14 enero 2013

Capítulo 24




CAPITULO 24


EDWARD 

Sus manos entre las mías, sus ojos en mis ojos, era todo lo que había soñado. Volver a tenerla. Quería preguntar muchas cosas y no sabía por dónde empezar, sabía que no me ocultaría nada. Así que debía empezar por lo primero
— ¿Me amas?— le pregunté.
— ¿Lo dudas?— respondió.
— No, ya no— le sonreí
— Claro que te amo, nunca he dejado de hacerlo aunque pensé que, bueno ya sabes, lo último que me dijiste no fue nada romántico ¿verdad?
— Lo siento—respondí. —Bella—se sentía maravilloso poder decir su nombre mientras la miraba, sus bellos ojos chocolate ahora eran de un dorado brillante, pero era la misma mirada.
— ¿Edward?— mi nombre sonaba maravilloso viniendo de ella.
— ¿Me contarás la verdad de lo que paso?— pregunté
— Si. ¿Qué deseas saber?— me sonrió.
— ¿Quién te convirtió?— pregunté, aunque ya sabía la respuesta quería confirmarlo.
— Alec—respondió sin vacilar, no esperaba esta respuesta.
Mi mente vagó por todos mis recuerdos tratando de encontrar a alguien con ese nombre en todos estos años.
— ¿Quién es Alec? Espera, antes que me pierda nuevamente. Aclárame algo. Leí tus cartas y solo hasta ahora me doy cuenta que fuiste tú la que escribía hasta que te encontraste nuevamente con Victoria. Pensé que ella había sido la que te convirtió. ¿Qué es lo que pasó allí? No fuiste clara al respecto. Sé que en un momento determinado aparecieron los licántropos.
— Cuando ellos aparecieron ya era tarde. Yo había tomado mi decisión. Acepté irme con Victoria. Jake y Sam no pudieron hacer nada, Victoria no estaba sola con Laurent. Había 5 más con ella. Neófitos.
— ¿Cómo que aceptaste ir con Victoria? ¿Neófitos? Bella ¿Dónde has estado este tiempo?— parecía estar muy familiarizada con los términos de nuestra especie.
— Buscándote, siguiéndote. Esperando— respondió suspirando.
— Bella, cuéntamelo todo— le pedí ansioso
BELLA POV
Su rostro estaba a unos centímetros del mío, quería besarlo nuevamente pero tenía una historia larga que contar, esperaba que no me interrumpiera a menos que sea necesario. Así que comencé.
—Cuando recibí la nota que me habían enviado, firmada por Rosalie, pensé que podría también ser una trampa de Victoria, lo presentía. Había tenido varios días para decidirme. Sea quien sea que fuera, lo seguiría porque solo quería hacer una cosa en el mundo. Encontrarte. Si era Victoria se lo pediría, no importaba el precio. Sentía que en cualquier momento saltaría de un acantilado cuando ya no pudiera soportar la tristeza en mi pecho. Nunca me recuperé por completo, hice muchas cosas para reponerme pero siempre me faltaba el aire, me faltaban fuerzas. Me sentía quebrada.
Victoria quería venganza. Me propuso un trato. Me ofrecía la inmortalidad, con una condición. Ayudarla a destruirte. Ella era buena rastreadora, dijo saber dónde estabas. Pensó que te odiaba por haberme dejado. Me tomó solo dos segundos aceptar su propuesta.
Victoria ya me tenía cuando llegó la manada, pelearon de igual a igual hasta que salieron los neófitos ella había creado para poder llegar a mí. Con la nueva distracción me llevó lejos de allí. Ella y su nueva pareja. Laurent había caído. Los demás se quedaron luchando.
