20 enero 2013

Cap 1 Valkiria



CAPITULO 1

LA PROFECIA

BELLA
"Amarás sólo a aquel que logre vencerte", resonó la voz aguda de mi fiel amiga "cuervo", antes que la sombras nos atraparan y envolvieran, hasta dejarnos caen en esta blanca montaña.

Arruinada, degradada, arrojada del Valhala. Era una valkiria errante condenada a este mundo mortal.
Mi cuerpo brillante e incorruptible ahora temblaba, sentía frío y hambre, como todos los humanos.
Me permitieron conservar mi fuerza, ahora tendría que enfrentar esta tierra fría e inhóspita, hacerme un lugar y vivir entre los mortales, hasta que expíe mis culpas.

"Eres egoísta y caprichosa"

"Te rehúsas cumplir órdenes"

"Sólo piensas en ti y no en los héroes caídos"

"Una valkiria vive para ayudar a la raza humana"

Las voces de mis acusadores aun resonaban en mi mente.

Y mi señor Odín no se presentó al juicio.

Podría refutarles todo a esos malditos dioses lambiscones pero no sin la presencia del gran Dios.

Si, era egoísta porque tenía pensamientos propios.

Sí, no me apetecía conducir a los hombres moribundos al Valhala, donde viven los asesinos.

Pero nadie podía decir que nunca había ayudado a la raza humana.

Y por eso desobedecí órdenes directas del supremo Dios.

Por ayudar a una mujer, una madre. No se merecía ese final ruin y vergonzoso. Yo no puedo quitarle la vida a nadie por la espalda, si el gran dios quiere muertes que se ensucie las manos.

Thor tomó la decisión final, entre los castigos que se barajaron fue el de Loky el elegido.

"Que viva entre los mortales, que sepa lo que es el dolor. En Islandia, si, el lugar más frío de la tierra. Pero que sea mujer, eso si será divertido" dijo el más irreverente de los dioses, aquel que goza con la ironía.

Sólo cuervo mi fiel compañera logró venir conmigo pero sus poderes aquí estaban disminuidos, ahora sólo podía ver trozos del futuro porque el destino de los hombres era incierto en la tierra, atados al tiempo. Tan diferente a mi mundo.

Pero si voy a vivir aquí no seré una mujer cualquiera, en este mundo duro y frío, era más admirada la fuerza.
Mujer o no sería la reina de este lugar.

Batalla tras batalla, inicié mi conquista, cada árbol, cada río, cada montaña y piedra serían míos. Toda esta isla de hielo.

Pero en todas mis contiendas buscaba al más fuerte de los hombres con el secreto anhelo de ser vencida.
Una de las pocas cosas que me causaban intriga era aquella profecía que cuervo me auguró antes que partiéramos al exilio.

¿Algún hombre en la tierra se merecía mi amor?

No hay uno solo que pueda aspirar a eso, ni siquiera un dios lo mereció jamás. Todos los hombres son sucios, ruines, débiles y vulnerables.

Con el pasar del tiempo me fueron conociendo en todas partes como la guerrera invencible, ese era otro de mis castigos, no tener nombre, mi glorioso título había sido borrado de mi mente.

Así que mi fiel compañera cuervo y yo optamos por dejar que nos llamaran como quisieran pero cuando crucé el mar en una expedición uno de los druidas al verme me llamó "Bella", que en su idioma natal significaba hermosa o resplandeciente. Era lo más cercano a mi antigua realeza. Y a cuervo la llamaron "Alice" porque siempre se cumplía su palabra.

Y después de 5 años mortales de haber sido arrojada a este horrible lugar soy a reina Bella de Islandia, ama y señora del frío y la nieve.

Me adentré en el mar con la intención de apoderarme de él pero el agua salada arruinaba mi cabello y mi piel humana y yo quería ser una reina Bella como mi nombre.

Y aquí desde la torre más alta de mi palacio de piedra esperaba a aquel que me vencería en batalla, para cortarle la cabeza al primer descuido y acabar con la maldita profecía.

Puedo tener forma mortal pero no viviré mis días humanos amando a un hombre.
.

.

