20 enero 2013

Cap 4 Valkiria



CAPITULO 4 

DEBER

BELLA
Regresé sin volver la vista atrás después de un último beso, no quería verlo marchar. El camino se me hizo muy corto, todavía no empezaba a elaborar el discurso que le daría a Alice cuando pude divisar el castillo. Todo se veía gris.
— ¡Bella! ¡Regresaste!— mi pequeña amiga estaba sentada en una enorme roca junto al camino. Dio un salto acrobático y empezó a correr hacia mí. No tenía que preguntarme nada, por su sonrisa deduje que sabía.
Me dio un fuerte abrazo y soltó una carcajada.
—Te extrañé pero sé que tú no me extrañaste ni un poco. Vamos, cuéntamelo todo ¿Estás enamorada? ¿Él es bueno?
—Lo que no es bueno es andar espiando a la gente, además si ya sabes para que preguntas— dije firmemente tratando de ponerme seria.
—Oye los cuervos sólo me muestran escenas, no tengo una bola de cristal que me pase todo ininterrumpidamente. Cuéntamelo. Por favor, cuéntame un poquito— daba saltitos alrededor de mí.
—Es perfecto Alice. Lo amo. Vendrá por mi pronto, tiene que hacer un par de cosas antes. Le conté tantas cosas de nuestro mundo...—suspiré.
—Espera, espera ¿Del nuestro? ¿Sabe lo que somos?— sus ojitos se agrandaron.
—Sí, fue fácil decírselo, no dudó, parecía fascinado, cualquier otro hombre tendría miedo.
— ¿De verdad? ¿Se lo tomó como si nada? ¿Es humano?—preguntó sonriendo.
— ¿Cómo estuvo todo por aquí?— pregunté para cambiar la conversación.
—Bien. Peter se fue— suspiró –Y Emmett está en el puerto.
— ¿Y eso?
—Llegó un bardo a pregonar sobre un dragón y pues yo le dije que para marcharse a pelear con uno de esos lindos animalitos tenía que pedirte permiso primero.
— ¿Se lo tomó bien?
—Sigue rezongando, ahora me llama "su majestad" y "pequeña reina". ¿Le darás permiso para que vaya a pelear?
—No. Sería tiempo perdido. Edward matará al dragón.
— ¿Va a matar a un dragón? ¿Cómo estás tan segura?
—Porque ese es su destino, tu deberías saberlo, ese tal Peter te atrofió las visiones— le reclamé, hizo un puchero.
—Sí que es raro tu Edward mira que haberte puesto así. ¿No será un hechicero?—preguntó intrigada.
—Es aprendiz de mago y un herrero.
—Si, todo un príncipe—se burló y salió corriendo.
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ALICE
Es la primera vez que vi un rayo de esperanza en los ojos de Bella, mi amiga, mi hermana.
No recuerdo bien cuando la conocí, mis memorias casi se borran, sólo sé que ella siempre fue mi única amiga.

No era como las demás valkirias, ella no se ufanaba de su posición, ni menospreciaba mi trabajo.
Y yo sólo era la menor de las videntes, a quien casi nunca preguntaban, a quien no tomaban en cuenta para las grandes predicciones.

Pero yo sabía que ella caería aún antes de desobedecer, el día que Odín la llamó para bajar a la tierra, vi su decisión y entonces supe que ella sería castigada. Y la seguí.
Esta tierra me divertía mucho, había más cosas que observar que en Asgard, los hombres y las mujeres me agradaban, siempre con sus sueños e ilusiones.

Una vida corta e intensa, es mejor que una larga y vacía. Al menos así me lo parecía.

¿Ya habrá llegado Peter a su reino? ¿Ya habrá desembarcado?
Conocerlo ha sido maravilloso... alguien que no sabía que existía pero que ya estaba esperando… y me hizo esperar mucho tiempo.
Pude sentir los latidos de mi corazón por primera vez, retumbaban en mi pecho desde que lo vi. Lástima que no puedo concentrarme en las visiones con él cerca.

Quise verlo en su viaje pero desistí. No enviaría a mis amiguitos a espiarlo, eso no era de una dama como yo. Peter habló de volver y yo al igual que Bella esperaría.

