21 enero 2013

Cap 18 Valkiria



CAPÍTULO 18

VERDADES

EDWARD
Llegamos al campo de batalla, la lucha ya había comenzado, Jasper y yo nos separamos buscando diezmar al ejército invasor.
El sol estaba en lo alto cuando Jasper cayó de su caballo. Lo saqué del campo y lo llevé hacia una cueva.
Al entrar en ella todos mis recuerdos volvieron. Me golpearon como el más duro de los martillos. Aquí, Bella y yo hicimos el amor muchas veces, estas paredes habían sido testigos de nuestra pasión.
—Maldición creo que me rompí una costilla— se quejó mi amigo.
— ¿Puedes mantenerte aquí mientas terminamos la lucha?— le pregunté.
—Si claro, el herido estorba— trató de reírse de sí mismo.
—No eres sólo un herido más, eres un rey. Te debes a tu pueblo y por él debes salir vivo de esta batalla— le sonreí.
—Si muero…
—No pienses eso.
—Pero si muero… podrías… ¿me harías el favor de transmitir un mensaje?— preguntó. Me pareció ridículo.
—Jasper, nadie muere de una costilla rota— me reí.
—Soy previsor, me ayudará a estar más tranquilo— se quejó.
—Está bien, soy todo oídos— le dije y me acomodé a escuchar su confesión.
—Dile a Rosalie que sólo quiero que sea feliz, sin importar con quien, rey o plebeyo. Y a ella… dile que la amo con todo mi ser… que demoré mucho en darme cuenta que es única mujer que he amado— miró a otro lado avergonzado.
— ¿Ella?— pregunté temiendo lo peor.
—Alice. Mi dulce Alice— suspiró mi amigo.
—Vaya, creí que…— en realidad casi estaba seguro que se refería a Bella.
— ¿Bella? No, ella es hermosa pero no es a ella a quien amo— confesó
—Más te vale— le dije como amenaza, él sonrió.
—Pero tú sí ¿Verdad Edward? Lo veo en tus ojos cuando la miras, has tratado de atrofiar tus sentidos con el licor para no aceptarlo. ¿Desde cuándo la amas? Apenas la conociste hace unos días— se quejó.
—No es cierto. Yo la conocí antes. No lo recordaba. Yo le juré volver, y la olvidé— le confesé.
— ¿La poción?— preguntó.
—Si— dije.
—Encerraré a Victoria en un foso por el resto de sus días. Si tú no hubieras olvidado… nada de esto estaría pasando.
—Los caminos se tuercen a veces amigo, debo volver a la batalla. Quédate aquí— lo amenacé.
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ALICE
Las vi desaparecer a ambas en el agua, no sabía qué hacer más que sujetar la cuerda a la que Bella iba atada y gritar para que me ayudaran, desgraciadamente yo no tengo mucha fuerza y esta tormenta no era normal.
Lo sentía en el viento, una poderosa fuerza más grande que cualquier otra se cernía sobre nuestras cabezas, impidiéndonos avanzar.
Hay cosas contra las que es imposible luchar, y menos desde nuestra posición de exiliadas. Habíamos trasgredido las reglas, éramos dos proscritas en esta tierra. ¿Por qué la seguí? ¿Por qué vine a este mundo?
No recuerdo bien cuando la conocí, mis memorias casi se borran, sólo sé que ella siempre fue mi única amiga. No era como las demás valkirias, ella no se ufanaba de su posición, ni menospreciaba mi trabajo. Y yo sólo era la menor de las nornas, a quien casi nunca preguntaban, a quien no tomaban en cuenta para las grandes predicciones.
Pero yo sabía que ella caería aún antes de desobedecer, el día que Odín la llamó para bajar a la tierra, yo la vi decidir entre matar mortales y desobedecer. Y entonces supe que ella sería castigada. Jamás nadie le había pedido a una Valkiria matar, ellas sólo recogen a los que ya están moribundos. Y Bella tenía un corazón a pesar de ser inmortal, tal vez no latía como el que hoy tiene, pero ella no sería capaz de semejante acto cobarde.
Esta tierra me divertía mucho, había más cosas que observar que en Asgard, los hombres y las mujeres me agradaban, siempre con sueños, ilusiones.
Una vida corta e intensa, es mejor que una larga y vacía.
Pero cuando conocí a Pet… no a Jasper, pude sentir los latidos de mi corazón por primera vez. Alguien que no sabía que existía pero que ya estaba esperando… y me hizo esperar mucho tiempo. Y él se mostró tal cual, sin las ropas de rey y sin esa corona, él es el hombre más maravilloso que existe. Tal vez el peso de su reinado sea lo que le hace actuar así.
Las vi aparecer, Bella y Elizabeth estaban bien. No me di cuenta cuando solté la cuerda, los marinos jalaban con fuerza. No tenía frío a pesar de estar completamente empapada, era extraño.
De pronto las imágenes surgieron muy rápido, busqué con mi ojo visor a Jasper, él cabalgaba con el rostro contorsionado y la espada en mano hacia un hombre que blandía una lanza. Pero la lanza inició su camino antes que mi caballero pudiera llegar, rasgó el viento y con un ruido sordo cayó en su blanco. El hombre herido cayó de bruces, su cabello cobrizo, sus quejidos… Edward estaba herido de muerte.
— ¡Alice, Alice!— las manos mojadas de Bella estaban en mis mejillas, sus ojos trastornados me miraban.
—Lo van a herir, una lanza lo atravesará.
— ¿Edward?— gimió mi amiga. — ¿Cómo se detiene a la muerte?— preguntó
—No se le detiene y tú lo sabes bien Bella— era una locura que pensara en eso.
—No puedo dejar que Edward vaya al Valhala— sollozó mi amiga.
—No debe ir allí. ¡No mi hijo! Eso es lo que quiere Odín— Elizabeth lloró, ambas la miramos, había algo que no nos había dicho. Ella enjugó sus lágrimas y nos miró profundamente.
—Edward… no es hijo de mi esposo muerto. Yo nunca dejé que me tocara un mortal. Edward… es hijo de mi amante… es hijo de Thor— ambas nos miramos con la boca abierta. Por Yggdrasil* eso era algo terrible.
—Odín quiere a Edward en el Valhala… ¿Porque es un semidiós?— casi grité.
—Tiene miedo que se ponga en su contra ¿Cuáles fueron las ultimas profecías Alice? ¿Las del ragnarok?— preguntó Bella.
Recordé los versos que salieron de mi boca hace tiempo, aquellos que mis compañeras no consideraron en el gran libro

