20 enero 2013

Cap 3 Valkiria



CAPITULO 3

AMOR

BELLA
Me sentía tan completa que me asustaba.
Sonreí al imaginar el rostro de Alice cuando le contara que todo lo que dijo había sucedido. Sí, ella saltaría de felicidad por todo el castillo.
¿En qué momento fui vencida? ¿Cuándo caí al suelo o cuando dejé que él me besara?
En cualquier caso ya le pertenecía.
— ¿Estás despierta?— preguntó otra vez depositando un suave beso en mis cabellos. Acomodó un mechón detrás de mi oreja y sentí que me miraba. Podía ver su rostro perfecto, el fuego a nuestro alrededor aún no se había extinguido, parecía que no se apagaría esta noche.
—Duermo muy poco— le dije perdiéndome en el extraño color de sus ojos. Sonrió abiertamente y tomó una de mis manos para besarme el dorso.
—Yo quisiera dormir mucho pero Carlisle me despierta antes del amanecer y si no me levanto me echa un cubo de agua fría— parecía tan feliz como yo.
—Quien es Carlisle?— pregunté, tal vez un hermano, un padre... yo no sabía que se sentía tener familia, Alice era todo lo que tenía.
—Es mi maestro, casi mi padre. Es un mago, uno muy particular— Empezó a delinear mi rostro con un dedo. Me hacía cosquillas.
— ¿Vives con un mago? ¿Y tu familia?— había escuchado muchas veces a las criadas hablar de sus familias, para los hombres era muy importante esta parte de su vida.
—Nunca conocía a mi padre, mi madre huyó conmigo al bosque cuando era pequeño. No sé la razón, se la llevaron antes que pueda decírmela— ¿No tenía familia? Era extraño, sin padre y con una madre raptada, no tenía que preguntar: hombres del norte, adoradores de los dioses, se deleitaban robando mujeres hermosas que puedan darles hijos fuertes.
No sé porque vino a mi memoria aquella vez que Odín me ordenó matar a una mujer con un niño en brazos. Era imposible que sea la misma persona, además mis recuerdos eran algo borrosos y lejanos.
— ¿Y tu familia? ¿Vives cerca de aquí, tienes padres, hermanos?— preguntó, sonreí ante su interés.
—Ni padres, ni hermanos— pareció turbarse por mi respuesta.
—Tengo una misión pero no puedo dejarte. Quiero que vengas conmigo— estaba más serio que antes.
—Edward, yo también tengo obligaciones— volví a sonreírle para que se relajara. Seguía causándome gracia que fuera a ir tras un dragón, como si no hubiese oído eso antes, los hombres fanfarrones. Pero si me había vencido probablemente tendría oportunidad y eso sería peligroso, había una maldición...
— ¿Dónde vives?— me preguntó antes de darme otro beso.
—En tierras altas, en las montañas hay un gran castillo— no quería darle detalles y podía darme cuenta que él también se estaba guardando cosas.
—Pero es posible que hayan brujas que gobiernes esta isla— dijo algo preocupado, sonreí abiertamente al oír eso. ¿Una bruja? Al menos era algo que temía la gente.
—Solo hay una reina— dije con seguridad y altivez, sus ojos se agrandaron con sorpresa.
— ¿Tú eres la reina de Islandia?— preguntó y sus caricias se detuvieron en el acto, se incorporó un poco dejándome ver su piel al calor del fuego. Era hermoso.
—Si— dije mirando su expresión. — ¿Cambia eso las cosas?— pregunté para definir nuestra situación, si es que teníamos alguna esperanza.
—No lo que siento por ti— dijo con firmeza. –Porque pase lo que pase te amaré siempre— concluyó, su respuesta desarmó la poca voluntad que tenía de dejarlo. Yo también lo amaba, él había llegado a mí como un vendaval y se apoderó de todo, ahora entendía tantas cosas humanas.
—Entonces esperaré a que cumplas tu misión. ¿En serio matarás a un dragón?— quería que me diera mas detalles para poder ayudarlo si estaba a mi alcance.
—Volveré lo juro. Tengo que matar a Fafner, eso dicen el mago y el enano— dijo sin mucha convicción. Me alarmé al oír ese nombre maldito. Fafner, un enano convertido en dragón por su codicia.
—Ten cuidado… es muy peligroso…— traté de recordar las leyendas.
—Soy fuerte y no tengo miedo— sonrió.
