21 enero 2013

Cap 16 Valkiria



CAPITULO 16

RECUERDOS

EDWARD
Amanecí con resaca quería dormir un poco más pero Emmett me echó un buen cubo de agua fría.
—Disculpe Rey Edward pero lo necesito con urgencia— demandó.
—Ya deja de decirme rey Edward, ¿soy tú amigo o no?—
—Entonces te trataré como tal. ¡Ya levántate pedazo de vago, mira esas fachas, borracho y en un establo, das lástima!— gritó.
—Bueno, quizás no amigos tan cercanos— respondí, la cabeza me iba a estallar.
—Se supone que eres un recién casado ¿Por qué bebes tanto?
—No entenderías.
—No, claro que no entendería, eres un rey, tienes una esposa hermosa, no puedo comprender cómo puedes despreciar todo lo que la vida te ha dado.
—Soy rey porque eso me puso el destino y me casé por… porque se lo prometí a Jasper
— ¿No amas a la reina Rosalie?— preguntó.
—No lo sé, ahora dime porque me despiertas tan temprano— me queje.
—No es temprano, hace más de 6 horas que Bella zarpó y he recibido noticias de la parte baja de Islandia. Nos invaden— dijo algo nervioso.
— ¿Bella se fue hoy? ¿No iba a partir mañana?
— ¿Y tu como sabías eso?— casi gritó
—Soy un rey, tengo mis contactos. ¿Qué ejercito nos invade?
—No lo sé, y sin la reina me siento perdido, ella sola inspiraba miedo a los demás reinos, ahora estamos prácticamente desprotegidos así que te necesito al frente, dicen que mataste un dragón, espero que no sea con tu aliento de alcohólico— Miré a mi alrededor, estaba en un establo sucio, tenía la ropa llena de paja. Me levanté. A lo lejos pude ver una cabellera roja entrar por la puerta trasera del castillo, parecía la nana de Rosalie, hace varios días que no la veía.
— ¡Maldición estoy lleno de excremento de caballo! Voy a asearme y a vestirme. Estaré contigo pronto— subí a mis aposentos, afortunadamente tenía todavía mi antigua habitación de soltero, me cambié pero no pude encontrar mi espada. Tal vez la había perdido en una de mis borracheras. Estos últimos días había pasado más ebrio que lúcido y tenía todo trastocado.
Fui por Jasper pero no lo encontré, su general, un tipo de lo más desagradable, me dijo que había viajado con su esposa. Me maldije interiormente. Así que Jasper había logrado doblegar a Bella y ahora navegaban juntos. Sentí tantas ganas de romper todo a mi paso.
Emmett y yo pasamos revisión al ejército, estaba bien armado pero no eran tan numerosos como me gustaría. Si tan sólo Carlisle estuviera aquí o mi ejército. Mandé venir un mensajero y preparé un llamado para mi ejército en Xantia, sólo que tardarían más de una semana en llegar sin contar con el tiempo que le tomaría al mensajero llegar a mi reino. Esperaba no necesitarlos de todas formas.
Al día siguiente partimos rumbo a las tierras bajas de Islandia, el lugar dónde nos indicaron que estaba acampando el ejército enemigo, tardaríamos dos días más en llegar.
Rosalie salió a despedirnos pero apenas cruzamos palabras, era extraño, en mi interior no guardaba ningún sentimiento por ella. Traté de recordar la forma en que me sentí al conocerla, cuando pasábamos horas hablando en Burgundia y no encontré nada en mi interior, mientras que el recuerdo de Bella ocupaba ahora todos mis pensamientos y se mezclaban con mis sueños. Desde que la besé se desató algo muy fuerte que no puedo contener, quisiera gritar que… gritar… que ella es… mía.
Y no me importa lo que piensen o digan, en cuanto Bella regrese me la voy a llevar lejos, a dónde, no lo sé, tal vez busque aquella cueva de mis sueños. Tampoco le soy indiferente, sentí cuando me correspondió aquel beso, sentí su fuerza y su entrega.
—Acamparemos aquí— gritó Emmett. Toda esa noche pasé al aire libre, pensando en dónde estaría Bella.
"¿Crees en el destino? Aquí estamos sólo tú y yo. Las runas prometieron darme una señal y tú me has vencido, estábamos… predestinados a encontrarnos"
"¿Tú eres la reina de Islandia?" "—Si ¿Cambia eso las cosas?"
