21 enero 2013

Cap 22 Valkiria



CAPITULO 22

FINAL


ALICE
Jasper se encerró a redactar contratos y edictos, él era muy bueno en esas artes de la escritura. Elizabeth y yo salimos a buscar un bonito lugar para las ceremonias. Algo retirado y romántico.
Bella me dio que pensar al decidir que Emmett debía ser coronado lo más rápido posible, supongo yo que para que tome el valor de pedirle a Rosalie que se case con él… ¿O tal vez para cumplir el sueño de Rose de casarse con un rey? ¿O para que la rubia tenga menos poder en el gobierno de Islandia? Por lo que fuere, estaba bien, mientras ella y Emmett sean felices.
— ¿Te parece este un buen lugar? El clima ha mejorado mucho, no lloverá en varios días— me sonrió Elizabeth. Era una alegría verla nuevamente tan vital. Sus heridas fueron sanadas hace tiempo pero el no tener a su hijo cerca, no la había dejado mejorar, ahora que Edward había vuelto ella irradiaba vitalidad.
Me pregunto si Thor volverá a buscarla alguna vez. Ella ya no tenía la belleza de la juventud pero a cambio de eso los años le habían dado sabiduría. Creo que nunca sabré la respuesta.
—Si, es el lugar perfecto. Nosotros aquí, el ejército allá al oeste y toda la gente del pueblo detrás. Hay que hacer muchos arreglos, llamaré a Emmett para que me preste guerreros, necesitamos remover estas rocas, fabricar asientos para la gente, un gran altar, un lugar allá para los niños que nos cantarán. ¡Estoy tan feliz!— la abracé.
—Y yo. Soy feliz por mi hijo. Él ha crecido mucho, lo puedo ver pero es un buen hombre, gracias a Carlisle. Y tal vez con suerte pronto tenga nietos que criar y consentir, esa sería mi mayor alegría— dijo tomando algunas flores.
— ¿Qué te parece si llenamos todo el altar de flores? Y el suelo de pétalos, como su hubiesen caído del cielo— me imaginaba caminar hacia el altar sin zapatos por una senda de pétalos de flores blancas.
— ¡Divino! Quizás podríamos colocar los estandartes de cada uno de los reinos detrás del altar…— nos entretuvimos todo el día planeando la decoración. Y no pensé en nada más que en mi boda.
Pero había algo que me entristecía un poco. Apenas me case seré la reina de Burgundia y Bella la reina de Xantia. Ya no habrá más Bella y Alice. Sé que nuestra amistad nunca terminará pero viviremos separadas.
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EMMETT
El rey Jasper ordenó que el sastre real me confeccionara un traje de gala para la coronación. Voy a verme como un bufón vestido de seda. Eso no era para mí, yo quería luchas, combate, no gobernar.
Tal vez era la única forma de estar a la altura de Rosalie y poder pedir su mano. Siendo general yo no me atrevería, un rey, era otra cosa. Estaba seguro que Bella lo hizo para darme valor. Ella era la criatura más extraña que yo conocía, más que Alice. La enana es una loca pero Bella pensaba de forma muy compleja.
Rosalie… cuánto la amaba y no me podía creer que fuera correspondido. Ella me lo dijo, lo confesó. No veo la hora de poder hacerla mi esposa, mi reina.
—General, ya están listos los edictos, ¿Podría publicarlos en toda Islandia?— pidió el rey Jasper. Recibí los escritos muy orgulloso, en Islandia todo mundo sabía leer, hasta las mujeres y los niños. Eso no cambiaría cuando yo sea el nuevo rey, ya estaba haciendo planes para crear lugares de enseñanza especializada, como construir barcos, molinos, enormes graneros para el invierno. Debía preocuparme también por las mujeres, ellas no podía quedar relegadas a la crianza de los niños, si algo me había enseñado este tiempo con ella y Alice es que la mujer es tan o más inteligente que el hombre. Y algunas como mi reina, son fuertes. Los centros de enseñanza debían ser para todos. Me gustaría ver mujeres de Islandia navegando por el mundo. Serían las nuevas Valkirias.
—Hola Emmett— la reina, o casi ex reina, Rosalie paseaba por los jardines. No sabía que decirle. ¿Tomará a mal que le hable de nosotros? ¿Debo esperar a que su contrato matrimonial sea absuelto?
—Buen día mi reina— la saludé respetuosamente.
—Me alegra saber que pronto serás rey— sonrió. — ¿Qué estás haciendo?— preguntó mirando las gruesas hojas que tenía en mis manos.
—Gracias. Son edictos reales, todo el pueblo sabrá ahora las buenas nuevas— le mostré.
—Pero ¿Los habitantes aquí saben leer?— preguntó triste.
—Por supuesto. Aprenden desde niños, no somos un país bárbaro, en mi reino hay maestros que enseñan a leer, a escribir y algunas lenguas de tierra firme también.
— ¿Incluso las mujeres?