EDWARD
—Date prisa, joven protector— decía Carlisle el mago.
— ¿Porque eres tan enigmático? Me llamo Edward y tengo hambre— le repliqué, nunca entendería porque hacía que todo fuera tan complicado.
—Cuando el dios Darg* aparezca por el este será la hora de alimentarnos. Debes resistir tus debilidades, el ayuno te hace fuerte— dijo solemnemente.
Si claro, el ayuno te hace fuerte. No como desde el medio día de ayer lo más probable es me desmaye antes que amanezca. Yo creo que el pobre Carlisle hace ayuno porque no tiene quien le cocine. Debería buscarse una esposa.
— ¿Carlisle nunca te has casado?— le pregunté para cambiar de tema.
—El matrimonio es una empresa muy delicada joven amigo— me respondió, sin contestar mi pregunta. Yo creo que les tiene miedo a las mujeres, oí que su madre era una mujer muy robusta. Debió haberlo golpeado de niño.
Llegamos a un claro en el bosque y como siempre, busque cinco piedras filosas para hacer el círculo que nos protegería de los malos espíritus. Eso decía Carlisle, yo porsiacaso guardaba unas piedras pequeñas en mi bolsillo por si los espíritus venían metidos en cuerpos de vikingos. Odiaba a esa raza, que solo trae destrucción y muerte.
Cuando niño mi madre me cantaba una canción a los dioses y una oración a las Valkirias para que se apiaden de mi alma si moría en combate...

Ve hacia la muerte,
sin miedo en la mirada,
cae tu sangre en la tierra
abraza tu espada.
Las Valkirias bajarán por ti
para llevarte al reino de los muertos,
al lugar de la inmortalidad
en el Valhala, donde los valientes
viven por siempre.
Ojos de Valkiria
guerrera de los dioses
hermosa, virgen, inmortal,
oh Brunilda, apiádate de mí...

