27 enero 2013

Cap 11 Acosador




CAPÍTULO 11

SUEÑO HÚMEDO

Me incliné hasta que mis labios tocaron su cuello. Apenas la rocé. Aspiré su aroma con fuerza.
Embriagador. Potente.
De sus labios salió un suave gemido, me tensé ¿Acaso había despertado?
Su cuerpo se removió y se hizo para atrás, quedó pegada a mí, atrapó la mano que no había retirado de su cintura y la llevó a uno de sus pechos. ¡Por Dios!
Juro que no sabía qué hacer, mi reacción sanguínea no se hizo esperar, tal vez yo fuera algo lento para actuar pero algunas partes de mi cuerpo pensaban por sí mismas. Tuve una erección… y no podía des hacerla.
Y mi supuesta víctima de acoso pareció notarlo porque empezó a restregarse contra mí. Sus caderas se movían lentamente y en círculos, sus manos tenían aferrada la mía y acariciaba su cuerpo con ella. No sabía realmente si dormía o estaba despierta.
—Edward— la escuché suspirar. Me quedé de una pieza, al menos mi conciencia, porque el resto de mi cuerpo se estaba dando un festín sólo. ¿Por qué me llamaba a mí? Su voz fue apenas un murmullo, sensual y muy suave.
Debía estar dormida. Pero ¿Cómo podría mencionar mi nombre en la cama que supuesta mente debía compartir con su marido? De todas formas debía averiguarlo. Me incorporé un poco para ver su rostro.
Sus ojos estaban cerrados, aunque parecían moverse, como si en sueños estuviese mirando algo que tenía toda su atención.
Fue una mala maniobra la que hice, porque mis brazos tenían acceso a otros lugares y ella llevó mi mano prisionera a su entrepierna. No pude evitar soltar un gruñido al darme cuenta de lo caliente que estaba, mis dedos parecieron cobrar vida propia y se movían suavemente, buscando que subir un poco aquel camisón. Me apreté más a ella, si estaba soñando conmigo le iba a dar un buen sueño.
Empecé a respirar con dificultad porque Bella se movía cada vez más rápido, mi mano se había enredado en su camisón y apenas podía tocarla con esa estorbosa tela en medio, aun así me las ingenié para usar adecuadamente los dedos y excitarla más. Pronto sus gemidos se hicieron más audibles, quería que gritara pero tenía miedo por las personas que podrían estar fuera de la habitación o si tal vez su esposo había decidido finalmente no tener sexo con la meretriz podía aparecer en cualquier momento. Y allí sí que era hombre muerto. Muerto y castrado.
Bella empezó a temblar de pronto y apuré mis fricciones en su zona más intima. Podía ver parte de su rostro, ¿estaba teniendo un orgasmo? Esos gestos eran claramente un clímax. Era la expresión más sensual que había visto en mi jodida vida y yo sin poder hacer mucho. Qué frustrante.
Sus ojos se abrieron de pronto y quise salir corriendo como una de esas arañas machos que acaban de copular con sus hembras y tiene que huir antes que ellas los maten. Pero aún sujetaba mi mano. Me agazapé a su espalda como un cobarde. ¿Cómo diablos salía de esto entero?
—Jake ¿Qué me haces?— quitó mi mano de su intimidad. –Debiste despertarme— trató de incorporarse pero la abracé para mantenerla quieta.
—Suéltame, debo ir al baño— dijo algo molesta. Miré a la ventana ¿Cuánto me tomaría llegar allí y saltar? Antes que ella se dé cuenta claro.
— ¿Jake? Que me sueltes— exigió, simplemente la abracé para que no se levantara.
Eran 10 pasos, a un segundo cada uno. 15 segundos y podía estar fuera.
Sus manos acariciaron la mía, dedo por dedo. Y se detuvo abruptamente, no sabía que esperar pero estaba alerta, quizás empiece a forcejear más.
Sentí un dolor en el estómago y la solté para llevar mis manos a la boca del mismo, sí que sabía golpear, casi me dejó sin aire. Y cómo se vio libre de un salto se puso de pie y me miró.
Maldición, me había atrapado, mis manos no son como las de un mecánico... no tengo cayos, ni piel gruesa, mis dedos son suaves.
— ¡Tu! ¿Qué mierda haces aquí Cullen?— lo raro era que no gritaba a voz en cuello, sino que lo hacía como tratando de que su voz no se oyera muy fuerte. Miró a la puerta y a su alrededor con miedo.
