14 enero 2013

Capítulo 5



CAPÍTULO 5

EN TU BALCÓN


BELLA
Durante el almuerzo lo vi con sus amigos, las chicas sugirieron que nos sentáramos cerca de ellos. Ya les había contado que su nombre era Edward Cullen, el hijo del enemigo de mi padre.
—Pero que mala suerte— dijo Rose triste.
—Es tan romántico— suspiró Alice.
— Claro, más romántico va a ser si Charlie le pega un tiro— dije conteniendo mis lágrimas.
—Por lo pronto nos mantendremos alejadas de ellos al menos en público, ya pensaremos en algo y ellos también, supongo— dijo Rose.
Comimos tranquilas pero frugalmente porque después teníamos clase de deportes. Nos cambiamos y fuimos al gimnasio, supusimos que ellos estaría allí porque a nuestro profesor le gusta tener a todos los estudiantes en una sola clase, siempre he pensado que es para evitar la fatiga ya no se ve muy deportista nuestro maestro.
Y allí estaba, con una camiseta ceñida y unos shorts de infarto. Pude ver como Jessica se lo comía con los ojos. "esa tramposa" dije para mis adentros, oh no, estaba celosa y ni siquiera podía hacer nada al respecto.
El profesor como cada clase paso lista, era el único que lo hacía y nos incomodaba mucho.
Fantástico, ping—pong y en pareja, no era buena en ningún deporte y ahora con Edward mirando sería un desastre. Ya no me acordaba cuantas pelotas había perdido cuando aprendí a jugar.
Vi que las ofrecidas de Jessica y Laurent se le acercaban para que fuera su pareja, me sentí enfadada pero Jacob y Mike llegaron junto a mí y no me dejaron seguir mirando como esas dos se peleaban por mi Romeo.
Pero él me retó para jugar. Me sentí súper nerviosa pero al ir por las raquetas me dijo que confiara en él.
El partido fue sensacional yo sabía que estaba fingiendo aún así no pude evitar esa sensación de triunfo.
Cuando llegué a casa Charlie estaba esperándome con una enorme sonrisa.
—Papá ¿Qué haces aquí tan temprano?
— ¿Cómo te sientes hija?— preguntó.
— Bien creo, ¿te pasa algo?
Se acercó y me abrazó, estaba sorprendida ya que él era muy poco cariñoso.
—Estoy orgulloso de ti Bella, Jake pasó por mi oficina hoy. No sabía que eras tan buena en ping—pong.
—En realidad no lo soy, solo que no pude evitar el reto pero si no quieres que yo…
—No Bella, sé que eres buena en muchas cosas y que puedes barrer el piso con cualquier Cullen. No estoy molesto por eso, al contrario, estoy muy contento. Ahora ve a ponerte bonita que tenemos una cena en casa de los Black— así que estaba orgulloso porque supuestamente derroté a Edward.
— ¿Algo en especial papá?—pregunté con temor.
—No hija, es sólo que quiero a toda la gente que conozco allí, haré algunos anuncios, nada importante, sólo unas nuevas adquisiciones para la policía local. Nuevas unidades de patrullaje, medidores de velocidad y rastreadores satelitales, toda esa tecnología nueva que ha salido, no lo creí necesario antes pero teniendo en cuenta que hay algunos visitantes extraños en Forks quería estar prevenido.
Su mirada era dura, seguro que lo decía por Edward y sus amigos, debía prevenirles sobre conducir a excesiva velocidad.
Me cambié, Sue me arregló el cabello y fuimos a la casa de Jacob. La cena transcurrió como siempre, Charlie, Billy y los padres de Rose y Alice hablando de negocios y de los nuevos productos que habían comprado.
Mis amigas se sentaron cada una a mi lado para evitar que Mike o Jacob se sentaran conmigo, les conté sobre los dispositivos de velocidad y los rastreadores satelitales.
—Uy eso me suena a persecución— dijo Rose.
—Tu padre no va a parar hasta tener entre rejas a alguno de ellos—agregó Alice, haciendo que mi apetito se esfumara.
