22 enero 2013

Cap 6 Acosador




CAPÍTULO 6

ACORRALANDO A MI PRESA

Y cómo el acosador que era me colé en la fiesta de apertura masculina del nidito de amor de mi víctima, llegué con media docena de botellas de whisky, todos me aclamaron, era fácil caerles bien a esta gente.
—No sé porque celebramos hermano, te estás echando el lazo— le dijo Embry, uno de los amigos más cercanos de Jake, ya casi conocía a todos.
Además con el licor hasta los más retraídos se sueltan.
Y por supuesto para estar atento a cualquier conversación, yo apenas había tomado, es que no me quería perder nada.
—Lo que sucede es que Bella siempre ha querido irse de la hacienda y si no le daba la razón en todo la iba a perder— así que el novio era mandilón, saco largo, pisado, en buen cristiano, ella lo tenía bien amaestrado.
—No se va a ir, no tiene donde— gritó por allí Paul, creo que así se llamaba el otro moreno.
—Aún extraña su antigua casa— se quejó Jake. Por Dios que manía la mía de llamarle por su diminutivo al tonto ese, creo que el licor ya se me había subido.
—Ya basta de hablar de mujeres, por fin ¿Has decidido? ¿Te quedas o te vas?— le reclamó otro de los trabajadores, el más grande de todos, creo que su nombre era Sam.
—Me quedo. No quiero irme. Ya Bella se cansará de hablar sobre salir de la hacienda— dijo sin mucho interés.
—Eso está bien, mientras lo tengas claro y no dudes— Sam fue a servirse más licor.
— ¿Y tu Edward? ¿Andas sólo o dejaste a alguna chica en la ciudad?— me preguntó uno muy joven, creo que ni siquiera era mayor de edad, no sé que hacía tomando con nosotros.
—No he dejado nada… importante— traté de recordar la última con la que salí, creo que era rubia, no me acuerdo, fue en una fiesta y estaba borracho. — ¿Cuál es tu nombre?— pregunté.
—Soy Seth— dijo muy contento.
— ¿Entonces no tienes mujer?— sonrió otro más.
—No, aventurillas pero nadie me ha movido el piso todavía— eso era cierto, la única que me causaba comezón era la novia del que tenía al lado pero no iba a decir eso o no salía vivo de allí.
—Las Denali están muy buenas— dijo un muchacho que no era nativo.
—Si Garrett con razón te gusta trabajar tanto al sur— todos rieron.
—Yo solo decía— dijo abochornado.
—Oye, el mañana voy a cenar allí ¿quieres venir conmigo? Necesitaré alguien que me saque por si las cosas se ponen feas— el muchacho abrió los ojos desmesuradamente
— ¿En serio? ¿Cenar allá? Rayos, no sé qué decir— parecía aterrado.
—Aprovecha hermano, te vas a sentar en la mesa con todas esas señoritas— lo molestaron.
—Pero es que… no tengo nada presentable—
—Anda, yo te presto algunos trapos, nada tan formal, necesitaré alguien para soportar a esas cacatúas— todos rieron por mi comentario.
— ¿En serio no te gustan?, si están guapísimas— dijo otro.
—No son mi tipo— tomé otro sorbo de mi bebida.
— ¿Y cuál es tu tipo?— pregunto Seth.
—Pues, creo que morenas, ardientes, sensuales…— y que se bañan en el rio pensé, pero otra vez me cuidé de no decirlo, estos tipos se veían fuertes.
—Oye tenemos los mismos gustos— me sonrió Jacob. No tenía ni idea lo parecidos que eran nuestros gustos.
Y así quedé con Garrett para ir al cumpleaños de Tanya.
Al día siguiente me fijé en la terma, hurgué en mi desayuno, hasta revisé mi habitación en búsqueda de algo nuevo.
Nada, la fiera no tenía actividad reciente.
Preparé la ropa adecuada para ir a visitar a las Denali y también escogí algo para que mi nuevo amigo usara. El estaría más feliz que yo.
Con algunas horas de anticipación fui a sacar mi Volvo y casi me infarto. Tenía estiércol en el parabrisas. Ni que las vacas volaran, era culpa de la berrinchuda.
Después de limpiarlo y lavarlo me subí a probarlo. No encendía, maldición.
Necesitaba ayuda de Black, pero si quería que sea rápido más me valía llamar a Garrett.
El pobre estaba tan emocionado por ir que llamó a Jacob y a Billy como si su vida dependiera de eso. En media hora el auto estaba funcionando y le habían parchado dos llantas que estaban desinfladas, cortesía de mi acosadora.