—Desde luego mi reina, si ellas no aprenden quien les enseñará en casa a los niños— sonreí al ver su expresión satisfecha.
—Sabes Emmett, creo que me gustaría quedarme a vivir aquí— por Odín, me estaba coqueteando. ¿Qué hago? ¿Qué le digo?
No soy hombre de romances, no sé cortejar, ni recitar poesía como los juglares. Lo mío es la guerra. Soy un guerrero que protege la paz. Pero el momento era propicio para el amor, lo sentía en mi corazón, lo sentía en los ojos azules que me miraban. Ella esperaba algo de mí, quizás eran altas sus expectativas, un ángel como ella debió haber inspirado cientos de poemas y canciones en todo el mundo. Y yo no tenía ni una sola joya que ofrecerle.
Saqué mi espada, me arrodillé y se la ofrecí con ambas manos.
—Mi amada Rosalie, mi ángel. Me arrodillo ante ti, acepta la espada que me acompañó en tantas batallas, como símbolo de mi rendición eterna. Te ofrezco mi armadura y mi coraza porque tú descubriste el verdadero hombre que hay en mí. Rendido ante ti te ofrezco lo que soy, mi amor y mi pasión, mi vida entera. ¿Aceptas ser mi esposa?— temblaba esperando su respuesta. Ni siquiera los vikingos me hicieron temblar así jamás.
—Acepto Emmett— respondió con una sonrisa, tomando mí arma. —Acepto al hombre, acepto al guerrero. No pido más que eso— me extendió una mano invitándome a tomarla y ponerme de pie.
Me aventuré a darle un beso para sellar el juramento que tácitamente acababa de hacerle. Por ella pelearía ahora, por ella quería un reino mejor.
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JASPER
Desde la ventana del despacho vi a mi hermana y a Emmett. Él la quería, estaba seguro que viviría para hacerla feliz. Un gran sentimiento de paz me llegó. Rosalie era mi única familia. Siempre viviría con el remordimiento de haber acabado con la vida de mi verdadero padre, James. Victoria también había muerto y con ellos se terminaron los malos tiempos.
Era hora de firmar las absoluciones de los contratos matrimoniales, de la coronación de Emmett como rey de Islandia y luego nuestros respectivos matrimonios. Y Alice estaría para siempre conmigo.
Edward y Bella despertaron unas horas después, tuve que hablar con los dos juntos ya que parecía que no podrían vivir separados ni un minuto del día. Los documentos quedaron listos, ya nada me unía a Bella y Edward ya no era más el esposo de mi hermana.
Dos días después asistimos a la coronación del general. El país entero festejaba, de todas partes vinieron trayendo alimentos, bebidas y música. Las mujeres, sobretodo, se veían radiantes.
Bella hizo los honores y le cedió la corona. En algo tuvo razón Victoria, después de todo, mi hermana sí se casaría con un rey.
Traté de hablar con Alice pero apenas le podía seguirle el paso, parecía un pequeño remolino de vitalidad. Corría de un lado a otro organizando las bodas. Creo que era mejor organizadora que yo. Y debía recordar darle un puesto importante en el gobierno de Burgundia, ella no era una mujer como las que yo conocía. No era sumisa, ni obedecía sin replicar.
—Tengo unos minutos ahora mismo Rosalie se está probando su vestido, debo ir a verla. ¿Dime mi amor?— me miró con sus pequeños y almendrados ojos.
—Te amo— le deje de corazón. Hasta ahora no lo había pronunciado tan formalmente. En su rostro se formó la más hermosa de las sonrisas.
—Como yo a ti— saltó ágilmente y se prendió de mí hasta lograr besarme. La tomé entre mis brazos, no veía la hora de estar juntos, tranquilos en mi palacio de Burgundia.
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ROSALIE
Caminaba tan feliz entre los jardines dónde conocí a Emmett no hace mucho. Hoy no hacía frío, la suave capa de hielo había desaparecido, pronto brotarían nuevas flores y plantas.
Mi sonrisa no se borraba, ni cuando dormía. Ya no tenía sobre mí ese terrible peso que antes llevaba. Había confesado mis culpas, Edward y Bella me habían perdonado. Emmett me confesó que me amaba y me pidió matrimonio de una forma que ni siquiera en libros jamás leí.
Y en unas horas sería su esposa y la reina de este lugar tan hermoso. Era frío y casi todo el tiempo estaba nublado pero me gustaba, por mi Emmett viviría hasta en una cueva.
—Flores para usted reina Rosalie— se acercaron unas niñas del pueblo.
—Gracias— las acepté y las pequeñas con cabelleras doradas corrieron jugando entre ellas. Sí, este era mi hogar, aquí vería crecer a mis hijos.
— ¡Rose!— era Emmett, había dejado su yelmo y su armadura, traía un traje hermoso de piel. Se veía tan bien.
— ¿Pasa algo?— pregunté cuando llegó hasta mí.