Me sorprendió ver que no mucha gente había asistido a esta cena, muchas familias estaban incompletas. Me preguntaba si los demás habrían asistido a la inauguración del Hospital. Jessica y Laurent no estaban aquí, seguro que estarían coqueteando con mi novio.
Como a las diez de la noche quise volver casa y le pedí a papá que alguien me llevara.
—Tampoco te gusta esto verdad, yo también lo detesto pero es la única forma de estar seguro de que todo marcha bien. Le pediré a Jacob que te lleve— oh no, lo que menos quería era estar cerca de él y a solas, así que le pedí a Leah que se fuera conmigo ya que mis amigas no tenían permiso de marcharse todavía.
Cuando llegamos a casa bajé del auto muy rápido.
—Bella, quisiera hablarte— me pidió Jacob, vi de reojo que Leah se iba como alma que lleva el diablo.
—Jacob me duele la cabeza, por favor que sea rápido.
—Bella, yo quería pedirte…es decir… tu sabes que siempre me has gustado y…
— ¿Qué tratas de hacer? Tu padre ya pidió mi mano. ¿Qué más quieres?—pregunté.
—Sé que Charlie no aceptará hasta que tu estés de acuerdo, por eso necesito que sepas que no son sólo negocios entre ellos. Yo te quiero.
—Jacob lo siento pero yo no puedo corresponder a tus sentimientos.
— ¿Es que acaso prefieres a Mike?— preguntó molesto.
—No y preferiría no tener que escoger entre ustedes.
—Bella, quiero hacerte todo más fácil, no me gustaría que te obligaran. Sólo espero que valores eso y que no te enamores de alguien más. Eso podría ser muy peligroso— y me dio la espalda para marcharse.
¿Eso había sido una amenaza? Pues no me importaba, solo muerta me casarían con él o con el tonto de Mike. Yo amaba a Edward con todas mis fuerzas.
Llegué a mi habitación y me cambié para dormir, hoy me sentía tan atrevida que decidí usar uno de las pequeñas batitas que Alice me había regalado. Hasta Sue diría que era inmoral. Me acosté pensando en todo lo que había pasado tratando de alejar mis miedos.
Ya estaba a punto de dormir cuando escuche algo en mi ventana. Había alguien allí. Me asusté un poco ya había visto muchas películas de terror como para saber que esto no era bueno.
Caminé con cautela hasta llegar a las cortinas. Con mucho cuidado tome una de las orillas y levanté la tela para ver qué era lo que causó aquel ruido. No estaba preparada para lo que vi en esos momentos. Allí en mi balcón, con una ropa oscura y completamente pegada al cuerpo estaba Edward, a pesar de llevar algo en la cabeza que impedía ver su cabellera cobriza lo reconocí por sus perfectos músculos y sus ojos juguetones. Abrí la ventana muy rápido sin hacer ruido y lo dejé pasar.
— Te extrañé tanto, me abrazó— luego retrocedió un par de pasos y abrió los ojos más de la cuenta al verme con esa ropa de dormir. Me ruboricé al instante.
— ¿Qué haces aquí?— le reclamé.
—Pues yo… —dijo sin poder apartar su vista de mi camisón. –Vine a verte y vaya que me sorprendiste.
— ¿Sabes que te podría costar la vida?— le reclamé, me miró algo divertido.
—Si lo sé, moriría feliz.
—Eres un demente—le sonreí.
Se acercó a mi cama y tomó una manta.
—Quería conversar contigo pero si sigues así no podré hablar—dijo poniéndola en mis hombros.
— ¿Conversar? ¿A estas horas?
—Si quieres lo hacemos mañana en el colegio, yo no tengo problemas— me dijo muy serio.
—Tienes razón. Me alegra verte— sonreí.
Me hizo muchas preguntas, le conté parte de mi infancia, los problemas con mamá, también me contó algunas cosas de su vida, el porqué se fue de Forks.
— ¿Tienes alguna idea del porque de la enemistad de nuestros padres?—me preguntó.
— No. Le pregunté una vez y me dijo que era cosa de adultos. Pero estoy segura que ese odio también lo tenían nuestros abuelos, mi padre una vez dijo que él odiaba tanto a los Cullen como su padre. Algo debió pasar.
