12 enero 2013

Capítulo 9





CAPÍTULO 9

MALAS NOTICIAS

Bailamos dos piezas seguidas, luego tuvimos que hacerlo con nuestros respectivos padres. Cuando Edward regresó a mí no nos separamos más en toda la noche.
— Estoy impaciente por escabullirnos— me dijo
— Pero yo estoy disfrutando esto— le sonreí.
— Si no te conociera te creería— me devolvió la sonrisa.
— Bueno cual es el plan ahora, ¿Cómo hacemos?— pregunté
— Un par de bailes más y luego vamos por bebidas—
Pero fueron tres bailes entonces nos dirigimos hacia las bebidas para luego desaparecer por las escaleras de servicio.
Nuestro escondite parecía más grande, sería que nunca lo habíamos limpiado a fondo. Había una lámpara esperándonos. Bocaditos, refrescos y unas mantas sobre el piso de madera.
— Ha sido una noche memorable— me dijo. –Quiero un reporte completo Bella.
Le conté detalladamente lo de Mike y Tanya, lo de Jessica y Tyler. Pero con lo que más se divirtió fue cuando le hablé de Victoria.
— Bella eres asombrosa, derrotaste a Victoria y yo tenía tanto miedo por ti. Resultaste ser peligrosa— me dijo en son de burla.
— Tú piensas y yo actúo, ambos somos peligrosos— le dije.
— Bueno, cambiemos de tema. Necesito que cierres los ojos— dijo
Me sobresalté, ¿para qué querría mis ojos cerrados? Me lo imaginaba. Algo tramaba.
— Ya sabes lo que pienso de esto Edward— le dije
— Por favor Bella, te va a gustar lo prometo— rogó
Cerré mis ojos y levanté mis brazos. Como si no conociera bien a Edward, siempre hacía eso cuando quería darme un obsequio. Él sabía que no me gustaban los obsequios a no ser claro que fueran suyos.
Sentí el peso de algo en mis manos. Era algo duro y cuadrado. Lo sabía era otro cuento.
Abrí los ojos y me encontré con un precioso libro encuadernado. Lo abrí y vi en la primera página el título "Cenicienta" de Charles Perrault.
— Edward, es precioso. Gracias – dije sonriendo y lo abracé.
Él se ruborizó un poco pero se recuperó rápidamente
— No tan rápido princesa Bella, antes de que sea tuyo por completo debes leerlo. Así le darás vida y tal vez podamos representarlo.
— Bueno pero antes... yo también tengo un obsequio para ti— declaré
— No tienes que hacer eso Bella.
— Silencio no me arruines el momento que me tarde mucho en conseguir algo lindo para ti—lo silencié
Cerró sus ojos y abrió sus manos.
Puse mi obsequio con mucho cuidado, estaba envuelto en un papel muy bonito.
— ¿Bella que es esto?— me preguntó
— Ábrelo.
Con cuidado retiro el papel y lentamente abrió el estuche.
— Bella es… Wow
— Entonces he de suponer que te gusta.
— Gustarme es poco, me encanta, dime, ¿estas palabras que significan?— Me señaló mirando la hoja de la navaja.
— Me temo mi querido Sir Edward que tendrás que averiguarlo— Dije sonriendo. –Ahora comenzaré la lectura— Dije tumbándome sobre las mantas.
"Había una vez un gentilhombre que se casó en segundas nupcias con una mujer, la más altanera y orgullosa que jamás se haya visto. Tenía dos hijas por el estilo y que se le parecían en todo…"
Miraba de reojo a Edward junto a mí, estaba muy atento, a veces cerraba los ojos y sonreía, de seguro imaginando cada escena que yo leía.
"…El hijo del rey, a quien le avisaron que acababa de llegar una gran princesa que nadie conocía, corrió a recibirla; le dio la mano al bajar del carruaje y la llevó al salón donde estaban los comensales. Entonces se hizo un gran silencio: el baile cesó y los violines dejaron de tocar, tan absortos estaban todos contemplando la gran belleza de esta desconocida. Sólo se oía un confuso rumor:
— ¡Ah, qué hermosa es!...
