27 enero 2013

Cap 10 Acosador




CAPÍTULO 10

COMO UN LADRÓN

Alguien pasó a mi lado corriendo, era Quil, o Jared, o Paul, no podría precisar.
— ¡Llegó! ¡Llegó!— les gritó a todos. Pensé que tal vez serían mis padres, pero él hablaba en singular. Todos rieron y nuevamente mi curiosidad pudo más.
— ¿La conseguiste? ¿A la Vicky? –Algunos se asombraron otros volvieron a aullar.
—No entiendo— dije muy bajito al primer chico que me explicó lo de esa tonta costumbre.
—Es Vicky— dijo frenético, ¿se suponme que yo debía comprender? –Verás, ella es… nuestra maestra— habló con tal lascivia que no me quedó duda que no se trababa de una maestra de escuela.
— ¿Y que enseña?— pregunté más o menos imaginándome la situación.
— ¡Todo! En serio. Ella dirige el burdel del pueblo. Todos hemos pasado por ella, nos inaugura, por así decirlo. Yo también perdí mi virginidad con ella— sonrió el chico.
Bueno, no estaba tan alejado de mi realidad, yo también había perdido mi inocencia en un antro de esos, cuando Emmett me emborrachó y me llevó como regalo de cumpleaños por mi mayoría de edad.
Lo que no entendía era que hacía aquí esa mujer.
— ¿Para qué ha venido?— si Esme se enteraba de esto montaría en cólera, una mujer así en nuestra hacienda ¿pero yo qué podía hacer?
—Entre todos le pagamos, es que Jake ha estado muy ocupado estas semanas, mucho trabajo y hace tiempo que no ha ido al burdel. Creemos que está oxidado, así que hicimos colecta para traer a la Vicky y que le dé un par de lecciones sobre como entrar en combate, no le tomará más de una hora— sonrió como idiota.
— ¿Jacob se va a acostar con una prostituta?— dije asqueado.
—No se va a acostar y no le llames así, es Madame Vicky— dijo ofendido.
No salía de mi asombro, cerca de aquí había una recién casada, esperando por su nuevo esposo. Virgen y quizás asustada. ¿Y él iba a hacerlo con una mujerzuela antes? Esto era más de lo que podía soportar.
Caminé un poco para alejarme. Las costumbres campesinas eran extrañas. Y a mí no me deberían importar los pensamientos de un grupo de muchachos del campo ni sus inmundicias.
Bella se casó con un hombre de aquí y debe estar al tanto de todas sus estupideces. Habían pasado años cerca, debía conocer bien a la gente que le rodeaba.
A lo lejos vi que dos de los trabajadores hacían pasar a una de las caballerizas a alguien envuelto en una capa. Supuse que era la meretriz.
Estaba asqueado. Debía irme pronto.
Caminé hacia mi casa por otro sendero, no pude evitar quedarme mirando a lo lejos una vela encendida en la ventana de la nueva casita. La de la habitación.
Ella debería saber… ¿Y si nadie le había dicho? ¿Y si hasta las chicas estaban al tanto y no se lo decían?
Conociendo el carácter de Bella armaría un escándalo, estaba seguro, ella debía desconocer todo esto. No podía permitir que le hicieran algo así, no en su noche de bodas.
¿Pero cómo se lo hago saber? No puedo presentarme en su casa. ¿O sí?
Caminé hasta casi llegar a su puerta, pero me sorprendí al encontrar a dos chicas allí. ¿Qué les diría? ¿Vengo a ver la novia? Eso sonaría estúpido, nadie visita a una recién casada en su noche de bodas.
Solo un tonto como yo.
No tenía opción, será por la ventana.
Agradecí mentalmente que fuera en el primer piso porque yo no era bueno escalando, en la ciudad solo escalan lo ladrones.
Fui a la parte trasera y llegué como un ladrón medio agazapado. Mi corazón latía a prisa, estaba nervioso, iba a irrumpir en su habitación y ella seguramente llevaba puesto ese camisón, hablarle podría resultar peligroso para mi salud. Pero era por su bien.
Con mucho cuidado corrí la ventana, agradecía que en el campo no tengan la costumbre de ponerle seguro porque no hay ladrones.
—Bella— llamé suavemente.
No escuché nada. A lo mejor estaba en otra habitación, o en la cocina. Trepé y de un salto estaba adentro, casi tumbo la vela en la mesita. Me quedé muy quieto, no oía nada.
Avancé unos pasos y escuché una respiración acompasada. Había alguien en aquella cama.
Me acerqué un poco más pero estaba de espaldas.
Lentamente puse una rodilla en la cama y ésta rechinó.
— ¿Jake?— escuché que decía entre sueños.
Si, era ella y se había quedado dormida esperándolo.
Me dio mucho coraje ¿Qué hombre es tan estúpido para dejarla esperando?
Se movió un poco y me agazapé en la cama. Sentí el olor de sus cabellos, estaba tan cerca que provocaba darle un beso y marcharme.
Por su bien es mejor que me vaya.
No quería ser el que le trajera esas noticias, no me gustaría causarle pesar ni ser portador de tristezas a su vida.
Y también por mi bien, si ella se despertaba podría atacarme y estoy seguro que no sería sexualmente.
A la tenue luz de la vela su perfil me pareció aún más hermoso y toda ella, tan delicada, frágil… tan mujer.
Entonces deseé ser el hombre por el que esperaba, con todas mis fuerzas quise ser quien robara su inocencia. A pesar de ser tan brava, ella era la mujer más fascinante que había conocido, la más hermosa, la única que había logrado capturar mi atención por completo. Me gustaba, si, Bella me gustaba y eso no estaba bien.
Me recosté un poco y dejé caer mi cabeza sobre la almohada. A mis manos volvió esa sensación de picazón. Moría por tocarla.
Un dedo, sólo le podría un dedo encima.
Lentamente fui recorriendo desde su hombro hasta su cintura, la razón me decía que debía salir de allí cuanto antes pero no podía, simplemente mi cuerpo no obedecía esa orden.
Me frené haciendo uso de todo mi autocontrol y posé mi mano en su cintura, porque quería con todas mis fuerzas seguir recorriéndola hasta llegar a sus pies.
"Es suficiente Edward" me grité. "No desees la mujer de otro". "No desees a una mujer casada".
"Sólo un beso" pedía a gritos otra parte de mí, una que hasta ahora no sabía que existía. "Nunca más tendrás esta oportunidad", volvió a tentarme.
"Bien", le contesté. Tú ganas. Será sólo un beso.

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