21 enero 2013

Cap 12 Valkiria



CAPITULO 12

HUMILLLADA

BELLA
Cuando vi sus ojos a través del yelmo mi corazón empezó a latir desesperado.
Sólo él, sólo Edward podía vencerme así. Y esos ojos verdes, hermosos e inconfundibles me miraban.
Estaba tan cerca.. se incorporó, temblé esperando que se quitara el yelmo pero me dio la espalda y se perdió de mi vista. Todas las miradas estaban puestas en mí. No sabía porque se había alejado.
De pronto volvió y cuando ya casi no podía respirar por la espera el rostro que vi fue otro. Era el rey de Burgundia, el estúpido que engañó a Alice.
Edward me había entregado a él.
No le bastaba con humillarme fingiendo no conocerme, me estaba entregando a otro.
Me levanté con el poco orgullo que me quedaba y le planté cara al ganador oficial del torneo.
—Has ganado, la boda será en dos días, luego de eso, el reino será nuestro— caminé como pude hasta perderme en las escaleras que daban a mi torre personal.
Llegué hasta la cumbre y me derrumbé cuando nadie podía verme y entonces como la más común de las mujeres lloré.
Las gotas calientes bañaron mi rostro y maldije una y mil veces el destino, el amor y todas las debilidades humanas.
Si me estaban viendo allá en lo alto, ahora podían estar satisfechos, Yo sufría, tenía el corazón roto y todas mis esperanzas quebradas. No me quedaba nada.
Lloré hasta que las lágrimas se agotaron, lloré para sacar este dolor tan grande quise botar todo con cada lágrima pero mientras más lloraba, más me dolía.
Entonces sentí unos brazos que me confortaban, unas pequeñas manos que acariciaban mis cabellos.
—Todavía nos tenemos la una a la otra, no estás sola Bella— la miré y también lloraba, a ella también le dolía aunque quizás no tanto como mí.
—Edward me ha entregado a él, fue Edward el que me venció. No me ama, me mintió para conseguir lo que quería… matar su dragón y obtener su reino.
— Sabía que no había sido Jasper— susurró.
— Edward me ha usado... Jasper, te usó a ti para conseguir lo que quería… el reino, esta estúpida corona. Ellos dos se confabularon y nos les importó hacer lo que sea para sus propósitos. Quisiera matarlos y empalarlos en esta torre pero no podría darle muerte a Edward…—
—Yo también quise matarlo cuando me enteré que me había mentido, mira como caímos, a pesar de nuestra superioridad, con miles de años humanos de existencia, caímos en sus redes. Ahora nos han roto el corazón y ni tu fuerza ni mi don pudo evitarlo ¿qué haremos Bella?— sus ojitos también se nublaron.
—Pues de la única manera que se puede enfrentar las cosas… de frente— le dije.
— Tienes razón pero somos más fuertes, resistiremos—me sonrió limpiando sus lágrimas. — ¿Entonces te casarás con Jasper?— me miraba con reticencia.
—Resistiremos. Me casaré con el rey de Burgundia… aunque nunca dije que sería la mujer del hombre que desposara— le sonreí y ella pareció aliviada.
— ¿Entonces?— preguntó desconcertada.
— ¿No puedes ver el futuro acaso?— le pregunte.
—El futuro no es como una biografía escrita, va cambiando a medida que decides, aún así mis visiones son oscuras y terminan en tragedia… la mayor parte de veces. La adivinación es poderosa pero limitada y no todas las preguntas tienen respuestas— me miró un poco más animada
—Dame una profecía para el futuro y te diré la manera de enfrentar el presente— nunca antes le había pedido que mirara.
Cerró los ojos y se concentró en sus visiones, al principio sólo parecía serena, luego movió los ojos en distintas direcciones como si mirara cosas.
—Lejos… muy lejos… cruzando el mar del norte, está la que sabe… sólo ella puede salvar a su hijo… solo ella puede detener el trágico final que viene. La muerte viene, está cerca, llegará antes que el hielo se derrita. Viene... por Edward— abrió los ojos de pronto y casi cae de espaldas. La sujeté.
