27 enero 2013

Cap 15 Acosador




CAPÍTULO 15

UN ACOSADOR CON CONCIENCIA

Caminé hasta la orilla con ella aún prendida a mi cuerpo. La deposité con suavidad en la arena sin dejar de besarla, el aire me faltaba pero sus labios con sabor a mar eran un afrodisiaco. Había fantaseado tanto con besarla de esta forma. Mi lengua penetró en su boca, cuando Bella soltó un gemido me dejé caer sobre ella, al menos la parte baja de mi cuerpo.
Si tan sólo se hubiera puesto uno de los vestidos que le compré esto sería más fácil. Pero no, la niña llevaba unos jeans apretados, muy difíciles de vencer.
Nuestras caderas se rozaron y sentí toda una corriente bajando por mi columna. Esta prometía ser una noche lujuriosa.
¿Qué diría ella mañana? ¿Se arrepentiría? Yo estoy sobrio, y por supuesto que no tendría ni un gramo de remordimiento. Quise hacerla mía desde que la vi en aquel río.
¿Me echaría de su vida después?
Sentí sus piernas cerrarse en mi espalda y tuve que separar nuestras bocas un instante. Me faltaba el aire.
Bella se veía tan entregada, tan dispuesta a todo que me sentí avergonzado.
Sí, yo, el acosador estaba a punto de obtener mi premio pero esto era hacer trampa.
Tan concentrado estaba en mis meditaciones sexuales que no me di cuenta cuando Bella tomó el mando. Rodó hasta quedar sobre mí. Se veía endemoniadamente sensual allí arriba.
Se sentó sobre mi estómago y de un solo movimiento se quitó el top. Sus pechos quedaron al descubierto y literalmente babeé. Era perfecta, hasta cierto punto voluptuosa.
Pero… ¿yo quería que fuera así la primera vez?
Ok, es excitante al aire libre, Bella es un volcán de pasión, estoy a punto de reventar mis pantalones… pero… maldita sea hay un pero y no es mi conciencia.
Todo me grita "hazla tuya" mi arma está lista, la víctima se ofrece en sacrificio.
Pero está ebria.
No está en completo uso de su conciencia. No se está entregando a mí, es sólo un deseo carnal.
Volvió a besarme con tanta pasión que creí que no podría resistirme.
—Bella—la llamé entre beso y beso.
—Mmmm— es todo lo que obtuve. Por todas las almas del purgatorio ¡qué mujer más tentadora!
—Bella detente— la tomé delicadamente de sus hombros.
Tenía los ojos cerrados y se restregaba contra mi dolorosa erección. –Bella, mírame— le pedí.
A regañadientes abrió los ojos, eran hermosos. Jamás me olvidaría de este día y esta playa. Y sobre todo de ella con los pechos al aire.
— ¿Quién soy yo?— le pregunté para saber si al menos me reconocía.
—Edward Cullen, el trasero más hermoso que he visto— sonrió. ¿Cuándo había visto mi trasero?
— ¿Qué vamos a hacer?— volvió a besarme.
—El amor— sonreí al escuchar eso. Aún en su inconsciencia ella pensaba en el acto sexual como amor. Pero ella no me amaba, apenas había dejado de odiarme por ser un niño rico y engreído.
— ¿Podemos hacer esto dentro de la casa?— no la estaba rechazando, eso sería una idiotez. Sólo quería que se le pasara el efecto del licor, si quería hacerlo sobria por mí no habría inconveniente.
—Sí. Tengo frío— dijo encogiéndose y tapando su pecho. Tomé su top de la arena y se lo di. Luego me levanté con cuidado y la tomé en brazos. Caminé hacia la casa despacio, mientras ella se acurrucaba en mí. Era una sensación agradable y tibia verla así. Tenía un incontrolable deseo de protegerla, de cuidar de ella.
Para cuando llegué a la casa Bella estaba dormida. La llevé a su cama de niña, era del tamaño de una normal sólo que en bonitos tonos rosas. Después de sacarle la ropa mientras cantaba una canción religiosa, para no excitarme de nuevo, la envolví con una manta y le sequé el cabello con una toalla.
Me di un baño y luego me acosté a su lado. Estuve mucho rato despierto, sólo mirando su rostro y sus respiraciones acompasadas. Le di un beso en la frente y me uní a ella en el mundo de los sueños.
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— ¡Pervertido! ¡Abusador! ¡Aprovechado!— su dulce voz me despertó, además de muchos almohadazos.
— ¿Qué te pasa?— me incorporé pero caí otra vez porque me dio con un cojín en la cara.
—Te aprovechaste que estaba bebida, eres un cerdo— gritó furiosa. ¿Yo aprovecharme? Si fue ella la que casi me viola.
—No pasó nada— me levanté de la cama para buscar mi camisa.
— ¿cómo que no? Estoy desnuda— se había envuelto en una sábana.
—Te quité la ropa mojada para que no te resfriaras—
—Pero yo recuerdo… — sus mejillas se tiñeron furiosamente de rojo. Y la se llevó la almohada que tenía hacia su rostro. ¿Habrá recordado lo mismo que yo?
—Parece que te gusta desvestirte cuando tomas— me burlé un poco.
—Idiota— dijo avergonzada.
—Vamos Bella. Ahora somos amigos, no iba a permitir que hiciéramos algo de lo que te arrepentirías. Hice bien— y fue la prueba más grande que he tenido en toda mi acosadora vida.
—Creí que… es que me siento extraña. Tengo comezón y me duele— juntó sus piernas.
—Debes tener arena no te bañaste. ¿Porqué no tomas una ducha?— le sugerí.
Se levantó sin decir nada.
Media hora después regresó con uno de los vestidos que le había comprado.
