27 enero 2013

Cap 16 Acosador




CAPÍTULO 16

UNA NOCHE LOCA

—Esto es tan tonto— Bella traía una cara de arrepentimiento que me hacía dudar. –Lo dije en broma— se quejaba.
—Ya es tarde acabamos de despegar— recliné mi asiento.
—Pero, ¿por qué me hiciste caso?— volvió a quejarse
—Lo pediste.
—Preguntaste por algo demente, Las Vegas es el lugar más idiota del mundo— sonrió, a buena hora me lo decía.
— ¿Por qué?— quise saber.
—Porque la gente va a perder su dinero— me miró como si fuera obvio.
—Perderemos un poco entonces— sonreí.
—Lo voy a anotar…—amenazó
—Y yo no pondré objeciones— confirmé.
—Creo que va a ser divertido— sonrió.
—Sí, dos locos sueltos, voy a ponerle límite a mi tarjeta—
Cuando bajamos del avión era casi la media noche.
Hicimos un recorrido a toda la ciudad, Bella parecía pegada al vidrio de la ventana, sus hermosos ojos estaban muy abiertos y miraba todo con la alegría de un niño en juguetería.
— ¿Donde quieres comenzar?
—Voy a endeudarme contigo hasta el día que muera— suspiró decidida.
—Por mí no hay inconveniente. Es una buena excusa para verte seguido— sonreí.
Bajamos en el Aladdin, era el que más le había impresionado. Tuve que abrazarla para caminar porque ella miraba el lugar embobada y no se fijaba por dónde caminaba.
Antes de empezar a gastar, me aseguré de sacar una tarjeta por sólo 2000 dólares, sabía que Bella echaría chispas después si perdíamos demasiado.
Y también me compre un celular nuevo. El mío se había quedado en la hacienda. Le llamé a Alice mientras Bella fue al baño.
—Enana, adivina quién soy— le grité.
—Ey, ingrato campechano— me respondió.
—Hola pequeño leprechaum ¿Qué hay de nuevo? ¿Te han llamado los viejos?
—Varias veces estaban en Grecia ayer. ¿Qué es ese ruido?—
—Es la televisión, anota mi nuevo número, el otro celular se descompuso— le inventé.
— ¿Cuando empiezan la cosecha?
—En un par de días.
—Ok mantenme informada, no te pierdas, Emmett ha llamado cientos de veces, dice que quiere ir a visitarte.
—La otra semana puede ir, digo... puede venir a ver la cosecha. Cuídate, te quiero mucho—
—Yo también te quiero loco— me cortó.
Alice era además de mi hermana una buena amiga, sé que me apoyaría si le pidiera ayuda pero mi padre tenía razón esto de la cosecha debe recaer en mí.
—Sé que no es mi problema pero ¿Con quién hablabas?— Bella parecía ofendida.
—Con Alice, mi hermana. Sé que cuando la conozcas se llevarán de maravilla. Ella es… muy dominante, igual que tú— sonrió ante mi comentario.
— ¿Y bien? ¿Cómo se divierte uno en este lugar?— miró hacia todas las máquinas de monedas.
—Con fichas— le señalé el lugar dónde las debíamos comprar. Tomé su mano para mantenerla a mi lado.
Dos horas después yo había perdido 100 dólares y Bella llevaba ganando 300, las máquinas parecían amarla, iba saltando entre los tragamonedas, echaba una o dos fichas y caían algunas más con cada juego. Ella brincaba como niña cuando veía su premio.
—Sí. ¡Esta es mi noche!— gritó cuando de una máquina le cayeron como 50 monedas de un tirón.
—Si sigues así me vas a pagar tu deuda y no voy a tener interés que cobrarte— le di un abrazo para felicitarla. Increíblemente me correspondió y me dio un beso en la mejilla. Me estremecí. No como en la playa, no fue mi masculinidad lo que se tensó. Fue el músculo que bombea en mi pecho el que me dio una sacudida.
Rayos, estaba empezando a sentir raro.
—Ey aquí— Bella llamó por décima vez a la repartidora de bebidas de cortesía.
—Moderación o perderás lo que has ganado— le aconsejé.
—Puedo perder la cabeza en lo que sea menos con el dinero. Jamás lo he tenido en abundancia por eso soy muy ahorradora— me sacó la lengua.
Me reí y pedí dos piñas coladas, sabía que a Bella le gustaría esa bebida, por el sabor y la presentación.
—Guau, ¿esto se toma?— abandonó su máquina y me prestó toda su atención.
—Sí. No tiene mucho alcohol será bueno para ti.
—No sé porque lo dices Edward, ni que hiciera locuras cuando bebo— soltó una risita y se sonrojó.