—Alice, yo odio a Edward o al menos trato de hacerlo pero no puedo dejar que se lo lleve, no sin luchar. Ahora es el momento de iniciar el rescate. Dile a Emmett que venga, lo necesito. Tú ayúdame a preparar la boda, alista todas esas tonterías de los festejos y las comidas. Tendré una corta entrevista con el rey de Burgundia hoy por noche después de eso no lo veré hasta la ceremonia.
—No lo odias, no podrías. Yo tampoco puedo odiar a Jasper—
—Lo sé— le sonreí
—Bella, no se cruza el mar para salvar a alguien que no ames— me sonrió también, a mí se me borró la sonrisa. — Sabes… hay algo raro que no te he dicho… la hermana de Jasper… Rosalie, andaba con una bruja. Yo la espanté, usé a mis aves y salió corriendo del castillo pero hay algo que ellas tienen, un secreto que esconden…
—Averigua lo que puedas, tal vez sirva de algo. Vamos, debemos parecer tranquilas— nos pusimos de pie y salimos a enfrentar lo que viniera.
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JASPER
Me encontraba sólo en medio de la pista de combate. La reina me anunció la boda y se fue. Todos me miraban. Entonces sentí a mi espalda unos pasos.
—Felicitaciones rey Jasper, soy Emmett el general de Islandia— me sonrió con sinceridad. —Démosle un fuerte aplauso a nuestro futuro rey— pidió a la gente, muchos aplaudieron y sonreían. —Encontrarás que lo único frio aquí es el clima, somos un pueblo feliz— volvió a sonreír acompañándome fuera del ruedo.
—No pienso vivir aquí— aseguré. Aunque no era cierto, por Alice viviría hasta en la punta de una montaña. Alice…
—Pues es una lástima, la reina no quiere abandonar este lugar y no creo que haya alguien que la pueda forzar a nada— soltó una carcajada.
—Tendrá que obedecerme— dije muy serio.
—Ten cuidado Jasper, no hay nadie en el mundo que le diga a Bella que hacer, podría sacarte la cabeza mientras duermes, a mi me amenaza seguido— murmuró
—Pero los hombres llevamos la razón…—
—Eso es cruzando el mar, aquí las cosas son diferentes, ni Bella ni Alice son mujeres comunes, no hay dos como ellas— soltó una carcajada.
— ¿A qué te refieres?— pregunté.
—Ellas son… creo que nadie te lo ha dicho…
—He oído que son brujas— le solté.
—No, son mucho más que eso. Bella es fuerte y fiera pero tiene corazón. Alice es… Alice— siguió riendo. –Esa enana es más tenebrosa que Bella, a mí me da más miedo que la reina, cuando tiene esas visiones no dudo y le obedezco.
— ¿Es una vidente?— pregunté confuso.
—Es una más de sus cualidades… puede intimidar al guerrero mas fuerte con sus palabras, tiene el don de la profecía y ninguna bruja o hechicero puede con ella. Dentro de ese cuerpito hay más fuerza que un volcán— sonreía muy orgulloso.
— ¿Ella y Bella son hermanas?— pregunté.
—No lo sé pero vienen del mismo lugar. Aparecieron un día y me pidieron que me uniera a ellas, yo sólo tenía 16 años. Alice me impresionó tanto que no me resistí, desde entonces hemos combatido en muchas batallas hasta hacernos de Islandia por completo. Bella asumió el trono porque Alice quería seguir libre para poder tener sus visiones— me dijo muy seguro.
— ¿Entonces cualquiera de las dos pudo haber sido la reina de éste lugar?— pregunté.
—Si, pero Bella parece llevarlo mejor, es más dura, me encanta como barre el piso con los hombres, además su fuerza es espectacular. Bueno me marcho a pedir instrucciones, si usted está conforme los preparativos para la boda empezarán hoy mismo.
—Ah sí, quería pedirte…habrá una doble boda— le anuncié.
— ¿Doble?— pareció dudar.
—Sí. Lo prometí. Bella y yo… y mi hermana Rosalie y Edward el rey de Xantia— pareció sorprendido y se le borró la sonrisa.
—Entendido su majestad, llevaré sus requerimientos a mi señora— se inclinó y se marchó.
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EMMETT
Caminaba hasta los aposento reales con una carga tan grande que me pesaba. Rosalie la dulce criatura que salvé hace unos días se casaría aquí mismo.
