21 enero 2013

Cap 13 Valkiria



CAPITULO 13

NOCHE DE BODAS

BELLA
La boda fue… un contrato, un simple y vano contrato que me unía al reino de Burgundia más no a ningún hombre.
Yo no sería mujer de Jasper ni de nadie más.
— ¿Bella?— llegó detrás de mí.
— ¿Qué quieres?— le grité.
— ¿Qué te sucede? ¿Por qué saliste así de la fiesta? ¿Por qué rompes los jarrones?— me miraba contrariado.
—No me pasa nada, hago lo que quiera en mi reino— le grité
—Está bien— levantó los brazos. —Vamos a dormir si es lo que deseas— sugirió
—Me voy a dormir pero en mi alcoba, disfruta la tuya— dije a punto de dejarlo sólo.
— ¿No compartiremos la cama?— me dijo algo molesto.
—No, creo que todo quedo sobre entendido en nuestra última entrevista— le dije
—Yo quiero herederos— me reclamó.
—Pues vete buscando otra esposa porque yo no pienso tener hijos tuyos— le sonreí, idiota engreído.
—Estamos casados, creí que eso quedaba sobrentendido en nuestro contrato.
—Nuestro contrato no dice nada de herederos, solo es un mero papel que te acredita a compartir conmigo las riquezas y apoyo de mi ejército— le recordé.
—Pero gané la justa, ahora soy tu marido, la mujer…le debe respeto y obediencia a su esposo— reclamó. Solté una carcajada envenenada.
—No sé que es más ridículo…tu supuesto triunfo o que pienses en que te voy a respetar y obedecer— me acerqué a hacerle frente.
—Ambos son legales. Te gané y eres mi mujer— casi gritó alzando una mano para tomar mis cabellos.
—Ni lo uno ni lo otro. Piensa bien lo que dices…— lo tomé de ambas muñecas y con fuerza le hice arrodillarse.
— ¿Bella?— me increpó.
— ¿Algún problema oh mi fuerte esposo?
—Suéltame, estoy algo bebido—se quejó, solté mi agarre y él se levantó asustado.
— ¿El hombre que sobrevivió a su desafío no puede sobrevivir a su noche de bodas? ¿O es que eres un farsante?— le reclamé con ironía.
—No me vas a llamar así, me debes respeto— dijo haciéndome girarme. Lo tomé de los hombros y lo tumbé en la cama boca abajo mientras hacía que sus brazos crujieran a su espalda. Con gusto los rompería pero mi amiga estaría triste mañana.
—Te contaré un secreto— inicie una conveniente mentira. –El cinturón que traigo puesto fue un regalo de los dioses, aquí se concentra mi fuerza, si logras quitármelo tendrás una esposa sumisa— lo solté. Se levantó con dificultad. Caminé por la habitación mientras él estaba dudando si intentar quitármelo o no. Dio un salto hasta tocarme. Tomé su débil brazo y lo lancé al piso sin poder evitar que me rompiera una de las mangas de mi vestido.
—Jamás, óyeme bien, jamás te atrevas a tocarme o no volverás a respirar—tomé una de las sábanas, lo até firmemente, sus manos quedaron inmovilizadas, miré dónde sería bueno colgarlo hasta que encontré una de las vigas de la imponente cama. Salté con el cuerpo de Jasper y lo aseguré bien. Quedó como una rama de muérdago, pendiendo de la cama.
—No puedes dejarme así… bájame— gritó.
—Eso es lo que recibirás cada noche que permanezcas aquí si vuelves a tocarme… — le dije y salí como alma que lleva la muerte.
Al bajar me encontré con Alice y Edward tomando licor, me sorprendió verlo allí y me agradó que no estuviera… en su noche de bodas. Me fui a mi habitación para poder dormir a gusto lejos de estos dos hombres que me volvían loca.
.
.
EDWARD
Que ganas de demostrarle a la reina que podía derrotarla una vez más pero los ojos de Jasper me rogaban que mantuviera mis distancias. Ella salió echando humo y yo me quedé sentado en la arena de lucha unos minutos más. ¿Cómo supo lo de mi espada? ¿Cómo sabía que soy inmune al metal de estrella? Pero lo más importante ¿Cómo podía saber que yo no combatía de manera plena?
Miré a la mesa principal, Jasper ya no estaba, seguro fue tras la reina. Rosalie me miraba apenada.
Caminé hacia ella para entrar a la torre, cuando llegamos a nuestra habitación Rosalie me ofreció una copa de vino pero cuando la preparaba oí que algo se rompía. Me acerqué y vi unos cristales en el piso, ella se inclinó y lloró. Debía estar nerviosa.
