21 enero 2013

Cap 20 Valkiria



CAPITULO 20

ASGARD

La luz de la tierra se extinguió para ellos y fueron llevados a Asgard, la morada de los dioses, Thor no podía dejar un hijo suyo morir como un mortal.
La mano de Edward no soltaba la de Bella, sus cuerpos humanos ahora resplandecían. Todas sus heridas fueron sanadas.
Bella reconoció aquel lugar y se estremeció, había añorado su hogar muchas veces pero no quería alejarse jamás de su amado.
—Los he traído aquí porque estaban a punto de morir, voy contra todas las reglas de los Aesir, pero quiero saber la verdad— el dios del trueno y la guerra se veía resplandeciente con su armadura de oro, sus cabellos largos y dorados brillaban más que su piel.
—Edward es su hijo oh gran dios— Bella se inclinó ante él, todavía recordaba cómo dirigirse a los inmortales con más rango que ella.
— ¿Eso es cierto?— preguntó Edward.
—Sí. Tu madre me lo dijo en el mar del norte.
— ¿Fuiste a buscar a mi madre?— Edward no dejaba de mirar a Bella, lo que causó exasperación en el gran dios.
— ¿Cómo es que no sabía nada de ella? Había desaparecido del mundo, la busque muchas veces— Thor caminaba de un lado al otro.
—Los vikingos la mantuvieron encerrada todos estos años en el castillo Maldoror.
— ¿Las ruinas malditas? ¿Por qué?
—El rey de ese lugar, Aro, dijo que fue por encargo de Odín— confesó Bella
— ¿Mi padre? ¿Mi padre sabía que una mortal tuvo un hijo mío?
—No lo sé gran dios. Sólo sé que… Odín trató de acabar con la vida de Elizabeth hace muchos años—Bella sentía la necesidad de decir todo lo que sabía pero debía ser cauta, los dioses nórdicos son extremadamente temperamentales
—No es posible. ¡No!— gritó el dios.
—De eso puedo dar fe. Yo estuve allí— dijo Bella.
— ¿Y quién eres tú?— dijo el dios.
—Soy Brunild— Bella se sorprendió de recordar su verdadero nombre. Thor la miró detenidamente y recordó aquel rostro, él mismo había presidido su juicio.
— ¿Brunild? Te condené por desobedecer a mi padre…
—Odín me ordenó matar a Elizabeth—Bella seguía con la mirada baja.
Thor lanzó un grito terrible, Bella se estremeció pero se mantuvo quieta. Edward la abrazó, no sabía lo que pasaba ni qué hacía allí. Él solo esperaba la muerte no ir a un lugar tan extraño.
El gran dios salió a grandes zancadas de la estancia.
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BELLA
Cuando mis ojos se abrieron a la luz, sentí un brillo conocido. Había regresado. Estaba en Asgard.
Y recordé quien era, cada pedazo de mi vida inmortal nuevamente me fue restaurado.
Thor no me creía, y Edward estaba confundido, No quería que esto inicie una pelea de dimensiones colosales, debíamos ser cautelosos para mantener la paz en el mundo. Lo que ocurre aquí afecta a los hombres de alguna manera. Y Thor era el hijo favorito de Odín, no podía volverse contra su padre.
—Bella— dijo Edward mirándome. — ¿No eres Bella aquí cierto?— sonrió.
—No. Aquí solían llamarme por otro nombre.
— ¿Brunild?— dijo el suavemente. Su piel brillaba como la mía, tenía el aura de la inmortalidad con él. –No importa cómo te llamen, para mí siempre serás mi amor— besó mi frente y me abracé a él.
—Tú también— le confesé.
—Estoy perdido, no entiendo que pasa. ¿Ese era el dios Thor? ¿Y… es mi padre?— preguntó escéptico.
—Sí. Fui a buscar a tu madre, Alice dijo que la muerte se aproximaba a ti y solo Elizabeth podía detenerla.
