CAPÍTULO 1
HABÍA UNA VEZ…
Toda gran historia empieza así. Y yo les vengo a contar la
mía, así que…
Había una vez, una adolescente con las hormonas alborotadas
que se enamoró locamente de un muchacho moreno, musculoso, que solía andar sin
camisa. Manejaba una moto y lucía sus hermosos y blancos dientes a donde quiera
que vaya. Nadie sonreía como él, nadie bailaba como él… nadie podía igualar al
gran Jacob Black.
Esa adolescente soy yo… o mejor dicho, lo fui. Ahora tengo
25, en un par de meses cumpliré 26… y un
año de ser viuda.
Cuando mi esposo Jacob murió en un accidente de tránsito, en
la autopista hacia La Push, quedé devastada. Y digo devastada, no sólo por la
muerte de Jake sino por todo lo que vino con ello.
Me case hace 5 años, muy enamorada. Tan enamorada que no me
importó dejar la casa de mi padre, tan enamorada que ni siquiera quise estudiar
una profesión. Yo vivía, miraba y respiraba por Jake.
Todo lo que él decía yo lo hacía o lo aceptaba. Incluso
cosas que ahora me avergüenzan. ¿Por qué me idioticé tanto con él?
Creo que nunca lo sabré.
Por mucho tiempo yo fui su marioneta. Y fui feliz así. No me
daba cuenta que hacía el papel de idiota. Alice me lo había advertido. Rose
dejó de hablarme y a mí no me importó.
Cuando Jake murió sentí que despertaba de un sueño, para
darme de narices con la realidad. Sin
estudios, sin oficio, sin casa.
La pequeña cabaña en la que vivíamos en La Push era de su
primo Quil, Jake se la rentaba y como no
tuvimos hijos y me quedé sola, me echaron. Y claro, debíamos varios meses de renta por eso se
quedaron con todas nuestras cosas. Sólo salí de allí con la ropa que tenía
puesta.
Y qué decir del trato… luego que me quedé viuda, la gente no
me respetó más. Jared y Quil siempre me gritaban cosas obscenas desde sus
motocicletas. Y Leah solía atacarme con indirectas. Bueno ella tenía razón,
muchas veces me advirtió y yo no la quise escuchar.
A Jacob le gustaba… me da pena decirlo… A él le gustaba
hacer intercambio de parejas. Y yo de tonta que lo aceptaba. Terminé
acostándome con muchos de sus amigos y parientes. Con Sam, Embry, Call, Jared…
incluso con Mike Newton, una vez que vinimos a una fiesta en Forks.
Para esto, Jake me convenció de inyectarme unas hormonas. Él
decía que yo era algo frígida y que esas sustancias harían que me resulte más
placentero el sexo. Y terminaron por hacerme sexo—adicta.
Teníamos nuestros encuentros como conejos, en toda la casa,
el patio, el jardín… a decir verdad en todo La Push. Lo mínimo eran 6 veces al
día… dos en la mañana, 2 al medio día y 2 por la noche. Y los fines de semana
eran continuos. Empezábamos el viernes por la noche y no parábamos hasta los
domingos a medio día. Organizábamos fiestas o asistíamos a alguna donde habían
muchas parejas.
Solía despertarme debajo de alguien diferente cada vez. Eso
era humillante. Tener que buscar a Jake y llevármelo a casa para alimentarnos.
Pero eso comenzó alrededor del tercer año de nuestro
matrimonio, es decir los últimos años que Jake estuvo vivo.
Al quedarme viuda regresé a casa. Papá ya no vivía aquí. Se
casó y se fue a Seattle. Y mamá, ella ya ni me llama. La última vez que la vi,
se marchó hecha una fiera. Le vació en la cabeza, un bol lleno de fideos con
salsa a Jake. Él le dijo vieja metiche… y yo no la defendí.
Hablé con ella luego del funeral. Ni siquiera quiso venir.
Quizás por eso no le escribo ni le llamo. Papá si vino a darme sus condolencias
y las llaves de la casa. Creo que para él fue un alivio. También me dejó una
tarjeta del banco. Había un par de miles de dólares, según él, es lo que había
ahorrado para mi universidad.
No se la habría aceptado de no ser porque no tenía
absolutamente nada de dinero.
Y con ello pude comer el tiempo que me encerré a querer
morirme.
Pero como el ser humano tiene instintos de supervivencias,
un día me levanté, me duché, fui a la peluquería, compré algo de ropa y salí a
buscar un empleo. Fue difícil, mucho. Nadie quería contratarme porque no tenía
experiencia en nada.
Sólo la librería me dio trabajo medio tiempo. Y no para
atender al público, sino para limpieza. Y la semana pasada encontré trabajo el
medio día libre que me quedaba, también limpiando un consultorio psicológico. Y
para buena suerte, la psicóloga, la doctora Ángela me está ayudando. Ella misma
me ofreció una terapia.
Me recetó unas pastillas para dormir, pues a veces tenía
pesadillas espantosas.
Y fue así como conocí… al farmacéutico.
Al hermoso, serio y siempre bien educado Edward Cullen.
Aquí comienza la historia en realidad, lo anterior fue sólo
para mostrarles que a veces la vida te trata como a hijastro. Te golpea, te
humilla, te deja con hambre y te vuelve a pegar.
Pero a veces, también te da oportunidades nuevas. En
realidad lo que me pasó antes fue por ser muy tonta, crédula y enceguecerme por
un hombre que no valía la pena.
......................
Mi nueva locura amigas, actualizaré un capítulo por semana porque ando atrasada en mis otros fics.
Gracias por leer.
PATITO
10 comentarios:
Muy bueno!!
Me gusta suena interesante
Wow buenisimo me encanto mucho
Me gusta muy interesante se ve este fic felicidades Patito
Me encanto y este es solo es el primer capitulo siempre me sorprendes PATITO!! =D
Me facino el la introduccion patito.. esta genial ! ;3
me encanta esta muy... bueno
muy buenoo te sigo en el face y donde pueda leer tus historias que la verdad son buenas ♥
soy tu follower forever :) ... pobre bella, con un marido asi!! me ha gustado mucho :D
Exelente facs... Creo q este sera uno de mis Megax Favorito....x3
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