El fin está cerca.
Un híbrido será el único que pueda derrotar al gran dios,
Una mezcla de sangres reales
Una criatura invencible, al que nada traspase. Sin corazón y sin alma.
Llegará el día en el que la Tierra y el Mundo de los Dioses sean uno solo.
Y todo arderá, todo arderá...

—Pero Edward sí tiene corazón, yo lo sé— chillo Bella.
—Odín piensa que el hibrido es Edward… pero hay otro más…—dije recordando
— ¿Quién?
— ¿Recuerdas a Angrboda?
— ¿La vieja norna?
—Sí, ella fue echada de Asgard hace mucho, nadie más lo sabe pero ella estaba embarazada cuando se fue…
— ¿Qué hay con eso? Es una divinidad, si el padre es un Dios…
—Ella no era una norna… era una Jutun, la última de su especie maldita… de esa unión sólo saldrá un ser sin corazón y sin alma…
— ¿Cuánto tiempo tenemos? ¿Cuánto falta para que hieran a Edward?— preguntó Elizabeth.
—Hoy, antes que el sol se oculte— dije con decisión.
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JASPER
Caí en un sueño profundo, al despertar todavía podía oír los chasquidos de las luchas, pero esos sonidos eran conocidos, los cascos de los caballos… sonaban a mi ejército, sólo en Burgundia se hacen herraduras al estilo griego.
Me levanté como pude, mi ejército estaba aquí.
Salí de la cueva para encontrarme con un panorama deplorable. Mi ejército de Burgundia luchaba ahora contra el de Islandia. Mis generales, mis capitanes arremetían contra mis amigos.
Caminé con dificultad hasta llegar cerca, un capitán de Burgundia pasaba veloz.
— ¡Gundemar!— lo llamé, al instante él se giró hacia mí, llegó a mi lado y descendió.
—Mi señor— se arrodilló.
— ¿Porqué Burgundia ataca a mi ejercito de Islandia?— pregunté furioso.
—Señor, sólo obedecemos órdenes. El general James nos dijo que la reina de Islandia lo tenía prisionero. Llegamos aquí a liberarlo.
—Dame tu caballo y avisa a los demás hombres. Islandia no es el enemigo, James es un traidor— subí al caballo aunque me dolía el costado. Mi ejército no se detendría hasta que me vieran.
Divisé a James a lo lejos, estaba peleando con Emmett. Hacia allí me dirigí a todo galope.
— ¡James!— le grité furioso, pude ver que muchos de mis hombres Burgundios dejaban de luchar al verme pasar. El traidor logró arrojar a Emmett de su caballo y huyó.
—Paren esta lucha, Islandia no es el enemigo. ¡Alto!— les grité a los hombres a mí alrededor.
Salí a perseguir a James. A lo lejos lo divisé, traía una lanza pero no era a mí a quien se dirigía.
Apuré el caballo, casi estaba sobre él, saqué mi espada y salté a su caballo pero el lanzó su arma antes que yo pudiera detenerlo. Caímos al suelo rodando, sentí un fuerte dolor, busqué mi espada y lo atrapé contra una roca.
—Maldito ¿Para quién trabajas?— le pregunté.
—Para ti mi señor— sonrió.
—Eres un traidor, confiesa— puse la hoja de mi espada en su cuello.
—No sirvo a nadie más que a ti Jasper, todos estos años han sido únicamente para servirte— sonrió.
— ¡Edward! ¡Edward! ¡No!— Escuché gritar a Emmett, miré un momento sobre mi hombro. Edward estaba tirado con la lanza atravesándole la espalda.
— ¿Por qué? Habla o te mataré aquí mismo— amenacé a mi subordinado.