Algo, así iba la canción, la oración apenas la recuerdo, fue hace tanto tiempo que ya he perdido la cuenta de las lunas que no veo a mi madre.
Pero eso es todo muy lejano ya, los vikingos se llevaron a mi madre al otro lado del mar.
Algún día iré por ella, algún día tendré la fuerza necesaria para enfrentar a esos gigantes.
Carlisle me adoptó como hijo y discípulo, era divertido viajar tanto, conocí muchos lugares y más leyendas de la que podía recordar. Tantos nombres, tantos dioses. Para mí no significaban nada, nunca he visto algo sobrenatural en toda mi vida.
.
Después de una hora de meditación y cuando por fin el sol apareció pude levantarme e ir por bayas al bosque para calmar mi rugiente estómago. Ya sabía cuáles eran las que se podían comer, si no se tiene cuidado con lo que se come uno podría no levantarse jamás.
Estaba concentrado en mi alimento cuando detrás de un árbol vi una figura pequeña y regordeta, me olvidé del hambre y lo seguí. Caminaba rápido y apenas podía ver su espalda era como un niño rechoncho. Antes que se metiera en una cueva salté sobre él y lo apresé.
—Te tengo, cúmpleme un deseo— le grité.
—Quítate niño baboso, no soy un duende— me empujó con tanta fuerza que fui a dar contra un tronco. Se giró para encararme, era un… ¿enano?
—Disculpe señor enano— le dije apenas porque me dolió el golpe.
—Ah con que ahora si me conoces. ¿Andas con el mago?— preguntó.
—Si, es como mi padre. ¿Qué hace usted por aquí?— pregunté, no era usual ver un enano en este bosque.
—Buscando. Buscando a "sin miedo"— me dijo.
— ¿Sin miedo?— Carlisle había hablado una vez de esa leyenda. Los enanos habían perdido su tesoro, un dragón malvado lo había robado y buscaban a aquel que no podía asustarse para que les ayude.
—El mago debe saber— susurró.
—No creo que sepa, me lo habría dicho. No sabe tantas cosas para serle sincero— le respondí. Bueno sabía hacer fuego, salía de sus manos. Pero sólo cuando tenía hambre para calentar la comida. Y también podía hacer llover, claro cuando las nubes estaban cerca. Y sí que sabía leyendas porque era muy viejo, ¿tendría cuantos? Quizás unos 40 años, todo un anciano.
—Los magos nunca revelan todos sus secretos, ni siquiera a sus discípulos— me dijo riendo.
—Pues los enanos no se dejan atrapar y nunca andan solos— le dije de vuelta. Ya me estaba cansando este enano, recordé que no había comido y le di la espalda para seguir buscando bayas.
—Mmmm chico listo. ¿Peleas tan rápido como hablas?— sentí que un golpe me sería atestado y salté a la derecha. Le sonreí.
—En realidad soy más rápido comiendo— me burlé.
—Ya verás cuando acabe contigo, te freiré en aceite— me amenazó. Se abalanzó sobre mí y lo volví a esquivar.
—Lo siento señor enano pero tengo hambre ¿podría hablar con el mago y dejarme desayunar en paz?—me volví a reír a él.
—No tienes respeto por tus mayores— se quejó algo cansado.
—Mime— escuché la voz profunda de Carlisle.
—Carlisle— le respondió él olvidándose de mí. Vaya al parecer si se conocían, ojalá hablen y me dejen comer.
—Veo que aún lo mantienes contigo— le dijo el enano, Carlisle me miró y le hizo señas para seguir caminando. No querían que yo oyera. Maldición, si había algo que me movía más que el hambre era la curiosidad. Me metí como 20 bayas a la boca y los seguí tratando de no hacer ruido.
—Todavía no llega su momento, la cosecha debe estar madura— decía Carlisle otra vez en su idioma acertijo.
—Ya casi es el tiempo, lo prometiste. Mi pueblo decae, ya no nos quedan armas, todo se lo ha llevado— gemía el enano, que mal andaba el mundo, enanos lloriqueando.
—Pronto mi querido amigo. Pronto. ¿Qué noticias nos traes de fuera?— preguntó Carlisle.
—Los Vikingos han sido echados de Islandia. Una nueva reina al norte los está arrasando, tiene la fuerza de 10 hombres, es fría y muy hermosa. Eso dicen— dijo Mime. ¿Una reina que puede matar vikingos? Algo digno de ver.
—Había oído de ella— dijo Carlisle ¿Y porque no me había dicho nada?
—La estrella caerá al final de la primavera. Debes enviarlo. Pasaremos el invierno bajo tierra, forjaremos la espada.
—Me es difícil dejarlo partir solo. Apenas ha cumplido 17 años.
—Es tiempo de que las cosas cambien. Los espero en las minas. Adiós mi amigo— se despidió el enano.
—Adiós Mime— dijo Carlisle.
Me acerqué por detrás para probar sus reflejos.
— ¿Acaso no te he enseñado que es de mala educación escuchar las conversaciones privadas?— me dijo.
—Nunca me hablaste de una reina que podía matar vikingos, quizás debería unirme a su ejército— le dije algo molesto porque se guardaba información.
—Tu destino no está en Islandia. Debes hacer algo importante primero Edward— vaya mi nombre, debía ser algo serio.
—Te escucho— dije seriamente.