El hijo del rey la colocó en el sitio de honor y en seguida la condujo al salón para bailar con ella. Bailó con tanta gracia que fue un motivo más de admiración.
Trajeron exquisitos manjares que el príncipe no probó, ocupado como estaba en observarla. "
— Alto, este príncipe me parece un tonto— me interrumpió Edward
— ¿Por qué? Yo imagino que debe ser muy apuesto.
— A eso me refiero, ¿Él se enamoró de ella solo por lo hermosa que era? Eso no tiene sentido. Ni siquiera hablaron, no la conocía.
— Pero ella también era buena Edward.
—Sí, pero él no lo sabía y que tal si hubiera sido diferente. Si ella aun siendo hermosa fuera vacía o perversa, la vio y se enamoró, me parece que el amor necesita más tiempo que sólo un vistazo.
— Edward es sólo un cuento. ¿Puedo continuar?
— Bien.
"..Empezaron probándola a las princesas, en seguida a las duquesas, y a toda la corte, pero inútilmente. La llevaron donde las dos hermanas, las que hicieron todo lo posible para que su pie cupiera en la zapatilla, pero no pudieron. Cenicienta, que las estaba mirando, y que reconoció su zapatilla, dijo riendo:
— ¿Puedo probar si a mí me calza?"
— ¿Qué a nadie le quedaba la condenada zapatilla?— me interrumpió Edward nuevamente
— No parece que no— le respondí
— ¿Cómo puede ser eso? ¿Acaso en todo ese pueblo no había dos chicas que calzaran igual? ¿Y si tanto la quería no podía ir de casa en casa buscándola?
— Es que no la reconocería—dije en defensa del príncipe
— Pero no quedamos en que la amaba por su aspecto, como no la va a reconocer si se enamoró de su cara.
— Edward. Si me sigues interrumpiendo no voy a continuar. ¿Además desde cuando cuestionas los cuentos de hadas? ¿Acaso te has vuelto tan mayor como para no entender?
— Lo siento Bella. Prometo no interrumpirte más aunque el príncipe sea un tonto— Puse los ojos en blanco y continué
"…Fue conducida ante el joven príncipe, vestida como estaba. Él la encontró más bella que nunca, y pocos días después se casaron."
Terminé mi lectura suspiré y todo quedó en silencio.
— ¿Edward te has dormido?— Pregunté tocándole el hombro.
— No. Sigo pensando que este príncipe es el más tonto que he conocido. Y no quiero representar su papel. Solo tendría que poner cara de estúpido. En realidad no hace nada. No lucha por ella, no combate con monstruos, ni siquiera la busca, sólo manda a sus súbditos. ¿Qué mérito hay allí?
— Entonces me tendré que buscar otro príncipe— dije molesta
— Creo que a Mike le quedaría perfecto el papel— dijo él
— ¿A Mike Newton?
— Claro solo hay que poner cara de tonto y no hacer nada. Él ya tiene esa cara y nunca hace nada, he oído que hasta lo visten sus criados.
— ¿Entonces no quieres representar el cuento?
— Que tal si lo cambiamos un poco. Qué tal si el príncipe tiene que rescatar a Cenicienta de la malvada madrastra, que decide venderla porque ella se entera de la verdadera identidad de la joven de la que se enamoró el príncipe.
— Eso suena bien. ¿Algo más?— pregunté.
— Y que el príncipe no sea tan tonto, que tal si ya se conocían antes y eran amigos— dijo entusiasmado.
— Pero entonces no habría quedado tan impactado cuando la vio en el baile— dije ya que su idea se parecía mucho a otros cuentos.
— Se conocían pero él siempre la había visto con ropas humildes no con los deslumbrantes vestidos que le dio el hada madrina.