Llegamos al lugar donde se había estado escondiendo en Chicago encontramos otros dos neófitos más, una de ellos recién había despertado. Se abalanzó sobre mí y con mucho esfuerzo lograron quitármela de encima. No habían terminado de dominarla cuando ellos llegaron. Cuatro figuras encapuchadas salidas de la nada, se confundían con la noche. Dos de ellos muy altos y siniestros y dos muy jóvenes extremadamente hermosos. Sin mediar palabras acabaron muy pronto con Victoria y sus neófitos. Hablaron brevemente acerca del ataque en el lago sobre la prohibición de verse expuesto en un lugar público.
Luego ella se volvió hacia mí. Jane. Me miró con mucha arrogancia y sus ojos parecían taladrarme. Yo no sabía lo que estaba haciendo ni lo que pasaba. Uno de ellos, Félix, soltó una carcajada al ver la situación. Inmediatamente Jane lo miró y él rodó por el suelo retorciéndose de dolor. Presentí que eso era lo que me estaba haciendo segundos antes y me alegré que al igual que contigo mi mente funcionara en otra frecuencia. Entonces el otro que tanto se parecía a ella, se acercó a mí, sólo me miraba, no sabía si estaba intentando hacerme algo.
Jane se alejó unos pasos, después de unos minutos los otros dos vampiros comenzaron a moverse de forma extraña, como si estuvieran ciegos. Yo seguía allí de pie sin saber qué hacer. Sin poder correr o escapar.
Entonces él fue el primero en acercarse a mí.
— Soy Alec, ¿Cuál es tu nombre?— preguntó.
—Bella— respondí.
— ¿Sabes que somos?—
— Vampiros— dije sin titubear.
— ¿Y me puedes decir cómo lo sabes?— volvió a preguntar con gran interés.
— Amo a un vampiro— le dije
Jane soltó una carcajada y se acercó a mí.
— Félix, acaba con ella— ordenó
El más alto y fornido de todos dio un paso hacia mí, al parecer ya se había recuperado de lo que sea que le pasaba. Pero Alec lo frenó.
— Ella va a acompañarnos— dijo.
— Sabes que no hay concesiones ni perdón— le corrigió Jane.
— Este es un caso particular y estoy seguro que los maestros apreciarán una buena historia como la que Bella tiene para contarnos, yo estoy impaciente por oírla, además de aclarar porque es inmune a tu poder y al mío.
Y nadie dijo más al respecto. Solo Jane me lanzaba miradas de odio.
Ese día me llevaron con ellos en un vuelo privado hacia Italia. Llegamos a Volterra. Recordaba los grabados que me mostraste en el despacho de Carlisle. Los Volturi. Los mencionaste una vez mientras veíamos una película. "Una familia muy poderosa, lo más cercano que hay a la realeza"
Me llevaron a un edificio muy antiguo y amplio. Me sorprendió hallar a una mujer en la recepción y dirigirse a ellos como si fueran sus amigos.
Después de pasar muchos corredores y pasadizos me hallaba en una de las torres de ese recinto. En la antesala de aquel salón esperé por espacio de dos horas, hasta que me permitieron entrar.
Los ojos de Edward se abrieron de golpe ya que los había cerrado todo este tiempo concentrado en mi voz.
— ¿Los conociste? preguntó.
— Si, me recibieron muy intrigados. Jane y Alec le hicieron una profunda reverencia.
Alec les explicó lo que había ocurrido, cómo habían seguido el rastro de Victoria y la creación de los neófitos. Ellos escucharon con sumo interés aunque sus rostros eran inexpresivos. Mencionaron que habían presenciado una pelea entre hombres lobo y vampiros. Y que la pelirroja creadora de los neonatos me había llevado hasta su escondite. Donde le dieron muerte junto con otros dos neófitos. Todos estaban muy intrigados por saber porque se dio una pelea tan extraña para secuestrar a una simple humana. Mencionó que yo era inmune a sus poderes y que sabía sobre su existencia. Y que había afirmado que amaba a uno de su raza.
La expresión del mayor de todos ellos cambió y se dibujó una sonrisa en su rostro. Al parecer Aro, como le llamaban, encontraba divertido e inusual todo lo referente a mí.
— Acércate pequeña. No te haremos daño— me tendió su mano.
