12 enero 2013

Capítulo 14





CAPITULO 14

CUMPLEAÑOS NO TAN FELIZ

—Una palabra que se escriba igual de izquierda a derecha y de derecha a izquierda— le pregunté a Edward un día en el refrigerio. Estaba entretenida resolviendo acertijos en un periódico.
—Bella— dijo él muy seguro.
—Edward estoy hablando en serio, Bella, si lo escribes al contrario es Alleb, no coincide— le reclamé.
—Ya la tengo— dijo riendo –pero te costará.
— ¿Que quieres por ella?— me entusiasmaba, jugar así. Él siempre pedía que yo bailara o que hiciera sonidos de animales.
—Un beso— dijo y yo me ruboricé. –En la mejilla como el otro día. No estaba preparado y ni lo sentí— dijo algo avergonzado.
—Está bien pero no creo que sea un buen lugar hay mucha gente— dije mirando a todos lados.
—Entonces me lo deberás. Yo te lo recordaré—
—Hecho, ahora la palabra.
—Somos— dijo él.
—Si coincide, ya casi lo tengo.
— ¿Isabella puedo hablarte?— era Jasper Hale, estaría preocupado por Alice, Edward me había dicho por la mañana que estaba con fiebre y su madre la obligó a guardar cama.
—Claro Jasper, dime— le dije muy solícitamente.
—Es algo personal si no te importa— su rostro se volvió algo rosado.
—No hay problema, yo me voy— dijo Edward poniéndose de mal humor otra vez. A veces ya no era tan divertido como antes, cambiaba de estado de ánimo con frecuencia y no podía entenderlo.
—Sé que Alice es tu prima y pues yo quería ir a visitarla pero me gustaría llevarle algo especial. ¿Podrías ayudarme?— me rogó.
—Pues no la conozco mucho, sé que le gustan mucho las modas y los accesorios…
—Algo más simbólico, no se— dijo él acercándose a mí para que no oyeran algunas chicas que estaban cerca.
—Ya lo tengo— dije muy alegre. –Fresas silvestres, le encantan y además tú la salvaste cuando se le cayeron. Seguro que estará feliz con eso— le dije muy animada. Él sonrió mucho.
—Esa es muy buena idea. Pero no sé qué decirle. Cómo llego, que le digo— este chico parecía muy interesado en mi prima, más de lo normal.
—Pues creo que solo con tu presencia harás mucho— le sugerí.
—Había escrito algo pero no me atrevo— dijo ruborizándose mucho. Era divertido verlo así. Me dio ternura y sabía que mi mejor amiga y prima Alice no cabría de emoción.
—Anda dímelo y te daré mi opinión— le sugerí, quería escuchar lo que había escrito para ella.
— Bien pero es algo cursi— Respiró hondo y empezó suavemente:
"Nunca antes había visto la luz, no conocía más que sombras y dudas. Caminaba entre murmullos tristes y promesas rotas. Y un día la fe me sonrió, en un manantial me encontré una dulce hada. ¿Me concederá mi deseo? Yo no quiero riqueza, ni poder. Sólo quiero la fe que hay en sus ojos, sólo busco que me mire cada día. ¿Me concederá mi deseo? Solo quiero verla a diario y sentir su alegría en mí, oír su voz suave y percibir su aroma…
— ¿Qué rayos haces Jasper?— la voz de Edward me asustó, yo estaba embelesada escuchando.
—Lo siento— dijo el rubio. —Luego te veo Bella— y se marchó muy ruborizado.
—Eres un maleducado Edward Masen, no tenías porque interrumpir…
—Entiendo, te agrada Jasper— dijo muy serio.
—Claro que me agrada, es muy bueno y escribe poesía…
— ¿Eso era lo que te decía, poesía?
—Si algo que él escribió.
—Discúlpame entonces, no volveré a interrumpirlos, si quieres ve con él— me dijo mas molesto aún.
—Edward no seas ridículo, aún no termino de resolver esto. ¿Me ayudas?— le pedí.
—No, yo no sé poesía— dijo y se marchó. Pero qué rayos le pasaba, ya no era divertido como antes.
La campana sonó y entré al salón de clases nuevamente. Me senté al lado de Edward.
—Que afortunado soy de que aún quieras sentarte a mi lado— dijo algo sarcástico.
—Jamás nos hemos peleado Edward pero si te sigues portando así, me iré— lo amenacé. No me dijo nada más en todo el día. Al terminar las clases Mike se me acercó.
—Bella quisiera hablar contigo— dijo un poco avergonzado.
—Otro más—susurró Edward y se marchó sin mirarme.
—Dime Mike— le dije sin muchas ganas.