—Cálmate, llamaré a alguna doncella para que lo limpie— salí de la habitación y refrené mis intenciones de seguir el estrecho pasadizo que conducía a las habitaciones de la Jasper. Si, nuestras habitaciones estaban en dos torres diferentes unidas por una larga escalera.
Cuando llegué al salón olvidé a Rosalie y tomé como nunca una botella de alcohol, no encontré vaso y la tomé como ebrio de taberna.
— ¿Nervioso?— escuché una vocecilla detrás de mi casi me atraganto. Era la pequeña que había conocido una vez, la que vino a mi habitación a buscar a Peter, creo que era doncella personal de la reina.
—Creo que necesito valor— confesé. Puso dos vasos en la mesa haciéndole señas para que le sirviera. A pesar de no haber bebido jamás con una mujer le hice caso. Cuando íbamos por la tercera copa me animé a hablarle, ella se veía triste.
— ¿Por qué bebes?
—Destino cruel, soy la encargada de quedarme de guardia a ver si les falta algo en su noche de bodas—soltó una triste carcajada. –Tengo ungüentos, apósitos, árnica y mucho licor— volvió a reír sin alegría.
—Pareces mas lista para un combate— murmuré.
—Estoy completamente lista para atender al rey Jasper— se veía algo turbada por la bebida. –Espero que Bella no le rompa muchos los huesos— ahora si rió de verdad. Abrí los ojos por su comentario. –Ella me prometió no hacerle mucho daño… espero que no lo mate…eso… eso… sería una pena— puso su vaso con demasiada fuerza sobre la mesa y me pidió más licor.
—Creo que si estas de guardia no deberías tomar tanto— le dije echando más licor a su vaso.
—Es una guardia voluntaria… además nunca he bebido… a lo mejor me ayuda. ¡Bella no mates a Jasper!—gritó. Entonces escuché pasos bajando las escaleras.
— ¿Qué haces aquí?— era Rosalie que llevaba una bata transparente.
—Estoy brindando con mi amigo— sonrió Alice.
—Edward te estoy esperando— Rose se veía molesta.
—Pues sube y sigue esperando, Edward todavía no encuentra su valor— se rió la pequeña a mi lado. Casi río con ella pues el licor también me estaba afectando.
Rose tenía los ojos llenos de lágrimas y subió sin decir nada.
—Oh creo que mi lady se enfureció, espero que no te rompa muchos huesos— dijo la muchacha. –Por cierto soy Alice, tu no me conoces pero yo sí. Oí hablar tanto de ti y pensé que te querría cuando te conociera pero eres un hombre ordinario, un perro como tu amigo Jasper— me ofreció su mano y no supe cómo interpretar eso.
— ¿Oíste hablar de mi?— pregunté algo confundido a lo mejor los bardos llegaron antes que yo...
—Edward esto, Edward lo otro. Parecías el hombre perfecto. Hasta yo la alenté a esperarte aunque no te veía venir. Cuando pasaron las 6 lunas ella empezó a entristecer, se paso un mes encerrada mirando el horizonte pero tú nunca te apareciste. Embustero, igual que tu amigo Jasper— me acusó.
—Pero… yo, no tenía porque venir— le dije más afectado por el licor.
— ¿Lo ves?, mentiroso y embustero, haciendo promesas que no pensabas cumplir, igual que tu amigo…ese…ese…— de pronto oímos pasos fuertes que bajaban la escalera. La reina estaba de pie ante nosotros, tenía uno de las mangas de su vestido rasgado y el cabello revuelto.
— ¿No me digas que lo mataste? Lo prometiste— balbuceó Alice a mi lado.
—Sólo por ti no le di muerte será mejor que lo bajes o podría morir— me dio una mirada intensa y se marchó corriendo.
—Todavía te quiere— me dijo Alice tratando de levantarse.
— ¿A mí?— pegunté estupefacto.
— ¿A quién mas tarado? Hombres tenían que ser, seres viles y sin corazón. Ahora muévete y vamos a salvar a Jasper antes que muera— trató de caminar hacia la escalera pero trastabilló— estaba loca.
—Voy sólo, ve a dormir— le dije.
—Sí, será mejor que no vea al canalla ese, suerte en tu noche de bodas idiota ya que te olvidaste de las noches que pasaste con Bella en aquella cueva— se fue dando tropezones y yo me quede clavado en el piso. ¿Mis visiones y sueños nocturnos no eran sólo una ilusión? ¿Cómo sabía ella que yo soñaba con Bella en una cueva? Ella era medio adivina, a lo mejor confundía el futuro con el pasado con sus visiones. ¿Y si esas visiones eran del futuro? Bella y yo en una cueva. Solo pensarlo me estremecía.