"Bella es el nombre que me han dado, no recuerdo cómo me llamaban antes, no recuerdo mucho antes de… antes de caer en estas tierras"
"Soy un alma errante, me echaron de mi hogar, un hermoso lugar al lado del Valhala. Yo solía llevar a los hombres que morían en combate. Ahora sólo soy una reina, puedo derrotar ejércitos enteros, apoderarme de toda la tierra y aún así no había encontrado algo que me hiciera amar este lugar"
"Te recordaré cada día en el crepúsculo".
"No tardes mucho" "No mi amor, dame 6 lunas y estaré a tu lado"
"¿Lo prometes?"" Lo prometo. Volveré por ti…"
El viento me daba en el rostro, alguien corría conmigo en brazos, "él no debe encontrarnos" decía agitada. "debo esconderte, él no lo sabe aún" miré hacia el cielo y vi la sombra de una mujer que volaba sobre nosotros, traía un arco templado y listo para dispararnos, nuestras miradas se encontraron y ella bajó su arma, se quedó suspendida en el firmamento, mirándonos correr pero sus ojos, eran los de ella… los de Bella.
Desperté al sentir que alguien me sacudía, no sabía dónde me encontraba.
—Ya es hora de partir Edward— Emmett me estaba alcanzando un trozo de pan que recibí con desagrado, que menos quería ahora era comer. Este no parecía un sueño, sino… recuerdos. ¿Recuerdos de qué? ¿Cuándo y dónde? Esa mujer que flotaba, era idéntica a Bella, ya antes había soñado eso pero nunca vi su rostro tan claro. Debía haberse quedado en mi mente, la noche que mi madre huyó del castillo.
¿Pero los recuerdos con Bella?… Carlisle me había dicho que había conocido a alguien en mi viaje a estas tierras hace mucho. Pero yo no recordaba sólo habían nubes y brumas cuando tratada de enfocar los recuerdos. Brumas que poco a poco iban disipándose.
—Emmett— le llamé.
—Si no te apuras vas a quedarte sin leche— me señaló un fogón donde estaban repartiendo la comida de la mañana.
—Necesito saber… hace algunos meses, casi 10, en las tierras bajas, hacia a donde nos dirigimos, cayó una estrella— empecé a contarle.
—Lo recuerdo, Bella vino sola ¿no me digas que tu también estuviste por aquí?— preguntó.
— ¿Ella, dijo algo de su viaje?— pregunté confundido.
—Bueno… regresó con una linda sonrisa en la cara y era raro que ella sonriera. Luego se sentaba cada tarde en una de las torres mirando el camino, parecía que esperaba a alguien. Y después volvió a ser ella otra vez sólo que parecía más muerta que viva.
— ¿No dijo nada, no mencionó a alguien?— pregunté
—No soy su confidente, si a alguien le dijo algo fue a Alice— entonces las palabras de Alice tuvieron sentido, todas aquellas cosas que me dijo mi noche de bodas mientras libamos licor.
"Oí hablar tanto de ti y pensé que te querría cuando te conociera pero eres un hombre ordinario… Edward esto, Edward lo otro. Parecías el hombre perfecto. Hasta yo la alenté a esperarte aunque no te veía venir. Cuando pasaron las 6 lunas ella empezó a entristecer, se paso un mes encerrada mirando el horizonte pero tú nunca te apareciste".
— ¿Oye estás bien? Parces enfermo, mejor te regresas al castillo— Emmett me sacudió.
—Si… necesito respuestas. Debo volver— me levanté buscando mi caballo. Debía encontrar a Carlisle o alguien que me pudiera ayudar. Tal vez Rosalie o Jasper… o incluso, esa bruja… aquella nana, ella… podría saber algo o ayudarme a recordar.
— ¿Nos dejas? ¿Tú también? Por Loky ¿Acaso todos los hombres del continente son unos cobardes? Primero Jasper se fue a traer su ejército y ahora tú te largas…— Emmett estaba furioso.
— ¿Jasper se fue a traer su ejército?— pregunté.
—Eso fue lo que dijo James— encogió los hombros.
—A mí me dijo que se fue con Bella— gruñí.
—No. Yo mismo embarqué a Bella, Alice, aquel bardo y a menos de una docena de guerreros y marinos. Jasper no iba con ellas.
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EMMETT