—Pero, era un viaje peligroso.
—No para mí. No fue difícil dar con ella, lo que resultó casi imposible fue llegar a Islandia. Algo parecía detener nuestro viaje.
— ¿Mamá está bien?— preguntó.
—Sí. Te extraña y te ama— lo mire sonreír.
—Quisiera verla. ¿Qué pasará ahora con nosotros?— preguntó.
—No lo sé. Creo que pasaremos un rato aquí, puede que demore un poco, el tiempo no es como en la tierra, y será decisión de los dioses. Thor es temperamental, Odín es… a veces se enfurece. Tendrán que deliberar. No debemos exasperarlos. Debemos mantener un perfil bajo y obedecer— le aconsejé.
—Yo no voy a permitir que me separen de ti— dijo.
—Debemos esperar— le aconsejé, sonreí, Edward tenía el mismo temperamento de sus antecesoras.
Caminamos por los jardines de Valaskjálf, y llegamos a mi antigua morada en Vingólf, todo estaba como lo dejé.
— ¿Pasaremos la noche aquí?— preguntó Edward y sonreí.
—Aquí no hay día ni noche, nadie duerme, no necesitan descansar.
— ¿Y cómo pasan el tiempo?
—Cada uno tiene su misión. Yo solía encárgame de las valkirias, íbamos al Valhala y esperábamos. El hada de la muerte nos avisaba de los guerreros caídos, bajábamos a la tierra por ellos, eran los que brillaban en los campos de batalla. Recogíamos sus almas y las traíamos al castillo de las 540 puertas. Allí eran curados y cuidados por otras valkirias. Así en un interminable ciclo.
— ¿Y Alice?— pregunto.
—Ella vivía en las raíces de Yggdrasil, junto a las demás nornas videntes.
—Recuerdo que me hablaste de ese árbol, me gustaría verlo— sonrió. – ¿Podemos ir?
—Mientras no nos lo prohíban, podemos.
— ¿Por qué crees que mi padre no buscó a mamá?— me preguntó.
— ¿Cómo buscas una aguja en un pajar?— respondí. Él soltó una carcajada.
—Por favor… no más acertijos.
—Es difícil para mí explicarte eso de manera sencilla. Hay nueve mundos interconectados por Yggdrasil, el mundo de los hombres es uno de ellos. Los dioses se mueven entre esos mundos con libertad. Y así cómo en la tierra hay mucho trabajo en cada uno de ellos. Cada uno tiene sus guerras, sus muertos y sus problemas. El tiempo aquí no se mide igual que en Islandia. Además el castillo de Maldoror es un lugar siniestro, hace mucho tiempo algunos seres del mundo de los muertos lograron llegar al de los humanos y se mantenían entre ellos bebiendo su sangre. Por eso fueron encerrados en ese castillo y quemados. No es un lugar dónde se buscaría a una dama.
—Pareces saber mucho, ¿tus recuerdos han vuelo?— me preguntó.
—Al igual que los tuyos.
Escuché retumbar el cielo e instintivamente me arrodillé. Edward hizo lo mismo que yo.
— ¿Qué pasa?
—Ha llegado Odín, debemos mantenernos cerca y esperar a que seamos llamados— nos levantamos y permanecimos cerca de las puertas del castillo.
Muchas valkirias pasaban a nuestro lado, pronto los dioses empezaron a llegar. Edward se sentía perdido.
—Las mujeres que has visto entrar son valkirias como yo— le dije.
—Pero ninguna te habla, ni te mira.
—Mientras no me muestre ni pronuncie mi nombre no me reconocerán. Pero a ti si te han mirado— le sonreí.
¿Esos que viene por allá?— preguntó.
—Esos son Baldr y Tyr, hijos de Odín.
— ¿Tyr el dios del combate?—preguntó entusiasmado Edward.
—Sí, y a su lado está Baldr, el dios de la belleza, él es muy gentil— Edward ahogó un gruñido.
