14 enero 2013

Capítulo 18




CAPITULO 18


EDWARD 

No había marcha atrás, ahora lo comprendía, aunque diera mi existencia por haber estado a su lado para defenderla, era un simple espectador en sus recuerdos.
Si el arrepentimiento matara habría dejado de existir en este mismo momento.
Bella. Mi preciosa Bella.
¿Cómo pude ser tan imbécil? ¿Cómo pude dejarte así?
Encontraste buenas personas pero el pasado no te dejaba atrás y eso era mi culpa.
Aquel día que me fui del colegio, cuando no podía hacerle frente al deseo que tenía de acabar contigo, debí haberme marchado para siempre. Debí haberte dejado. Tuve tantas oportunidades y fui tan egoísta.
Entrar en tu vida fue lo peor que había hecho.
No.
Lo peor ha sido dejarte sola todo este tiempo.
Victoria era más astuta de lo que pensé y Laurent no se había regenerado en Denali. Hubiese querido matarlos con mis propias manos.
Los lobos ayudaban otra vez, que extraño magnetismo tenía Bella, para encontrarse con tantas criaturas y estar a punto de morir tantas veces.
Busque las siguientes cartas, desesperado por saber cómo se libró de ese ataque. Ya no eran tan largas. Ahora eran escritos más cortos, sintetizados, hechos con mucha rapidez.

DOCEAVA CARTA

El plan de Sam funcionó, yo no lo sabía, Jake me lo había ocultado todo este tiempo. La manada llegó y los rodearon, actuaron perfectamente coordinados. Hicieron lo que pudieron, casi no ayudé en nada, como siempre fui un estorbo.
Estaba esperando que John despertara. Él llevó la peor parte en esto. Era tan frágil y aún así había intentado defendernos. Era muy valiente. No sé cuanto sabía, quizás al despertar haga muchas preguntas. Sam nos había advertido sobre lo que deberíamos decirle.
Llevaba tres días en el hospital, era casi medio día cuando un rayo de sol le dio en el rostro y abrió los ojos. Tan hermosos, de un verde esmeralda, brillantes.
Mis ojos se llenaron de lágrimas al recordar, pensé que lo perdería y no pude evitar abrazarle.
Dos días después le dieron de alta, aunque no lo festejamos debido a los sucesos, pero yo estaba feliz hasta donde podía estarlo. El golpe de John ocasionó que no recordara muchos detalles ni algunas cosas en los últimos meses, era como si hubiera perdido una parte de su vida. No hablaba mucho y yo estuve lo más que podía cerca de él. Afortunadamente no preguntó mucho, al menos sobre el ataque.
Jake regresó la semana siguiente pero no quería que le mencionáramos lo ocurrido, se volvió un ser amargado y siempre estaba solo. Yo no quería decirle nada ya que sus reacciones me ponían furiosa. Se culpaba de todo, de no haber montado guardia a tiempo, de no haber hecho lo suficiente. No le entendía, se fue alejando poco a poco y se dio de lleno a los deportes de la universidad. Jugaba para los Toros, era lógico, alguien con esa fuerza sería bienvenido en cualquier lugar.
Una año había pasado desde el ataque John y yo estábamos saliendo, a veces se mostraba ausente, traté de ser comprensiva y callarme, por dentro me estaba muriendo. Hubiera preferido sus preguntas, contarle todo y acabar de una vez con tantos secretos.
Nuestra primera noche fue especial, era el primer hombre en mi vida. Di un paso muy importante con él. Fue todo lo que había imaginado, dulce y apasionado. Pero no pudimos conectarnos de un modo más profundo. Debo aceptar que fue sólo pasional. Pero era algo, quizás ya me estaba ganando su corazón.
Era su último año en la universidad y esperaba que con el transcurrir del tiempo nuestra relación se hiciera más estrecha y que hiciéramos planes para el futuro. Planes juntos, en algún lugar nuestro, donde podamos vivir felices.
Se hizo cargo de los negocios de su familia y pasaba mucho tiempo ocupado, eso hizo que nuestro romance decayera.
Tenía la esperanza de que el verano que estuviéramos en Forks las cosas se arreglaran entre nosotros.
Charlie y Sue ya vivían juntos y habían agrandado la casa. Apenas estuvimos una semana ya que la madre de John enfermó y él regresó a Chicago.
En mi último año de universidad me presenté a un programa de becas al extranjero y gané una para Londres, era una oportunidad única y no quería desaprovecharla. John no puso objeciones, en el fondo me habría gustado que si lo hiciera.
Londres era tan húmedo como Forks aunque no hacía tanto frío. John venía a verme tan seguido como podía y cada vez que algún negocio reclamara su presencia aquí. Pero con el tiempo yo sentía que nuestra relación era cada vez más distante. Me dedique a estudiar mucho y a conocer algunos lugares importantes para mí como Irlanda y Escocia.
Compartía habitación con una francesa, Dyana, nos hicimos muy amigas y teníamos planes de vivir un año en Paris antes de regresar a América. Cuando le conté mis planes a John se entristeció un poco pero lo entendió. Cuando el semestre llegó a su fin nos mudamos a un apartamento que había sido de uno de los ex esposos de la madre de Dyana cerca del Boulevard San Germain en Paris. Pero el costo de vida era muy alto así que buscamos trabajo, era una zona muy comercial con muchos bares y cafés. Mi francés era muy pobre, me costó encontrar algo decente.
John y yo tuvimos una discusión cuando vino a verme. No recuerdo ya el motivo. Terminamos nuestra relación. Me sentía completamente sola y desesperada. Era como si otra vez no supiera a donde pertenecía. Todos estos años yo esperaba una señal por su parte, me sentía querida pero no amada esperando una propuesta que no llegó.
Ese verano en un bar conocí a Xavier, un artista que me llevó a conocer a fondo Paris, se mudó conmigo ya que Dyana viajó por un tiempo a Lyon por una herencia que le legaron. Vivimos 6 meses maravillosos, sus encantos eran inigualables, él sabía cómo hacer sentir bien a una chica, sus palabras eran miel en mis oídos. Pero como todo francés pronto encontró otras distracciones y su corazón de poeta era muy grande para una sola musa.
Y allí estaba otra vez sola, entonces quise volver a casa. Al único lugar dónde podía sentir que no sobraba. Reconstruiría los pedazos rotos de mi vida. Volvería a levantarme, una vez más.

0 comentarios:

Publicar un comentario