Dos hermosos cuervos dejaron caer bayas en mis manos y se posaron en una piedra. Les agradecí con una sonrisa y les di una caricia. Nadie comprendía a estos amiguitos tan fieles. Ellos también podían ver el futuro quizás por eso les temía la gente.
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EDWARD
—Bienvenido— dijo Carlisle dándome un abrazo en el puerto.
—Gracias. ¿Sabes algo más de Fafnir? ¿Has hablado con Mime?— pregunté interesado en saber alguna novedad.
—Si, me dio la ubicación exacta, más allá de las montañas de Burgundia pero ahora el enano ha desaparecido— mi maestro estaba preocupado.
— ¿Burgundia? Jasper de Burgundia— murmuré sintiendo hervir mi sangre. –Espero no pasar por su palacio. ¿Podemos forjar la espada cerca de la cueva del dragón o debemos ir hasta Renania donde teníamos la forja?— pregunté, no quería perder mucho tiempo.
—Tengo la fragua y el yunque en mi carreta, podemos buscar un buen lugar cerca de Burgundia para que forjes tu espada. Me da gusto verte tan entusiasmado a pesar de que no sonríes— me demandó.
—Sólo pensaba en ahorrar tiempo. Creo que en una semana tendré lista la espada y podré atacar a Fafnir.
—Esta espada te tomará más tiempo, ese metal debe ser muy duro…
—Mime y tu pueden ayudarme, vamos Carlisle, al menos a calentar la fragua, me esforzaré al máximo, esa espada será mi Opus Magnus— sonreí un poco, al imaginarme matando al dragón y poder acabar con esa parte de mi destino.
— ¿Tu Opus Magnus? ¿Quién eres y que has hecho con Edward?— me miró con seriedad. —Te noto cambiado—
—No tienes idea, digamos que este viaje me ha hecho madurar muy pronto.
— ¿Qué tanto? ¿Has conocido mucha genta nueva?, pensé que tal vez te aburrirías pero veo que te fue muy bien.
—Si, soy demasiado afortunado. No conocí a mucha gente nueva, digamos que sólo a una persona— le solté.
—Tus ojos tiene un brillo que antes no tenían y ahora hablas como un hombre y no como el joven que partió de aquí hace dos semanas…
—No creo haber cambiado tanto, solo que ahora tengo otras prioridades. Te di mi palabra de que mataría al dragón y lo cumpliré pero después de eso… volveré a Islandia— le fui sincero.
—Debes recuperar Xantia el reino de tu padre— me miró con cautela.
—No es mi prioridad. Tal vez más adelante…
—Habiendo matado al dragón te reconocerán como un héroe, un hombre especial, todos se preguntarán de dónde vienes, entonces podrás desafiar a Charlie quien ahora ostenta el trono usurpado.
—No. Mataré al dragón y volveré a Islandia, no quiero un reino, no quiero ser héroe, sólo quiero volver… allá está todo lo que necesito…
— ¿Puedo preguntar el nombre de la dama?— lo mire y tenía una sonrisa en los labios.
— ¿Cómo sabes que es una mujer?— pregunte…
—Es obvio Edward, tal pasión solo puede ser inspirada por una dama. ¿Me dirás su nombre?
—Bella.
— ¿Solo eso? ¿Bella? ¿Hermosa?
—Si, ese es su nombre y le queda bien. Ella es Bella— suspiré.
Subimos a la carreta que traía Carlisle y empezamos el camino.
— ¿Es de Islandia o estaba allí de visita?— preguntó.
—Vive allí— dije.
— ¿Y su familia? Edward, mas tarde o más temprano tú serás rey, lo quieras o no y necesitarás una reina digna, una mujer a tu altura…
—Ella es más de lo que puede soñar un hombre y no me ciega el amor, lo digo porque es así. Ella es divina.
—Pues creo que si te ciega el amor…la pasión diría. Apenas la conoces, no puedes saber todo de ella.
—Lo sé. Por eso quiero volver pronto.
— ¿Pero has hablado con sus padres? ¿Le prometiste volver?
—No tiene padres.
— ¿Es huérfana?
—No.
—No entiendo… ¿trabaja en Islandia entonces? ¿De dónde es?
—De todas partes.
— ¿Una errante?
—Digamos que ahora está establecida en Islandia, cuando vuelva con ella decidiremos a donde ir— le sonreí.
—No quiero parecer entrometido… ustedes… hay cosa que yo no te he explicado Edward, he tratado de ser como un padre pero pues… la intimidad…— nunca había visto a Carlisle tartamudear.
—Has sido un buen amigo, maestro y padre Carlisle. Sé todo lo que debo saber. Ella y yo somos uno ahora— sus ojos se agrandaron y no dijo más.
Acampamos esa noche en el bosque, demoramos 4 días en llegar a las fronteras de Burgundia, avanzábamos lento debido al peso de la fragua, el yunque y los martillos.