Tomó un adorno de su mesita de noche y se lanzó a la cama a golpearme con él. Si, había desatado a la fiera y no sabía la forma de controlarla o apaciguarla. Apenas evadí el primer golpe que casi me da en la frente, olvidé mi estómago adolorido y me moví con rapidez.
—Eres hombre muerto Cullen, no me importa que seas el dueño de la hacienda, te voy a matar, como te atreves— otra vez tuve que esquivarla, la tomé de los brazos y alejé sus manos lo más que pude. Cayó en mí sentada sobre mi estómago. Que gloriosa vista, el camisón se transparentó más de la cuenta. Ella sobre mí, como una fiera, retorciéndose. Puede que esta sea con mucho el momento más adrenalínico de mi vida.
—Suéltame bruto— dijo al ver que no podía mover los brazos.
—Quédate quieta— traté de apaciguarla.
—Has venido a violarme— dijo apretando los dientes.
— ¡No! Vine a avisarte… vine a…— pero el sólo recuerdo de lo que acababa de suceder por un segundo me hizo olvidar a qué había venido. Maldición Edward te va a matar sino confiesas.
—Voy a gritar tan fuerte que hasta el pueblo se va a enterar que intentaste ultrajarme— tomó aire dispuesta a cumplir su amenaza.
—No quería hacerte nada, solamente… quería decirte que…
—Y voy a disfrutar cuando mi padre te pegue un tiro o Jake te rompa las piernas—amenazó con una nada inocente sonrisa en los labios.
—Anda llámalo a ver si viene— la desafié cuando la oí mencionar a su novio infiel.
—Claro que vendrá por mí— dijo furiosa y muy segura de sí misma.
—Lo dudo ahora mismo está muy entretenido…— me arrepentí de haber dicho eso, porque de improviso se quedó lívida. Su mirada se tornó insegura.
Pero fue sólo una estrategia para que yo bajara la guardia, la mano donde tenía todavía aquel adorno de cerámica se zafó y me dio un golpazo a centímetros de mi oreja. Contuve un gemido apretando los dientes, sí que tenía fuerza la fierecilla.
Solté su otra mano para poder llevar las mías a la herida que me punzaba. Estaba caliente, latía y sentí que estaba húmeda. Sí, me iba a matar. Me lo merecía de todas formas.
Sus manos fueron a mi cuello y empezó a apretar con fuerza. Si fuera un pervertido masoquista lo estaría disfrutando pero ella no parecía tener intensiones de detenerse.
— ¿Dónde está Jake?— exigió fuera de sí. No le respondí, me iba a llevar el secreto a la tumba. Ella no debía saberlo, le haría mucho daño. Además a lo mejor Jacob ni siquiera requirió los servicios de aquella mujerzuela, aunque tardaba tanto que me hacía dudar.
— ¿Dónde?— volvió a presionar con más fuerza. El aire ya no entraba en mis pulmones… y tuve que rendirme.
—Caballeriza…— dije con el poco aliento que me quedaba.
Me soltó y respiré profundamente, llevé las manos a mi cuello y tosí un poco. Mientras me recuperaba y trataba de ponerme de pie no la vi, aún estaba algo mareado, sentía como el ardor en mis mejillas disminuía. Debí haberme puesto morado.
Qué situación más vergonzosa, casi me mata una niña… bueno, una bien formada y salvaje mujer.
Me levanté a duras penas. Ella estaba junto a la ventana, con pantalón corto y una blusa pequeña. Miró hacia afuera y de un salto desapareció.
No podía dejar que vaya sola, con ese carácter iba a cometer una locura y yo sería el culpable por venir a avisarle de ese modo.
La seguí, corrí para alcanzarla porque estaba oscuro y no quería que se me perdiera. Se detuvo y se volvió todavía con el rostro enfurecido.
— ¡Lárgate!— me gritó.
— ¡No! Bella perdóname, yo te doy mi palabra que…
— ¿Tu palabra? Los hombres como tú no tienen palabra— me miró con desprecio.
—No quería hacerte daño, me arrepentí de decírtelo… — sí, sonaba idiota tratando de excusarme, ¿qué le podía decir?
— ¿Con quién está Jake?— gritó, obviamente cambiando el tema. Claro, si lo que más le debía importar en éste momento era dónde estaba su marido.
—No lo sé— mentí.
— ¿Es pelirroja?— preguntó.
—No la vi— dije. Parecía herida pero no lloraba.
—Después que termine con ellos seguiré contigo, aún no te he golpeado suficiente— caminó en silencio, me limité a caminar a su lado, tuve que hacer un esfuerzo extra porque la cabeza me dolía mucho y ella casi corría.

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