Entendí, otra vez estaba algo pasada de tragos.
—No claro. Soy yo el acosador— nos reímos un buen rato, parecía que le había dado un ataque porque no paraba de reírse de lo que sea.
—Nunca te he visto ebrio. Anda, muéstrame como es un acosador borracho— hizo varios pucheros.
—Si me paso de tragos no voy a responder por mis actos—amenacé.
—Yo no beberé más, lo prometo. Pero por favor, quiero verte caminar chistoso— dio un par de saltitos como los de Alice. Si, ellas se llevarían muy bien, tal vez se conviertan en buenas amigas cuando nosotros… cuando se conozcan.
—Bueno, pero sólo unas copa. Pídeme un Martini— nos acercamos a la barra, Bella pidió un trago para mí y otra piña colada para ella.
Bebí tres copas más por pedido expreso de mi berrinchuda. Aún no estaba ebrio pero reía de todo.
Creo que estaba en camino de una buena borrachera. Y con mi conciencia dormida no sería mi culpa si terminábamos enredados en alguna habitación de hotel.
—Quiero jugar en esa mesa— me tomó con mucha fuerza y corrimos hacia una mesa de Black Jack. En la segunda vez que perdió me fui con una Bella muy enojada.
—Tramposos, no me gustó ese juego, y tenía que llamarse Black— se quejaba.
—Debes aprenderte primero las reglas Bella, cuando sacas dos cartas altas te plantas…
—Prefiero las maquinitas. Vámonos a otro lugar donde tengan de otros modelos.
Caminamos por la calle riendo y corriendo. Hacía mucho calor, ya ni me acordaba donde había dejado mi equipaje.
—Me gusta esa pirámide— señaló el Luxor, otro casino elegante. Entramos directamente a los tragamonedas.
Yo estaba más que feliz viéndola jugar. Esta vez la suerte no le sonreía así que abandonó su afán pronto. Simplemente caminamos mirando los demás juegos.
— ¡Esa bolita blanca me gusta!— otra vez fui jalado ahora hacia la ruleta. Hicimos una apuesta. Bella chilló cuando la condenada bolita cayó donde ella había apostado.
— ¿quieres volver a intentarlo?—
— ¿Estás loco? La suerte nos sonríe una sola vez, hay que saber retirarse cuando se ha ganado— la tomé de la cintura y la besé.
Deliciosa, sabía a piña.
—Edward—me llamó cuando nos separamos.
—Dime
— ¿Tienes novia?— preguntó.
— ¿No y tú?— rompió a reír de forma estrepitosa. Recordé a Black entonces… bueno ya no eran novios.
—Eres tonto. ¿Por qué alguien como tú no tiene novia?— preguntó sonriendo.
—He salido con algunas chicas pero nada en serio. No lo sé, ¿a qué te refieres con alguien como yo?
—Alguien tan guapo y sexy— apoyó su cabeza en mi pecho. ¿Guapo y sexy? Vaya esto sí era una recarga a mi decaída autoestima.
— ¿Puedes responderme algo?— pedí
—Noooo— dijo todavía pegada a mi pecho.
—Por favor es de vida o muerte— me miró preocupada.
—Si claro dime—
— ¿Alguna vez me has visto el trasero?— empezó a reír pero se atoró en el proceso y terminó medio morada por falta de aire, tuve que ayudarla a que respirara bien.
—Gracias— dijo cuando se repuso.
—Sigo esperando tu respuesta.
—No hablas en serio ¿verdad?
—Absolutamente, fue una pregunta importante— le aseguré
— ¿Por qué me preguntas eso?
—No lo recuerdas pero cuando regresamos de la playa ayer me dijiste que tenía el mejor trasero que hayas visto.
— ¿En serio?— se escondió entre mis brazos. Era tan cálida, adoraba que hiciera eso. Su olor era divino.
—Sí. Lo recuerdo bien.
—Bueno. La noche que entré en tu habitación para cortar el cable de tu terma, te vi durmiendo boca abajo… y no traías nada de ropa— se tapó el rostro y movió la cabeza a los lados.
—No uso pijama— confesé
—Pervertido— sonrió.
—Oye fuiste tú la que irrumpió en mi habitación y me viste el trasero, también eres una acosadora—
—Es mi turno de preguntar Edward— exigió.
—Dispara.
— ¿Qué es lo más extraño que hayas hecho en toda tu vida?— preguntó.
—Traerte aquí— sonrió. –Lo segundo es montar una mula llamada Bella— no pude evitar decirle eso, me pegó en el brazo.
— ¿Eso es tequila? Jamás, jamás, jamás lo he bebido— miraba la barra con curiosidad.