Y yo había planeado hablarle otra vez hoy. Tonto Emmett, cómo podías siquiera aspirar a una mujer como ella, una princesa, una belleza. Era como un ángel.
Llegué a las puertas de la habitación de Bella y me asustó que antes de tocar Alice se asomó.
— ¿No me puede dejar golpear la puerta?— le pregunté, ella parecía tener sus ojitos hinchados.
—Te necesito. Bella quiere una entrevista privada con el rey de Burgundia para esta noche— pidió.
—Bien. Venía a decirle también que el rey de Burgundia ha pedido que los preparativos sean para una boda doble— le anuncié.
— ¿Doble?— Alice cambió su rostro. –Oh no… rayos. Gracias, se lo diré— Estaba por cerrar la puerta cuando Bella apareció.
— ¿Quienes son los otros que compartirán la ceremonia?— preguntó. Nunca había visto a la reina así, tenía los ojos hinchados y el semblante sumamente triste y abatido.
—La hermana del rey de Burgundia y el rey Edward de Xantia— le anuncié.
—Vete Emmett— Alice me tiró la puerta en la cara pero alcancé a escuchar que algo se rompía dentro, me sobresalté al oír un grito. No podía estar seguro de cuál de las dos había sido, jamás las había oído chillar así. Me marché preocupado a concertar la cita entre los reyes para la noche.
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EDWARD
—Gracias Edward— me dijo Jasper cuando regresó muy entrada la noche.
—No tienes porque— le dije sin mirarlo.
—La reina y yo tuvimos una corta entrevista para aclarar los términos de la boda y de nuestra futura vida— me dijo sin mucho ánimo.
—Que bueno— apenas murmuré.
—Será en dos días, como te prometí será una doble boda… mi hermana y tú pero la reina ha insistido en que la boda sea un simple contrato, no quiere festividades ni ninguna otra ceremonia— se sentó con las manos en los cabellos.
—Me parece bien— dije
—A Rosalie no le hará mucha gracia— se quejó.
—Entonces podemos casarnos más adelante… en Burgundia o en mi reino— dije tratando de escabullirme o aplazar un poco hasta que todo volviera a estar claro en mi mente.
—No. Te di mi palabra de una boda doble y no vuelvo atrás— sentenció.
Fueron los dos días más largos de mi vida, cada noche era peor. Tenía sueños con la reina, sueños poco decorosos, los dos rodando por el piso, entre los árboles, despertaba sudoroso y desesperado. Salía a correr cada mañana con el afán de cansarme y sacar esos malos pensamientos. Pero las escenas eran tan vívidas, tan reales… como recuerdos.
Amaneció nevando el día de la boda. Me vestí con mis mejores galas y Jasper a mi lado estaba más abatido que yo. No había visto a Rose el día anterior y no me desesperaba su ausencia como antes. No sabía lo que me estaba pasando.
—Es la hora— dijo Jasper y salimos rumbo al salón del trono. Por indicaciones de Emmett esperamos en la puerta a las novias.
Cuando la vi bajar las escaleras mi corazón se detuvo, otra vez envuelta en pieles mas blancas que la nieve y con los cabellos llenos de diminutas diamantes salpicados estaba Bella reina de Islandia. Tuve que usar todo mi autocontrol para no tomarla en mis brazos y robármela. Detrás de ella Rosalie apareció, ahora que la veía bien su rostro había perdido brillo y tampoco se veía muy feliz.
—La reina de Islandia y la princesa de Burgundia— anunció Emmett a mi lado. Cada una se posicionó al lado de su correspondiente novio y avanzamos a la sala del trono donde una mesa estaba preparada. Un hombre envestido nos leyó el contrato matrimonial, el de Jasper era más largo y preciso ya que ambos al ser reyes tenían su propio reino que ahora se fusionaría. Los términos no eran muy claros, no se hablaba de herederos sino de compartir riquezas y apoyo de ejércitos, como si no fueran a ser marido y mujer sino socios. Eso me confortó de alguna extraña manera. Luego en mi contrato matrimonial casi no preste atención, miraba de reojo a la reina que estaba a mi lado, tenía tantas ganas de tocarla.
