22 enero 2013

Cap 3 Acosador





CAPÍTULO 3

 ¡ERAS TU…!

—Mi nombre es Edward— corregí al capataz. La mirada de su hija recayó en mí, se quedó unos segundos viéndome fijamente.
—Mucho gusto señor— dijo y volvió a mirar a su papá.
Creo que no me reconoció, algo dentro de mí sintió un poco de alivio, su padre era muy grande y parecía que tenía mal carácter.
–Me encontré con Tanya Denali, la invité a la boda ¿Hice bien?— le preguntó a su progenitor. Me lleva el diablo, Tanya, mi pesadilla campestre.
—La "señorita Tanya" Bella, debes referirte a ella con más respeto, es la hija del dueño de la hacienda vecina. Hiciste bien en invitarla, yo le dejé una invitación a su padre pero de seguro ni la leyó— Bella era preciosa, tenía algo que me hacía querer desafiar a su padre y plantarle un beso allí mismo.
—Pero fuimos compañeras de escuela y era muy tonta la verdad— dijo con total desparpajo.
En eso llevaba razón, Tanya era la niña más desubicada que conocía. Mi padre invitaba a los Denali a las fiestas que hacíamos en la ciudad. Eleazar y su bandada de hijas eran recibidas con mucho cariño por mi madre. Mi hermana Alice solía encerrarse en su habitación y yo en la mía. No había quien las mantuviera calladas, parecían unas cotorras y Tanya en especial encontraba divertido seguirme a todas partes. Hacía más de tres años que no las veía, apenas renté un apartamento jamás regresé a casa cuando habían reuniones sociales.
—No hables así Bella— Charlie le hacía señales con los ojos mirándome para que su hija no dijera tales cosas pero a mí me hacía gracia. Ella era una chica distinta, decía lo que pensaba y hacía lo que quería. Muy interesante.
—Ay lo siento, pero ya sabes que es cierto, no puedo decir mentiras—sonrió y logró que la mueca adusta en el rostro de su padre se borrara.
—Bella ¿Podrías acompañar al señor Cullen a que de la vuelta a la hacienda? Necesito a todos los chicos conmigo, tenemos mucho trabajo— vaya parece que hoy sí amanecí con suerte era cierto eso de que al que madruga Dios lo ayuda.
Me miró y arrugó su frente, luego esbozó una pequeña sonrisa y aceptó. Corrió hacia la camioneta.
—Gracias Charlie— dije también encaminándome al auto.
—Regresen para el almuerzo— nos recordó el capataz.
Que suertudo, cerca de esa belleza por más de 4 horas.
Llegué al auto pero ella estaba en el volante.
—Yo conduzco— le dije.
—No. De regreso si quieres te dejo el volante, pero es mejor que alguien que conozca el camino conduzca— me sonrió.
—Sé conducir muy bien— presioné un poco.
—Tal vez en las autopistas pero estos caminos son de trocha y hay mucho barro, anoche llovió— seguía con el volante en las manos. Caray, ¿Qué hacer? Nadie me decía a mí que no. Por favor, soy el dueño de todo esto.
—Insisto— dije sonriendo pero molesto.
—Bueno, como quieras pero cuando nos atoremos no digas que no te advertí— se movió hacia el copiloto y subí a hacerme cargo del volante.
Encendí el automóvil y salí rápidamente, quería impresionarla con mi pericia conductiva, sentí un golpe y frené en seco. Bella soltó una carcajada. Bajé rápidamente para ver que había golpeado.
— ¡Maldición!— escuché gritar muy cerca. Bajo una de las llantas del auto estaba una motocicleta vieja, ahora retorcida. — ¡Por qué no se fijan!— Jacob llegó hasta nosotros para verificar los daños.
—Yo no fui— dijo Bella a mi lado. Lo que daría por silenciar esos lindos y desesperantes labios.
—Yo te pagaré eso— dije abochornado mirando al joven.
— ¿Pagarme? Me tomó meses componerla— se seguía quejando y sacando en dos pedazos su vehículo que más que una motocicleta parecía un triciclo viejo.
—Te compraré una nueva, no creo que esa cosa corriera mucho— me limité a subir al auto. Bella subió a mi lado y salimos de allí dejando a su novio refunfuñando.
—Así son todos ustedes— Bella rio suavemente unos minutos después. Por fin una conversación a solas.
— ¿Así cómo?— pregunté porque no comprendía.
—"Te lo pagaré". "Te compraré uno nuevo"—dijo tratando de imitar mi voz, que criatura más molesta. Pero era hermosa no podía evitar que mis ojos se escaparan hacia su escote.
—No sé otro modo de compensar lo que hice ¿Qué podría haberle dicho? ¿Te lo voy a arreglar? Sé de mecánica lo mismo que tu de política— dije agriamente esperando que se mantuviera calladita.
— ¡Oye, yo sé de política! Y de mecánica y de muchas cosas, no soy una ignorante— se quejó. Sonreí, molesta estaba más guapa.
—Te creo, era un decir— ¿porqué me estaba excusando?
—Ustedes creen que nosotros somos todos unos brutos— se quejó y cruzó sus brazos sobre su pecho haciendo que su busto saltara más a la vista. Tuve que esquivar como pude un charco de barro por no poner atención a la vía.
— ¿Quiénes ustedes? No sé a qué te refieres con eso, sé más clara— pedí