—Bella sé que pronto será tu cumpleaños y quería saber si te gustaría salir a pasear— se veía que no le costaba mucho hablar sin Edward en medio.
—Pues creo que habrá una reunión en casa de Edward, no sé mucho porque no me han dado detalles. Si quieres puedes ir— ¿Cómo le decía de lleno que no? Al menos esa era una buena excusa para evadirlo.
—Genial, entonces estaré allí— dijo marchándose.
Recogí mis cosas y salí del aula, no había señales de Edward. Empecé a caminar decidida, si él no quería acompañarme era su problema, no el mío.
— ¿Te irás sin mi?— su voz estaba más calmada.
—Claro que si malhumorado— le reclamé.
—Lo siento, es que perdí el control. Discúlpame— Sus ojos me miraban tan intensamente que me estremecí y mi corazón latió como loco. ¿Pero qué rayos nos pasaba hoy?
—No hay problema, quizás amaneciste con el pie izquierdo— le sonreí y apenas me devolvió la sonrisa.
— ¿Te interesa Jasper?—me preguntó.
— ¿Interesarme de qué modo?— pregunté muy intrigada.
—Ya sabes… de forma romántica— dijo muy despacio.
— ¿Romántica? ¿Como a las princesas le gustan los príncipes? ¿Para siempre?— no pude evitar preguntarle todo de golpe, no me había puesto a pensar en eso antes.
Jasper era muy lindo pero con Alice, traté de imaginarlo con un traje de príncipe y arrodillado, pero la única imagen que pude visualizar a su lado era a mi prima. Si, definitivamente Jasper podía ser un príncipe pero no para mí.
—Ya sabes que no hay príncipes, en este lado del mundo al menos. Pero más o menos la idea es esa. ¿Es él tu príncipe?— ahora se veía desanimado, como si tuviera que tomar alguna medicina que sabía mal. Me reí al pensar eso.
—Yo creo que él sería un buen príncipe… para Alice—
— ¿Alice?— preguntó algo más animado.
—Sí, creo que ella lo ve de ese modo y parece que él también, lo que estaba recitándome hoy era para ella, seguro más tarde lo verás en tu casa. No te burles por favor y permite que la vea— le rogué.
—Claro, me parece estupendo— su rostro se iluminó y luego volvió a decaer.
— ¿Y ahora qué te pasa?— pregunte
— ¿Y qué quería Mike?
—Salir conmigo por mi cumpleaños, no me quedó más remedio que invitarlo a tu casa. Y no preguntes sobre él, porque creo que tenemos claro desde hace tiempo que él es un sapo pero uno que no está encantado— le sonreí.
— ¿Él también irá? Vaya pensaba que sería un día especial— se quejó.
—Claro que lo será. Sólo no me prepares muchas supresas—le dije.
—No tienes idea— me aseguró y me asusté un poco.
.
Los días pasaron rápidamente, Alice se recuperó y a partir del día siguiente Jasper y ella se sentaron juntos, obligando a Emmett a sentarse al lado de Rosalie.
El sábado llegó y al amanecer salí corriendo al establo. Me sorprendí de encontrar a mi madrastra en la puerta del lugar donde vivían los animales.
—Buenos días señora. ¿Qué sucede?— dije mirando dentro para saber porque estaba aquí.
—Isabella, vete a la casa— me dijo muy molesta. Casi le obedezco en el acto pero vi a alguien dentro tratando de atrapar a mi cordero.
— ¿Qué pasa? ¿Qué le hacen a Querubín?— corrí dentro a calmar a mi animalito que estaba muy asustado.
—Isabella, deja a ese animal. Tenemos que vender algunos porque necesitamos dinero— dijo gritando.
—Pero no a él, por favor— rogué—
—Las gallinas nos dan huevos, la vaca leche y podemos vender la lana de las ovejas. Pero ese animal no produce nada. Lléveselo— le ordenó al hombre.
—Es mío— grité. –A usted no le cuesta nada dejarlo aquí, yo soy la que lo alimento y lo cuido— me aferré a él y miraba como mis lágrimas mojaban su blanca y suave pelusa.
—Ya te dije que necesitamos dinero. Y estos animales son de todas, no sólo tuyo. Vete a tu habitación antes de que venda todos los animales de una vez— su mirada era implacable, parecía que me odiaba.
— ¿Porqué tanto escándalo?—Jessica entro como siempre cubriéndose la nariz como si apestara el establo.
—Jess, llévate a Isabella— dijo su madre. Sentí que tiraba de mí. Yo sólo lloraba en silencio, sin fuerzas para nada y recién comenzaba el día. Nunca recibí peor un cumpleaños. Caminé sin mirar atrás y me senté en la cocina, mirando las piedras de la pared. Si papá estuviera aquí, esto no pasaría. Pensé y volví a llorar otra vez.