— ¿Alguna vez has sentido miedo?— me dijo. Claro que lo había sentido. Cuando se llevaron a mamá, tuve miedo de no volver a verla pero jure que la buscaría. Y una vez en el bosque en la noche solo, antes que me encontrara Carlisle pero esa vez un cuervo me arrulló.
—Creo que sí. Tengo miedo cuando no puedo encontrar bayas— le dije.
—Es en serio Edward. ¿Nunca te has preguntado porque no te asombra nada?— dijo con una ligera sonrisa.
—Sera porque todo es tan aburrido— murmuré.
—No le temes a la oscuridad— afirmo
—Porque en el bosque solo hay pájaros y alces— le contesté.
—No le temes a los duendes, ni a los enanos— me volvió a insistir.
—Lo duendes son tontos y los enanos llorones— me quejé.
— ¿Le temes a los vikingos?— preguntó.
— Los odio— mascullé.
— ¿Y a los dragones?— me miró intensamente.
—No lo sé, jamás vi uno— respondí.
—Desde que te encontré hace años me di cuenta de que eras especial. Tu eres el que los enanos buscan, tu eres quien matará al dragón— me soltó de pronto.
— ¿Yo? Yo sólo quiero salvar a mi madre. Quiero matar vikingos y morir en batalla— le refuté.
—Edward, una estrella bajará del cielo en el solsticio, deberás encontrar el metal que trae esa estrella, con ella deberás fabricarte una espada y matar al dragón. Su sangre te hará invencible, tu piel se volverá como roca para los enemigos. Y entonces deberás seguir tu destino y convertirte en rey— me dijo de pronto, todavía no procesaba lo de la estrella y él ya me decía que sería rey.
— ¿Rey? ¿Yo?— estaba muy confundió, nunca oí que un mago enloqueciera pero ya estaba dudando.
—Eres hijo de un rey Edward. Eres el hijo del rey Sigmund a quienes los vikingos mataron hace 16 años. Tu madre huyó contigo en brazos y se refugió en este bosque de Renania. Cuando supe que los vikingos habían regresado volví para protegerlos pero era demasiado tarde. Desde entonces he tratado de enseñarte lo mejor posible para que cumplas tu destino— todo este tiempo él sabía mi historia.
— ¿Tú sabías esto y nunca dijiste nada?— grité.
—Es un camino largo y tortuoso el que te espera, no quería abrumarte. Hay mucho más… no es sólo un dragón a lo que te enfrentarás— dijo abatido, por primera vez en los 12 años que llevaba con él lo vi preocupado y triste.
— ¿Qué hay más grande que un dragón en la vida de un hombre?— pregunté sarcástico.
—Mentiras, engaños y magia. Y algo que no tengo claro sobre tu origen. Las divinidades tendrán su vista puesta en ti pronto. Es como si algo más allá de lo humano viniera por ti. Y no podré protegerte mucho tiempo más Edward— confesó. Ahora seguramente pensaba abandonarme.
— ¿Te marcharás?— le pregunté.
—Trataré de volver a tiempo, hay una dama que me espera, largos años han pasado— meditó.
—Así que después de todo si estás casado— le sonreí.
—Aún no sabes nada del amor joven aprendiz. No es el amor físico el más fuerte. No necesitas tener a alguien a tu lado para amarlo, el amor no se va sólo porque no veas a la persona amada, el amor perdura. Sólo el amor es más fuerte que todo, que la vida, que la muerte y que el más poderoso de los hechizos. No lo olvides— me sonrió.
Nunca me había hablado así. Y yo jamás había pensado en el amor que se puede sentir por una mujer. Creía que sólo había nacido para luchar, para ser un héroe. El amor me sonaba lejano e inaccesible.
— ¿Cuándo debo iniciar mi viaje? ¿Dónde caerá la estrella?— le pregunté.
—Tenemos unos días antes de que partas. La primavera está en su esplendor, tardarás un par de semanas en cruzar el mar— dijo dibujando algo en el suelo.
— ¿Cruzar el mar?— pregunté sorprendido. Anhelaba tanto conocer las tierras al norte.
—Si mis cálculos son correctos, la estrella caerá en Islandia. Y no serás el único que vaya tras ella. Muchos esperan esta estrella con la ambición de conseguir el metal para derrotar a Fafner, el último dragón de la tierra. Islandia está libre de vikingos pero temo que hay algo mucho peor allí.
—Oí que hay una hermosa reina— sonreí.
—No es humana, tal vez lo parezca por fuera pero ella no es una mujer. Ten mucho cuidado. Si es una deidad caída no es aconsejable acercarse y si es una bruja es mejor evitarla a toda costa. ¿Entendiste?— me miró fijamente.
—Sí. Estrella, metal, espada, dragón, destino. Todo claro— le respondí.
Cada día los entrenamientos de luchas se hacían más intensos, ahora empezaba darme cuenta que Carlisle no sólo era un mago, también era un excelente guerrero. Me preguntaba que dama era la que lo esperaba. Y también secretamente le agradecía todos estos años cuidándome y preparándome. La vida ya no era aburrida, ahora tenía un camino ante mí, que se abría como una gran aventura.

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*Darg: dios del amanecer. 

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