—Sí, sólo quería que sepas lo feliz que me haces, dentro de unas horas serás mi esposa y yo el hombre más afortunado del mundo— hablaba tan rápido que me eché a reír.
— ¡Emmett! ¡Aléjate de ella! ¡Ni un beso! ¡Nada!— gritó Alice que apareció caminando tan rápido como podía.
Sonreí al verla molesta, Emmett aprovechó para robarme un beso y salió corriendo.
—Ya sabía yo que esa corona no iba a hacerlo un hombre, aún es un niño. Aquí en Islandia es costumbre que los novios no se besen antes de la ceremonia, el mismo día de su boda. Pero el tontorrón ese me retó a que podía hacerlo, ahora no habrá quien lo detenga voy a decirle a Bella que le dé un escarmiento— me eché a reír otra vez. Ver a Emmett haciendo travesuras y a Alice molesta era algo insólito.
—Pero él es el rey— le dije todavía riéndome.
— ¡Un cuerno! Será el rey de las tonterías porque siempre está haciendo locuras. Voy a decirle a Bella porque amenazó con esconderle la ropa interior a Edward— no pude soportarlo más y otra vez reí. Ellos eran tan amigos, habían compartido muchas cosas en estos años. Ahora que se separarían seguro que Emmett las echaría de menos.
Espero que el tiempo nos vuelva a reunir alguna vez, como somos ahora. Amigos.
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EDWARD
Ver a Bella vestida en pieles blancas me trajo tantos recuerdos. Su sonrisa, su andar misterioso, toda ella hacía que el mundo se detuviera para mí. Caminaba junto a Alice y Rosalie pero mis ojos estaban en los suyos.
El suelo estaba cubierto con finos pétalos blancos, en los árboles a la entrada del bosque colgaban ramos de flores, cintas y algunos frutos.
Mi madre estaba en primera fila, todo el día anduvo tras de mí, vigilando que mi atuendo esté bien puesto, que mi corona esté pulida, incluso trató de peinarme. Yo sabía que quería recuperar los años perdidos. Habíamos pasado largas horas caminando mientras le contaba muchas de las cosas que me sucedieron con Carlisle. Se alegró mucho cuando supo que conocí a tía Esme en Avalon. Y me dio la idea de viajar con ella y Bella a esa isla misteriosa. Allí debía estar Carlisle, lo extrañaba mucho. Él es mi padre, quien me educó y me enseñó todo lo que sé.
Bella llegó a mi lado y todos los demás pensamientos que pudiera tener simplemente se esfumaron. Le ofrecí mi mano, con ella mi vida entera. Bella aceptó, sellamos formalmente nuestra unión en una ceremonia donde ninguno de los dos apartó los ojos del otro.
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BELLA
Pasamos una deliciosa noche de bodas pero no podíamos quedarnos más.
Mi tiempo aquí se había terminado yo debía irme con Edward, decidí seguirlo por el mundo.
 Dónde él me llevase sería feliz.
Alice y yo nos dimos un largo abrazo, ella y Jasper partirían en unos días a su reino.
—Burgundia no está tan lejos de Xantia, podré ir a visitarte— me aseguró.
—Mantén en armonía tu relación, tal vez a tu marido no le agrade que te alejes de tu reino— le sonreí.
— ¡No puedo creer que digas eso! ¿Ahora vas a ser una mujer sumisa?— me lanzó su mirada más burlona.
—Ahora tengo un Señor— contuve mis emociones.
— ¡Bella! Si, cuando vaya a visitarte te encuentro cocinando para tu marido, voy a armarte un escándalo— amenazó. –Somos fuertes, somos divinas, yo iré a verte cuando tenga ganas, ya quisiera ver si Jasper es capaz de detenerme— bufó.
—"Mi marido" es un dios Alice— le presumí.
—Semi dios. No sea que se le suba a la cabeza a Edward— estaba molesta.
—Amiga, tú sabes que no hay hombre ni dios sobre la tierra capaz de doblegarnos— sonreí. –Iré a verte y espero que vengas a visitarme tan seguido como puedas.
Despedirme de Alice fue de veras duro. Tendría que acostumbrarme a su ausencia pero me consolaba que ella sería mucho más feliz ahora que cuando vivíamos juntas.
Dejamos las costas de Islandia en una embarcación enorme. No pude evitar que una lágrima se me escapara. Y no era de tristeza, solo de añoranza. Por todo el tiempo que viví allí, por darme la oportunidad de vivir tantas cosas maravillosas.
Ser una mujer humana es lo mejor que pudieron darme los dioses. Una mujer con la capacidad de sentir tantas emociones y sentimientos. Porque el corazón de mujer que latía en mi pecho, ese corazón de guerrera, de amiga y amante era poderoso. Capaz de sostener un imperio y de amar sin medida.
Marchamos dos días con el ejército de Xantia, cada uno de sus integrantes me juraron lealtad después de mi boda con su rey. Y caminaban entonando canticos a para mí.