—Detrás de ellos vienen Bragi el dios de la sabiduría, Heimdall el guardián de los dioses, Höðr el dios ciego, Vidar el que resuelve los conflictos, Váli es el dios de los arqueros, Ull el dios del combate cuerpo a cuerpo, Forseti el dios de la amistad y el último que sonríe a todo mundo y tiene cara de hipócrita es Loki el más intrigante, caprichoso pero es el dios de la suerte—Edward sonreía.
—Esto es mejor que una clase con Carlisle, cuando le cuente me va a envidiar— sonrió.
—Edward. No sabemos si vamos a volver.
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EDWARD
—No sabemos si vamos a volver— miré a Bella y por primera vez sentí preocupación. Todo era nuevo en este mundo. Pero no tener la certeza de nada me hizo sentir extraño. Perdido y fuera de lugar.
Algunas diosas pasaron a nuestro lado pero ya no prestaba atención, ¿Qué nos sucedería? ¿A dónde nos enviarían? ¿Y si nos obligaban a quedarnos? Este era el lugar de Bella, su hogar. Era yo el intruso, por mucha sangre de Thor que lleve en mis venas, yo pertenezco al mundo de los hombres.
Bella me llevó suavemente hacia adelante, a otro magnífico salón muy alto y con techos de plata. Allí en el centro estaba el señor de todos los dioses.
Odín era enorme, con una frondosa barba y vestido con una capa azul. Me atreví a elevar un poco la vista. No tenía un ojo, las leyendas eran ciertas. Dos cuervos uno a cada lado de sus hombros nos miraban fijamente
—Algo muy importante debe ser para que soliciten mi presencia con tanto apuro, me encontraba en la tierra de los elfos. ¿Thor?— preguntó mirando a su hijo.
—Eventos inesperados han ocurrido. Fui llamado al mundo de los hombres para enterarme que tengo un hijo… mitad humano.
— ¿Un hijo? No es posible, los dioses no nos mezclamos con mortales.
—Lo he traído a aquí para comprobar si es cierto— Thor nos señaló y Odín después de mirarnos se dirigió a los demás.
—Valkirias, regresad a sus labores, sólo los Aesir pueden permanecer en esta sala— su voz era firme pero no autoritaria, emanaba una seguridad paternal. –Te escucho hijo— miraba a Thor quien no se veía furioso ahora.
—En uno de mis viajes a la tierra, entoné una melodía y una mortal la escuchó.
—Los mortales no oyen nuestra voz— lo corrigió Odín.
—Ella lo hizo y cantó para mí. La visité dos veces. Luego la busqué en repetidas ocasiones pero no la pude hallar. Asumí que había ido al mundo de los muertos y no la volví a ver. Hace poco, oí su llamado. Me anunció que tenía un hijo mío a punto de morir. Estaba en una barca fúnebre pero no había pasado el umbral aún. Lo he traído para comprobar si es cierto— Thor parecía calmado.
—La comprobación es fácil. Pero ningún mortal puede pisar las tierras de los dioses, eso lo sabes bien hijo mío.
—Lo sé padre. Pero él no es del todo mortal.
—No lo trajiste sólo por lo que veo. La dama a su lado debe desaparecer, llevadla al mundo de los muertos— ordenó. Yo tomé a Bella de un brazo y la aferré a mí.
—Lo curioso Padre es, que la dama que vino con él fue antes la que gobernaba tu hueste de valkirias— Thor se mostraba ahora escéptico. Odín avanzó hacia nosotros Bella me soltó la mano y se arrodilló.
— ¿Brunild?— su voz era algo más cargada de emociones.
—Mi señor—saludó Bella.
—Ella es una desterrada— soltó Odín.
—Lo sé padre, yo mismo presidí ese juicio. Desterrada por desobedecerte ¿cierto?
—Le di una orden directa y se negó a obedecer.