—Eres ridícula, tanto escándalo por un apestoso animal— Jessica se sentó a la mesa, yo seguía acurrucada al lado del fogón.
—No es sólo un animal. Es mi amigo— lloré más. A lo lejos oí las ruedas de una carreta alejándose y sentí la puerta abrirse.
—No valía mucho pero alcanzará— escuché la voz de mi madrastra dirigirse a su hija. No se había dado cuenta de mi presencia.
—Podemos ir temprano, no quiero que me lo ganen— dijo Jessica muy contenta.
—Si claro, sólo dile a esa niña que baje a preparar el desayuno y saldremos a comprarte ese sombrero—me indigné tanto que dejé de llorar. ¿Para eso vendieron a mi cordero? ¿Para comprarle un tonto sombrero a Jessica? En mi pecho nació un nuevo sentimiento y no era algo bueno. Sentí mucha rabia, deseos de correr e irme muy lejos de aquí. Me levanté despacio, los ojos de Jessica me miraron asustada.
—Bella prepara el desayuno— me dijo con algo de temor.
—Prepáratelo tú. Para eso tienes manos— le grité y corrí hacia la puerta, ni siquiera miré a mi madrastra, simplemente abrí la puerta y salí, no me importaba que aún traía la bata puesta, quería alcanzar esa carreta, no sabía de qué modo pero aunque sea a la fuerza recuperaría a mi amiguito. Recordaba cuando nació y todo lo que los cuidé a él y a su madre. Cómo lo bautizó Edward, lo feliz que fui todo este tiempo teniéndolo en mis brazos. Corrí pero no veía la carreta, corrí más, llegué a una bifurcación de caminos. Miré en ambas direcciones sin saber hacia dónde seguir. Mis ojos se nublaron y mis rodillas se doblaron.
Caí, sentí la tierra húmeda en mis manos que pronto se llenaron de gotas de lágrimas. Esto era tan injusto. Escuché vagamente los cascos de un caballo, apenas me di cuenta de que alguien se acercaba a mí.
— ¿Bella?, ¿princesa que tienes?— Edward se acercó y me tomó en brazos. Traía flores que dejó a un lado para sostenerme mejor.
—Es mi cordero. Mi madrastra lo vendió, para comprarle un sombrero a Jessica. Seguí la carreta pero no sé por dónde se fue— dije señalando los dos caminos. Él miró al piso, cómo siguiendo huellas. Me ayudó a incorporarme y me sentó en un tronco cerca del camino. Corrió a su caballo y sacó una capa, me la puso en los hombros y me envolvió con ella.
—Regresa a tu casa, por favor— rogó.
—Debo ir tras él— quise levantarme.
—Bella, mírame ¿confías en mi?— me dijo. Yo asentí.
—Regresa a tu casa. Yo recuperaré a Querubín. Pero promete que volverás a tu casa, no quiero que nada malo te pase— Asentí y traté de sonreírle. Me dio un beso en la mejilla y rápidamente saltó a su caballo, vi que miraba el suelo otra vez y se decidió por uno de los caminos, en segundos lo vi desaparecer. Estuve allí unos minutos más y me levanté para regresar a casa. Caminé despacio y me acurruquen con la capa suave y caliente de Edward.
Llegué a casa mucho rato después porque no seguí el camino, no quería cruzarme con Jessica o con su madre. Cuando traté de entrar me di cuenta de que la puerta estaba cerrada. Fui a la ventana y también estaba con cerrojo. Me había quedado fuera de mi casa. Y tenía mucha hambre.
Fui al establo y me acurruqué en la paja. Cecilia, mi vaca, se me acercó y lamió mi rostro. Blanquita, mi oveja, se echó a mi lado, también lloraba.
—Edward lo salvará. Estoy segura— le dije y apoyó su cabeza en mi regazo. Pasé allí casi toda la mañana, el estómago me gruñía. Sentí que una carreta llegaba y salí a ver. Alice bajó de pronto saltando. Me miró y corrió hacia mí.
—Estás aquí, vine lo más rápido que pude. Por cierto feliz cumpleaños La cosita esa está en casa de Edward, es tan lindo— me dijo abrazándome, yo le correspondí.
—Gracias— apenas podía hablar.
—A mi no, ya sabes ese chico está loquito por ti, fue hasta el otro pueblo para recuperarlo y el pobre tuvo que dar tu obsequio a cambio del animalito. Pero como tienes varios más no creo que lo eches de menos— sonrió, yo apenas captaba lo que me había dicho. ¿Él estaba loquito por mí y eso que significaba? La miré mas confundida todavía.