—Ahora eres el hombre más poderoso de la tierra, tienes tres ejércitos muchacho. El tesoro de los nibelungos el todo tuyo, yo no busco otra cosa que verte coronado como el amo de la tierra— el tipo estaba demente.
— ¿Qué ganas tú en esto?— poco a poco se iba reponiendo y levantándose.
—Orgullo, eso es lo que gano. Ya deja de hacer drama y libérame, celebra tu poder. Lo tienes todo en bandeja de plata, te lo dimos todos estos años, vivimos para ti, para ustedes— lo golpeé y cayó al suelo otra vez.
—No sobre mis amigos, eres un traidor, tratas de engañarme, eres tú el que quiere coronarse amo del mundo.
—No mi muchacho, no.
—No soy tu muchacho, te degollaré aquí mismo— amenacé.
—No serías capaz de matar a tu padre…— retrocedí un poco por la impresión.
—Mi padre está muerto— dije furioso.
—No hijo, no es cierto. Victoria y yo somos tus verdaderos padres. Ella se acostaba con el rey y el muy estúpido creyó que eran sus hijos. Luego envenenamos a la reina y ustedes quedaron a cargo de Vicky como su nana. Fue fácil acabar con el rey en una batalla. Desde entonces no he hecho más que luchar por ti. Tú eres quien debe gobernar el mundo, mírate, eres hermoso, joven, valiente…
—Estás loco— tomé mi espada para darle un golpe.
— ¿No serás capaz de matar a tu propio padre verdad?
—Tú no eres mi padre, eres sólo un demente asesino y traidor. No seguiré nunca más ninguno de tus consejos, yo no soy como tu— cerré los ojos y asesté el golpe. La cabeza de James se desprendió de su cuerpo limpiamente. Ya tendría tiempo más tarde para procesar lo que me dijo, pero no podía permitir que siga viviendo e infectando el mundo con su presencia.
Corrí hacia donde estaba Edward.
—No responde, debemos romper la lanza para llevarlo al castillo—dijo Emmett.
No entendía cómo era posible que hubieran herido a Edward, yo mismo había visto antes una espada caer en su carne y era como piedra. Pero todos de alguna manera tenemos un punto débil.
Ordene a ambos ejército después que me hubieron vendado el pecho, e iniciamos el camino de regreso al palacio de Islandia.
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BELLA
Como si tuviera los segundos contados empecé a hacer que el barco avanzara, bajaba y subía las velas cuando el viento cambiaba. No sabía qué hacer, me sentía tan impotente.
El sol empezó a declinar y un fuerte viento llegó del sur, nos impedía avanzar.
—Prepárenme un bote— grité a los marinos.
— ¿Te vas?— dijo Alice.
—No soporto esto, asegúrate que Elizabeth llegue pronto, pasaré la noche remando, el viento no deja avanzar la barca pero un pequeño bote puede llegar más rápido.
—Pero la corriente…
—Nadaré si es preciso, no lo dejaré morir sólo— el dolor se iba apoderando de mí.
Casi tenían el bote en el agua cuando escuché el chillido de Alice, eso sólo significaba que Edward estaba herido.
—Demasiado tarde, no pude llevarla a tiempo— me acerqué a Elizabeth. –Voy a llegar a él, me necesita— le dije casi llorando.
—Te daré el tiempo justo. No se puede detener a la muerte pero sí distraerla— sonrió, no en tendí sus palabras.
Salté hacia el bote y tomé los remos. Ni siquiera la hueste de la muerte podría detenerme hoy.

*Yggdrasil: Árbol de la vida en la mitología nórdica.

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