14 febrero 2013

Cap 1 Metiches



PRIMER METICHE: MI HERMANO


EDWARD


Estaba medio cabreado, sentado en el despacho de mi hermano Emmett. Me daba vergüenza hablar de esto con mi padre, sólo esperaba que al decirle al grandulón a manera de consulta no me haga pensar que soy un depravado.

—Eddy ¿Te sucede algo?— preguntó preocupado.

—No me llames así. Quiero una consulta. Aquí está mi pago— le alcancé mis 50 dólares producto de mi último cumpleaños

—Oye no me tienes que pagar… somos hermanos— sonrió.

—Esto es serio. Necesito que me cobres para que guardes el secreto profesional— mi frente estaba arrugada y mis manos apretadas a la silla. Él solamente me miró como escrutando mis gestos. Se sentó en su sillón. Lo tenía donde quería.

—Si eso te hace sentir mejor. Adelante. Cuéntame lo que te pasa—ese era el tono profesional que esperaba. Además tomó mi dinero.

—He tenido… bueno no es solo anoche… ya van tres noches que tengo sueños extraños. Pero esta mañana he despertado… y creo que mojé la cama— debía estar rojo como un tomate. Ya estaba, había confesado, aunque no todo, porque el líquido que me salió olía terrible.

—Edward, eso es normal— vaya hasta me llamaba por mi nombre completo, ahora si se comportaba como un verdadero psicólogo. –Tienes 14 años, lo que te sucede es una especie de desfogue, tu cuerpo está empezando a cambiar…. — repitió todo lo que decía el libro que saqué de su biblioteca personal. Pude haberme ahorrado el pago.

— ¿Qué soñaste?— preguntó interesado… no podía decirle. Nada de detalles.

—Soñé que…había una mujer y estaba desnuda— otra vez sentí las mejillas arder.

—Sí. Es normal, has tenido poluciones, una eyaculación producida por un sueño erótico— mientras él me explicaba tecnicismos otra vez mi mente lo volvía a recrear. Había soñado con Bella, mi compañera de aula, la única chica que me ha gustado desde que tengo memoria. Sólo que yo no he sido muy comunicativo que digamos y jamás le dije nada.

—Edward ¿Te masturbas?— me preguntó mi hermano.

—No. Qué asco—casi grité.

—Pues deberías hacerlo, alivia tensiones y te ayuda con el acné—me dijo muy seguro.

—No tengo acné. Y no creo que pueda hacer eso— salí de su consultorio algo aliviado, era normal. Qué bueno, no soy un pervertido.




Dos semanas después estaba nervioso nuevamente, era cumpleaños de Alice, mi hermana.

Bella vendría hoy, llevo semanas planeando hablarle de lo mucho que me gusta pero no creo que pueda.

Con que conversemos un poco me conformo.

Mi hermana hiperactiva se había dado cuenta de todo y puso su plan “Bellward” como lo llamaba, en marcha.

Ella iba a llevar a Bella a conocer la casa y tal vez si nos encontrábamos en los pasillos podríamos iniciar una conversación espontánea.

Me quedé en la escalera mientras ellas recorrían el tercer piso, cuando iban bajando me acerqué como si fuera casual.

—Edward, le mostraba la casa a Bella— mi hermanita sí que improvisaba bien.

—Que bueno— apenas pude decir. Cuando se vayan me daré de cabezazos en la pared por ser tan “original”.

—Bien, creo… creo que mamá me estaba buscando, escuché su voz— la genia de mi hermana salió corriendo.

Hasta Bella se dio cuenta que fue a propósito.

—Yo también la oí— mentí.

—¡Ay que tonta, se me olvidó decirle donde estaban las velas para mi torta!— Alice gritó bajando saltando los escalones dejándonos solos.

Creo que oí volar una mosca, ninguno de nosotros decía nada.

— ¿Te... te estás divirtiendo?— me animé a decir.

—Sí, tu casa es muy bonita, me agrada tanta luz— dijo algo ruborizada.

—Mi habitación es la más iluminada, le pedí a mamá que echara abajo toda la pared y sólo pusiera un gran vidrio, así puedo ver el ocaso— sonreí.

— ¿En serio? Ya debe estar poniéndose el sol— dijo muy interesada.

¡Bingo! ¡Gracias Dios por esta oportunidad!

—Es esa puerta café—señalé, avancé mirándola, no parecía incómoda, me siguió.

—Wow, es… preciosa— dijo cuando estuvo dentro. Si, esta era la mejor hora para entrar en mi habitación, las paredes doradas le daban un halo místico. Ella caminó y se acercó a la ventana, puso sus manitas en el vidrio y se quedó sólo observando el paisaje y yo como tonto, sólo la miraba a ella.

—Te ves… hermosa— no pude evitar decirle lo linda que era.

—Gracias— me dijo sonriendo. Dejó su lugar y se acercó al estante de libros.

—Tienes muchos libros interesantes— sonrió.

—Me gusta leer— me encogí de hombros. Lentamente me acerqué un poco, no rechazó mi cercanía, se mordía su labio inferior.

—Bella… yo…

— ¿Si?— dijo muy bajito.

—Quería decirte… tu… eres

— ¿Soy qué?— me miró de forma encantadora, quería gritarle “tú eres mi vida”. De pronto su mirada se posó en los libros nuevamente.

—Bella yo…

— ¡Eres un pervertido Cullen!— gritó y salió corriendo.

Me quedé de una pieza ¿Qué había pasado? ¿Qué sucedió?
Respiraba entrecortadamente todavía sin entender.

Mi vista fue hacia el estante… allí en la parte más baja, sobre mis libros había 4 revistas con mujeres desnudas.

¿Qué rayos hacía eso allí? Yo jamás he tocado una de esas cosas.

Sentí que llamaban a mi puerta.

—Eddy, te dejé algo para tu problemita— Emmett asomó la cabeza señalándome las condenadas revistas. –Disfrútalas— me sonrió.

Maldito metiche, ahora Bella no va a querer ni mirarme. ¡Oh Dios!

1 comentarios:

My Wonderful World Of Books dijo...

Jejejeje Em siempre las hace jejeje lo lamento por Edward pero igual me muero de la risa jeje

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