—No dudo que lo mates pero… la maldición… las profecías…— mis recuerdos eran como nebulosos, yo había oído tantas cosas de los guerreros caídos y de los demás dioses, aún de la gente miedosa.
— ¿Bella? ¿Ese es tu nombre? ¿Quién eres?... es todo tan extraño. ¿Por qué te llaman bruja?— preguntó mirándome. Y entonces supe que debía confiarle todo lo que sabía, todo cuanto pudiera ayudarle a regresar a mí a salvo.
—Porque soy mujer y creen que venzo a los hombres con brujerías. Bella es el nombre que me han dado, no recuerdo cómo me llamaban antes, no recuerdo mucho antes de… antes de caer en estas tierras frías— confesé.
— ¿Quién eres?— volvió a preguntar.
—Soy un alma errante, me echaron de mi hogar, un hermoso lugar al lado del Valhala. Yo solía llevar a los hombres que morían en combate. Ahora sólo soy una mujer, puedo derrotar ejércitos enteros, apoderarme de toda la tierra si quisiera. Pero nunca encontré algo que me hiciera amar en mundo mortal— lo miré rogando porque no huyera o tuviese miedo.
— ¿Eres una Valkiria? ¿Por qué te enviaron a la tierra?— acomodó mis cabellos con la misma ternura, no le había afectado en nada mi confesión.
—Desobedecí al gran Dios y fui castigada— traté de sonreír.
—Yo también tengo un pasado oscuro. El mago me dijo que mi padre era Sigmund, un rey al que los vikingos mataron. Ahora debo dar muerte al dragón y convertirme en rey— escuché con mucho interés, ¿Porqué sería que el nombre del padre de Edward ya lo había oído antes?
—Hay muchas cosas que debes saber, cosas que recuerdo vagamente pero quizás no las comprendas— dije tratando de poner en orden mis pensamientos.
—Puedo hacer un esfuerzo Bella. Te escucharé y aunque no comprenda lo tendré en cuenta. Podría ayudarme a volver más rápido junto a ti— me abrazó y le correspondí.
—Fafner, el dragón, fue un enano antes, uno muy avaricioso, lo convirtieron en dragón como castigo. Hay una maldición sobre el tesoro que guarda. No te lleves nada de lo que veas allí, los tesoros malditos no deben ser tocados. La sangre del dragón, hará que tu piel no sea humana, te protegerá— me di cuenta que la noche empezaba a cambiar, el cielo ya no era tan oscuro.
—Amanecerá pronto. ¿Podríamos pasar un par de días juntos, antes de separarnos?— preguntó.
—Está bien. Dos días y cada quien partirá a su lugar hasta que volvamos a reunirnos.
—Y quiero que me demuestres como es que puedes derrotar vikingos, no pareces muy fuerte— soltó una suave carcajada. ¿Acaso se burlaba de mí? Hombre engreído, ya verá. Sonreí.
—Te demostraré lo que significa luchar contra una Valkiria— le di un empujón juguetón y cayó al suelo dónde empezó a reír.
—Bien, hay que dormir un poco. Soy humano su majestad, debo reponer fuerzas. Déjame poner a salvo un poco de esta roca de estrella y estaré contigo— dijo guardando el metal que parecía haberse enfriado.
Caminé unos pasos para buscar un buen lugar dónde descansar. Hallé una bonita y acogedora cueva de oso cerca de allí, lo esperé a que se reuniera conmigo para descansar entre sus brazos hasta que el día llegara.
.
.
EDWARD
Desperté confuso, antes de abrir los ojos busqué entre mis brazos y creo que por primera vez tuve miedo. Ella no estaba a mi lado.
Me levanté de prisa y casi caigo, escuché una risa melodiosa muy cerca.
—Calma asesino de dragones y ponte algo de ropa, hoy tendrás un entrenamiento muy duro— estaba pelando manzanas. —Piensa rápido— gritó y me arrojó una, la atrapé en el aire. —No son como las manzanas de Idun pero para el hambre que traigo no importa— dijo feliz.
— ¿Qué?— pregunté sin comprender.
—Las manzanas de Idun, las que les dan a los dioses la juventud eterna— casi sonreí, no sabía eso, habían muchas cosas que no sabía en realidad.
—Pensé que te habías marchado— dije comiendo con ganas.
—Lo pensé, pero habrías venido tras de mí. Alice estaría encantada y Emmett habría querido matarte— me sonrió. Hice un gesto de duda y ella volvió a reír.