— Sé que hubieron problemas limítrofes cuando mi padre tenía propiedades pero las vendió todas cuando se fue, sólo conservo la casa.
—Debemos averiguar lo que pasó— le sugerí.
—Le preguntaré a mamá. Por cierto a ella le caes bien, dijo que eras adorable— yo sonreí.
—Edward, le parecía adorable cuando tenía 5 años.
—Pues a mí me sigues pareciendo adorable, ahora más que antes.
Se acercó y tiernamente me besó, sus labios eras un afrodisíaco para mi, su aliento me embriagó, mis manos atraparon su cuello y sus cabellos, el dejaba las suyas vagar por mi espalda y mi cintura. Escuché un silbido a lo lejos y algo comenzó a vibrar entre sus ropas. Nos separamos.
— ¿Hora de marcharse Romeo?—pregunté.
—Antes que tu padre me mate— sonrió –Vendré cuando pueda, si es posible todas las noches.
—Ten cuidado, mi padre tiene muchos juguetes electrónicos para seguridad, no manejen a velocidad excesiva y no traigas tu auto— le guiñe un ojo.
—Gracias hermosa, me portaré como el mejor de los espías. Por cierto mañana ponte algo con mas tela, tu camisón es precioso pero me está matando— me lanzó un beso volado y salió. Vi como abrió la puerta lateral y salió.
Eran a las dos de la mañana, sino dormía pronto mañana tendría ojeras. Estaba tan feliz, tenía en el pecho una sensación de tan agradable que quería bailar y cantar. Bueno eso sería otro día porque era muy tarde.
.
.
.
EDWARD
— ¿Qué fue eso Edward?— preguntó Jasper al llegar a casa después del colegio.
—Si Romeo parecías un tonto, hace dos años clasificaste a los juegos inter escolares en ese deporte, bueno para mí eso no debería llamarse deporte, el hecho es que eres bueno es esa mini cosita del ping—pong. Dime que has fingido por favor—me reprochó Emmett.
—Es un plan, vamos un poco de confianza por favor—dije poniendo cara de irritación.
— ¿Quién necesita confianza?— dijo mi madre entrando en la sala para saludarnos.
—Hola Esme— dijeron mis amigos a coro.
—Hola mamá—me acerqué a besarla.
— ¿Y bien, qué sucedió?— volvió a preguntar ella.
—El caballero Edward dejó a Isabella Swan lo apaleara en ping—pong—me acusó Emmett.
— ¿Eso por qué hijo? Recuerdo que eras bueno jugando.
—Si madre pero no quería hacerla sentir mal, no quiero alentar rivalidades—dije poniendo cara de inocente.
—Me alegro de que pienses así mi amor, esos viejos odios deben terminar algún día. Además Isabella es una niña adorable. Vayan bañarse que la inauguración del hospital es en tres horas— y subimos nuestras habitaciones.
—Uy si una niña adorable y su papi es encantador— se burló Emmett.
—Edward, hermano, solo espero que valga la pena todo lo que vas a vivir de ahora en adelante.
— ¿Acaso Alice no lo valdría?—le pregunté a Jasper. — ¿Y Rosalie?—miré fijamente a Emmett.
—Ella valdría eso y más— dijo Jasper algo avergonzado.
—Está bien Romeo te ayudaremos en todo, además estoy seguro de que no nos aburriremos ni un poquito en este pueblo.
La ceremonia de inauguración del hospital fue corta y hubo poca gente, sólo unas pocas familias completas se animaron a venir. Los Stanley, los Mallory y los Chenney, el resto de personas estaban solos o eran estudiantes. El resto eran fieles a los Swan o al menos les temían.
Todavía recuerdo cuando Renée Swan trajo a Bella a mi casa una noche porque tenía mucha fiebre, ese día ella y Esme se hicieron amigas. Carlisle no se opuso pero le advirtió a mi madre que tuviera cuidado. Pero su amistad terminó por causar la ruptura de los Swan y la madre de Bella se fue. Se quedó dos días con nosotros en Seattle y no se llevó a Bella porque no tenía a donde ir. Aún se escribe con Esme, creo que ahora vive en Phoenix. Tenía tanto de que hablar con Bella, quería pasar unas horas a su lado, preguntarle tantas cosas.