Nos topamos con un contingente de guerreros que vinieron a nosotros.
— ¿Quiénes son? Identifíquense— Dijo el de más rango.
—Soy Carlisle y él es Edward, herreros de Renania— dijo mi maestro.
— ¿Herreros? Magnífico, necesitamos sus servicios. Nuestro rey está necesitando espadas y guerreros fuertes.
—Sólo estamos de paso caballeros— dijo Carlisle con cortesía.
—Son órdenes reales, reclutar muchachos y herreros. Deben acompañarnos— dijo otro de los guardias. Carlisle me hizo señas de obedecer y los seguimos.
— ¿Cuando parte el primer pelotón?— preguntó uno de ellos mientras cabalgaban.
—Mañana. Están equipados hasta los dientes, ahora que la bruja nos dio el lugar exacto de la cueva del dragón lo agarraremos dormido— sonrió el otro muy seguro.
—Semejante tesoro atraerá mercenarios, no sé para qué reclutamos campesinos— se quejó otro.
—No sólo mercenarios, parece que el rey Charlie de Xantia pronto nos declarará la guerra, ese viejo codicioso sólo quiere el tesoro—parece que algunas cosas ya eran de dominio popular.
—El secreto ya no está a salvo. ¿Qué le habrá hecho la bruja al enano para que hable?— murmuraba Carlisle.
—Por favor Carlisle, deja de hablar en clave. Necesito que me digas todo lo que sabes, si todo el mundo va tras el dragón no veo la necesidad de que yo también lo haga— le reproché.
—El rey Jasper es uno de los más poderosos porque tiene a una bruja como nana. Una pelirroja muy peligrosa, ella es malvada hasta la raíz de los cabellos y hará lo que sea para que su rey sea el dueño del mundo— seguía en sus pensamientos lejanos.
— ¿Qué tiene que ver ella con Mime?
—Mime tiene una debilidad… dos mejor dicho… oro y… mujeres— se notaba algo abochornado.
— ¿Oro y sexo?— me pregunté. Mi mente ociosa me devolvió a Islandia, donde mi amada debía estar en su palacio.
—De alguna forma le sacó el secreto, ahora todos los hombres probarán suerte—
—Magnífico ¿ya puedo irme? Que otro mate al dragón, yo no quiero ni el tesoro ni la gloria— le dije.
—Con ese tesoro tu reino será el más rico del mundo—
—Ese tesoro está maldito, no tomaré ni una sola joya de él— le dije con firmeza.
— ¿Qué sabes de la leyenda?— preguntó asustado.
—Lo necesario para saber que no debo tocarlo—Carlisle me miraba cada vez más intrigado. Seguimos por el camino, el ejército nos dejaba para adentrarse en los poblados cercanos y nos volvían a alcanzar con nuevos reclutas. Al anochecer llegamos a Burgundia, su castillo de piedra era imponente.
Fuimos designados a una estancia cerca de las caballerizas y nos hicieron un pedido de 20 espadas con sus escudos y 15 lanzas. Eso nos tomaría por lo menos una semana trabajando a toda prisa. No tendría tiempo de forjar mi espada. Apenas llegamos armé la fragua fui por leña para encenderla, no quería perder ni un minuto. Trabajé hasta que cantó el gallo, tenía 3 espadas listas. Al otro día me levanté a seguir trabajando.
—No sé qué te dio es mujer pero debe ser más fuerte que una poción, trabajas como un desesperado— se rió Carlisle.
—No me dio ninguna poción, ella sola es… perfecta, sobrenatural… Di...
—Divina… ya lo dijiste. Y creo que también es un bruja— me miró tratando de taladrarme con la mirada.
—No es una bruja— seguí martilleando el metal.
— ¿Sólo llegaste a dónde cayó la estrella? ¿No te adentraste más en la isla?— preguntó.
—No. Pero me faltó poco. Sólo regresé porque tenía claro que debía matar a ese dragón. Si hubiese sabido que todos los guerreros vendrían a darle muerte me habría quedado en Islandia— le dije muy serio.
Al atardecer vinieron a recoger las espadas, esperaban encontrar tres o cuatro y no las diez que tenía listas. Me trajeron más metal y enviaron a dos muchachos para que me ayudaran con los leños y a echar aire a la fragua. Carlisle salía a dar vueltas por el lugar, sabía que había ido a merodear a la bruja, yo esperaba sinceramente que me traigan la noticia de la muerte del dragón para poder ir con Bella.
A los tres días ya me faltaba poco para acabar su pedido cuando llegaron tres guerreros malheridos a las puertas de la ciudad, la alarma corrió y todos se congregaron en la plaza del pueblo. Yo seguí forjando las lanzas pues estaba seguro que el primer contingente había sido derrotado.