—Alice es mi amiga, es una völva, o solía serlo— seguí con la frente arrugada porque no le entendía. –Una vidente de los dioses, ahora sus poderes están disminuidos. Vino conmigo por voluntad propia, ha soportado mucho al estar a mi lado. Y Emmett es mi general— dijo sonriendo otra vez. Así que Alice era también una deidad pero el tal Emmett debía ser humano. Un hombre… me molestó un poco.
—Y tu general ¿Es humano?— pregunté. Volvió a sonreír.
—Todos somos humanos Edward, si me corto sangro igual que cualquiera, aunque yo me recupero con más facilidad. Emmett nació humano, no vino con nosotras. Es el único hombre que tolero cerca, parece un niño, salvo cuando pelea pero ni él ha podido vencerme, imagino que cuando te conozca te retará a pelear de inmediato.
— ¿Algún motivo en especial?— dije todavía molesto.
—Porque él es muy travieso, querrá que seas su compañero de luchas— me aventó otra manzana cuando vio que terminé la primera.
Me vestí y salimos a caminar, se veía espléndida a la luz del sol. Su piel era perlada y sus cabellos tenían un extraño brillo rojizo.
—Me gustan mucho los árboles, en especial el fresno, me recuerda a Yggdrasil— dijo con tristeza.
La abracé, recordaba las leyendas que me contaba Carlisle. Yggdrasil era el árbol de la vida, de dónde nacíamos todos, hombres, dioses y todas las criaturas.
— ¿Lo viste?— le pregunté por el gran árbol.
—Si, es bellísimo, representa todo el universo y extiende en él sus raíces y sus ramas. Es un árbol inmortal se mantiene de pie y florece de año en año. Es el árbol de la existencia. Es el Pasado, el Presente y el Futuro; lo que ha sido hecho, lo que se hace y lo que se hará. Dios y los hombres, todo lo que posee vida, tiene su morada en este árbol— me maravillaba Bella, yo era un simple hombre y el más afortunado de todos al tener a una deidad conmigo.
— ¿Quiero hacerte una pregunta?— habían cientos de preguntas en mi cabeza pero está en particular me atormentaba.
—Pregunta lo que quieras. Tienes sólo dos días para ello— me dio un pequeño beso y seguimos caminando.
— ¿Los vikingos van al Valhala?— dije con algo de rabia. No podía creer que un asesino vaya a un lugar tan especial tan sólo por morir combatiendo.
—Cada quien pelea por lo que cree y todos tienen su motivos Edward. Los vikingos son guerreros fieros porque viven con muy pocas cosas, todo lo que tienen lo consiguen del saqueo, el pillaje. Destruyen pueblos, roban mujeres. ¿Crees que es injusto que vayan al Valhala? Será porque crees que el Valhala es un paraíso y eso no es cierto— no había pensado antes así, yo siempre creí que ir al Valhala era lo máximo.
—Si tu vivías allí es un paraíso— le dije tomando sus cabellos entre mis manos, ese brillo rojo me traía loco.
—Yo no vivía en el Valhala— casi se oyó ofendida. –Soy una Vanir, mi hogar era Vanaheim, el Valhala es para los condenados, los siervos de Odín y Thor. Allí los mantienen prisioneros mientras les dan todo lo que los guerreros quieren, comida, bebida y peleas. Hasta el Ragnarok— dijo muy seria. Yo no sabía que los vikingos fueran prisioneros allí.
— ¿El Ragnarok?— pregunté.
—La batalla final entre los gigantes y los dioses, según una profecía el Ragnarok será el fin de los dioses. Por eso Odín recluta guerreros muertos en batalla, espera que con un ejército pueda cambiar las cosas. Pero las videntes no pueden ver más allá del Ragnarok y nadie sabe el final.
—Vaya, nunca pensé en el Valhala como una prisión, pensaba que era el cielo, con Valkirias dispuestas a complacer a los guerreros— sentí un golpe en el brazo, me dolió mucho. Me quejé.
—Te mataría por eso que acabas de decir— gritó ofendida. –No complacemos a nadie, todas somos vírgenes, sólo los transportamos y les damos de beber hidromiel, ni siquiera hablamos con ellos. Nos limitamos a curar sus heridas y llevarlos sin perderse— caminó unos pasos muy molesta, quería reír pero seguro se molestaría más. Su pie se enredó con la maleza y trastabilló. Me acerqué corriendo a ver si estaba bien.
—Maldito cuerpo humano— gritó. La tomé en brazos y caminé con ella hasta sentarme en un tronco.