—Los ricos. Todos los hijitos de papá. Niños tan modosos como las Denali, que creen que nosotros que trabajamos en el campo somos ignorantes— vaya hasta que saltó la liebre, cuestión de clases sociales.
—No soy un niño modoso y no creo que seas ignorante, a decir verdad ni siquiera te vez como una campesina— otra vez la admiré, perfecta, cada cosa en su lugar.
—Porque no lo soy. Fui a la escuela y pienso graduarme algún día, obtener mi propia licenciatura— seguía molesta. Y no entendía cual eras su problema ¿Qué le había hecho yo a parte de mirarla en ropa interior en el río? Bueno ella parecía no relacionarme a mí con aquello. Entonces no tenía nada de qué avergonzarme, aún.
— ¿Licenciarte? Te vas a casar en unos días… eso me huele a ama de casa— sonreí maliciosamente aunque al pensar que ella pronto sería del tipo musculoso no me cayó tan bien. Estaba fuera de mi alcance y eso la hacía más apetecible.
— ¿Qué te pasa? ¿Cómo que ama de casa?— uy ahora si daba miedo tenía esa expresión de fiera que ya conocía bien.
—No sé tú, pero cuando la gente se casa es porque quiere tener familia y asentarse, formar un hogar. Entonces por lógica a menos que la mujer tenga un empleo que le proporcione ingresos sustentables, lo lógico es que deje de trabajar por un tiempo y se encargue de los niños ¿Me equivoco?— allí lo tenía por respondona, una buena lógica del problema familiar en el proletariado.
— ¿Cuáles niños? Yo no quiero ser madre, pero me volveré loca si me quedo aquí. Quiero conocer el mundo, salir por allí y ver cosas— seguía quejándose, parecía tener muy mal carácter en antagonismo con su muy buen cuerpo.
— ¿Por eso te casas entonces? ¿Para poder salir de aquí?— solté una carcajada, a pesar de querer parecer una mujer de mundo era la típica chica de campo que quería ir a la ciudad.
—Yo amo a Jake— dijo con firmeza.
—No fue eso lo que te pregunté— sonreí al verla vacilar.
—No tengo porque responderte nada— giró su rostro.
Llegamos a un cruce, me detuve lentamente.
—A la derecha está el molino— dijo sin mirarme. Hacia allí giré. No recordaba esto para nada, cuando mis padres compraron su primera hectárea de terreno me parecía un lugar enorme y mágico.
Estacioné cerca del molino, Bella bajó y la seguí.
—Aquí está la bomba de agua, el molino es solo un adorno, en esos graneros de allá están las botijas con aceitunas y la prensa para el aceite.
—Pareces conocer muy bien todo— sonreí.
—He vivido aquí desde que tenía 7 años— dijo con poco entusiasmo.
— ¿Y tu madre?— no sabía que Charlie Swan tuviera esposa.
—Murió, por eso mi padre aceptó trabajar aquí. Pero May se ocupó de mí—
—Así que por eso me dejó— me quejé.
— ¿May te cuidaba a ti?— preguntó incrédula.
—Era mi nana, un día se fue, Esme dijo que prefería la hacienda. La extrañé mucho— sinceramente me sentí abandonado cuando mi nana me dejó.
— ¿Tú eras su niño lindo del que tanto hablaba?— me miró de arriba abajo.
—Seguro que sí— dije orgulloso por lo de lindo.
—No hay duda que la abuela esta medio bizca— se rió.
—Pues no hizo tan buen trabajo contigo, saliste demasiado respondona— le devolví.
—Yo digo lo que pienso— me encaró.
—A mí me parece que tu lengua es más rápida que tu cabeza— me burlé.
—Y a mí me parece que eres un engreído y un… un inútil— me reí ante sus acusaciones.
—Sí, hablas más rápido de lo que piensas— sonreí haciendo gala de mi autocontrol, además se veía más hermosa cuando se molestaba.
—Yo no voy por allí con cara de que todo me apesta, ni ofrezco dinero cuando hago una burrada— me gritó. Ya estaba bueno con la sexy morena, tenía el mejor trasero que mis ojos hayan visto pero no se callaba.
—No soy yo quien quiere dejar este lugar, no soy yo quien se va a ligar al primero que pueda para abandonar esta hacienda que tan bien huele— le reproché.
—Engreído, altanero…
—Pero me envidias, quieres salir de aquí tanto como yo…
—No es cierto, me gusta el campo...—
—Y te bañas en el río porque no conoces una piscina o una ducha— maldición, maldición, tonto Edward, tenía que seguirle la corriente a la berrinchuda. Mi bocota me delató, ahora yo era el que hablaba antes de pensar.
Bella me miró, achicó los ojos, parecía que me saltaría encima y me degollaría.
— ¡Eras tú…!— me dio la espalda y caminó furiosa. Solté el aire que tenía contenido, al menos la fiera no me había estrangulado. No me importaría mucho que se arrojara sobre mí pero sus intenciones no eran las que yo deseaba.
Escuché el sonido del auto. Corrí para alcanzarla pero ya era tarde, salió tan rápido que apenas pude reaccionar, me dejó aquí solo y ni siquiera sabía cómo había llegado porque todo el camino de venida me la había pasando mirándole los pechos.

0 comentarios:

Publicar un comentario