—Te dije que era una bruja— sonrió –Así son todas, primero muy buenas y cuando pueden sacan sus garras de arpías, luego…. — no la dejé terminar.
— ¿Cómo está Querubín?— pregunté, eso era lo más importante.
—Está bien, es una monada. Edward dijo que se quedaría un tiempo con nosotros, ya que la bruja se podría molestar si lo traes de vuelta. Hasta a la señora Elizabeth le gustó. Creo que podré cuidarlo— me dijo sonriendo.
—Agradécele a Edward de mi parte—le dije, no sabía si podría ir a la reunión que habían planeado para mí, después de todo había salido gritando y no creo que mi madrastra estuviera muy contenta.
—No, agradécele tu misma. Pasamos por ti en unas horas—
—No creo que me dejen ir. Antes de salir le grite a Jessica y ahora me dejaron afuera de la casa—
— ¿Por eso estás aquí?— preguntó molesta –Par de lagartas, las vi en una boutique cuando venía para acá. Debes tener hambre— dijo mirándome y fue corriendo a la carreta. Sacó algo y me lo trajo.
—Lo siento, debí llegar antes pero no me resistí en el camino, disfrútalas— dijo acercándome unas fresas, las comí mientras ella no paraba de hablarme.
—Es mi fruta favorita, el otro día Jasper me llevó muchas cuando enfermé. Estaba tan nervioso. Luego me recitó algo tan encantador, ahora somos novios—me dijo como quien habla de algo tan común. Casi se me atraganta una fresa.
— ¿Novios? ¿Se van a casar?— dije asustada.
—Tal vez—dijo sonriendo.
—Alice, ¿no eres muy joven para eso?, debes pensarlo bien, acabas de conocerlo y no sabes mucho sobre su vida, de dónde es, sus gustos…—
—Bella, para con eso. No vamos a casarnos mañana, habrá tiempo para conocerse. Aunque no necesito tiempo. Yo sé que es él— me guiñó un ojo.
— ¿Qué es él? ¿A qué te refieres con eso?— pregunté.
—Ya sabes, la persona que esperas que llegue. El hombre de tus sueños. Tu príncipe— dijo mas contenta todavía.
— ¿Jasper es tu príncipe? ¿Estás segura? ¿Cómo puedes saber eso?
—Yo lo sé. Lo siento. Es algo que supe desde que lo vi— era lo que siempre había oído, amor a primera vista.
— ¿Y que sientes?— pregunté.
—Bella, como si no lo supieras.
—Claro que no lo sé— me defendí.
—Lo que pasa es que a ti te llegó sin darte cuenta. Pero es más o menos lo mismo que sienten tú y Edward— eso si me desquició, que sabía ella, nosotros éramos amigos.
—Edward es mi amigo—le grité.
—Ay Bella, pero que necia. La primera vez que pasé la noche contigo aquí, no dejaste de hablarme de él, las conté fueron más de 20 veces que pronunciaste su nombre despierta y otras tantas cuando estabas dormida. Ahora que vivo en su casa, él solo habla de ti, en el desayuno y en la cena, nunca faltas tú en su conversación. Cuando vamos al colegio no hace otra cosa más que hablar de ti. Por eso ya no quiero ir con él. El otro día su padre hizo un comentario sobre el noviazgo que desea entre él y Rosalie y hubieras visto cómo se puso, si eso no es amor me trago mi sombrero— dijo mirando su precioso sombrero que tenía en el regazo. Me quedé en shock, ¿era amor? ¿Eso era lo que compartíamos? Siempre pensé que era amistad, una amistad especial, muy fuerte, que nunca terminaría.
— ¿Oye Bella estas bien?
—Sí, es sólo que todo lo que me dices… no puede ser… somos amigos—
—Desde luego pero a ver dime. ¿Te gustaría que se case con Rosalie?— preguntó, eso no me agradaba en absoluto, sólo que no me enfurecía sino que me causaba una profunda tristeza.
—No, pero si él quisiera hacerlo, le desearía que fuera feliz— era sincera, jamás me opondría pero sé que me dolería mucho.
— ¿Y si se casara con Jessica?— preguntó.
—Con esa nunca— grité muy molesta.
—Lo vez, no quieres que se case.
—Es que es muy joven— dije apenas.
—Al diablo con la edad, el amor no depende de eso— Escuché a lo lejos ruedas de un coche.
—Señal de que la linda prima debe irse— se levantó de inmediato. –Vendremos de todas formas, así te encierren en la torre más alta, esas brujas no nos impedirán verte— dijo mientras salía muy rápido. La seguí con la vista, subió de un salto a la carreta y se fue antes de que Jessica y su madre llegaran.
¿Me regañaría? ¿Me dejaría ir salir?

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