Así casi al atardecer salimos hacia la hacienda Denali. Garrett iba nervioso a mi lado.
—Tranquilo, no muerden— me burle.
—No es eso… es que a mí me gusta Kate—confesó.
— ¿En serio? ¿Y has hablado con ella de eso?— pregunté.
—No, ni siquiera sabe que existo. La veo pasar a veces por el camino o en el pueblo. No me atrevería a hablarle, su padre me mataría— tembló.
—Bueno, te presentaré como mi amigo, ¿está bien?
— ¿En serio? Pero no me gustaría mentir, no quiero que piense que soy de la ciudad—
— ¿De qué te encargas en la hacienda?
—Llevo los libros de las cosechas, de las cosas que entran y salen, trabajo para Charlie, veo los libros—
—Eso te convierte en un administrativo, no eres un peón, ¿qué te parece el ayudante del administrador?— sonrió al oír el titulo rimbombante.
—Eso quisiera ser algún día— suspiró.
—Veré que puedo hacer, la hacienda va a crecer un poco y vamos a necesitar gente más capacitada, no se podrías, tomar unos cursos en la ciudad para mejorar tu trabajo— no dijo nada pero parecía tan ilusionado.
Nota mental, escribir a mi padre estas observaciones Garrett debe llevar algún curso de administración aunque sea por correspondencia.
Demoramos un poco en llegar ya que no quería manchar mi precioso auto.
Como esperabas, las Denali salieron a recibirnos como un gallinero abierto.
—Edward, Edward— gritaba Tanya seguida por sus demás hermanas.
—Feliz cumpleaños— le regalé una hermosa libreta encuadernada que me habían obsequiado para empezar un diario y nunca usé.
—Gracias— se tiró a mi cuello. Tuve que esperar a que me suelte, era su cumpleaños y yo su sorpresa. Que me disfrute un poco.
—Que distraído, les presento a mi amigo Garrett, se encarga de la administración de la hacienda— las chicas parecieron interesadas pero mi acompañante sólo tenía ojos para Kate.
Eleazar salió a recibirnos, nos sentamos a la mesa, trataba de sonreír como un estúpido pero no me hacía gracia estar aquí. Ni que me miraran como si estuviera en un aparador en oferta.
—Entonces Edward ¿Te quedas para la cosecha?— preguntó Eleazar.
—Sí, voy a estar muy ocupado a partir de la próxima semana— esa era una advertencia para que no me volviera a invitar.
—Isabella se casa mañana papá ¿Me podrías dejar ir para acompañar a Edward?— pidió Tanya. En la torre, ojala que su padre se niegue.
—Claro hija, puedes ir. Si quieres te quedas a pasar la noche allá para que no tengas que volver de madrugada— allí estaba el viejo zorro ofreciéndome a su hija. Claro y si por casualidad podía llegar a mi cama, lo tendría al siguiente día exigiendo matrimonio. Pero a mí no me iban a atrapar tan fácil.
— ¿Puedo acompañar a mi hermana?— pidió con timidez Kate. Otra Denali más.
—Pero sólo tú. Las demás deben venir conmigo, es el cumpleaños de su abuela—
Terminamos de comer y nos sirvieron pastel, ya estaba harto y no sabía cómo salirme y mi amigo no ayudaba mucho. Miré mi reloj, las 8 de la noche, bostecé y me disculpé diciendo que tenía sueño.
Cuando llegamos fui a dejar a Garrett hasta su casa, estaba algo oscuro, pero me asombré de encontrar a casi todos los chicos reunidos.
— ¿Qué tal les fue?— preguntaron emocionados.
—No tengo palabras— apenas dijo mi compañero.
— ¿Tanto así?— sonrió Jacob.
—Creo que al menos uno de nosotros lo disfrutó, yo me aburrí más que en carrera de caracoles— nuevamente todos rieron. No parecía que estuvieran esperándonos. Miraban hacia la casita nueva.
—Ya están todas— susurró uno de ellos.
— ¿Qué traman?— pregunté, algunos se miraron pero nadie me contestaba.
—Vamos a jugarle sucio a las chicas— Seth llegó junto a mí y me ofreció de beber, creo que para ser menor le permitían muchas cosas.
— ¿Qué tan sucio?— pregunté.
—Vamos a asustarlas ¿Te anotas?— Jacob se animó a tomarme en cuenta.
—Cuenta conmigo para lo que sea— una genuina sonrisa se formó en mi rostro y me sentí como un acosador acorralando a su presa.

0 comentarios:

Publicar un comentario