— ¿Es cierto que le ordenaste matar a una mujer?— preguntó Thor.
—Era una bruja, una descendiente de la luna, del reino de las hadas, no era humana— gruñó Odín.
—Era humana, se llama Elizabeth y fue la mujer a quien amé—
Odín se quedó pensando sacó una daga de sus vestiduras y se acercó a nosotros. Instintivamente puse a Bella detrás de mí.
—Vamos a probar en primer lugar si eres lo que dicen— me ofreció su mano. Elevé la mía sin tocarlo, más arriba de mi muñeca, en mi antebrazo hizo un corte perfectamente recto. La sangre apareció, viscosa y extraña como siempre. Cuando era niño y Carlisle me llevó a una de las Galias mientras jugaba con unos niños caímos. Todos tenían una sangre roja brillante mientras que la mía era más oscura y parecía negruzca. Muchos se rieron y me decían que tenía sangre de jabalí.
—Tiene el color adecuado. Pero esta piel es extraña, ¿sangre de Dragón?—me preguntó.
—Fafnir— dije con seguridad. Él sonrió.
—No es del todo humano. Puede permanecer aquí si eso es lo que deseas hijo— miró a Thor.
—Yo no me separaré de Bella— dije con firmeza. Odín se giró a verme.
— ¿Bella? Ah, Brunild. Pues ella va a tener que volver, tú sin embargo eres de mi casta, te quiero peleando conmigo— su voz era suave.
—Sólo pelearé por ella—dije tratando de no mostrar emociones en mi hablar.
—Padre, te he respetado y obedecido siempre. Jamás me he enfrentado a ti ni he desafiado tu poder. Si él es mi hijo ¿Por qué trataste de matarlo?— Thor avanzó unos pasos.
—Yo jamás he tratado de matar a tu hijo, ni siquiera sabía que habías amado a una humana. Esa mujer había incitado a los hombres a servir a las hadas, era la esposa de un rey pagano, organizaba orgías— Odín empezaba a enfurecerse.
—Elizabeth era pura cuando la tomé— Thor habló con nostalgia.
—Actué por un llamado, encontré un castillo en llamas producto de una orgía, eso debía ser arrasado. Loky me ayudó…— Odín se giró de pronto a mirar a uno de los dioses que nos miraba de forma divertida. – ¿Tú sabías esto?— el suelo retumbó ante esa pregunta. Loky también tembló pero no perdió el buen humor.
—Quizás solo un poco— dijo con voz ligera.
— ¿Sabías que tenía un hijo en la tierra?— lo encaró Thor.
—Eres muy predecible amigo. Oíste un canto y caíste como un hombre. Quise ayudar a que esto no se vuelva contra ti. Pero ella no obedeció— señaló a Bella.
—Tú sabías todo. Fuiste quien decidió el castigo de Brunild—Thor no salía de su asombro. —Elizabeth estuvo todo este tiempo encerrada en Maldoror ¿fuiste tú quien la mantuvo allí?
— ¿Cómo podría?, yo he estado aquí por mucho tiempo— dijo con despreocupación.
—Aro, el rey y vidente de los vikingos de esa zona me dijo que Odín le pidió mantener a Elizabeth en el castillo— habló Bella con una voz suave y serena.
—Yo no le ordené aquello ¿Loky?— el aludido pegó un salto.
— ¿No era bueno que Thor vuelva a visitar a esa dama verdad?— dijo el dios irreverente.
—Has actuado en un tema delicado sin consultar a nadie, has ocultado información y has puesto la vida de uno de mis descendientes en peligro. Te ordeno que permanezcas en Niflheim el reino del frio y la nieve por una temporada, muy larga. No quiero verte por aquí— gritó Odín.
—Lo que usted diga mi señor— Loky hizo una reverencia pero no se movió.
—Gran dios— dijo Bella titubeante.