—Romeo estás muy solicitado hoy— me habló Emmett.
—Edward, esas dos rubias no dejan de mirarte— me advirtió Jasper.
—Por mí que sigan mirando pero que no se me acerquen. Estoy desesperado amigos, quiero hablar con ella— estaba tan triste.
— Parece que nuestro Romeo necesita una visita furtiva—sonrió Emmett.
—Claro, es lo clásico, tienes que ir a su balcón.
—Nos vestiremos de ninjas, tengo el equipo, los vokitokis, la brújula y la cuerda para que trepes. Mi Kit de emergencia para Romeos desesperados—Emmett se veía como un niño al que se le ha ocurrido nuevo juego, estaba muy entusiasmado.
— Eso significará que mañana nos dormiremos en clases—se quejó Jasper.
—Vamos Jass, que son unas horas de sueño si vemos a nuestro amigo y casi hermano feliz— se defendió Emmett
—Tú lo dices porque te parece divertido— seguía quejándose Jasper.
—No tienen porque acompañarme, puedo hacerlo solo— les dije.
—Ni lo sueñes, "todos para uno"—dijo Emmett.
—"Y uno para todos"—le respondimos Jasper y yo.
Apenas terminó el pequeño coctel que se había organizado les dije a mis padres que teníamos tareas y debíamos irnos a casa.
—Cierra tu puerta con llave— me sugirió Jasper.
—Eso sería muy sospechoso—me quejé.
—No me vas a salir con que pondrás almohadas en tu cama, ¿Si a tu madre se le ocurre darte un beso?, mejor ciérrala y llévate la llave, nosotros si podemos dejar abiertas nuestras habitaciones— me sugirió Jasper, me pareció buena idea después de todo.
—Miren me queda bien el trajecito—dijo Emmett con su disfraz de Ninja.
— Pareces Garu, yo no pienso ponerme eso— se quejó Jasper
—Yo tampoco— dije, era un poco ridículo el disfraz.
— Tu sí te lo vas a poner sino no voy— Emmett era tan caprichoso a veces y ya estábamos perdiendo tiempo, eran más de las 10 de la noche.
—Está bien, me lo pongo— acepté.
Fuimos en el auto de Jasper que era el más oscuro y menos llamativo de todos. Emmett traía una llave que abre todo tipo de cerraduras antiguas como la de la puerta lateral de la casa de Bella. La abrió pero se tardó como 10 minutos.
Cuando entré me di cuenta de que no sabía cuál era su habitación y regresé con ellos.
— ¿Ya te desanimaste?—Se burló Emmett.
—No sé cuál es su habitación— me quejé.
—Veamos, debe ser una del segundo piso, que tenga cortinas rosas o de encaje y flores en el balcón— dijo Jasper como todo un experto.
Dimos una vuelta a toda la casa para comprobar que la única habitación que reunía los requisitos era la que teníamos en frente.
—Estoy seguro, es esa Edward. Date prisa que tengo sueño— se quejó.
Avancé lentamente, me trepé por unos arbustos, fue fácil lo difícil sería lograr que me abra. Toqué muy despacio su ventana. Y no oí nada, estaba empezando a dudar de que hubiera alguien dentro. De pronto vi que se abría apenas un trocito de cortina. Estaba muy nervioso pensando que podría haberme equivocado. Me abrió y vi su figura en la penumbra y la abracé de inmediato.
— Te extrañé tanto— cerré la gran ventana y retrocedí para verla en camisón. Error, traía una batita pequeña y transparente. Yo había visto lencería antes, en las tiendas o en esas revistas que Emmett compraba pero era diferente verla en ella. Casi se me salen los ojos.
—¿Qué haces aquí?— me reprochó, uy mi primera decepción, pensé que estaría feliz de verme, no contaba con esto.