Larga vida nuestra hermosas reina,
Que los dioses le concedan
Vida eterna.
Con el corazón, nuestra devoción
Viva la reina de Xantia.
Señora y soberana
De nuestras almas y voluntades
Por ella combatimos
Por ella conquistamos

Las voces se perdían en el viento. Me halagaba que me hubieren aceptado cómo su reina, incluso al estar la madre de Edward presente, Elizabeth, quien antes fue su reina.

El ejercito continuó su camino a Xantia, dirigidos por el su general, nosotros nos dirigimos hacia Avalon, a visitar a aquel mago del que tanto me hablaba mi esposo. Elizabeth pasaría una buena temporada allí, al lado de su hermana.

En tres lunas regresaríamos Edward y yo al reino, no sin antes echar un vistazo al mundo, no con afán de conquista, ni expansión de territorio. No como un rey y una reina. Sólo Edward y Bella, el herrero y la guerrera.

El inicio del camino era fascinante, altos árboles a los lados, recodos pequeños que se bifurcaban. Cómo una nueva aventura que inicia, atrayente, incitante.

Una vez leí en un libro muy antiguo "Si no cuidas tus pasos no sabes hacia donde te arrastrarán", esperaba que podamos volver habiendo vivido suficientes hazañas, momentos sólo nuestros.

No volverían a llamarme Valkiria, no más ser la sombra de la muerte, amaba la vida, amaba el mundo y sus colores. El suave aroma del viento, la delicada forma de los copos de nieve, el verdor de los bosques y el calor de los amantes brazos de mi amado.

La vida en la tierra es hermosa, llena de esperanzas, de ilusiones y promesas. Ahora podía soñar con un futuro que no está escrito.
FIN


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Gracias por leer amigas.

PATITO 

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