La lectura de ambos contratos terminó y ambos presidimos el banquete donde sólo estaban nuestros generales y toda la gente del pueblo nos acompañaba.
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BELLA
A Emmett no se le ocurrió mejor manera de festejar el maldito matrimonio que con una exhibición de luchas durante el almuerzo que se ofreció al pueblo.
Tuve que soportar dos horas de malas demostraciones de peleas.
Cuando la tarde estaba llegando a su fin anunciaron que nos retiraríamos a nuestras habitaciones
—Este es un homenaje del pueblo de Islandia a su majestad la reina y en honor a su nuevo rey. Gracias Rey Jasper, Islandia se siente agradecida y lo recibe con los brazos abiertos ya que usted es el primer rey que tenemos— rió con ganas. —Todos estos guerreros son los finalistas del torneo y solo podrían ser mejorados y el rey Jasper que en una demostración de fuerza fue el único capaz de vencer a la reina en su desafío— dijo muy orgulloso mi general.
—Edward podría vencerla— se escuchó la voz de Rosalie, la rubia hermana de Jasper, que ahora sentada al lado de Edward nos miraba con una sonrisa hipócrita en los labios.
— ¡Pero Edward no lo ha hecho!— me levanté furiosa. — ¿Le gustaría probar rey Edward? He oído que pudo con un dragón. ¿Qué tal con una mujer?— mis palabras le quitaron la sonrisa a la rubia vi que Edward fruncía el seño. Todos hicieron silencio, Jasper se giró a verlo. No se oían murmullos, todos esperaban la respuesta del infeliz.
—Sería un honor reina Bella— me miró con algo de suficiencia. Todo mundo aplaudía ahora. — ¿Qué armas escogerá?— preguntó.
—Armas que estén forjadas del mismo metal de estrella y que nunca se hayan cruzado. Mi lanza y tu espada— le dije recordando que la punta de mi lanza era también hecha de una estrella. Él pareció asombrado con lo que oía.
Avancé al centro del ruedo sin darle tiempo a responder llevando mi hermosa lanza conmigo. Hoy no tendría piedad con él, iba a conocer mi furia. Maldito mentiroso… mil veces maldito. Ya no lloraré por ti, te haré morder el polvo. Vas a conocer mi fuerza.
Me cuadré a esperarlo con la lanza lista para… para humillarlo.
Se colocó frente mi con su espada levantada pero no hizo nada por atacarme, es más se veía preocupado. Me lancé hacia él haciendo que al chocar nuestras armas salieran chispas de ellas. Volví a atacar él no hacía mucho por defenderse, de pronto nuestras armas se trabaron y estuvimos muy cerca.
—Vil, mentiroso— le susurré
— ¿Qué?— dijo él mirándome, empujé más mi lanza hasta darle en la carne de su brazo. –Ouch— se quejó. Te mereces esto y más, pensé.
—Tu sangre de dragón no puede con el metal de estrella— le dije entre dientes. Me miró algo asombrado y con mucha fuerza empujó mi lanza con su espada. Fui lanzada unos metros más allá pero caí de pie, lista para volver a atacarlo.
Se defendió ahora con ganas, tratando de partir mi lanza, la madera de roble era dura pero su espada podía cortarla como cualquier tronco. Lo esquivé varias veces hasta que me acorraló contra una carreta y descargó sobre mí, tuve que levantar mi lanza para defenderme y fue partida por la mitad. Muchos aplaudieron y otros gritaron.
No me amilané, otra vez sentí fluir la ira que llevaba contenida, lo ataqué de todas las formas posibles, mis ahora dos armas caían con fuerza sobre Edward que estaba desconcertado. No parecía querer combatir, debo admitirlo, lo cual me enfurecía aún más. En un momento de descuido, logré derrumbarlo, no tuve piedad, antes que cayera de bruces le pateé las costillas, salté sobre él y detuve mi lanza a centímetros de su rostro.
—Maldito. Sigues humillándome ¿Porqué no te defiendes?— le reclamé jadeando.
—Gracias reina Bella, por hacerme ver que no estoy a su altura— dijo en voz alta mientras se levantaba.
Salí de allí hacia mis habitaciones y me encerré rompiendo todo a mi paso.

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