—Perdóname, no quería ofenderte, sólo te dije lo que he escuchado decir por allí. ¿En serio son vírgenes? Bueno… tú ya no— traté de darle un beso pero me esquivó, todavía estaba molesta.
—Ahora soy humana, no tendría porque molestarme lo que dijiste. Ya no soy una Valkiria, creo que me dejarán aquí por el resto de mis días y moriré como cualquier mortal— dijo algo triste.
— ¿No te basta una vida conmigo? Podría ayudarte a matar el tiempo— aceptó mis besos y se apegó más a mí.
—Es la primera vez que veo el mundo de manera diferente. Antes creía que era una condena vivir entre los hombres ahora comprendo que la vida humana es corta pero tiene algo que la inmortal no. Amor, sueños, esperanza. Todo guardado en un pequeño corazón frágil— me miraba con intensidad.
—Y tú tienes el mío. Te amo Bella.
—Yo también te amo Edward.
.
El día casi llegaba a su fin y quería apresar las horas, habíamos practicado luchas y parecía que estaba escrito que debía vencerla porque por alguna extraña razón siempre terminaba ganándole en todo. Hasta en puntería podía superarla. Bella se molestaba al principio pero se acostumbró.
Salí a cazar mientras ella hacía una fogata, no quería alejarme mucho a pesar que Bella era fuerte quería protegerla. Me demoré un poco, no sabía que en este lugar apenas había animales, vi unos pocos zorros que no me apetecía comer. Así que improvisé una lanza y en un arroyo cercano atrapé unos peces que debían tener buen sabor.
Cuando volvía escuché el sonido de metal chocando, corrí a toda velocidad, tenía miedo que la lastimaran, me había dicho que era mortal, eso quería decir que podía morir y no quería eso. Cuando llegué cerca de la cueva vi que ella sola combatía por lo menos con diez hombres a la vez, tenía ambas espadas en las manos y se movía con una soltura que no había podido observar cuando caminaba. Al llegar a su lado había sólo cuatro hombres en pie.
—Es una bruja— decía uno de los hombres a los otros. –Vámonos, el rey Jasper nos advirtió que no viniéramos aquí— les decía.
—Así que son súbditos de Jasper, pues díganle que Bella de Islandia no aceptará su propuesta de matrimonio ni muerta— gritó ella. Los hombres de pronto se arrodillaron.
—Por favor, no sabíamos que era usted, sólo queríamos…
—Ya sé lo que querían bastardos— Bella pateó a uno de ellos, no la había visto molesta hasta ahora, pensé que conmigo en la mañana se había molestado pero no era nada en comparación con su furia en este momento.
—Perdónenos su majestad, perdónenos— rogaba otro.
—Recojan a sus heridos y lárguense de aquí— les grité. Ella me miró y su expresión cambió. Caminó unos pasos y se sentó cerca del fuego. Los hombres se levantaron y en minutos desaparecieron.
— ¿Te hicieron daño?— le pregunté llegando a ella.
—Ningún hombre puede dañarme… aunque… creo que tu eres la excepción a la regla— trató de sonreír.
— ¿Quién es ese Jasper que te ha propuesto matrimonio?— pregunté algo molesto.
—Uno de los reyes del continente. Creo que su reino está cerca de Renania. Quiere que sea su esposa— soltó una carcajada sarcástica.
—Él es un rey, yo sólo soy un chico del bosque— murmuré.
—De eso no estoy muy segura… Edward, irás tras el dragón ¿y luego?
—Vendré por ti— dije sin dudar.
—Lo sé… me refería… ¿recuperarás el trono de tu padre?— preguntó.
— ¿Quieres que sea rey? Sólo dímelo y lucharé por recuperar ese reino para ser digno de ti— era claro que en mi condición era poca cosa para alguien como ella.
—No me importa una corona, podría vivir en un bosque lejos de todo el mundo si estoy contigo— me sonrió. Me senté a su lado a ver el fuego.
—Tu madre…— preguntó.
—Quiero ir por ella, Carlisle no tiene esperanza pero yo si— dije alborotándome los cabellos, los años pasaban y cada vez era más lejano el recuerdo de mi madre.
— ¿Cuánto demorarás en regresar?— preguntó.
—Creo que unas cuantas lunas… no sé…, no más de 6 lunas, no sé dónde está el dragón, pero me tomará un tiempo. Apenas lo mate volveré— le aseguré.
