03 febrero 2013

Cap 5 Jardinero


CAPÍTULO 5

PERO MI PRINCIPE AZUL DEBE TENER AUTO ULTIMO MODELO

—Hay un joven que me gustaría que conocieras— ¿mi padre había dicho eso? Vaya.
— ¿Conocer? ¿Quién?— pregunté algo interesada.
—Emmett Cullen— no entendía a qué se refería, yo conocía a ese montón de músculos.
—Ya conozco a Emmett— le sonreí.
—Lo sé, pero me gustaría que lo invitaras a la casa, que fueran más amigos.
— ¿Y eso por qué?
—Es buen muchacho— sonrió.
—Hijo único, heredero, con brillante futuro. ¿En serio papi que pretendes?— la verdad siempre por delante, si quería pedirme algo nada mas tenía que ser claro, yo no era una chica intransigente.
—Sólo me parece un chico interesante, mucho mejor que tu amiguito ese Jacob— a papá nunca había terminado de caerle Jake porque su familia no tenía tanto dinero como nosotros y siendo sinceros mi padre era medio racista y Jake tenía rasgos nativos.
—Jake y yo terminamos papa, no hay posibilidad que regresemos— le confirmé.
—Que bueno. De todas formas, me gustaría que frecuentaras a Emmett y a su círculo, son jóvenes promesas, ellos manejarán la economía en el futuro— viejo zorro, queriendo dejar a su hijita entre los más potentados. Ay si supiera que a su pequeña le gustaba un simple muchacho. Bueno no era que me gustara, simplemente era… guapo.
—Está bien. Lo invitaré a casa, Alice es novia de Jasper, el mejor amigo de Emmett— Charlie sonrió, yo siempre era una hija condescendiente y hacía caso, cuando me convenía. Además no me haría mal, Emmett era enorme, y estaba mucho mejor que Jake.
—Papá— me animé a preguntarle. — ¿Ese chico, el jardinero, de dónde lo sacaste?— simple curiosidad, si no me respondía ni le iba a insistir.
—Me lo recomendó el padre Eleazar, es un huérfano que creció en la casa hogar de su antigua parroquia, en los arrabales. Dice que es muy correcto y tiene esperanzas que pronto entre al seminario— bingo, no puedo creer que ese bombón quiera ser sacerdote.
—Sí parece buena gente— dije sin prestar atención pero en verdad quería que papá dijera algo más.
—Necesitaba trabajo así que pensé que el jardín estaba algo descuidado. Además no tenía donde quedarse no tiene a nadie el pobre— si, era lamentable, pobre Edward, sin familia. Bueno yo le alegraría un poco.
Por la noche decidí ser una hija obediente y le llamé a Alice.
—Hola enana, quería pedirte un favor, ¿Crees que puedas invitar a Jasper y a Emmett un día de estos a mi casa?
— ¿Emmett Cullen? ¿Y eso?— preguntó.
—Pues, mi papito lindo, el que me dio una tarjeta dorada el año pasado, me ha pedido que lo frecuente ¿Qué te parece?
—Wow, ¿Con que intensiones?
—Tú qué crees.
—Viejo interesado— empezó a reírse.
—Oye es mi viejito interesado, le voy a dar el gusto así que trae al mastodonte para acá debo hablarle—
— ¿En serio? ¿Qué le vas a decir? ¿Mi papaíto quiere que juegue contigo?— volvió a burlarse de mi esa enana loca, si no fuera mi mejor amiga le tiraba el teléfono.
—Quiero un acuerdo. Mira si a nuestros padres les interesa que seamos muy amigos puede que nos pongamos de acuerdo para complacerlos, al menos de fachada—
—Ay que inteligente Bella, jamás lo hubiera creído de ti— reímos juntas un rato.
—Oye, necesito que vengas a casa mañana, quiero mostrarte algo—
— ¿Qué cosa?
—Es un secreto, si vienes te vas a sorprender— le dejé picada para que viniera a ver el material que tenía en el jardín.
Al día siguiente mientras esperaba que mi amiga llegara, salí a fijarme en el estupendo paisaje que todas las mañanas me alegraba. Desde mi terraza tenía una muy buena vista.
Edward estaba con una camiseta ligera, llevando algo en sus hombros. Vaya, así es cómo se mantenía en forma, porque tenía muy buen cuerpo.
Entonces algo llamó mi atención, de un lado de la casa salió una de las chicas de limpieza, creo que se llamaba Jessica o Jesenia, algo así. Se lo quedó mirando un rato y se acercó a hablarle.
Parece que Edward no podía pasar desapercibido, esa niña se meneaba al hablarle. Desde luego que yo no iba a hacer nada, era muy superior a ella.