La pobre no tenía más ropa, no le quedó otra opción. Yo tenía el desayuno listo.
— ¿Tienes hambre?— le hice señas para que se sentara conmigo.
—Edward, yo, no sé que me pasó…— ¿Bella Swan estaba avergonzada? Podría usar esto en mi beneficio pero no sería divertido ahora burlarme.
—Estabas ebria Bella, todos hacemos locuras cuando bebemos. A veces no es con mala intención— traté de sonar comprensivo.
—Gracias— no sabía exactamente qué me agradecía, darle una excusa o no haberme aprovechado.
—Olvídalo y come un poco— no dijo nada más, de hecho era raro que estuviera tan callada.
— ¿Cuándo te vas?— preguntó al terminar su café.
—Mañana por la tarde. Hace rato llamé a la aerolínea y reservé— le sonreí para alegrarla pero no se veía feliz.
—Que bueno, así llegarás con tiempo para la cosecha— masculló.
Pasamos el resto del día acomodando cosas y echando a la basura lo que no servía.
Encontré un álbum familiar y lo revisé. Era de Bella, había fotos desde su nacimiento, sus primeros pasos, el primer día de escuela. Muchas con su madre en la casa y en la playa. Su padre aparecía poco. Debía ser él quien las tomaba. Pero el álbum terminaba abruptamente. Debió ser por la muerte de la señora Swan.
Esa noche dormí en otra habitación. Bella estaba muy callada y no había dado pleito en todo el día.
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Al día siguiente vinieron de una compañía inmobiliaria a ofrecerle a Bella comprarle la casa. Pero ella los echó sin siquiera oír las ofertas. Con mi ojo de inversionista me di cuenta que su propiedad valía mucho. Muy cerca empezaba la zona residencial.
— ¿No pueden obligarme verdad?— preguntó cuando ya no pudo contenerse.
—No. No te pueden obligar a vender. Tal vez te ofrezcan ventajosos tratos pero no pueden coaccionarte. Tranquila, si tiene algún problema me avisas, conozco un buen abogado— le aseguré. Le recomendaría al novio de mi hermana. Jasper Hale era el mejor de todos. Por cierto, ni siquiera había llamado a mis amigos, ni a Alice.
—Gracias Edward. Tengo que ir a ver un posible empleo ¿podrías llevarme en tu coche? No sé qué autobús me lleve al centro— pidió.
—Claro, no es problema.
Me dio gusto verla entrar en aquella librería y más gusto sentí cuando salió con una radiante sonrisa.
—Empiezo el mes que viene, están en inventario—subió al auto con los mismos ojos iluminados que cuando llegamos.
—Felicitaciones. Pero eso es casi en un mes. Vas a necesitar dinero, tal vez podrías sacar esa libreta y anotar unos 1000 dólares más en nuestra cuenta— le sugerí.
—No. Es demasiado. Acepto 300, mañana buscaré algo que hacer por este mes—
Regresamos a casa para hacer mi pequeño equipaje.
Cuando salí a despedirme vi dos copas servidas. La otra botella de champaña. Bella tenía mala borrachera no debería tomar.
—Es para despedirnos, solo una copa— me ofreció.
—Bien. Me agradó mucho acompañarte a que regresaras a tu casa. Espero que seas muy feliz aquí Bella. Le diré a Charlie que estás bien—
—Me ayudaste mucho y estoy agradecida. Te enviaré tu dinero apenas pueda— levantó su copa y la bebió. Yo apenas le di un sorbo, tenía que manejar y entregar el auto.
—No necesito ese dinero pero si tan empeñada estás en pagarme que sea cuando puedas y olvida el interés— le sonreí.
—Eres un buen chico Cullen, lástima que lo descubrí tan tarde— se mordió el labio inferior y no pude evitar recordar lo delicioso que se sentía besarla.
—Gracias, tú también eres buena muy pero muy en el fondo— me burlé.
—Quiero acompañarte al aeropuerto— dijo tímidamente. Que tal cambio.
—Pero no tendrás como regresar, no tienes licencia para rentarte un auto—
—No importa. Por favor— la miré con recelo ¿Bella sabía pedir por favor? Bueno, creo que la fiera estaba domada. O al menos tranquilizada. Soy algo así como el encantador de fieras.
Devolví el auto en el aeropuerto y nos dirigimos hacia la sala de embarque. Bella seguía callada.
—Edward… voy a extrañarte. No voy a tener a quien molestar— sonrió.
—Con lo feliz que me hacías cuando me golpeabas— le señalé mi cicatriz en la cabeza, ella sonrió. Me abrazó tan fuerte que me quitó el aire, yo también iba a extrañar tanto a mi berrinchuda, sobre todo porque no pudimos culminar lo de la playa. Alguna vez, quizás… podría volver cuando acabara la cosecha. Invitarla a salir, cortejarla… Y quizás si ella me acepte, podría intentar quedarme más tiempo a su lado.
—No te vayas— escuché muy bajito.
—Sólo pídelo— contesté nervioso.
—Es que…
—Dime Bella… si pudieras hacer alguna locura en este momento. Algo descabellado y completamente demente ¿Qué sería?— pregunté.
—Pasarme una noche apostando en Las Vegas— sonrió.
Pensé que diría "Hacerte el amor en el baño" o "Irme contigo a la China"
¿Las Vegas descabellado? … quizás para alguien que nunca ha estado allí. Sólo es arena y mucha vida nocturna.
—Hecho— La tomé de la mano y prácticamente la arrastré a la aerolínea.

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