Me acerqué con temor y lo toqué. Era muy frío y su piel gruesa y extraña.
— No puedo ver nada— dijo frustrado. –Necesitas contarnos tu historia. De eso depende ahora tu vida. Y luego deliberaremos—
Entonces les narrarle mi historia, cómo te conocí y cómo supe sobre ustedes. Obvié algunas cosas como el tratado que hicieron con los licántropos. Solo les expliqué que era amiga de uno de ellos, lo cual le pareció interesar mucho. Les hablé sobre James y Victoria. Y por último la forma en que me dejaste. Eso le sorprendió.
— Típico de mi buen amigo Carlisle, el sacrificio— dijo. —Me alegra que haya encontrado una especie de familia—entonces se volvió hacia sus hermanos para deliberar.
Se tomaron un buen tiempo para ello, yo permanecía de pie y casi me dormía cuando Aro se dirigió nuevamente a mí.
— Las leyes son claras amiga humana— sonrió al ver mi rostro de ignorancia.
— El que no sepas las leyes es irrelevante— volvió a decir.
— Me las puedo imaginar— respondí.
— Quiero oír lo que te imaginas— sonrió sorprendido.
— Muerte o transformación— dije.
— ¿Y cuál de las dos opciones te haría más feliz?— no sabía si me daba a elegir o se burlaba de mí.
— Lo segundo, por favor— respondí con reverencia, esta vez les estaba implorando.
— Eso tendría sus condiciones— aseguró.
— Y yo las cumpliré, sean cuales fuera—estaba decidida a todo.
— Primero pequeña, alguien debe ofrecerse a realizarlo y a cuidar de ti el tiempo que te lleve disciplinarte y entrenarte. Son muy prometedores tus dones—pasó su vista entre todos los presentes. Habían otros vampiros mas, que yo no sabía quiénes eran.
— Yo me propongo Maestro— hablo Alec. Jane abrió la boca horrorizada pero no dijo nada.
— Bien. Ya tienes protector. Ahora solo falta tu juramento. Deberás entregarnos un tiempo de colaboración poniendo tus dones al servicio del deber con nosotros.
— Haré lo que sea… Maestro— dije aun temblando, esperaba que no fuera mucho tiempo.
— 15 años me parecen suficientes, luego ya veremos— sentenció
— Maestro ¿Me podría conceder unos días entre cada año, unos días en los cuales yo pueda ser libre de verdad?.
— ¿Cómo unas vacaciones humanas?— soltó una carcajada.
—Sí. Es lo único que pido.
— Nadie nunca pidió algo parecido. Me parece justo.
Escuché la fuerte respiración de Edward. Se inclinó hacia mí, veía en sus ojos algo que lo atormentaba.
— Alec, tenía otras intenciones además de tu transformación— preguntó con dolor en su mirada.
— Si— dije alargando su agonía
— Entiendo— respondió.
— No creo que sean las intenciones que imaginas— le aclaré
— ¿Entonces?
— El quería entrenarme, para que ocupara su lugar.
— ¿Por qué? – me preguntó intrigado
— Porque no le gustaba viajar ni trasladarse tantas veces. Odiaba su trabajo, quería quedarse en Volterra, al lado de la persona que amaba.
— ¿Entonces él te transformó?— preguntó
— Si.
— ¿Fue doloroso?— preguntó.
— Mucho. En compensación no fue tan largo. Solo dos días. Al parecer cuanto más tiempo tenemos la ponzoña es más poderosa.
— ¿Cómo fueron tus primero días?—
— Extraños. Pasé una semana encerrada para fijar en mi mente los recuerdos que tenía. No quería olvidar.
— ¿Y bebiste sangre humana?— me preguntó temeroso
— Me agradaría decir que no. Tenía pocos días de nacida cuando llegó Heidi y me ofrecieron a un hombre moribundo, no pude resistirme, estaba realmente sedienta. Fue del único ser humano del que he bebido.
— ¿Y luego que pasó?— preguntaba Edward mas intrigado cada vez.