Entré a mi habitación y no sé porque empecé a buscar algo que ponerme. Pero algo sexy, y muy provocador. Entonces vi un vestidito blanco, no era nada coqueto. Al contrario parecía puritano, suelto, sin mangas pero con cierto encanto. Me lo puse y salí a dar una vuelta por allí.
Encontré al jardinero más allá del prado, muy ocupado vaciando unos sacos de tierra.
—Hola— saludé tímidamente, por supuesto que yo no era tímida pero con este vestidito más valía parecerlo.
—Buenos días Bella— sonrió. Sentí que muy discretamente me observaba.
—Quería pedirte que… bueno, me gustaría flores en mi balcón, como una enredadera y algunas macetas de helechos y flores raras— es todo lo que se me ocurrió.
—Claro, llevaré lo que tenga más tarde y si falta algo iré a comprarlo— Uy se veía nervioso, eso me alegró un poco.
— ¿Y cómo está tu casita? ¿Terminaste de arreglarla?— dije mirando con curiosidad hacia el fondo.
—Sí, me faltan detalles nada más.
— ¿Puedo verla?—
—Creo... que sí— dijo dudando, me reí. ¿El chico virtuoso no quería que viera su casita? La curiosidad me mataba. Caminé rápido hasta llegar, Edward me abrió la puerta y se hizo a un lado para que pasara ¿Caballerosidad? No, sólo estaba siendo servicial.
Era muy humilde y vieja pero todo estaba en su sitio, ordenado y limpio. Una mesita con su silla, una cocinita con su alacena, un pequeño ropero y… una cama. Ni siquiera era una cama, sólo una tarima con un colchón viejo. Y muy estrecha, apenas para uno. ¿Por qué carajos pensaba en la cama del jardinero? Había una habitación más, caminé para husmear y me di cuenta que Edward no estaba conmigo. Lo busqué, me miraba desde el umbral de la puerta, ni siquiera se atrevía a entrar. Cobarde, yo no muerdo. Ladro un poco pero no muerdo.
Seguí caminando hasta llegar a ver qué había en esa habitación. Era un baño, no se veía mal, al menos para él. Tenía una ducha.
—Me gusta, es acogedora— le sonreí.
—Gracias— se veía tierno y tan vulnerable.
— ¿No me invitas algo?— quería que entrara.
— ¿Qué deseas? No tengo mucho ¿Quieres galletas?— caminó hasta la pequeña cocinita, abrió la alacena, parecía bien surtida, con bolsitas de galletas de las que se venden en las calles y muchas cajitas de cosas que no identifiqué.
—Sí, tienes con chispas de chocolate— casi salté, mi padre jamás me dejaba comer esas cosas, siempre me decía que yo debía alimentarme bien. A veces lo había desobedecido pero casi nunca iba a los supermercados y no tenía ocasión de comprarlas.
—Sí, tengo una— me la ofreció, me hice un mundo tratando de abrirla, esa cosa estaba muy bien sellada. –Yo te la abro— sonrió. Con mucho cuidado fue por una tijera, cortó la parte superior y las sirvió en un pequeño plato.
—Gracias— le dije engullendo una. Estaba muy buena. – ¿Quieres probar?— me acerqué y puse la mitad de la galleta que estaba comiendo en sus labios, los abrió lentamente y le dio un mordisco. Juro que jamás volveré a ver una galleta de la misma forma, jamás. Era la cosa más sensual que había visto.
— ¿De dónde eres?— pregunté por curiosidad, quería saber más cosas de él, papá apenas había dicho que era huérfano y se crió en un horrible lugar.
—Port Ángeles, allí nací— pero parecía que él no quería hablarme de su vida.
—Yo nací aquí en Forks, en esta casa. Papá me contó que mamá no pudo ir al hospital porque fui muy impaciente y salí rápido— él sonrió. — ¿Y tus padres?— pregunté.
—Mamá murió cuando tenía 9 años, a mi padre no lo conocí— otra vez parecía triste.
—La mía murió cuando yo tenía 4, casi no la recuerdo— ahora era yo la que me estaba poniendo sentimental.
—Lo siento— me acercó una silla para mí y acomodó una caja de madera para poder sentarse. —No te preocupes, ya lo superé, no me importa— tomé otra galleta.
—Eso no es cierto, uno no supera esas cosas pero puedes aprender a sobrellevarlo— aparte de guapo parecía bueno. Me sentía como una Eva tratando de tentarlo.
Tal vez sea mala idea, tal vez no debería estar aquí después de todo. Además Alice ya debía estar por llegar si es que ya no estaba esperándome.
Me levanté tomando otra galleta más.
—Creo que es mejor que me vaya, nos vemos luego— me acerqué a despedirme con un inocente beso en la mejilla, pero al verlo a mi altura, porque seguía sentado, no me pude resistir.