— Si tal vez— y bostecé –Ya pensaremos eso luego, tengo algo de hambre, ¿me alcanzas los bocaditos?
Comimos un poco, bebimos los refrescos y me dio mucho sueño.
Me estaba quedando dormida cuando sentí la mano de Edward en mis cabellos. Me estaba acariciando la cabeza como hacía siempre para que me durmiera. Empezó a tararear algo y me hundí en el mundo de los sueños.
Me desperté muy temprano, había tenido sueños tristes, no podía encontrar a papá y lo buscaba en un lugar desolado. Al parecer había estado llorando porque tenía rastros de lágrimas en mi rostro.
A mi lado estaba Edward, tenía una de mis manos en la suya. Siempre habíamos dormido así de pequeños, yo tenía miedo y él me agarraba de la mano y me decía que no me soltaría.
— ¡Edward, Edward, Edward, Edward!— Repetí su nombre.
— ¿Bella por qué haces tanto escándalo?— Preguntó abriendo un ojo.
— Ya lo sabes... estoy esperando— dije alzando mis manos.
Apenas se incorporó, rebuscó hacia su lado y encontró una caja. Había un pequeño pastel de chocolate.
— Allí tienes princesa. Come y déjame un poco— dijo volviendo a cerrar los ojos.
— Gracias— dije y comencé a comer. Era nuestra costumbre cuando despertábamos juntos él debía alimentarme, así había sido desde que teníamos 6 años.
— Edward ¿Cómo crees que les habrá ido a los otros? Me gustaría investigar.
— Esa es una buena idea. Podemos espiar— dijo sonriendo.
— Buena idea, empecemos por tus primas. Vamos a cambiarnos y saldremos a ver.
Fuimos a su habitación y después de lavarnos la cara me puse otro vestido que había llevado el día anterior. Él también se puso ropas más cómodas y empezamos a merodear por la casa.
— Así que aquí están niños— era la voz de su madre.
— Buenos días mamita— dijo él con tono de súplica.
— Edward, desapareciste de tu propia fiesta, no sabes lo mortificada que me sentí. Y Charlie te estuvo buscando Bella— dijo mirándome.
— Mamá ya sabes que las fiestas no nos gustan— dijo él.
— Lo sé hijo pero no podrán escaparse siempre, Bella es casi una señorita.
— ¿Mi papá se fue?— pregunté
— Le dije que te quedarías y se fue pronto, ¿a él tampoco le agradan las celebraciones verdad?
— No, las odia— dije sin dudar.
— Dónde están mis primos— preguntó Edward
—Tyler está en las caballerizas tratando de montar a Pegaso pero creo que ya lo ha tirado al piso un par de veces. Victoria está en la cocina, Hanna le está preparando una infusión, le duele mucho el estómago. Tanya salió temprano a pasear al parecer hizo amistad con Mike Newton.
Edward y yo no podíamos soportar la risa.
Salimos hacia las caballerizas Tyler estaba en el suelo y Pegaso soltaba bufidos.
— Buen día Tyler—dijo Edward.
—Tu caballo es un monstruo— dijo el aludido.
— Pegaso es encantador— le dije y me acerqué a acariciarlo.
— Edward, Jessica sólo tiene un tiempo viviendo aquí, no puede ser la chica de la que me hablaste— dijo malhumorado su primo.
— Pero Tyler yo nunca dije que ella era mi mejor amiga— dijo Edward haciéndose el inocente.
— Sí lo hiciste, ayer en la tarde mencionaste su nombre un par de veces...
— No lo recuerdo— Edward tenía la cara más fresca del mundo.
— Entonces supongo que esta linda damita lo es. ¿Bella verdad?— dijo mirándome.
Edward rápidamente se trepó en Pegaso y me ofreció su mano para subirme.
—Ven princesa— dijo y me sentó delante de él.
Salimos galopando dejando a Tyler con la sonrisa congelada. El viento era fresco, iniciábamos el verano.