— Después de comunicarme con Jake empecé mi entrenamiento y mi nueva vida.
— ¿Con Jacob Black?
— Él sabía que yo no había muerto, al menos que no había dejado de existir y que me estaría buscando, debía decirle que fingiera mi muerte, darle instrucciones para que pueda consolar a Charlie y a mi madre. Quería que sepan que no volvería, debían darme por muerta.
— Las últimas cartas... llegué a creer que fuiste tú— dijo con mucha tristeza
— Son del diario de Leah, ella prácticamente ocupó mi lugar cuando desaparecí. Charlie y su madre se casaron y ella fue un poco la hija que perdió. También vivió con Jake y se casó con John. Me pareció justo mostrarte una vida humana como la que querías para mí. No sabía la forma de decirte que había seguido otro camino. Te he rastreado por mucho tiempo. Me enseñaron a rastrear pero no tengo el don tan desarrollado como Demetri.
— ¿Quién es Demetri?
— El mejor rastreador que existe. Pasé varios años con él, Félix y a veces con Heidi. Los Volturis están muy bien organizados y nosotros éramos de la guardia de avanzada.
— Cuando leí esas cartas creí que te encontraría con una familia, estaba casi preparado para irme pero quería verte una vez más. Me confundió mucho encontrar a otra mujer en el lugar que debías estar.
— Ese no era mi lugar, siempre lo supe.
— Cuéntame cómo fue tu vida en Volterra— me pidió.
— Los primeros meses fueron los más duros, pero en medio año estaba completamente disciplinada en cuanto a mis instintos y mi alimentación. Solía cazar en los bosques de Volterra en un principio, después mucho más lejos. También me enseñaron a expandir mi don y a materializarlo.
— ¿Cuál es tu don?
— Tengo el don del Escudo. Puedo repeler cualquier ataque mental e incluso físico. Puedo evitar que la lluvia me moje o ser detectada por mi olor. Expandirlo en un radio de 100 metros, no lo he intentado más allá porque no lo he necesitado.
— ¿Y qué tipo de trabajos realizabas para ellos?
— Vigilancia. Seguimiento y castigo a los trasgresores. Me enseñaron a luchar pero pocas veces lo he necesitado. Viajé a muchos lugares a mantener a los de nuestra raza en el anonimato. Nunca pensé que hubieran tantos clanes, he conocido muchos de nuestra raza y he hecho docenas de amigos.
— ¿Y alguna vez hubo alguien especial?— su pregunta fue casi un susurro.
— Si— dije sonriendo. —Hubo una vez alguien de quien me enamoré perdidamente.
— ¿Y qué pasó?— preguntó mirando al cielo.
— Me dijo que no me quería y me dejó. He pasado años buscándolo— dije riendo.
Se volteó y me rodeó con sus brazos, apretándome contra su pecho.
— No sabes cuánto te he extrañado, no tienes ni idea todo lo que he vivido, conté cada segundo lejos de ti— me dijo al oído.
— Creo que me puedo hacer una idea— dije mirándole fijamente. – Una vida sin ti, no es vida. Yo no he vivido en el cielo precisamente.
— Esto es el cielo— dijo besándome. Sus besos no eran como recordaba, ya no era frío ni su piel dura. Era suave y cálido, podía sentir cierto calor emanando de él.
— Tu familia— le dije en un susurro. –Le prometí a Carlisle…
— ¿Qué? ¿Los has visto?— preguntó
— Vi a Carlisle en Volterra hace dos años. Me contó que llamabas una o dos veces al año. Dijo que estabas en Australia la última vez que lo habías hecho.
— Si, no recuerdo bien, hace casi un año que no les llamo, no sabía que te había visto, al parecer estoy perdiendo mi don con él— dijo algo avergonzado.
— Debemos ir a buscarlos, se pondrán muy felices al saber que estamos juntos otra vez, además él tiene algo que me pertenece.
— ¿Qué es?
— ¿Recuerdas aquel cuadro en la casa de los Masen?

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