—No es agradable— traté de disuadirla, ya estaba ebria si bebía una copa más podría violarme en medio del casino, conociendo lo pasional que es.
—No importa, solo una copita por favor— rogó.
—No—
—Después de esto prometo que aceptaré lo que digas— volvió a pedir, cómo decirle que no.
—Bueno si lo pones así—
Pedí un par de copas, sal y limón.
—Ahora señorita, va a aprender a beber el tequila como es debido. Pon la sal en tu mano… así—le indique el modo adecuado. –Ahora lamela— me obedeció. –Tómate el tequila de golpe— se lo tomó y puso una cara graciosa. –El limón, abre la boca Bella— se lo exprimí en los labios que me moría por volver a probar.
—Fantástico. Ahora tu— dijo cuando dejó de hacer muecas.
—No. El tequila me hace daño
— ¿Te cae mal?
—Sí. Me afecta el cerebro.
—Anda yo tomé una copa.
—Bien no respondo después— tomé mi vasito y lo miré dudoso.
Y eso fue lo último que recuerdo con total lucidez.
.
Desperté con la cabeza a punto de estallarme. El teléfono celular no paraba de sonar. Me arrastré hasta llegar a la mesita de noche. Lo abrí.
— ¿Sí?
— ¿Edward, dónde estás?—la voz de Carlisle retumbó en mi cabeza.
— ¿Papá?— traté de sonar casual.
—Edward, confié en ti ¿por qué? ¡Cómo me haces esto!— Carlisle estaba gritándome.
—Lo siento. Tuve un imprevisto
— ¿Estas borracho? No sé cómo pude encargarte algo tan importante…
—No estoy borracho, sólo me duele la cabeza— y de una forma espantosa debería agregar.
—Tienes resaca. No voy a preguntar porque te fuiste ni donde estas pero debes regresar a la hacienda hoy. Charle Swan me llamó para decirme que tiene a toda la gente lista y las maquinas… pero todo está parado porque tu desapareciste.
—Está bien, volveré hoy.
—Tal vez a ti no te importe mucho Edward pero en esta cosecha está el esfuerzo de un año completo. Tu madre y yo hemos decidido regresar antes…
—No es necesario.
—Claro que sí, llegaremos en unos días. Por favor, esta noche es la luna nueva, te necesito allí.
—Creí que era el jueves…
—Es el jueves en la madrugada, hoy el miércoles Edward. Deben empezar esta noche, además hay problemas
— ¿Problemas?
—Hay amenaza de helada. La temperatura bajó en estos días. Por favor Edward si en algo nos estimas regresa ahora mismo a la hacienda— la línea se cortó o mi padre me tiró el teléfono, de cualquier manera lo agradecí. Me sentía mal física y moralmente.
— ¿Edward? –alguien se removió a mi lado. Estaba en una cama, medio desnudo con Bella a mi lado.
La miré preocupado. Por Dios yo le había dicho que "no" con el tequila y ella "no" me hizo caso. Maldición tanto cuidarla para terminar haciéndolo completamente borrachos.
—Tengo nauseas— Bella se levantó envuelta en una sábana y corrió buscando el baño. No podía estar emb… hay Edward deja de pensar estupideces, si es que tuvieron sexo no tendría síntomas tan pronto. — ¿en verdad lo hicimos? Imbécil y ni siquiera podía recordarlo.
Yo también tenía nauseas. Debía ser el tequila. Me llevé la mano a la boca y me sorprendí de encontrar un anillo allí.
Un grito me asustó y corrí al baño. Bella estaba sentada en la taza y volvió a gritar en cuanto me vio
— ¡Salte estoy ocupada!— me aventó el rollo de papel sanitario.
—Gritaste— me giré hacia la puerta pero no salí
—Acabo de recordar algo Edward— jaló la cadena y pasó a mi lado empujándome.
La seguí. Se detuvo ante su mesita de noche, tomó un papel, y se sentó en el piso—
— ¿Qué hicimos Edward?— parecía asustada. No podía decirle simplemente "siento haberme robado tu virginidad pero siento más no acordarme"
—Mira Bella, creo que fue el licor, te advertí que debías mantenerte sobria…
— ¡Esto es terrible!— ¿tan malo había sido tan malo en la cama? Allí iba mi autoestima otra ven en picada.
Algunas lágrimas cayeron por sus mejillas y realmente me asusté. Ella no podía estar llorando.
— ¿Qué es eso?— me senté a su lado y me quedé mudo. El título que venía en esa hoja era para morirse. "Acta Matrimonial".

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