Creo que Edward había perdido la razón y así no me servía para luchar. Lo vi regresar hacia el castillo, parecía desesperado. Maldito licor que lo había echado a perder o tal vez ya estaba falladito cuando llegó.
Pero era el hombre más afortunado de la tierra y eso sí que le envidiaba. Desde que se casó no he vuelto a mirar a la reina Rosalie a los ojos. No podría, yo… yo la amo cada vez más.
—Señor, los hemos identificado, a la mayoría— gritó uno de mis espías llegando a mi lado.
— ¿De qué ejército son?— pregunté.
—La mayoría son de Rochester—
— ¿La mayoría?— pregunté.
—Sí. Hay más de 5000 hombres, pude ver los emblemas de Rochester, Sajonia, Britania, las Galias y la águilas romanas— sentí como si me dieran un porrazo en la cabeza. 5000 era un número muy elevado. Mis guerreros no llegaban ni a 1000. Y si venían guerreros romanos esto estaba muy disparejo. La gente de Rochester quería mi cabeza por haber matado a su rey pero los romanos eran mucho más ambiciosos, ellos querían toda la isla. Yo sabía que no había sido buena idea lo del torneo, eso sólo atrajo la envidia del mundo entero.
Tenía que decidir entre seguir adelante o contenernos.
Ordené mantener el campamento, los enemigos estaban descansados, bien comidos y seguramente tenían muchas trampas para nosotros. Estábamos en desventaja, si atacábamos hoy mis hombres llegarían fatigados y mal alimentados.
Esperaríamos aquí a que ellos nos atacaran.
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BELLA
El castillo era imponente, en sus mejores épocas debió ser un lugar hermoso, ahora se veía derruido, apenas guardaba calor dentro.
Quise que el primer encuentro con Elizabeth fuera a solas, había tanto por decirle pero no había tiempo.
Escuché sus pasos bajando las escaleras, elevé la mirada y me encontré con dos ojos verdes tan conocidos que sentí comezón en la vista.
Era una mujer hermosa aún, altiva y lejana. Sus largos rizos color bronce estaban sujetos en un alto moño un poco descuidado.
— ¿Puedo ayudarte?— preguntó llegando al primer escalón de la ancha escalera.
—Realmente sí. La necesito con urgencia— dije sin detenerme a presentarme como era debido.
— ¿A dónde iremos?— preguntó sin interés, parecía que todo le daba igual.
—Debemos atravesar el mar. La llevaré a Islandia.
—Qué remedio. ¿Allí me sacrificarán?— preguntó.
—No lo creo… a menos que sea necesario— no podía prometerle nada excepto que daría hasta mi vida por salvar la de su hijo.
—Eres su sirvienta. ¿Verdad?— hizo un gesto torcido tan conocido que sentí un aguijón en el pecho.
—No le sirvo a nadie, soy libre— le respondí, sus ojos no dejaban de escrutarme.
—Lo seres como tú no son más que sus esclavos, puedo ver el resplandor de tu divinidad, es muy tenue pero allí está. Eres sólo una sirvienta de Odín— me miró con desprecio. Eso dolió un poco.
—No le sirvo a un dios que no puede luchar sus batallas. Necesito que venga conmigo de inmediato, si es preciso la arrastraré— tomé su brazo, con cada segundo que pasaba, la muerte se acercaba más.
—Tendrás que esperarme, yo no tengo tanto apuro como tu— me miró desafiante. Si no fuese la madre del hombre que amo con locura, le daría un buen golpe para dormirla.
—Creo que sí lo tiene, a usted le importará correr tanto o más rápido que a mí. Si no viene conmigo ahora Edward morirá— sus ojos se abrieron de golpe y toda su altivez decayó.
— ¿Edward? ¿Mi hijo está vivo?— tembló.
—Tenemos un mar de por medio para hablar de ello, ahora corra que la muerte es veloz— le ofrecí mi mano y ella la tomó. Sentí una calidez familiar. Salimos muy aprisa, Alice y mis hombres ya estaban de camino hacia el mar.
Los vikingos nos miraban reticentes, Elizabeth tembló.
—Han jurado obedecerme, no nos detendrán, mataré a todo aquel que se interponga en mi camino— le infundí valor. Pronto llegamos a la barca y di la orden de zarpar.

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