—Puedo buscar a tu madre— me dijo de pronto. La miré con reverencia porque ella quería ayudarme.
—No— dije.
—En serio, tengo barcos, los vikingos me temen, ellos perciben lo que soy, si les digo la verdad me dejarán llegar a ella, no corro riesgos— se oía serena y firme, sabía que hablaba en serio.
—Pero… Bella, no es que no quiera a mi madre otra vez… es sólo…
— ¿No confías en mí?—
—Claro que confío… pero… ¡No quiero que te arriesgues! Puedo ir cuando vuelva, podemos ir los dos si quieres pero no soportaría saber que estás en peligro— le solté. Tal vez yo estaba señalado para vencerla y ella pudiera con todo mundo como había visto derrotar a esos hombres pero no podía dejar de sentirme ansioso con sólo pensar que por mi causa le hagan daño.
Si, ella era la única que me hacía sentir miedo. Un miedo terrible de perderla.
—Está bien. Esperaré a tu regreso— dijo sin más. — ¿Me traerás un colmillo de dragón?— preguntó juguetona nuevamente.
—Te traeré su cabeza— dije haciendo ruidos de animal, ella se rió muy fuerte.
Comimos pescado asado y dormimos juntos otra vez. Era mágico.
Al amanecer del siguiente día, el último para nosotros, me levanté temprano y salí a buscar frutas para ella. No había nada a parte de bayas y manzanas, esta tierra debía estar maldita, sin muchos animales y sin frutos. Cuando vivamos juntos será en un bosque con muchos animales y plantaré fresas y vegetales. Tal vez me vuelva agricultor. "Edward el campesino, asesino de dragones, esposo de una valkiria, hijo de un rey" suena bien.
Cuando volví ella tenía la roca de estrella en sus manos, la miraba por todas partes.
—Hola mi reina, ¿se te perdió algo?— le pregunté.
—Trato de buscar algún símbolo, Alice dice que todo en el mundo es simbólico, ella lee las nubes, el vuelo de las aves, las runas y las piedras. Hasta tiene un cuervo de mascota para ver en los bosques— dijo como si fuera lo más natural del mundo un cuervo de mascota. Me reí.
— ¿Y ya te dijo algo la roca?— pregunté interesado mirando las formas negras.
—Yo no sé leer rocas, simplemente memorizo las formas de las figuras para contarle— Miró con curiosidad mis manos. Sonrió cuando le ofrecí las bayas y las manzanas.
— ¿Y qué hay para hoy?— pregunté.
—Otra sesión más de derrotas— me sonrió. –Quiero mostrarte los puntos débiles de un dragón— dijo como si fuera algo de lo más normal, creo que podría acostumbrarme a su divinidad.
—Es importante que te alejes de su hálito. El dragón tiene dos puntos muy débiles: los ojos y la panza— se veía muy seria, me preguntaba de dónde sabía eso. –Son algo torpes y no miran bien, puedes confundirlo fácilmente. Si clavas la espada en su abdomen o en su corazón lo tendrás a tu merced—
—Bella, ¿Has visto algún dragón?— le pregunté muy serio.
—Claro, Nidhogg es un dragón muy viejo e inofensivo pero me imagino que en la tierra sería un azote, vive en una de las raíces de Yggdrasil, en el reino de la niebla. Bueno te decía que debes aturdirlo primero o tenderle una trampa, tal vez si hicieras un muñeco con figura humana podría entretenerse mientras ubicas sus costados y su vientre— continuaba ella hablando. Traté de concentrarme en lo que decía y dejar de fantasear con seguir besándola. Al final aprendí más cosas que mis 12 años con Carlisle.
—Me da gusto ayudar, hay cosas que casi no recordaba pero al tratar de explicarte muchos de mis recuerdos han regresado— dijo ella sonriendo. Había sido un día duro que llegaba a su fin y con ello tendría que partir de regreso. No quería hacerlo.
Vimos el atardecer juntos, ella estaba recostada sobre mí.
—Es mi parte favorita del día, cuando el sol se va— suspiré.
—Te recordaré cada día en el crepúsculo— dijo ella.
—Mañana partiré al amanecer, debo llegar al medio día al puerto— le dije sin ánimo.
—No tardes mucho— me tomó de una mano.
—No mi amor, dame 6 lunas y estaré a tu lado.
— ¿Lo prometes?— preguntó.
—Lo prometo. Volveré por ti y no nos separaremos jamás.

0 comentarios:

Publicar un comentario