—Los masacraron y lo peor de todo, despertaron a Fafner— dijo Carlisle sentándose cerca de mí.
—Ojalá el segundo ejército lo mate— murmuré sin dejar de cambiar el metal del fuego al agua.
—No van a poder, no con simples espadas— me aseguró.
—Atacan de frente, ¿Quién va a poder matarlo así?— se me escapó recordando la forma de matar dragones que mi Bella me había enseñado.
—Edward, ahora soy yo el que te pide que no me guardes secretos. Me asustas cada vez que abres la boca— me aseguró, apenas esbocé una sonrisa.
— ¿yo? ¿Asustar a un mago?— apenas lo miré.
—Sabes más de lo que dices, lo sé. Ahora estoy seguro que la que te encontraste en Islandia es una bruja. ¿Qué más te dijo?— se oía molesto.
—No es una bruja y nunca me habló con acertijos como lo haces tú—le dije serenamente.
— ¿Ahora me hablas así a mí? Edward ella no debe ser una chica normal debes aceptarlo…
—No trato de hablarte en acertijos, sólo quiero guardarme algunas cosas. Tú nunca dices todos tus secretos… yo tampoco. Y no es una chica normal… yo... sé lo que es… y es mi problema— terminé otra punta de lanza y la tiré con las demás, tomé otro trozo de letal para echarlo a la fragua, estábamos solos porque los chicos se habían ido a dormir. Tomé el fuelle y empecé a hacer que el fuego aumente.
— ¿Quién es el herrero?— entro un joven rubio de vestimenta fina.
— ¿Quién lo busca?— lo miré de reojo.
—Soy el consejero del rey, mi nombre es Peter, una de tus espadas me fue dada hoy— dijo acercándose un poco.
— ¿Tienes alguna queja?— le pregunté.
—No, todo lo contrario. El rey quiere que le fabriques una espada, de un metal más duro y con mayores ornamentos. Si el segundo contingente falla, el rey en persona irá a desafiar al dragón—me giré a verlo. Si el rey vestía como él seguramente no era buen guerrero pero con su bruja a lo mejor tenía suerte.
—El metal que me habéis proporcionado no es el más apropiado para el rey— le dije.
—Mañana te será entregado un metal traído de las canteras de oriente, este es el dibujo de la espada que quiere mi señor— dijo tendiéndome un papel. Era de un libro muy antiguo, tenía dibujos vikingos, traté de ver todos los símbolos como Bella me había enseñado. Era Nothung una espada legendaria.
—Aquí dice que esta espada perteneció a Odín— me señaló.
—Sé leer gracias— le dije concentrándome otra vez en los símbolos.
—Entonces en cuanto tiempo estará lista.
—Si el metal es muy duro, en dos días— le dije.
—Trabajas rápido herrero, serás bien recompensado. ¿No quieres salir esta noche? Hoy es la festividad de los fuegos de Beltane, hay luna llena— me dijo, apenas oí eso levanté la vista, a través de los maderos vi el resplandor "6 lunas" recordé. Ya había pasado una luna casi sin darme cuenta. Y ni siquiera había comenzado a forjar mi espada.
—Gracias, no deseo salir— le dije.
Seguí dándole forma a una punta de lanza hasta que sentí un salpicón de agua. Carlisle había echado un cubo del líquido sobre la leña.
—Necesitas salir. Desde que llegaste aquí solo dejas esa fragua para dormir e ir al baño. Ve por allí, habla con alguien— me echó del lugar.
Caminé hasta que escuché carcajadas. Llegué a la plaza del pueblo y me sorprendió ver a mucha gente con máscaras saltando sobre una fogata. Traje a mi memoria algunos libros, la festividad de Beltane era en agradecimiento a la tierra por la cosecha, donde jóvenes bailaban en torno al fuego para después… rayos, debía tomar algo y marcharme pronto, eso acabaría en una orgía. Llegué hasta donde servían las bebidas y pedí que me dieran solo agua con miel, no quería licor. De pronto a mi lado escuché un respirar agitado.
—Hola extraño, puedo verte— me dijo una suave voz. Traía una máscara de águila con plumas pero podía ver una larga cabellera rubia. No le contesté.
—Una moneda por tus pensamientos— me dijo muy alegre.
—Te quedarías pobre— apenas la miré.
— ¿No quieres bailar?— me pidió.
—Gracias pero tengo mucho trabajo y deseo volver a mi labor— acabé mi agua y me levanté.
Sentí su mirada a mi espalda pero no me giré a verla, ni ella ni nadie podría hacerme sentir nada. Yo tenía una mujer esperándome y aunque todo mundo me pusiera trabas yo las rompería para volver con ella.

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