— Mira Bella el conde Mike— me dijo riendo cuando estábamos a punto de alcanzarnos en el camino.
— Ese romance está progresando— dije divertida.
Pasamos a su lado, ellos iban en una calesa muy bonita.
—Buen día Tanya, Newton— saludó Edward, yo les hice un gesto con la mano y nos alejamos.
Dimos un gran paseo y luego regresamos a almorzar a su casa. Victoria todavía seguía en su habitación, indispuesta.
Por la tarde Edward tomó una de las calesas y me llevó a casa.
— Bella estoy muy feliz por todo, fue un cumpleaños maravilloso. Gracias— dijo cuando estábamos por llegar.
— Gracias a ti— le dije sonrojada –Me divertí muchísimo, deberíamos escribir un libro con nuestras aventuras.
— Claro así podríamos contárselas a nuestros hijos— dijo riendo, luego su cara cambio –Quiero decir a tus hijos y mis hijos… no que fueran nuestros en común, quiero decir eso sería extraño... tu y yo... somos sólo... pero tampoco me gustaría que tu…
Al principio me dio risa el oír trabarse a Edward de ese modo pero de pronto mi atención se centró en la coche que estaba delante de mi casa. Era de los Newton. ¿Qué estaría haciendo Mike en mi casa?
— ¿Bella me oyes? Discúlpame por…— balbuceó Edward.
— Está bien Edward, mira ese coche no es de los Newton— le señalé.
— ¿Que hace ese tonto en tu casa?— me preguntó.
— Eso quisiera saber. Voy a averiguarlo— dije cuando estábamos llegando.
— Bueno creo que yo debo irme. Luego me cuentas, es más creo que mañana pasaré por aquí para preguntarte. Cuídate Bella— le sonreí pero seguía intrigada. Bajé con cuidado y le dije adiós con la mano.
Entré en casa y vi a papá y a la mamá de Jessica conversando amenamente.
— Hija, que bueno que estás aquí— dijo él un poco nervioso.
— Creo que debes darle la noticia— dijo ella respingando la nariz.
— Si, eso creo. Bella pequeña, acercarte— me llamó papá. Me senté a su lado. –Veras hija, sé que desde hace tiempo estamos solos y creo que esta casa necesita una señora. Le he pedido a Amanda que se case conmigo. Agrandaremos la casa, tendrás una hermana y una madre— dijo tratando de sonreír.
Abrí los ojos de lo espantada que estaba. ¿Jessica mi hermana y esa señora tan alzada mi nueva madre? Antes prefería a un cuervo. ¿Por qué hacía esto papá? ¿Acaso no éramos felices juntos? ¿Yo no era suficiente para él? Quizás se había enamorado de esa señora. Quizás la amaba. Quería llorar y correr a buscar a Edward para que me consolara. Pero no podía hacerle eso a papá, si él quería a esa señora yo también podría hacerlo. Si él la amaba yo no me interpondría. Mi padre merecía ser feliz, había estado sólo tanto tiempo.
— ¿No dices nada niña?— preguntó ella.
— Lo siento señora Stanley, estoy sorprendida. Pero si mi padre la quiere yo estoy feliz por eso— dije conteniendo con todas mis fuerzas las ganas de llorar.
— No soy la señora Stanley, soy Amanda Tremaine y pronto la señora Swan. Me alegro que lo tomes así, eres más madura de lo que pensé— dijo con desdén. —Charlie debo irme y hablar con mi hermana de todo esto. A partir de mañana iniciaremos los preparativos y los arreglos de esta casa— dijo mirando como si todo estuviera sucio.
— Te acompaño Amanda— dijo papá y salió con ella.
Yo sentía que todo mi mundo se venía abajo. ¿Cómo sería vivir con ellas? ¿Qué haría ahora? Tenía tantas dudas en mi cabeza. Subí a mi habitación y lloré como nunca lo había hecho y me quedé dormida de tanto llorar.

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