23 enero 2013

Cap 7 Acosador




CAPÍTULO 7

ESE CAMISÓN

—Pondremos espantapájaros en las ventanas y entraremos por la chimenea. Tú puedes llamar a la puerta para distraerlas pero antes debes ver que hacen— Jacob rebuscó en sus bolsillos y me tendió una llave. ¿Mirar que estaban haciendo? ¿Un grupo de mujeres solas? Si me descubre quizás entre todas me castran.
Esta era la mejor idea desde que llegué aquí, valía la pena el riesgo por saber que pensaba la berrinchuda de mí.
— ¿Y esto?— pregunté mirando la llave.
—Es de la puerta trasera, la de la cocina. Entras sin zapatos y las espías, cuando veas que están en una situación interesante sales y tocas la puerta principal con cualquier excusa. Nosotros sabremos hacer nuestro trabajo en cuanto te echen de allí— parecía buen plan… en teoría.
— ¿Y si me descubren?— había que ser precavido.
—No te harán nada. Eres el dueño, no pueden golpearte o podrías despedirlas pero si nos encuentran a alguno de nosotros podrían matarnos o peor, dejarnos sin descendencia— Embry parecía muy seguro de mi integridad pero yo no. Quizás las demás me respetaran pero no Bella.
Creo que eso era lo que más me gustaba de ella.
—Está bien, voy a entrar— salí decidido a cumplir mi parte del plan, esto era mucho mejor que las tontas peleas de paintball con Emmett, mi mejor amigo. ¿A propósito qué estaría haciendo en este momento? Desde que llegue aquí me he aislado por completo del mundo.
Entré a hurtadillas teniendo cuidado de dejar mis zapatos fuera de la casa, para que no me delataran mis pisadas. La cerradura no hizo ruido, parecía bien aceitada. Me agazapé todo lo que pude, casi andaba a gatas. Escuché risitas tontas a medida que me acercaba.
—Quiero otra copa más— chilló alguien, evidentemente ebria.
—Deja eso, ¿no te das cuenta que las dejaron a propósito? – era la voz de Bella.
—Deben ser las reservas para la boda— sugirió otra.
—Este ron está estupendo— dos de ellas se reían y parecían muy afectadas por el licor.
—Dejen ya eso tontas, no es ron, acá dice Whisky— les reprendió otra voz.
—Ellos no toman whisky, se emborrachan hasta con alcohol industrial— rieron.
—Seguro se los mandó el patrón—
—Ay ese Edward es tan caliente, a que no lo han visto— me sorprendí al oír eso ¿Yo caliente? Vaya.
—Sí Jessica, es muy guapo— dijo otra. Creo que esto ya me estaba gustando, es muy difícil saber lo que gente piensa de uno pero dicen que cuando están ebrios no mienten.
— ¿Guapo? Es un estirado— dijo furiosa la berrinchuda, mi autoestima empezó a decaer.
—No es cierto, no es estirado yo lo he visto conversar con los chicos, parece que se llevan bien— me defendió otra de ellas.
—No se porta como un patrón—
—Por eso es tan sexy. Yo tampoco me portaría como una trabajadora. He querido entrar a la casa grande aunque sea limpiar pisos pero May no me deja— se quejó la que llamaban Jessica
—May dice que no tienes buenas intenciones— le reprochó Bella.
—Claro que no las tengo, quien tendría buenas intenciones con ese Edward, si está para comérselo— sabía que era simpático pero no creí que fuera un "desata pasiones". Interesante, ojalá fuera Bella la que hablara así.
—Ya deja de ser tan rastrera— le reclamó mi berrinchuda.
—No soy rastrera pero sería tapete si él me lo pidiera— todas empezaron a reír a carcajadas, incluso Bella.
—Hablando de cosas calientes, queremos que nos muestres tu lencería. Anda, queremos ver lo que te vas a poner mañana en la noche— pidieron a coro.
—Oigan eso es privado— le devolvió la morena sexy.
—Somos tus amigas, vamos. Si, anda— muchas voces se unieron a la petición.
—Está bien. Espérenme un momento— la escuché caminar hacia su habitación, quise seguirla pero me contuve. Fue difícil. Creo que este era el momento de llamar a la puerta.
Salí de allí sigilosamente, volví a ponerme los zapatos y caminé dando un gran rodeo hasta la puerta de la casa.
A lo lejos vi moverse entre las sombras a los chicos.
No sabía qué les diría, ni porqué llamaba a su puerta tan tarde… al menos aquí en el campo las 10 de la noche es tardísimo.
Golpeé la puerta. Escuché vocecillas dentro. De un tirón alguien abrió, eran muchas, como 10 mujeres mirándome fijamente.
—Buenas noches— dije con toda la cortesía que pude. Sentí que me miraban raro, no eran muy buenas para esconder sus intenciones.
—Señor Cullen. Pase por favor— dijo una castaña, le reconocí la voz. Creo que era Jessica.
—Gracias. Sólo pasaba a decirle a la novia que mañana vendré por ella para llevarla en mi auto hasta la capilla y estaré en el altar representando a mis padres como su padrino. Para mí será un honor— tenía las mejillas ardiendo, una de ellas estaba mirando mis zonas intimas.
— ¿Quién es?— escuché la voz de Bella. Mis ojos casi se salen, tuve que agarrarme del marco de la puerta para no caer.
Ella traía un camisón blanco. No era pequeño ni apretado pero si totalmente transparente. Un extraño escalofríos me recorrió. Apenas pude admirarla unos segundos porque ella pegó un grito y entró corriendo a su habitación nuevamente.
—Parece que Bella se asustó. Le daré su mensaje señor Cullen— Jessica acercó su mano a mi camisa y jugueteó con uno de mis botones. Las demás no se atrevieron a nada.
—Por favor llámenme Edward, no me gustan las formalidades. Gracias y buenas noches a todas. No se desvelen— di unos pasos hacia atrás y me di vuelta para irme. Sentía sus miradas puestas en mí, la puerta aún no se cerraba.
Entonces escuché fuertes gritos masculinos y algunos chillidos agudos. La broma de los muchachos había comenzado pero no tenía intención de quedarme a observar.
Había tenido suficiente por esta noche.
El recuerdo de ese camisón me quitó el sueño. No pude dormir hasta la madrugada.

0 comentarios:

Publicar un comentario