, no aceptaremos ser esclavas de un hombre. Por nuestras venas corre la sangre real de la diosa— dijo muy orgullosa de su condición.
—Me parece bien, una mujer no debe ser la esclava de nadie, Carlisle siempre me ha enseñado a respetar a todas las damas— le sonreí.
—Entonces ya sabes Edward, si tu reina no puede darte un hijo, recuérdame— sonrió y se fue dando saltos. La miré perderse entre los árboles tan asombrado que seguramente tenía la boca abierta.
Estuvimos varios días más en Avalon pero nuestra estadía tenía que terminar, había un reino que me aguardaba y a Rosalie cuyo rostro con el pasar de los días me era más lejano.
Por las noches me atormentaba un sueño recurrente, peleaba con alguien al que no podía verle el rostro. Cuando mi adversario caía y trataba de ver su faz, me despertaba.
En el viento podía oír una suave voz como un arrullo. "Vuelve a mí" decía sin cesar. Estaba intranquilo así que nos marchamos a pesar que Esme no quería dejarnos ir. Carlisle le prometió que apenas esté establecido y casado volvería a ella.
Otra vez me conmovió esa escena.
—Adiós Edward, espero que nos volvamos a ver, ven algún día a visitarnos con tu esposa— pidió.
—Claro que si, vendré con Be… con Rosalie…— me sorprendí a mí mismo, casi menciono otro nombre que ni siquiera sabía. Esta isla me volvía loco.
—Edward, te he escuchado hablar por las noches, es extraño, nunca mencionaste a Rosalie, pensaba que tu novia se llamaba Ella o algo así— me sonrió. –A veces nuestro mundo interior sale a la luz mientras dormimos, nuestros más anhelados sueños, nuestras más queridas esperanzas. Si llamas a una no deberías casarte con la otra. Es sólo un consejo querido— me dio un beso en la frente y me alborotó el cabello.
Me marché de allí mas confundió de como llegué.
Llegamos a mi reino en luna llena, por alguna razón me dolía el pecho cuando miraba la luna en su esplendor.
—Ya ha pasado mucho tiempo desde que el enano desapareció— dijo Carlisle al llegar.
—Es cierto desde que Mime nos traicionó no hemos vuelto a verlo y era el más interesado en el tesoro— recordé a ese mísero enano.
—Voy a buscarlo, algo aquí no me termina de agradar. Volveré a buscarte Edward— dijo Carlisle despidiéndose. –Pensar que hace nueve lunas estaba enseñándote a meditar y ahora ya eres rey— me hizo un ademan de despedía. Nueve lunas… mucho tiempo.
Me aboqué a reorganizar mi reino, Rosalie desde Burgundia me enviaba muchas cartas y su fresca hidromiel.
Nombré nuevos generales en los ejércitos y reorganicé el castillo que se veía muy sucio y descuidado. Muchos se revelaron pero la mayoría aceptó el cambio parecía ser que el anterior rey fue muy cruel.
Establecí nuevos encargados de las arcas y de los alimentos, no quería que en mi reino pasara hambre y abrí muchas escuelas porque la mayoría de niños eran no sabían leer.
Completada mi función me dispuse a hacerle una larga visita a Jasper a fin de contraer matrimonio con Rosalie y recuperar la mitad del tesoro que me correspondía.
Llegué a Burgundia un mes después y me sorprendió ver a muchos guerreros por el camino.
—Edward, al fin— me saludó Jasper muy contento.
—Jasper, he vuelto, como quedamos. He de solicitar la mano de tu hermana en matrimonio, mi reino está organizado y el pueblo aguarda a una reina— él pareció debatirse parecía ocultar algo.
—Verás, no es mi intención negarte la mano de mi hermana pero te rogaría que aplazaran esa boda— me sonrió. No entendía su reticencia.
—Has encontrado a un mejor pretendiente— pregunté algo molesto.
—No es eso. No hay nadie mejor que tu para mi hermanita. Pero ha surgido una pequeña complicación. Tengo que ausentarme y no sé si volveré— miró por la ventana.
— ¿A qué te refieres?— pregunte interesado.
—El lejano país de Islandia… es un lugar frío, inhóspito pero lleno de riquezas. Hay mucho oro y piedras preciosas en sus frías cuevas. Fui allí hace algún tiempo, es hermoso en el valle pero sus montañas siempre están cubiertas de hielo.
— ¿Te vas a conquistar Islandia?— dije tratando de hacer memoria de mi estadía allí. Nada, no podía hacer memoria.
—Se me ha presentado una ocasión muy propicia o muy temeraria— dijo rascándose la cabeza. –Verás, ese país le pertenece por completo a una reina, es muy hermosa, la conocí aquella vez. Pero también es una fiera, casi me mata. No aceptaba casarse con nadie.
— ¿Ha aceptado casarse contigo?— pregunté.
—No. Ha organizado un torneo abierto. Es algo tan increíble. Aquel hombre que la venza en una lucha cuerpo a cuerpo obtendrá su mano y el reino entero. Pienso ir — dijo sonriente.
—Pero si casi te mata una vez, ¿no es una locura?— pregunté.
—Lo sé, lo más increíble es que aquella vez que casi me mata no estábamos luchado, me arrojó al otro lado de su salón con una sola mano, su doncella dice que tiene una fuerza extraordinaria— confesó y se ruborizó un poco.
—Entonces no veo porque vas a ir— dije si querer.
—Edward, quería pedirte. Yo vi que Charlie te dio con la espada cuando estaban combatiendo, tu piel es como una roca. Si tú combates le ganarías a esa reina— me dijo esperanzado.
—Pero yo quiero casarme con tu hermana no con esa reina— no le veía la relación.
—Es que… si me sustituyes, será fácil, luego yo tomo tu lugar y me caso con ella. Te prometo que haremos una boda doble, yo con mi reina y tú con mi hermana ¿Qué dices?— pidió.
—Pero, ¿no la estarías engañando? Además ¿Cómo podre sustituirte?— pregunté.
—Cuando se entere ya seré rey y tendrá que obedecer— dijo muy seguro
—No se debe someter a las mujeres, es… abominable. No me has respondido, ¿cómo podré sustituirte?—
—No la someteré, me gusta, la trataré con cariño. Te harás pasar por mí, ya he mandado a hacer dos armaduras idénticas y… si me consigues su mano, celebraremos ambas bodas, el mismo día— me prometió
—Entonces si es así acepto. Pero con la promesa que realizaremos la boda en conjunto— sellamos el trato con un apretón de manos.

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