Nuestros labios se encontraron pero esta vez Edward no me lo impidió. Fue un beso dulce que me dejó sin aliento. Sus labios se movían lentamente y sin prisas. Cuando nos separamos me había olvidado de respirar. Me miraba con tanto cariño que me asusté. Salí corriendo de allí y no me detuve hasta llegar a mi casa.
¿Qué rayos me había pasado? Yo debía llevar el control, eso era un simple juego porque me aburría en casa.
Sí, eso debo tenerlo presente siempre. Edward es un simple juego. Un trabajador más que no merece mi atención.
—Bella ¿Qué tienes?— Alice estaba en la sala y se acercó a mí.
—Ven a mi dormitorio— la jalé y no paré hasta encerrarnos y verificar que no hubiera nadie, ni siquiera quería hablar de eso cerca de Ángela, la mucama, a pesar que ella era muy discreta.
—Besé al jardinero— le solté a mi amiga.
— ¿Qué?— ella me miraba como si yo estuviera loca.
—Desde el principio… la semana pasado papá trajo un nuevo jardinero, un muchacho huérfano, para que se encargara de la casa. Bueno, su nombre es Edward y está como quiere— la sonrisa de Alice se hizo más amplia. Se arrojó de pronto a mi cama mientras empezaba a sacudirse de risa.
—Oye, no te rías de mí— me quejé.
—Ay Bella lo siento— pero no paraba de reír, ya me estaba molestando. –Está bien, ya, ya… es que traías una cara, pensé que algo muy malo te había pasado, que habías visto un aparecido o extraterrestres, ¿pero tú jardinero? Por Dios, eso sí es divertido— se veía que intentaba parar de burlarse pero no lo conseguía.
Miré por la ventana. Edward caminaba hacia el estacionamiento.
—Allí está— le hice señales a mi amiga para que viniera a mi lado.
—Ay madre, ¿eso es un jardinero?— abrió mucho los ojos.
—Lo ves, esta buenísimo.
— ¿Y te gusta?— preguntó.
—Es guapo y lindo
—Te gusta… ¿hasta qué punto?
—No inventes, nada mas lo quiero para pasar el rato
—Bueno, no te culpo ¿Para eso me hiciste venir? ¿Esa era la sorpresa?
—Bueno sí, quería que le echaras un ojo.
—Le echo los dos, esta como quiere, pero tengo novio, uno que si es presentable— regresó a mi cama y se sentó.
— ¿A qué te refieres?
—Bella, es un jardinero, aunque parezca Brad Pitt, no deja de ser… pobre— encontró una de mis limas de uñas y empezó a usarla.
—Yo no lo quiero para que me compre cosas— me defendí.
—Trataré de comprenderte Todo mundo ha fantaseado con sus empleados, puede que haya cierto morbo en eso pero mejor déjalo allí, no le des alas, no vaya a ser que luego le gustes y se tome atribuciones que no le corresponden
—Fue solo un beso— me ofendí.
— ¿El te besó?
—No, fui yo, pero esta vez si me correspondió—
—Ay no me digas que ya has estado de resbalosa con él.
—No soy resbalosa, pero hace un par de días lo intente y me rechazó.
— ¿Te rechazó? Vaya… eso es nuevo.
—Sí, pero hoy parecía un poco más interesado,
—Bien, diviértete cuanto quieras pero ten la mente en claro, es un trabajador, un simple y corriente miembro del personal de servicio. No intimamos con ellos, están para servirnos, le pagamos y punto.
—Lo sé. Es sólo un pasatiempo.
—Bueno cambiando de tema, hablé con Emmett, viene mañana a verte, parece que no le caes bien, tal vez alguien le hablo pestes de ti— uy ya me lo imaginaba.
— ¿Jacob?
—Me imagino, sabes que desde que lo dejaste ha cambiado varias veces la versión de los hechos, primero dijo que se dieron un tiempo, luego que él te dejó y creo que ahora anda diciendo que ya se acostó contigo ¿eso es cierto?
—Claro que no, te lo habría contado. Ya te dije que me cansé de que me ande insinuando que tengamos sexo, no quiero acostarme con él.
—Tiene buen cuerpo.
—No es suficiente. Quiero alguien que me ame, no importa que yo no esté enamorada, sólo quiero alguien que en verdad me quiera, me adore, me idolatre...
—Oye no sueñes, eso no pasa así. Bueno yo he tenido suerte porque mi Jaz me adora pero no a todas les pasa. Pero si quieres esperar por tu príncipe azul allá tu.
Mi príncipe azul... hermoso, tierno, dulce, caballeroso... y con un auto último modelo. Esa era la imagen que yo tenía de un verdadero príncipe. Y eso era lo que tendría, no un jardinero.

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