—Serás restaurada a tu antiguo cargo, desobedeciste pero salvaste con ello la vida del hijo de mi hijo—Empecé a desesperarme, si Bella era otra vez una Valkiria no podría estar conmigo. Aunque tal vez eso a ella le gustaría.
—Gracias. Pero tengo algo más que informarle mi señor. A mi destierro me acompañó la más joven de las nornas, por voluntad propia. Ella recordó hace poco su ultima profecía a cerca del Ragnarok "El fin está cerca. Un híbrido será el único que pueda derrotar al gran dios, una mezcla de sangres reales una criatura invencible, al que nada traspase. Sin corazón y sin alma. Llegará el día en el que la Tierra y el Mundo de los Dioses sean uno solo. Y todo arderá, todo arderá— Bella recitó los versos con una dulzura que jamás le oí, parecía que quería quitarle importancia a su revelación.
—Lo he escuchado antes— dijo Odín sin demora. –Estoy al tanto de cada una de las profecías, hasta de la más pequeña de mis nornas— él sonrió un poco.
—Si gran dios. Pero ella, me reveló también que Angrboda dejó Asgard llevando el hijo de un dios en sus entrañas— Odín la miró ofuscado.
—Eso es… una verdadera revelación— entonces vi a Loky abandonar la sala, nadie más se percató de eso. —Heimdall, te encomiendo a ti que localices a esa giganta, parte inmediatamente en su búsqueda— ordenó Odín, el dios hizo una reverencia y se marchó presuroso.
—Padre, en vista que se ha probado mi familiaridad con este joven, quisiera decidir sobre sus destino y el de su compañera— Thor se adelantó mientras que Odín permanecía pensando.
—Está bien. Que tu juicio sea respetado. Hay mucho que restaurar aquí— dio unos pasos hacia adelante y posó su pesada mano en uno de mis hombros.
—Me hubiera gustado combatir a tu lado, pero estoy seguro que no hay nada en el cielo o en la tierra que te obligue a hacer aquello que no deseas— me sonrió y salió presuroso seguido por una gran legión de dioses.
En aquella sala de descomunales proporciones solo quedamos Thor, Bella y yo.
—Podría devolverte tú anterior puesto así como a tu amiga— empezó Thor mirando a Bella. –Pero creo que lo rechazaras— esperaba una respuesta.
—Gracias señor de los rayos, pero mi lealtad ya no está con los Aesir ahora— dijo ella sonriendo.
—Puedo notarlo. Entonces es a ti a quien debo preguntar, hijo mío. ¿Deseas quedarte aquí, en la morada de los dioses o regresar al mundo de los hombres? No decidas por las ataduras, tu madre está bien ya me encargué de ello. Asgard te ofrece múltiples oportunidades y un lugar especial para ser recordado por los hombres. Yo te enseñaría a usar los elementos y a dirigir el curso de los diversos mundos. En la tierra sin embargo serías libre de elegir tu camino, cada hombre tiene esa facultad, pero es una vida corta— Sentí la mano de Bella sujetar con más fuerza la mía.
—No tengo que pensarlo— dije decididamente.
—Es tu parte humana la que habla con premura pero a veces nuestros primeros impulsos son los correctos— miré a Bella que me sonreía.
—Decidimos vivir esa corta e intensa vida humana, no más, no menos— Thor sonrió.
—Lamentablemente deberé quitar sus memorias antes de volverlos a la tierra — me sobresalté. –Calma, hay fuerzas contra las que no se puede luchar ni con magia, sólo perderán el recuerdo de lo que presenciaron aquí— asentí, era lo justo. –Los dejaré, exactamente en el lugar que los encontré— me giré hacia Bella y le tomé ambas manos, su sonrisa me decía que había hecho lo correcto.
Fuimos otra vez envueltos por una blanca nube, en ningún momento cerré los ojos y no los aparté de la mujer que amaba con toda el alma.
Pronto sentí un frío penetrante
¿Había dicho en el lugar que los encontré?

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