Caminé con lentitud hasta la habitación de mi amigo, las puertas estaban abiertas, entré con cautela hasta que pude ver a Jasper colgado de una de las vigas más altas. Sonreí sin querer.
—Deja de reírte como un tonto y bájame— exigió Jasper. Fui a pedir una escalera porque no confiaba en mis reflejos con media botella de licor encima. Casi al amanecer pude bajarlo.
—Ya casi no siento las piernas— se quejó él.
— ¿Qué pasó?— Le dije sin burlarme, ya se me había pasado la embriaguez.
—Nada. No me dejó entrar en la cama, no quiso que la tocara, traté de razonar con ella pero es más fiera que una gata… me reclamó… me insultó… ella tiene sus dudas, sospecha que no fui yo el que la venció— dijo muy molesto. El corazón se me aceleró. —Dice que dormiremos en habitaciones separadas, que solo espere una alianza con este reino y que no puedo disponer del ejército y de las riquezas a mi antojo— se quejó mi amigo.
—Porqué tenía la ropa rasgada— le reclamé.
—Traté de… olvídalo— me dijo mirándome. ¿Y tu porque llevas las ropas de la boda? ¿No has pasado la noche con mi hermana?— pregunto y entonces recién recordé a Rosalie.
—Bajé a tomar algo y entonces me encontré con… Alice, tomamos unos tragos y me olvidé de subir— traté de excusarme pensando que él enfurecería.
— ¿Estuviste hablando con Alice? ¿Qué te dijo? ¿Me odia?— preguntó muy interesado.
—Creo que sí. A cada momento se refería a ti con un insulto. ¿Qué le hiciste?— pregunté.
—Es una larga historia.
—Pues se veía molesta aunque decía que estaba de guardia y que le había pedido a la reina que no te matara— su rostro cambió y casi pude ver una sonrisa.
.
.
ROSALIE
El día de mi ansiada boda había llegado y mi corazón no latía emocionado aunque traté de engañarme todo ese día. Podía sentir como Edward miraba a la reina más que a mí y cuando ella pasaba sus ojos sobre mi esposo parecía odiarlo.
Los vi combatir, parecían estar hecho el uno para el otro, él fuerte y ella desafiante pero no sé porque Edward se dejó ganar.
Llegamos a nuestro s aposentos y no sabía qué hacer, últimamente Edward rehuía de mí. Sabía que la poción estaba dejando de hacer su efecto y debía darle otra dosis hasta marcharnos de aquí como me indicó Victoria pero no podía.
Si me iba a amar que sea por voluntad, no le daría nada esta noche. Pero la duda me asaltaba ¿Y si de pronto él recordaba? ¿Y si se marchaba y me repudiaba como bruja? De todas formas sería terrible que me abandonara ahora que ya estábamos casados, no podría soportar ser una mujer abandonada. Tal vez sólo un poco más de tiempo juntos, si le daba un hijo estaría atado a mí con o sin poción y tendría deberes, si me abandonaba entonces sería él el culpable y yo quedaría como una mujer respetable. Mi hermano me ayudaría.
Decidí prepararle una vez más la bebida de siempre, tres gotas de la poción en su vino. Mis manos temblaban y la pequeña botella se me escurrió de las manos y fue a dar justo a la parte que no tenía alfombras en la habitación. Escuché graznar un cuervo a lo lejos. Me agaché a recoger los trozos de la botella para ver si aún quedaban por lo menos tres gotas de la poción para que mi vida no se derrumbara.
Edward entró y al ver la escena me dijo que no debía hacerlo y fue por alguien que limpiara mi desastre, no lo detuve pues todavía estaba buscando el fondo del frasquito, lo vi en una esquina, unas gotas se habían salvado, las recogí y las vacié por completo en el vaso de vino de Edward. Me sentía como una impostora, una desgraciada mentirosa. Lloré y me encogí en la cama esperando a mi esposo. Me quedé dormida unos momentos y de pronto me incorporé asustada, soñé que unos cuervos tiraban de mis cabellos. Edward no había vuelto así que bajé por él.
Lo encontré en la sala de distribución libando licor con… la mucama de la reina. No entendía que pasaba tal vez había recordado y ahora definitivamente no me quería. Cuando le reclamé su abandono me humillaron y se rieron de mí.
Él ya no me veía como antes, sus ojos eran recelosos, estaba recordando lo sabía. Subí a llorar y otra vez me quedé dormida.

0 comentarios:

Publicar un comentario