—Pues yo… —traté de decir algo pero tenía la cabeza en su batita –Vine a verte y vaya que me sorprendiste.
— ¿Sabes que te podría costar la vida?— uf era solamente preocupación.
—Si lo sé, y moriría feliz—le dije sonriéndole
—Eres un demente—me dijo, se veía tan linda, no eso es poco, se veía genial y si seguía viéndola con cara de idiota no podía decirle todo lo que quería, tenía que cubrirla con algo. Vi una manta en su cama y me acerqué a tomarla.
—Quería conversar contigo pero si sigues así no podré hablar—se la puse encima.
— ¿Conversar? ¿A estas horas?—me reprochó, otra vez esa sensación de rechazo.
—Si quieres lo hacemos mañana en el colegio, yo no tengo problemas— le dije.
—Tienes razón. Me alegra verte— por fin una sonrisa.
Nos sentamos en su cama y le pregunté todo lo que se me ocurrió, sus gustos, sus pasatiempos, sus sueños, quería saber todo de ella. Hasta le pregunté sobre el odio entre nuestros padres. Yo también quería saber porque teníamos que vernos así y no como cualquier par de enamorados. Quería andar de su mano, llevarla al cine, a cenar.
No quise hablarle de su mamá todavía, primero averiguaría su dirección o correo electrónico pero pronto lograría que volvieran a conversar debían extrañarse mucho.
Iniciamos un beso algo desesperado, cuando pensé que no me detendría oí el silbido de Emmett y mi celular vibró. Volví a la realidad con desgana pero era lo mejor, tendríamos tiempo de conocernos así tuviera que venir cada noche.
— ¿Hora de marcharse Romeo?—suspiró.
—Antes que tu padre me mate, vendré cuando pueda, si es posible todas las noches.
—Ten cuidado, mi padre tiene muchos juguetes electrónicos para seguridad, ten cuidado con la velocidad cuando manejas y no traigas tu auto— aconsejó.
—Gracias hermosa, me portaré como el mejor de los espías. Por cierto mañana ponte algo con mas tela, tu camisón es precioso pero me está matando— le lancé un beso y bajé del balcón como todo un avezado criminal. Salí rápido y agazapado, mis amigos me esperaban nerviosos.
—Te tardaste, ¿qué hacían?— me reprochó Emmett.
—Tú qué crees— respondí.
—Charlie Swan acaba de llegar, está entrando por la otra puerta. Debemos empujar el auto un trecho, no podemos arrancarlo aquí— dijo Jasper.
Casi a medio kilómetro de allí pudimos encender el auto y llegamos a casa donde también debimos entrar por la ventana del cuarto de Emmett, que era la más fácil de escalar. Nos cambiamos y fui silenciosamente a mi habitación, abrí la puerta con cuidado y entré. Estaba salvado y no se habían dado cuenta.
— ¿A dónde fuiste mi amor?— mi madre estaba sentada en mi cama, casi me caigo del susto.
— Mamá. Yo, quería tomar aire— le dije nervioso.
— ¿Fuiste a ver a Isabella?— me preguntó. ¿Cómo es que ella sabía? La miré perplejo. — Vamos Edward, no se necesita ser adivino para saber que la quieres. Sólo ten mucho cuidado, no quiero que salgas herido. Es peligroso. Consígueme una foto suya, a Renée le encantará.
— Gracias por comprender mamá, quisiera la dirección de la señora Renée, Bella la extraña mucho, su padre nunca la ha dejado verla. No sabe nada de ella.
— Dile a Bella que me busque. Mañana empezaré a trabajar en una oficina de decoración, aquí está la dirección.
—Te quiero mamá, eres lo máximo— la abracé.
—Ya Romeo a dormir o llegarás tarde a la escuela.
— ¿Ay mamá tu también?— ya me estaba cansando de ese sobrenombre, acaso no sabían que esa historia era trágica. Romeo perdía a Julieta y se suicidaba.
—Bueno galán a dormir— me acostó como cuando era pequeño, me arropó y me dio un beso. –Dulces sueños.
Traté de dormir pronto pero no podía, estaba muy feliz.

0 comentarios:

Publicar un comentario